martes, 30 de julio de 2013

48 Bóreas

a. Oritía, hija de Erecteo, rey de Atenas, y su esposa Praxítea, estaba un día bailando junto al río Iliso cuando Bóreas, hijo de Astreo y de Eos, y hermano de los Vientos del Sur y del Oeste, la llevó a una roca situada cerca del río Ergines, y allí, envuelto en un manto de nubes negras, la violó[1].
b. Bóreas amaba desde hacía mucho tiempo a Oritía y había solicitado repetidamente su mano, pero Erecteo lo rechazaba con vanas promesas, hasta que al fin, quejándose de que había perdido demasiado tiempo en palabras, Bóreas recurrió a su violencia natural. Sin embargo, algunos dicen que Oritía llevaba un cesto en la procesión anual de las Tesmoforias que asciende por la ladera de la Acrópolis hasta el templo de Atenea Folias, cuando Bóreas la tomó bajo sus alas atezadas y se la llevó sin que lo viera la multitud circundante.
c. La llevó a la ciudad de los cicones tracios, donde la hizo su esposa, y ella le dio dos hijos mellizos, Calais y Zetes, a los que les salieron alas cuando llegaron a la edad viril; también le dio dos hijas, Quíone, quien dio Eumolpo a Posidón, y Cleopatra, quien se casó con el rey Fineo, la víctima de las Harpías[2].
d. Bóreas tiene en vez de pies colas de serpiente y habita en una cueva del monte Hemo, en cuyos siete huecos tiene Ares sus caballos; pero se halla también en su elemento junto al río Estrimón[3].
e. En una ocasión, disfrazado como un semental de crin negra, cubrió a doce de las tres mil yeguas pertenecientes a Erictonio, hijo de Dárdano, que solían pacer en las praderas húmedas situadas junto al río Escamandro. De esa unión nacieron doce potrancas, que podían correr sobre espigas de trigo maduras sin doblarlas y sobre las crestas de las olas[4].
f. Los atenienses consideraban a Bóreas como su cuñado y, habiéndole invocado en una ocasión con buen éxito para que destruyera la flota de Jerjes, le construyeron un hermoso templo en la orilla del Ilisos[5].

*

1. El Bóreas de cola de serpiente, el Viento Norte, era otro nombre del demiurgo Orion que bailó con Eurínome, u Oritía, Diosa de la Creación (véase l.a), y la dejó encinta. Pero lo que Orion era para Eurínome, o Bóreas para Oritía, eso era Erecteo para la Atenea original; y Atenea Folias («de la ciudad»), para quien bailó Oritía, puede haber sido Atenea Folias —Atenea la Potranca—, diosa del culto del caballo local y amada por Bóreas-Erecteo, quien así se convirtió en cuñado de los atenienses. El culto de Bóreas parece haber tenido su origen en Libia. Debe recordarse que Hermes, enamorado de la predecesora de Oritía, Herse, cuando ésta llevaba un cesto sagrado en una procesión análoga a la Acrópolis, la violó sin incurrir en el desagrado de Atenea. Las Tesmoforias parecen haber sido en un tiempo un festival orgiástico en el que las sacerdotisas se prostituían públicamente como un medio para fertilizar los sembrados (véase 24.1). Los cestos contenían objetos fálicos (véase 25.4).
2. Una teoría primitiva de que los niños eran reencarnaciones de los antepasados difuntos que se introducían en las matrices de las mujeres como súbitas ráfagas de viento, subsistía en el culto erótico de la diosa Yegua, y la autoridad de Homero pesaba lo suficiente para que los romanos cultos siguieran creyendo, con Plinio, que las yeguas españolas podían concebir volviendo sus cuartos traseros al viento (Plinio: Historia natural iv.35 y viii.67). Varrón y Columela mencionan el mismo fenómeno, y Lactancio, a fines del siglo iii d. de C., hace de él una analogía de la fecundación de la Virgen por el Espíritu Santo.
3. Bóreas sopla en el invierno desde la cordillera del Hemo y el Estrimón y, cuando llega la primavera con sus flores parece haber fecundado todo el territorio del Ática; pero como no puede soplar hacia atrás, el mito de la violación de Oritía registra también, al parecer, la difusión del culto del Viento Norte desde Atenas hasta Tracia. Desde Tracia, o directamente desde Atenas, llegó a Tróade, donde el propietario de las tres mil yeguas era Erictonio, sinónimo de Erecteo (véase 158.g). Las doce potrancas servirían para tirar de tres carros de cuatro caballos, uno por cada una de la tríada anual: Primavera, Verano y Otoño. El monte Hemo era una guarida del monstruo Tifón (véase 36.e).
4. Sócrates, quien no comprendía los mitos, no capta el significado de la violación de Oritía; sugiere que una princesa de ese nombre que jugaba en los riscos cerca del Ilisos o en la colina de Ares, fue arrojada por el viento accidentalmente al precipicio y murió (Platón: Fedro vi.229b). El culto de Bóreas había sido restablecido recientemente en Atenas para conmemorar su destrucción de la flota persa (Herodoto: vii. 189). También ayudó a los megalopolitanos contra los espartanos y mereció por parte de aquéllos sacrificios anuales (Pausanias: viii.36.3).


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