martes, 30 de julio de 2013

26 Naturaleza y hechos de Pan

a. Varios dioses y diosas poderosos de Grecia nunca han sido incluidos entre los doce olímpicos. Pan, por ejemplo, un tipo humilde, ahora muerto, se contentó con vivir en la tierra en la Arcadia rural; Hades, Perséfone y Hécate sabían que su presencia no era bien acogida en el Olimpo y la Madre Tierra era demasiado vieja y apegada a sus costumbres para acomodarse a la vida familiar de sus nietos y bisnietos.
b. Algunos dicen que Hermes engedró a Pan con Dríope, hija de Dríops; o con la ninfa Énoe; o con Penélope, esposa de Odiseo, a la que visitó en la forma de un morueco; o con la cabra Amaltea. Se dice que era tan feo al nacer, con cuernos, barba, cola y patas de cabra, que su madre huyó de él temerosa, y Hermes lo llevó al Olimpo para que se divirtieran los dioses. Pero Pan era hermano adoptivo de Zeus y por lo tanto mucho más viejo que Hermes, o que Penélope, en quien, según dicen otros, fue engendrado por todos los pretendientes que la cortejaron durante la ausencia de Odiseo. Otros más le hacen hijo de Crono y Rea, o de Zeus e Hibris, que es la explicación menos improbable.
c. Vivía en Arcadia, donde guardaba manadas, rebaños y colmenas, tomaba parte en las orgías de las ninfas montañesas y ayudaba a los cazadores a encontrar la presa. Era en general tranquilo y perezoso, nada le agradaba más que la siesta y se vengaba de quienes le perturbaban lanzando un fuerte y súbito grito desde un bosque o una gruta, que les erizaba el cabello. Sin embargo, los arcadios le tenían tan poco respeto que, si alguna vez  volvían de un largo día de caza con las manos vacías, se atrevían a azotarle con cebollas albarranas.
d. Pan sedujo a varias ninfas, entre ellas a Eco, quien le dio a Iinge y tuvo un final desdichado por amar a Narciso, y Eufema, nodriza de las Musas, quien le dio poto, el Arquero del Zodíaco. También se jactaba de que había poseído a todas las Ménades borrachas de Dioniso.
e. En una ocasión trató de violar a la casta Pitis, quien se le escapó sólo metamorfoseándose en un abeto, una rama del cual llevó desde entonces como guirnalda. En otra ocasión persiguió a la casta Siringe desde el monte Liceo hasta el río Ladon, donde se transformó en una caña; allí, como no podía distinguirla a ella de todas las demás, cono varias cañas al azar e hizo con ellas una siringa. Su mayor triunfo en el amor fue la seducción de Selene, que realizó disfrazando su piel cabruna velluda y negra con vellones blancos bien lavados. Sin darse cuenta de quién era, Selene consintió en cabalgar en su espalda y le dejó hacer lo que quiso con ella.
f. Los dioses olímpicos, aunque despreciaban a Pan por su simplicidad y su afición al alboroto, explotaban sus facultades. Apolo le sonsacó el arte de la profecía y Hermes copió una flauta que Pan había dejado caer, pretendió que la había inventado él y la vendió a Apolo.
g. Pan es el único dios que ha muerto en nuestra época. La noticia de su muerte la dio un tal Tamo, marinero de un barco que iba a Italia pasando por la isla de Paxi. Una voz divina gritó a través del mar: «¿Estás ahí, Tamo? Cuando llegues a Palodes cuida de anunciar que el gran dios Pan ha muerto», lo que hizo Tamo; y la noticia fue acogida en la costa con gemidos y lamentos.

1. Pan, cuyo nombre se deriva habitualmente de paein, «pastar», representa al «demonio» o el «hombre derecho» del culto de la fertilidad arcadio, que se parecía mucho al culto de las brujas del noroeste de Europa. Este hombre, vestido con piel de cabra, era el amante elegido de las Ménades durante sus orgías de ebriedad en las altas montañas, y más pronto o más tarde pagaba su privilegio con la muerte.
2. Los relatos sobre el nacimiento de Pan varían mucho. Puesto que Hermes era la fuerza residente en una piedra fálica que constituía el centro de esas orgías (véase 14.1), los pastores describían a su dios Pan como su hijo tenido con un pájaro carpintero, ave cuyo taladreo pronosticaba, según se creía, la bienvenida lluvia estival. El mito de que engendró a Pan con Énoe se explica por sí mismo, aunque las Ménades originales utilizaban bebidas alcohólicas distintas del vino (véase 27.2); y el nombre de su supuesta madre Penélope («con una red sobre el rostro») sugiere que las Ménades llevaban alguna forma de pintura bélica en sus orgías, recordando las rayas del penélope, una variedad del pato. Plutarco dice (Sobre las demoras del castigo divino 12) que las Ménades que mataron a Orfeo fueron tatuadas por sus maridos como castigo (véase 28.f); y una Ménade con las piernas y los brazos tatuados con un diseño en forma de red aparece en un jarrón del Museo Británico (Catálogo E.301). La visita de Hermes a Penélope en la forma de un morueco —el demonio morueco es en el culto de las brujas del noroeste tan común como la cabra—, su preñez por todos los pretendientes (véase 171.1) y la jactancia de que Pan había poseído a todas las Ménades se refieren al carácter promiscuo de las orgías en honor de la diosa-abeto Pitis o Elate (véase 78.1). Los montañeses de Arcadia eran los más primitivos de Grecia (véase 1.5) y sus vecinos más civilizados afirmaban que los despreciaban.
3. El hijo de Pan, el torcecuello o pájaro-serpiente, era un migrante de primavera empleado en los encantamientos eróticos (véase 56.1 y 152.2). Las cebollas albarranas contienen un veneno irritante —valioso contra los ratones y las ratas— y se las utilizaba como un purgante o diurético antes de intervenir en un acto ritual; en consecuencia llegaron a simbolizar la eliminación de malas influencias (Plinio: Historia natural xx.39), y la imagen de Pan era azotada con cebollas albarranas si la caza era escasa (véase 108.10).
4. Su seducción de Selene debe de referirse a una orgía de la Víspera del Primero de Mayo a la luz de la luna en la que la Reina de Mayo montaba en la espalda de su hombre derecho antes de celebrar un casamiento selvático con él. Para entonces el culto del morueco había sustituido al culto de la cabra en Arcadia (véase 27.2).
5. El Tamo egipcio al parecer oyó mal el lamento ceremonial Thamus Pan-megas Tethnece («¡El todo grande Tammuz ha muerto!») y entendió: «¡Tamo, el Gran Pan ha muerto!» En todo caso, Plutarco, sacerdote de Delfos en la segunda mitad del siglo i d. de C, lo creyó y lo publicó; pero cuando Pausanias hizo su viaje por Grecia alrededor de un siglo después encontró templos, altares, cuevas sagradas y montañas sagradas dedicados a Pan todavía muy frecuentados.

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