a. Varios dioses y diosas poderosos de Grecia nunca
han sido incluidos entre los doce olímpicos. Pan, por ejemplo, un tipo humilde,
ahora muerto, se contentó con vivir en la tierra en la Arcadia rural; Hades,
Perséfone y Hécate sabían que su presencia no era bien acogida en el Olimpo y
la Madre Tierra era demasiado vieja y apegada a sus costumbres para acomodarse
a la vida familiar de sus nietos y bisnietos.
b. Algunos dicen que Hermes engedró a Pan con
Dríope, hija de Dríops; o con la ninfa Énoe; o con Penélope, esposa de Odiseo,
a la que visitó en la forma de un morueco; o con la cabra Amaltea. Se dice que era tan feo
al nacer, con cuernos, barba, cola y patas de cabra, que su madre huyó de él
temerosa, y Hermes lo llevó al Olimpo para que se divirtieran los dioses. Pero
Pan era hermano adoptivo de Zeus y por lo tanto mucho más viejo que Hermes, o
que Penélope, en quien, según dicen otros, fue engendrado por todos los
pretendientes que la cortejaron durante la ausencia de Odiseo. Otros más le
hacen hijo de Crono y Rea, o de Zeus e Hibris, que es la explicación menos
improbable.
c. Vivía en Arcadia, donde guardaba manadas, rebaños
y colmenas, tomaba parte en las orgías de las ninfas montañesas y ayudaba a los
cazadores a encontrar la presa. Era en general tranquilo y perezoso, nada le
agradaba más que la siesta y se vengaba de quienes le perturbaban lanzando un
fuerte y súbito grito desde un bosque o una gruta, que les erizaba el cabello.
Sin embargo, los arcadios le tenían tan poco respeto que, si alguna vez volvían de un largo día de caza con las manos
vacías, se atrevían a azotarle con cebollas albarranas.
d. Pan sedujo a varias ninfas,
entre ellas a Eco, quien le dio a Iinge y tuvo un final desdichado por amar a
Narciso, y Eufema, nodriza de las Musas, quien le dio poto, el Arquero del
Zodíaco. También se jactaba de que había poseído a todas las Ménades borrachas
de Dioniso.
e. En una ocasión trató de violar a la casta Pitis,
quien se le escapó sólo metamorfoseándose en un abeto, una rama del cual llevó
desde entonces como guirnalda. En otra ocasión persiguió a la casta Siringe
desde el monte Liceo hasta el río Ladon, donde se transformó en una caña; allí,
como no podía distinguirla a ella de todas las demás, cono varias cañas al azar
e hizo con ellas una siringa. Su mayor triunfo en el amor fue la seducción de
Selene, que realizó disfrazando su piel cabruna velluda y negra con vellones
blancos bien lavados. Sin darse cuenta de quién era, Selene consintió en
cabalgar en su espalda y le dejó hacer lo que quiso con ella.
f. Los dioses olímpicos, aunque despreciaban a Pan
por su simplicidad y su afición al alboroto, explotaban sus facultades. Apolo
le sonsacó el arte de la profecía y Hermes copió una flauta que Pan había
dejado caer, pretendió que la había inventado él y la vendió a Apolo.
g. Pan es el único dios que ha muerto en nuestra
época. La noticia de su muerte la dio un tal Tamo, marinero de un barco que iba
a Italia pasando por la isla de Paxi. Una voz divina gritó a través del mar:
«¿Estás ahí, Tamo? Cuando llegues a Palodes cuida de anunciar que el gran dios
Pan ha muerto», lo que hizo Tamo; y la noticia fue acogida en la costa con
gemidos y lamentos.
1. Pan, cuyo nombre se deriva habitualmente de paein, «pastar», representa al «demonio»
o el «hombre derecho» del culto de la fertilidad arcadio, que se parecía mucho
al culto de las brujas del noroeste de Europa. Este hombre, vestido con piel de
cabra, era el amante elegido de las Ménades durante sus orgías de ebriedad en
las altas montañas, y más pronto o más tarde pagaba su privilegio con la
muerte.
2. Los relatos sobre el nacimiento de Pan varían
mucho. Puesto que Hermes era la fuerza residente en una piedra fálica que
constituía el centro de esas orgías (véase 14.1), los pastores describían a su
dios Pan como su hijo tenido con un pájaro carpintero, ave cuyo taladreo
pronosticaba, según se creía, la bienvenida lluvia estival. El mito de que
engendró a Pan con Énoe se explica por sí mismo, aunque las Ménades originales
utilizaban bebidas alcohólicas distintas del vino (véase 27.2); y el nombre de
su supuesta madre Penélope («con una red sobre el rostro») sugiere que las Ménades
llevaban alguna forma de pintura bélica en sus orgías, recordando las rayas del
penélope, una variedad del pato.
Plutarco dice (Sobre las demoras del
castigo divino 12) que las Ménades que mataron a Orfeo fueron tatuadas por
sus maridos como castigo (véase 28.f); y una Ménade con las piernas y los
brazos tatuados con un diseño en forma de red aparece en un jarrón del Museo
Británico (Catálogo E.301). La visita de Hermes a Penélope en la forma de un
morueco —el demonio morueco es en el culto de las brujas del noroeste tan común
como la cabra—, su preñez por todos los pretendientes (véase 171.1) y la
jactancia de que Pan había poseído a todas las Ménades se refieren al carácter
promiscuo de las orgías en honor de la diosa-abeto Pitis o Elate (véase 78.1).
Los montañeses de Arcadia eran los más primitivos de Grecia (véase 1.5) y sus
vecinos más civilizados afirmaban que los despreciaban.
3. El hijo de Pan, el torcecuello o
pájaro-serpiente, era un migrante de primavera empleado en los encantamientos
eróticos (véase 56.1 y 152.2). Las cebollas albarranas contienen un veneno
irritante —valioso contra los ratones y las ratas— y se las utilizaba como un
purgante o diurético antes de intervenir en un acto ritual; en consecuencia
llegaron a simbolizar la eliminación de malas influencias (Plinio: Historia natural xx.39), y la imagen de
Pan era azotada con cebollas albarranas si la caza era escasa (véase 108.10).
4. Su seducción de Selene debe de referirse a una
orgía de la Víspera del Primero de Mayo a la luz de la luna en la que la Reina
de Mayo montaba en la espalda de su hombre derecho antes de celebrar un
casamiento selvático con él. Para entonces el culto del morueco había
sustituido al culto de la cabra en Arcadia (véase 27.2).
5. El Tamo egipcio al parecer oyó mal el lamento
ceremonial Thamus Pan-megas Tethnece
(«¡El todo grande Tammuz ha muerto!») y entendió: «¡Tamo, el Gran Pan ha
muerto!» En todo caso, Plutarco, sacerdote de Delfos en la segunda mitad del
siglo i d. de C, lo creyó y lo
publicó; pero cuando Pausanias hizo su viaje por Grecia alrededor de un siglo
después encontró templos, altares, cuevas sagradas y montañas sagradas
dedicados a Pan todavía muy frecuentados.
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