Resulta obvio que muchos mitos nórdicos incluyen algunas piezas de información extraída de la historia real de Escandinavia. Entre ellas podrían estar una referencia a una batalla famosa, el nombre de un rey heroico o el linaje de grandes gobernantes. Sin embargo, la fuente principal de las historias (los mitos) que hemos explorado hasta ahora está en los otros mundos y en los dioses. Aquí, en las leyendas, exploraremos otras que aúnan tradiciones humanas, retazos de historia y fragmentos de sucesos reales, sumados a las historias de dioses, elfos, dragones y anillos mágicos. Desde luego que no narran sucesos reales, pero sí tienden a sumar ecos de ellos a la mezcla que existe en las mitologías que han sobrevivido en la Edda Prosaica y la Edda Poética, y que hemos estado explorando hasta ahora. A menudo se las describe como fornaldar-sagas (sagas de los tiempos antiguos), o sagas legendarias.
En muchos sentidos funcionan como un puente entre los mitos y el mundo (no sobrenatural) de la política, las disputas y ambiciones familiares, los viajes y las venganzas que encontramos en las denominadas sagas familiares, por las que Islandia es famosa. Debemos recordar que tales sagas familiares son también obras literarias y no deben leerse como si fueran crónicas históricas, aunque puedan parecerlo. Al tener esa característica, sus relatos se hacen accesibles y resultan verosímiles al hablar de la vida de hombres y mujeres. Lo cierto es que no son históricas y, desde luego, no narran mitos sobre el mundo de los dioses.
Los escritos que forman la base de esta sección legendaria son de una clase distinta a los de las sagas familiares, por más que algunos de aquellos tengan la palabra saga en su título. Como veremos, en La Saga de los Volsungs por ejemplo, el mundo humano y el recuerdo de sucesos reales de los siglos xiv y xv están presentes, pero, y eso es muy de reseñar, se entremezclan con temas mitológicos, lo que le da un carácter que nos recuerda a los mitos que hemos explorado hasta ahora. Beben en la mitología de las leyendas nórdicas. El reforjar de la espada que otrora se quebrase es concomitante con algo similar que aparece en El señor de los anillos, de Tolkien. Las historias sobre la piel de nutria cubierta de oro, Fafnir y Sigurd también aparecen en el capítulo 11.
Los viajes a Vinlandia que abordaremos al final de esta sección no son mitológicos, pero se incluyen porque explican el pasado a través de aventuras de personajes más grandes que la vida y, como se verá, contienen algunos elementos sobrenaturales. En resumen, son menos terrenales en su intención que las sagas familiares históricas y tienen algo de ese «explicar cómo sucedieron las cosas» propio de los mitos y otras leyendas.
* * *
De cómo Sigi se convirtió en rey de los hunos
Había una vez un hombre llamado Sigi y se decía que era hijo de Odín. Un día salió a cazar con un esclavo llamado Bredi que era propiedad de la diosa Skadi (que una vez fue esposa del dios Vanir, Niord). Al final del día, Sigi comparó sus piezas de caza con las de Bredi y quedó disgustado y avergonzado al descubrir que las presas de Bredi eran más impresionantes. Lo cierto es que Sigi se enojó tanto que mató a Bredi y enterró su cuerpo en un ventisquero. Cuando Sigi volvió a casa, le dijo a Skadi que Bredi se había ido, abandonándole, y que no tenía idea de a dónde podría haberse marchado.
Pero Skadi no le creyó y envió hombres a buscarlo. Al final, encontraron su cuerpo enterrado en el ventisquero. Desde ese día, la gente ha llamado a los ventisqueros profundos Destino de Bredi en recuerdo de ese terrible suceso. Puesto que estaba claro que Sigi había matado al esclavo, le declararon fuera de la ley, un «lobo enemigo de lo sagrado». En consecuencia, tuvo que abandonar su casa y huir para salvar la vida.
Pero Odín guio a Sigi en su largo viaje; a él y a los guerreros que habían marchado con él. Llegaron a la costa y llevaron una vida de incursores, en la que tuvieron mucho éxito. Con el tiempo, tuvo tanta fama que consiguió un reino (el de los hunos) y una noble esposa. Su hijo se llamó Rerir y creció alto y fuerte.
Con el paso de los años, los hermanos de la esposa de Sigi se volvieron celosos en su contra. Conspiraron contra él y le tendieron una emboscada en la que lograron matarle junto a todos sus guardias personales. Le sucedió su hijo Rerir y, cuando este fue lo bastante fuerte, reunió un ejército y asesinó a aquellos parientes por parte de madre que fueron responsables de la muerte de su padre. Tras ese acto de venganza, Rerir llegó a ser un rey acaudalado y poderoso, pero no tuvo heredero que le sucediese como rey de los hunos. Sobre la localización de ese reino huno, algunos dicen que estaba entre los francos, junto al río Rin, y otros que se hallaba lejos. al este.
Odín concede al rey Rerir un hijo: Volsung
El rey Rerir y su esposa rezaron a los dioses pidiendo un hijo, y sus ruegos fueron escuchados por Frigg. A su vez ella trasmitió la petición a Odín. Al oírla, convocó a una de sus doncellas selectas (una valquiria) y ella dejó caer una manzana en el regazo de Rerir. Aunque Rerir no entendió la naturaleza del regalo, pronto supo que su esposa estaba embarazada.
Sin embargo, las cosas no le fueron bien a la familia real. Para empezar, el rey murió en campaña. En segundo lugar, la reina no dio a luz en el lapso de tiempo normal y su embarazo duró ¡seis años! Al final, comprendió que no viviría lo bastante como para dar a luz y mandó que sacaran al niño de su cuerpo. Así lo hicieron y, de esa forma, nació Volsung, que se convirtió en rey en lugar de Rerir, su padre. Llegó a ser un guerrero famoso por sus victorias en batalla. Construyó un gran salón y, en el centro de ese palacio real, creció un árbol inmenso: llegaba hasta el techo y sus ramas pasaron a través de este. Dieron a ese árbol el nombre de Barnstock, que significa Árbol-Muchacho o, según algunos, Árbol-Corazón.
Con el tiempo, Volsung se casó con la valquiria que había dejado caer la manzana en el regazo de su padre. Se llamaba Hljod y era la hija de un gigante de nombre Hrimnir. Tuvieron no menos de diez hijos y una hija. Su hijo mayor se llamó Sigmund. Era mellizo, y su melliza fue una niña llamada Signy. Con el tiempo, pidieron la mano de Signy para darla en matrimonio al rey Siggeir de Gotland, en el sur de Suecia. Esa era la tierra de los godos o, como también se les conoce, de los Getas. En consecuencia, el rey Siggeir de Gotland acudió al salón del rey Volsung para celebrar el matrimonio real.
Un encapuchado tuerto y una espada mágica
Mientras tenía lugar el banquete, entró en el salón un extraño. Era alto y le cubría una capa con capucha que ensombrecía sus facciones.
Pese a ello, se podía apreciar que solo tenía un ojo y que su pelo estaba gris por la edad. Entró en el salón descalzo. En la mano llevaba una espada que hundió en el gran árbol plantado en el centro del salón. Luego, ante la atónita congregación, manifestó que cualquiera que pudiera sacar la espada del tronco recibiría un regalo y no podría encontrar un arma mejor. Después, con todos los ojos puestos en él, se dio la vuelta y se marchó.
Todos probaron fortuna y fallaron —comenzando por el más noble de los presentes— al tratar de sacar la hoja. Por último, Sigmund, hijo del rey Volsung, dio un paso adelante, agarró la empuñadura y sacó la espada con facilidad, pese a que los otros no habían podido hacerlo.
Al ver eso, el rey Siggeir de Gotland le ofreció tres veces el peso de la espada en oro si se la entregaba. A lo cual Sigmund replicó que si Siggeir hubiese sido del destinatario de la espada ¡habría sido capaz de arrancarla del árbol!
Siggeir se enfadó y se sintió ofendido por la respuesta, pero decidió tomarse su venganza con cautela. Una decisión que dice mucho de la catadura del personaje.
Por la mañana, Siggeir anunció que regresaría a Gotland con su nueva esposa. Todos los que le oyeron quedaron estupefactos, pues era una grosería abandonar tan pronto una boda real. Al saber de su intención, Signy (que ahora era su reina) le suplicó a su padre que disolviese el matrimonio, ya que estaba a disgusto con su nuevo esposo y temía que todo ese asunto solo pudiera acabar en tragedia. Pero Volsung le dijo que no podía hacer tal cosa, pues significaría un gran insulto contra el rey de Gotland y llevaría a un conflicto entre las dos naciones. Así pues, el rey Siggeir de Gotland partió junto con Signy y viajó hacia el norte, de vuelta a su reino.
El rey Volsung es traicionado y solo Sigmund sobrevive
a los ataques de una terrible mujer-lobo
Tres meses después, el rey Volsung y sus hijos partieron en tres barcos para visitar al rey Siggeir de Gotland. Llegaron a la costa al atardecer. Por la noche, Signy advirtió al rey de que el desastre esperaba si pisaba la orilla y le suplicó que volviera a casa.
Pero Volsung no le prestó atención, ya que no temía ni al fuego ni al hierro y, al día siguiente, él y sus hijos desembarcaron. El rey Siggeir les atacó y, aunque se defendieron con coraje tremendo, Volsung resultó muerto y sus hijos cayeron prisioneros.
Signy le suplicó a su esposo que no matara a sus hermanos y que se limitase a encarcelarlos en jaulas hechas de palos. Consintió al menos en eso, pero, a media noche, una terrible mujer lobo apareció y devoró a uno de los hermanos. Eso se sucedió cada medianoche hasta que solo Sigmund, el mellizo de Signy, quedó vivo.
Entonces Signy envió a uno de sus criados a untar miel en el rostro de Sigmund, y también a ponerla en su boca. Esa noche, cuando la mujer lobo se le acercó, olió la miel y le lamió la cara. Luego pasó la lengua por su boca para comer la miel de esa parte. Entonces Sigmund mordió con fuerza la lengua de la loba; el animal saltó hacia atrás se arrancó la lengua y murió. Al tiempo, sus zarpas rompieron los barrotes y Sigmund quedó libre. Algunos afirman que la terrible mujer lobo era nada menos que la madre del rey Siggeir y que había adoptado tal forma gracias a la magia.
Signy escondió a su hermano en el bosque, y allí Sigmund vivió oculto algún tiempo, ya que el rey Siggeir pensó que había muerto. Finalmente, Signy envió al mayor de los hijos que había tenido con el rey Siggeir para que hiciera compañía a Sigmund, pero este descubrió que el chico era demasiado tímido y timorato como para sacar nada bueno de él, por lo que le dijo a su hermana que no quería tener a su hijo de compañero en el bosque. A eso, Signy le respondió que matase al chico. Así lo hizo. El invierno siguiente, Signy envió al hijo menor de los que había tenido con el rey Siggeir y ocurrió lo mismo. Sigmund lo mató también por consejo de Signy.
Signy tiene otro hijo que se convierte en el compañero
de Sigmund en el bosque
Un día, una hechicera visitó a Signy y esta llegó a un acuerdo: las dos cambiarían de forma y la hechicera dormiría con el rey Siggeir en lugar de Signy. Así lo hicieron. La hechicera se acostó con el rey Siggeir en lugar de Signy y esta fue a visitar a su hermano en el bosque. Le pidió cobijo y se lo dio. Esa noche, él le pidió que compartiesen la cama, pues era una mujer atractiva y, habiendo cambiado de forma, no la reconoció. Así lo hicieron durante tres noches.
Luego, ella regresó al salón de Siggeir y allí dio a luz a un hijo. Tenía las facciones de los Volsungs y le puso de nombre Sinfjotli. Al igual que con sus otros hijos, puso a prueba su hombría cosiéndole prendas a las manos, pero mientras que los otros habían gritado de dolor, Sinfjotli no dejó escapar sonido alguno. Cuando el niño fue hasta Sigmund, en el bosque, este también le mandó a amasar y así lo hizo, pese a que ¡había una serpiente venenosa dentro de la harina! Ni se inmutó.
Sigmund lo tomó por compañero, pero decidió endurecerle antes de buscar venganza contra el rey Siggeir. Así que los veranos siguientes vagabundearon por los bosques y mataron a hombres para despojarles. Sinfjotli le recordaba siempre a Sigmund la deuda de honor que exigía la muerte del rey Siggeir. Pero Sigmund no confiaba del todo en él, pues pensaba que era el hijo de este último.
Durante el tiempo que pasaron en el bosque llegaron hasta dos hombres a los que la magia había convertido en lobos, pero que cada diez noches debían despojarse de sus pieles. Así que Sigmund y Sinfjotli se apoderaron de ellas y se las pusieron, convirtiéndose en lobos y siendo incapaces de resistirse a la magia. De tal guisa recorrieron los bosques y mataron hombres. Con el tiempo, lucharon entre ellos, y Sigmund hirió a Sinfjotli en la garganta, pero le curó porque vio cómo una comadreja hacía lo mismo con una compañera herida, gracias a unas hojas determinadas.
Convencido de que Sinfjotli estaba por fin lo bastante endurecido como para tomar venganza, Sigmund le llevó al salón de Siggeir. Se escondieron en una estancia exterior, pero fueron descubiertos por los dos hijos pequeños de Siggeir. Siguiendo las instrucciones de Signy, Sinfjotli mató a los niños, porque Sigmund se negó a hacerlo. Luego, Sinfjotli arrojó los cuerpos al salón, ante los ojos de Siggeir. Tuvo lugar una gran pelea y Sigmund y Sinfjotli fueron capturados y encadenados.
La venganza de Sigmund y Sinfjotli
El rey Siggeir determinó que les daría muerte de manera lenta y dolorosa, por lo que decidió enterrarlos vivos en un montículo de piedras cubierto de tierra y hierba. Fueron encadenados a ambos lados de una gran piedra, dentro del montículo, para privarles del consuelo de la mutua compañía. Así sujetos, los dejaron para que muriesen de hambre. Sin embargo, Signy mandó a sus esclavos que apilasen paja en el túmulo, dentro de la que había escondido porciones de cerdo y la espada mágica de Sigmund. Con ella, Sigmund cortó sus cadenas y, entre ambos, utilizaron la espada para abrirse paso a través de las piedras del túmulo.
Una vez libres, se dirigieron al salón del rey Siggeir y lo incendiaron. Signy se mostró para revelar a su hermano que ella también se había esforzado en vengar la muerte de Volsung, su padre; cuando los hijos que tuvo con el rey Siggeir se mostraron remisos a vengar la muerte de su abuelo, le dijo a Sigmund que los matase, y luego explicó que Sinfjotli era su hijo y un Volsung por ambos padres.
Más tarde, rechazando la libertad y el honor que le ofrecía Sigmund, se volvió hacia las llamas y allí murió con su esposo, el rey Siggeir.
Tras eso, Sigmund y Sinfjotli regresaron a su país y depusieron al hombre que lo había gobernado desde la muerte del rey Volsung. Sigmund se convirtió en un gobernante famoso y acaudalado. Se casó con una mujer llamada Borghild y tuvieron un hijo llamado Helgi. Las nornas (los seres femeninos que rigen el destino de dioses y hombres) acudieron el día de su nacimiento y manifestaron que sería el más famoso de los reyes. Helgi fue a la guerra cuando tenía solo quince años y se convirtió en un gran guerrero.
El rey Helgi encuentra una esposa guerrera
Un día, mientras regresaba de la batalla, Helgi se encontró con un grupo de hermosas aristócratas. La más bella se llamaba Sigrun. Cuando supo que esa mujer iba de camino a casarse con un rey al que no amaba, decidió derrotarlo para poder casarse con ella. El rey al que había que combatir se llamaba Hodbrodd.
Helgi convocó a sus guerreros y reunió una gran flota. Navegaron hasta Gnipalund (en Dinamarca) junto con el hermanastro de Helgi, Sinfjotli. Allí este se enzarzó en un intercambio de insultos con el hermano de Hodbrodd, de nombre Granmar.
Primero, Granmar acusó a Sinfjotli de haber matado a miembros de su propia familia y de haber chupando sangre de los cadáveres…
Sinfjotli respondió diciendo que Granmar había actuado como una mujer, convirtiéndose como valquiria en la pareja sexual pasiva de un hombre y de, viviendo como valquiria, haber dado a luz a nueve lobos…
A continuación, Granmar acusó a Sinfjotli de haber sido castrado por la hija del gigante y de haber convivido en el bosque con lobos…
Entonces, Sinfjotli replicó que Granmar era la yegua que el semental Grani montó y que además era un cabrero…
Cuando los insultos concluyeron, se enfrentaron los ejércitos y el rey Helgi mató a Hodbrodd. Nada más hacerlo, Sigrun y sus compañeras acudieron como valquirias al campo de batalla y Helgi se casó con Sigrun.
Sigmund: sus esposas y su muerte a manos de Odín
Ahora bien, Sigmund estaba casado con Borghild, cuyo hermano había sido asesinado por el hijo de Sigmund, Sinfjotli, porque rivalizaban por el amor de la misma mujer. En su fiesta fúnebre, Borghild ofreció por tres veces a Sinfjotli una bebida envenenada (para vengarse de la muerte de su hermano). Las dos primeras Sinfjotli sospechó de ella y bebió, porque ningún veneno podía dañarle. La tercera vez que Borghild llevó una bebida a Sinfjotli, Sigmund estaba ya demasiado borracho para ayudar a su hijo y le aconsejo que ¡filtrase la bebida con el bigote! Eso hizo Sinfjotli, pero el veneno le mató. Por esa acción, Borghild fue expulsada del reino.
Sigmund llevó el cuerpo de Sinfjotli al fiordo, donde un barquero se ofreció a cruzar el cadaver. Pero, una vez lo hubieron colocado en el bote, barquero y nave desaparecieron con el fallecido Sinfjotli.
Después, Sigmund buscó otra esposa. Su nombre era Hjordis. Viajó hasta el reino de los hunos para encontrar a su novia. Y, pese a que tenía un rival más joven, Hjordis eligió a Sigmund por ser el guerrero más famoso de los dos.
En consecuencia, el pretendiente rechazado, que se llamaba rey Lyngvi, acometió contra Sigmund con un gran ejército. En la batalla consiguiente, Sigmund fue escudado por las nornas que deciden el destino de los hombres. Y venció en un primer momento. Sus brazos se cubrieron con la sangre de los hombres que mató.
Entonces apareció un extraño en el campo de batalla. Llevaba un capote y se cubría con un sombrero de ala ancha, aunque aun así se veía que tenía solo un ojo… Y alzó su lanza contra Sigmund. Cuando Sigmund le golpeó con su poderosa espada, la hoja se quebró contra la lanza. En ese momento la batalla se volvió contra Sigmund, que resultó herido de muerte. Como consecuencia, el rey Lyngvi acabó por imponerse.
Esa noche, la esposa de Sigmund, Hjordis, atendió a este en el campo de batalla, ya que era obvio que Odín quiso que muriera allí. Antes de fallecer, le dio los pedazos rotos de su espada a Hjordis y le dijo que se los entregara a su hijo cuando naciese (porque ella llevaba un niño en las entrañas). La espada, cuando se reforjase, se llamaría Gram (que significa «ira»).
A la mañana siguiente llegó una flota vikinga y sus guerreros buscaron en el campo de la matanza, entre los muertos, riquezas y objetos preciosos. Al volver a sus naves, se apoderaron de Hjordis y su doncella, aunque habían cambiado sus identidades. Con el tiempo, se descubrió la verdadera filiación de Hjordis y se casó con un rey vikingo, de nombre Alf. De ese matrimonio nació el aguerrido Sigurd, hijo de Sigmund. Llegó a ser el más famoso de los guerreros y su nombre todavía está en los labios de los poetas del mundo nórdico.
El comienzo de las aventuras de Sigurd
El padre adoptivo de Sigurd era un hombre llamado Regin. (Entre los nobles nórdicos era común que los hombres jóvenes se criasen en el hogar de aliados y se convirtieran en hijos adoptivos de estos, para fortalecer los lazos de lealtad entre las familias guerreras). Regin enseñó a Sigurd el uso de las runas; cómo escribir poesía; a jugar al ajedrez y a hablar en varios idiomas. Pero Regin también procuró que Sigurd no estuviera satisfecho con su suerte. Cuestionó la riqueza asignada al joven por el rey y le invitó a pedir un caballo. Sigurd respondió que lo haría en cuanto estuviera preparado. Cuando por fin lo hizo, el rey le dijo que podía tomar el caballo que eligiese de entre todos los suyos.
Al día siguiente, Sigurd salió a seleccionar un caballo de las yeguadas que pastaban en las lindes del bosque. Cuando se acercaba al lugar donde pacían las manadas, se encontró con un anciano de larga barba. Sigurd no reconoció al hombre, pero le pidió que le ayudase a optar por un caballo de la manada. El viejo convino en ayudarle y le invitó a conducir los caballos hasta el río Busiltjorn. Así lo hicieron y la manada de caballos entró en las profundas aguas. Todos, excepto uno, nadaron hacia la orilla, y Sigurd eligió el que se había quedado en las aguas profundas. Era de un hermoso color gris; un animal joven y de fina estampa. El viejo barbudo le dijo a Sigurd que descendía de Sleipnir, el de las ocho patas, el caballo del dios Odín. Le aconsejó que lo tratase con cuidado porque era el mejor de los corceles. Luego, el viejo desapareció. Era nada menos que el mismísimo Odín. Sigurd llamó Grani al caballo.
Sigurd estaba contento con el animal que el rey le había permitido elegir, pero aun así Regin alentó su insatisfacción. Le dijo que había un tesoro fabuloso esperando a que alguien se apoderase de él y que estaba custodiado por una gran serpiente o dragón llamado Fafnir. El tesoro se hallaba en Gnitaheath, que no estaba a gran distancia.
Al reflexionar sobre lo que Regin le había contado, Sigurd recordó que ya había oído hablar antes acerca de Fafnir, su ferocidad y fortaleza. A eso, Regin repuso que Fafnir no era mayor que cualquier otra serpiente que uno pudiera encontrar en el campo. Y que los antepasados Volsung de Sigurd se habían enfrentado de forma voluntaria a una bestia así y la habían vencido. Entonces, Sigurd preguntó por qué Regin tenía tanto interés en que se viera las caras con el dragón…
Regin le contó la historia de Fafnir. Quedó claro enseguida por qué Regin estaba tan interesado en conseguir que Sigurd se enfrentase al dragón. Ya que Fafnir no era otro que el hermano de Regin. Hubo otro hermano más, de nombre Nutria, que asumía la forma de ese animal durante el día y pescaba peces. Podía tumbarse con los ojos cerrados en la orilla y capturarlos. Con esa apariencia y en esa posición, los dioses Odín, Loki y Haenir se toparon con él y Loki lo mató de una pedrada. Llevaron la nutria muerta al salón de Hreidmar (que era el padre de Fafnir, Nutria y Regin), quien reconoció a su hijo muerto y ordenó a los dos hermanos restantes que apresasen a los tres dioses, amenazándoles con la destrucción si no cubrían la piel de nutria con el mejor oro rojo. Loki se puso manos a la obra y fue a la cascada de Andvari a capturar al famoso lucio que vivía en esas aguas. El lucio no era otro que el enano Andvari, que tomaba forma de pez y era fabulosamente rico.
Loki consiguió echar la red al astuto lucio y obligó al enano a entregar todo su oro, hasta el último anillo. Cuando se lo llevó a Hreidmar, cubrieron con él la piel de nutria y, por último, taparon el bigote que quedaba al aire con el anillo que Loki arrebató a Andvari. Más tarde, Fafnir mató a su padre y, con ese acto, no solo cometió un crimen horrendo, sino que también despojó a su hermano Regin de su parte de la compensación por la muerte de su hermano Nutria.
Cuando escuchó el relato de los crímenes de Fafnir, Sigurd se dispuso a matar al dragón y le pidió a Regin que forjase una espada digna de tal empresa, porque Regin era un hábil herrero. Así que Regin hizo una buena espada, pero se hizo pedazos cuando Sigurd golpeó con ella el yunque. Forjó una segunda espada, que también se hizo añicos contra el yunque. Al cabo, Sigurd acudió a su madre y le pidió la espada que una vez perteneciera al rey Sigmund, su padre. La espada se llamaba Gram y Sigurd llevó sus pedazos a Regin para que aquel habilidoso herrero forjara con ellos una nueva arma. Y creó una espada incomparable. Era tan fuerte que, cuando Sigurd golpeó el yunque, la hoja lo cortó en dos; era tan afilada que la lana arrastrada por la corriente de un río se cortaba contra la hoja. Sigurd se dio por satisfecho.
Equipado con ella, Sigurd partió para matar a Fafnir y así cumplir la promesa de llevar a cabo tan valerosa hazaña que le había hecho a Regin.
Grithir anuncia la fortuna de Sigurd y el rey Sigmund es vengado
La madre de Sigurd tenía un hermano llamado Grithir con la habilidad de ver el futuro. Después de que la espada hubiese sido reforjada, Sigurd fue a su encuentro y le preguntó si podía ver cómo discurriría su vida. Al cabo del tiempo, Grithir le contó a este lo que había visto; y Sigurd supo todo lo que había ocurrido. Regresó junto a Regin y le dijo que, antes de matar a Fafnir, debía ocuparse de los que fueron responsables de la muerte de su padre, el rey Sigmund. Así lo hizo, fue contra el rey Lyngvi, tras jurar tomar venganza.
Partió, y su flota navegó con vientos a favor. Incluso al desatarse una tormenta, Sigurd no permitió que se recogiesen velas, pues le urgía destruir a aquellos que habían sido los culpables de la muerte de su padre. Cuando alcanzaron aquella tierra, sembraron el fuego y la muerte hasta que el rey Lyngvi levantó un ejército y les salió al encuentro. La batalla fue terrible. Muchos hombres murieron, pero Sigurd prevaleció por último sobre su enemigo. Con la espada reforjada, Gram, hendió el casco, la cabeza y el cuerpo del monarca. Y junto con el rey Lyngvi cayeron todos cuantos habían participado en la muerte de Sigmund.
Sigurd mata a Fafnir
Regin y Sigurd cabalgaron hasta donde el dragón Fafnir acostumbraba a beber. Al llegar allí, Sigurd quedó atónito al ver la altura del acantilado, pues Fafnir tenía que ser enorme para poder inclinarse a beber desde allí. Además, las huellas del dragón eran tan grandes y profundas que Sigurd comprendió que la bestia era de mucho mayor tamaño de lo que le había dicho Regin. Este le aconsejó cavar una trinchera y tumbarse ahí, a esperar a Fafnir. Cuando Sigurd preguntó cómo podría evitar la sangre del dragón, Regin le recriminó no poseer el coraje que se decía que tenían sus antepasados.Sigurd fue al brezal y Regin se retiró, pues tenía miedo.
Sigurd comenzó a cavar una trinchera y, mientras estaba así ocupado, apareció un anciano de larga barba gris que le recomendó cavar varias zanjas para canalizar la sangre del dragón. Así lo hizo.
Al cabo, apareció Fafnir. Se deslizó con su gran masa hacia el borde del acantilando, exhalando veneno. Cuando pasó sobre las trincheras, Sigurd le hundió desde abajo su espada, causándole una herida mortal, pues Gram era una poderosa espada. Mientras Fafnir se retorcía de dolor, exigió saber el nombre de su atacante. Sigurd declaró ser el hijo de Sigmund. Manifestó que había ido contra Fafnir con determinación, fuerza y una espada poderosa. Y que todo eso le había llevado hasta su meta, ahí donde otros se habían quedado atrás atemorizados.
Mientras hablaban, Fafnir advirtió a Sigurd de que el oro que le arrebatase sería a su vez la causa de su muerte. Y añadió que tal muerte no sería causada por el mar, por más que Sigurd debía tener en cuenta que no le convenía surcar las aguas sin tomar precauciones. Allí, en el brezal salvaje, preguntó Sigurd a Fafnir sobre las nornas (algunas de las cuales eran Æsir, otras elfos y otras enanas). Entonces, Fafnir le dijo a Sigurd que era su propio hermano, Regin, el que había causado su muerte y que también podría ser el causante de la muerte de Sigurd.
Por último, aconsejó a Sigurd que se marchara, no fuese que al morir cayese sobre él. Pero Sigurd no conocía el miedo y dijo que iría a donde Fafnir tenía el tesoro y se haría con el oro, porque era consciente de que todos los hombres mueren y el temor a la muerte ¡no le haría perder esas riquezas!
Sigurd bebe la sangre de Fafnir y se come su corazón
Muerto Fafnir, Regin regresó y declaró que Sigurd había conseguido una gran victoria que no sería olvidada jamás, pero que él, Regin, lloraba la pérdida de su hermano. Sigurd se burló de él por haber huido y este replicó que, si no hubiese sido por la espada que había forjado, Sigurd nunca habría alcanzado la victoria. A lo que Sigurd replicó que, sin un corazón valiente, la espada no habría conseguido matar al dragón.
Luego Sigurd le sacó el corazón a Fafnir y Regin le pidió que lo asase para él. Así lo hizo, pero, al quemarse un dedo, se lo llevó a la boca y, en cuanto la sangre del dragón tocó su lengua, descubrió que podía entender el idioma de los pajarillos de un árbol próximo. Le advirtieron de que debía matar a Regin o, de lo contrario, este traicionaría a Sigurd, y le dijeron cómo Sigurd podía guardar para sí el tesoro de Fafnir. Así que lo que Sigurd hizo fue abrir la cabeza de Regin con su espada. A continuación, se dirigió hasta la guarida de Fafnir, cogió el oro y se lo llevó. Era un inmenso montón de oro. De ahí en adelante, cada vez que alguien buscaba medir el coraje o un tesoro, lo hacía comparándolo con Sigurd de los Volsungs, la muerte de Fafnir y la obtención del oro del dragón.
Nota: La vida de Sigurd tras obtener el oro de Fafnir
Las historias de este capítulo forman el grueso de La Saga de los Volsungs. Parte de todo esto ya apareció parcialmente en el capítulo 11, porque ya se encuentra (en una versión más corta) en la Edda Prosaica, en la parte conocida como El lenguaje de la poesía. Sin embargo, La Saga de los Volsungs contiene gran cantidad de detalles sobre el trasfondo de los sucesos y de cómo estos forman parte de los orígenes mítico-legendarios de la familia heroica de los Volsungs. Tras la victoria de Sigurd sobre Fafnir, la Saga de los Volsungs pasa a dar una versión más detallada de las relaciones de este con las mujeres y de las tensiones, violencia y venganza causadas por esas complicadas relaciones. Volver a contar todo eso sería repetir en exceso el capítulo 11, así que es mejor que los lectores se remitan a él para la versión resumida del resto de la historia (basada en el material de la Edda Prosaica).
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