martes, 30 de julio de 2013

22 Naturaleza y Hechos de Artemis

a. Artemis, hermana de Apolo, está armada con arco y flechas como él; posee el poder de producir pestes y la muerte súbita entre los mortales y también el de curarlos. Es la protectora de los niños pequeños y de todos los animales que maman, pero también le gusta la caza, especialmente la de venados.
b. Un día, cuando era todavía una niña de tres años, su padre Zeus, en cuyas rodillas estaba sentada, le preguntó qué regalos le gustarían. Artemis le contestó inmediatamente: «Te ruego que me concedas la virginidad eterna, y me des tantos nombres como mi hermano Apolo, un arco y flechas como los suyos, el cargo de llevar la luz, una túnica de caza azafranada con borde rojo que me llegue hasta las rodillas, sesenta jóvenes ninfas oceánicas, todas de la misma edad, como damas de honor, veinte ninfas fluviales de Amnisos en Creta para que cuiden de mis borceguíes y aumenten a mis sabuesos cuando no salga de cacería, todas las montañas del mundo y, finalmente, cualquier ciudad que quiera elegir para mí, pero bastará con una, porque me propongo vivir en las montañas la mayor parte del tiempo. Por desgracia, las parturientas me invocarán con frecuencia, pues mi madre Leto me tuvo y me dio a luz sin dolores, y las Parcas me han hecho, por lo tanto, patrona del parto»[1].
c. Se estiró para acariciar la barba de Zeus, quien sonrió con orgullo y dijo: «Con hijos como tú no tengo por qué temer la ira celosa de Hera. Tendrás todo eso y todavía más: no una, sino treinta ciudades, y una participación en otras muchas, tanto en tierra firme como en el archipiélago, y te nombro guardiana de sus caminos y puertos»[2].
d. Artemis le dio las gracias, saltó de sus rodillas y fue en primer lugar al monte Leuco de Creta y luego al océano, donde eligió como acompañantes a numerosas ninfas de nueve años, a las que sus madres dejaron ir complacidas[3]. Por invitación de Hefesto visitó luego a los Cíclopes en la isla de Lipara y los encontró forjando una gamella para los caballos de Posidón. Brontes, quien había recibido la orden de hacer todo lo que ella deseara, la tomó en sus rodillas, pero como no le agradaron sus caricias, Artemis le arrancó un puñado de pelo del pecho, donde le quedó un pedazo pelado hasta el día de su muerte; cualquiera podía haber supuesto que tenía sarna. A las ninfas les aterrorizó el aspecto salvaje de los Cíclopes y el estrépito de su fragua, y con razón, pues siempre que una niña es desobediente su madre la amenaza con Brontes, Arges o Estéropes. Pero Artemis les pidió audazmente que abandonaran por un rato la gamella de Posidón y le hicieran a ella un arco de plata con una aljaba llena de flechas, a cambio de lo cual comerían la primera presa que ella hiciese[4]. Con esas armas fue a Arcadia, donde Pan se ocupaba en descuartizar un lince para dar de comer a sus perras y cachorros. SI le dio tres sabuesos de orejas gachas, dos abigarrados y uno moteado, capaces los tres juntos de arrastrar leones vivos hasta sus perreras, y siete sabuesos rápidos de Esparta[5].
e. Habiendo capturado vivas a un par de ciervas cornígeras, las unció a un carro de oro con bocados dorados y se dirigió hacia el norte por el monte Hemo de Tracia. Se cortó su primera antorcha de pino en el Olimpo misio y la encendió con las pavesas de un árbol derribado por un rayo. Probó su arco de plata cuatro veces: sus dos primeros blancos fueron árboles, el tercero una fiera, y el cuarto una ciudad de hombres injustos[6].
f. Luego volvió a Grecia, donde las ninfas amnisias desuncieron sus ciervas, las almohazaron, las alimentaron con el trébol de crecimiento rápido de la dehesa de Hera que comen los corceles de Zeus y les dieron de beber en gamellas de oro[7].
g. En una ocasión el dios fluvial Alfeo, hijo de Tetis, se atrevió a enamorarse de Artemis y la persiguió a través de Grecia, pero ella llegó a Letrini, en Elide (o, según dicen algunos, más lejos, hasta la isla de Ortigia, cerca de Siracusa), donde embadurnó su rostro y el de todas sus ninfas con barro blanco, de modo que no se la podía distinguir de sus acompañantes. Alfeo se vio obligado a retirarse, perseguido por una risa burlona[8].
h. Artemis exige a sus compañeras la misma castidad perfecta que practica ella. Cuando Zeus sedujo a una de ellas, Calisto, hija de Licaón, Artemis observó que estaba encinta. La transformó en una osa, llamó a la jauría y Calisto habría sido perseguida y destrozada por los perros si no la hubiera acogido en el Cielo Zeus, quien luego puso su imagen entre las estrellas. Pero algunos dicen que Zeus mismo transformó a Calisto en una osa y que la celosa Hera hizo que Artemis la cazase equivocadamente. El hijo de Calisto, Arcade, se salvó y fue el antepasado de los arcadios[9].
i. En otra ocasión Acteón, hijo de Aristeo, se hallaba recostado en una roca cerca de Orcomenes cuando vio a Artemis bañándose en un arroyo no lejano y se quedó contemplándola. Para que luego él no se jactase ante sus compañeros de que ella se había mostrado desnuda en su presencia. Artemis lo transformó en un ciervo y con su propia jauría de cincuenta sabuesos lo despedazó[10].

*

1. La Doncella del Arco de Plata, a la que los griegos incluían en la familia olímpica, era el miembro más joven de la Tríada de Artemis. «Artemis» era un título más de la triple diosa Luna y, por lo tanto, tenía derecho a alimentar a sus ciervas con trébol, símbolo de la trinidad. Su arco de plata representaba a la luna nueva. Pero la Artemis olímpica era más que una doncella. En otras partes, en Efeso, por ejemplo, se la adoraba en su segunda persona, como Ninfa, una Afrodita orgiástica con un consorte varón y la palmera (véase 14.a), el ciervo y la abeja (véase 18.3) como sus emblemas principales. Su obstetricia corresponde más bien a la Vieja, lo mismo que sus flechas mortales, y las sacerdotisas de nueve años son un recuerdo de que el número de la muerte de la luna es tres veces tres. Recuerda a la «Señora de las Cosas Salvajes» cretense, al parecer la diosa ninfa suprema de las sociedades totémicas arcaicas, el baño ritual en el que la sorprendió Acteón, así como las ciervas cornígeras de su carro (véase 125.a) y las codornices de Ortigia (véase 14.3), parecen más apropiados para la Ninfa que para la Doncella. Acteón era, al parecer, un rey sagrado del culto del ciervo pre-heleno, despedazado al final de su reinado de cincuenta meses, es decir la mitad de un Gran Año, mientras que su colega o sucesor reinaba el resto del año. La ninfa se bañaba después, y no antes, del asesinato, como era debido. Hay numerosos casos análogos de esta costumbre ritual en el mito irlandés y el gales y en una fecha tan posterior como el siglo i d. de C. un hombre disfrazado de ciervo era cazado y muerto periódicamente en el monte Liceo de Arcadia (Plutarco: Cuestiones griegas 39). Los sabuesos serían blancos con orejas rojas, como los «sabuesos del Infierno» en la mitología celta. Había una quinta cierva cornígera que se le escapó a Artemis (véase 125.a).
2. El mito de su persecución por Alfeo parece seguir el modelo del de su inútil persecución de Aretusa, en. la que ésta se transformó en una fuente y él en un río (Pausanias: v. 7.2), y puede haber sido inventado para explicar el yeso, o la arcilla blanca, con que las sacerdotisas de Artemis Alfea se embadurnaban los rostros en Letrini y Ortigia en honor de la Diosa Blanca. Alph significa blancura y producto cereal; alphos es lepra; alphe, beneficio; alphiton, cebada perlada, y Alphito en la Diosa Blanca del Cereal como Cerda. A la estatua más famosa de Artemis en Atenas la llamaban «la del rostro blanco» (Pausanias: i.26.4). El significado de Artemis es dudoso: puede ser «de miembros fuertes», de artemes; o «la que despedaza», pues los espartanos la llamaban Artamis, de artao; o «la alta convocadora», de airo y themis; o la sílaba «therais» puede significar «agua», porque la luna era considerada como la fuente de toda agua.
3. Ortigia, «isla de las codornices», cerca de Délos, estaba también consagrada a Artemis (véase 14.a).
4. El mito de Calisto tiene por finalidad explicar las dos niñas vestidas como osas que aparecían en el festival ático en honor de Artemis Brauronia, y la relación tradicional entre Artemis y la Osa Mayor. Pero se puede suponer una versión anterior del mito en la que Zeus seducía a Artemis, aunque ella primeramente se transformó en una osa y luego se embadurnó el rostro con yeso, con el propósito de escaparle. Artemis era originalmente la gobernante de las estrellas, pero las tuvo que ceder a Zeus.
5. La causa de que le arrancara el pelo a Brontes es dudosa; Calímaco podrá referirse traviesamente a algún conocido cuadro que representaba el acontecimiento y en el que se había raído la pintura correspondiente al pecho del cíclope.
6. Como «Señora de las Cosas Salvajes», o patrona de todos los clanes totémicos, se ofrecía anualmente a Artemis un holocausto de animales totémicos vivos, aves y plantas, y este sacrificio sobrevivía en la época clásica en Parras, ciudad de Calidonia (Pausanias: iv.32.6); allí se la llamaba Artemis Lafria. En Mesena le ofrecían un sacrificio análogo los Curetes, como representantes del clan totémico (iv.32.9); y se recuerda otro en Hierápolis, donde colgaban a las víctimas de los árboles de un bosque artificial situado dentro del templo de la diosa (Luciano: Sobre la diosa siria 41).
7. El olivo estaba consagrado a Atenea y la palmera a Isis y Lat. Un sello de abalorio de la época minoica media que me pertenece muestra a la diosa junto a una palmera, vestida con una falda de hoja de palmera y sosteniendo una palmerita en la mano; observa a un ternero del Año Nuevo que nace de un racimo de dátiles. En el otro lado del árbol se halla un toro moribundo, evidentemente el toro real del Año Viejo.

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