a. Oritía, hija de Erecteo, rey de Atenas, y su
esposa Praxítea, estaba un día bailando junto al río Iliso cuando Bóreas, hijo
de Astreo y de Eos, y hermano de los Vientos del Sur y del Oeste, la llevó a
una roca situada cerca del río Ergines, y allí, envuelto en un manto de nubes
negras, la violó[1].
b. Bóreas amaba desde hacía mucho tiempo a Oritía y
había solicitado repetidamente su mano, pero Erecteo lo rechazaba con vanas
promesas, hasta que al fin, quejándose de que había perdido demasiado tiempo en
palabras, Bóreas recurrió a su violencia natural. Sin embargo, algunos dicen
que Oritía llevaba un cesto en la procesión anual de las Tesmoforias que
asciende por la ladera de la Acrópolis hasta el templo de Atenea Folias, cuando
Bóreas la tomó bajo sus alas atezadas y se la llevó sin que lo viera la multitud
circundante.
c. La llevó a la ciudad de los cicones tracios,
donde la hizo su esposa, y ella le dio dos hijos mellizos, Calais y Zetes, a
los que les salieron alas cuando llegaron a la edad viril; también le dio dos
hijas, Quíone, quien dio Eumolpo a Posidón, y Cleopatra, quien se casó con el
rey Fineo, la víctima de las Harpías[2].
d. Bóreas tiene en vez de pies colas de serpiente y
habita en una cueva del monte Hemo, en cuyos siete huecos tiene Ares sus caballos;
pero se halla también en su elemento junto al río Estrimón[3].
e. En una ocasión, disfrazado como un semental de crin negra, cubrió a doce de las tres mil yeguas pertenecientes a
Erictonio, hijo de Dárdano, que solían pacer en
las praderas húmedas situadas junto al río Escamandro. De esa unión nacieron
doce potrancas, que podían correr sobre espigas de
trigo maduras sin doblarlas y sobre las crestas de las olas[4].
f. Los atenienses consideraban a
Bóreas como su cuñado y, habiéndole invocado en una ocasión con buen éxito para
que destruyera la flota de Jerjes, le construyeron un hermoso templo en la
orilla del Ilisos[5].
*
1. El Bóreas de cola de serpiente, el Viento Norte,
era otro nombre del demiurgo Orion que bailó con Eurínome, u Oritía, Diosa de
la Creación (véase l.a), y la dejó encinta. Pero lo que Orion era para
Eurínome, o Bóreas para Oritía, eso era Erecteo para la Atenea original; y
Atenea Folias («de la ciudad»), para quien bailó Oritía, puede haber sido
Atenea Folias —Atenea la Potranca—, diosa del culto del caballo local y amada
por Bóreas-Erecteo, quien así se convirtió en cuñado de los atenienses. El
culto de Bóreas parece haber tenido su origen en Libia. Debe recordarse que
Hermes, enamorado de la predecesora de Oritía, Herse, cuando ésta llevaba un
cesto sagrado en una procesión análoga a la Acrópolis, la violó sin incurrir en
el desagrado de Atenea. Las Tesmoforias parecen haber sido en un tiempo un
festival orgiástico en el que las sacerdotisas se prostituían públicamente como
un medio para fertilizar los sembrados (véase 24.1). Los cestos contenían
objetos fálicos (véase 25.4).
2. Una teoría primitiva de que los niños eran
reencarnaciones de los antepasados difuntos que se introducían en las matrices
de las mujeres como súbitas ráfagas de viento, subsistía en el culto erótico de
la diosa Yegua, y la autoridad de Homero pesaba lo suficiente para que los
romanos cultos siguieran creyendo, con Plinio, que las yeguas españolas podían
concebir volviendo sus cuartos traseros al viento (Plinio: Historia natural iv.35 y viii.67). Varrón y Columela mencionan el
mismo fenómeno, y Lactancio, a fines del siglo iii d. de C., hace de él una analogía de la fecundación de la
Virgen por el Espíritu Santo.
3. Bóreas sopla en el invierno desde la cordillera
del Hemo y el Estrimón y, cuando llega la primavera con sus flores parece haber
fecundado todo el territorio del Ática; pero como no puede soplar hacia atrás,
el mito de la violación de Oritía registra también, al parecer, la difusión del
culto del Viento Norte desde Atenas hasta Tracia. Desde Tracia, o directamente
desde Atenas, llegó a Tróade, donde el propietario de las tres mil yeguas era
Erictonio, sinónimo de Erecteo (véase 158.g). Las doce potrancas servirían para
tirar de tres carros de cuatro caballos, uno por cada una de la tríada anual:
Primavera, Verano y Otoño. El monte Hemo era una guarida del monstruo Tifón
(véase 36.e).
4. Sócrates, quien no comprendía los mitos, no capta
el significado de la violación de Oritía; sugiere que una princesa de ese
nombre que jugaba en los riscos cerca del Ilisos o en la colina de Ares, fue
arrojada por el viento accidentalmente al precipicio y murió (Platón: Fedro vi.229b). El culto de Bóreas había
sido restablecido recientemente en Atenas para conmemorar su destrucción de la
flota persa (Herodoto: vii. 189). También ayudó a los megalopolitanos contra
los espartanos y mereció por parte de aquéllos sacrificios anuales (Pausanias:
viii.36.3).
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