a. La primera esposa de Egeo fue Mélite, hija de
Hoples; y la segunda Calcíope, hija de Rexenor; pero ninguna de ellas le dio
hijos. Atribuía eso, y las desdichas de sus hermanas Procne y Filomela, a la
ira de Afrodita, por lo que introdujo su culto en Atenas y luego fue a
consultar con el oráculo de Delfos. El oráculo le advirtió que no debía abrir
la boca de su repleto odre de vino hasta que llegara al punto más alto de
Atenas si no quería morir de pena un día, respuesta que Egeo no pudo
interpretar.
b. En su viaje de regreso se detuvo en Corinto, y
allí Medea le hizo jurar solemnemente que la ampararía contra todos sus
enemigos si alguna vez se refugiaba en Atenas, y en cambio se comprometió a
procurarle un hijo por arte de magia. Luego hizo una visita a Trecén, adonde
sus viejos compañeros Piteo y Trecén, hijos de Pélope, habían ido recientemente
desde Pisa para compartir un reino con el rey Ecio. Ecio era el sucesor de su
padre Antas, hijo de Posidón y Alcíone, quien, después de fundar las ciudades
de Antea e Hiperea, se había hecho a la mar para fundar Halicarnaso en Caria.
Pero Ecio parece haber poseído escaso poder, porque Piteo, después de la muerte
de Trecén, unió Antea a Hiperea en una sola ciudad que dedicó conjuntamente a
Atenea y Posidón y llamó Trecén.
c. Piteo era el hombre más culto de su época y se
cita
con frecuencia uno de sus apotegmas morales sobre la
amistad: «No debes marchitar la esperanza que la amistad ha concebido, sino colmar
bien su medida.» Fundó en Trecén un templo de Apolo Oracular, que es el Templo
más antiguo que sobrevive en Grecia, y dedicó también un altar a la diosa
triple Temis. Tres tronos de mármol blanco, colocados ahora sobre su tumba
detrás del templo de Ártemis Salvadora, les servían a él y otros dos de
asientos para juzgar. También enseñó el arte de la oratoria en el templo de las
Musas de Trecén —fundado por el hijo de Hefesto llamado Árdalo, el famoso
inventor de la flauta— y existe todavía un tratado de retórica escrito por él.
d. Ahora bien, cuando Piteo vivía todavía en Pisa,
Belerofonte le había pedido que se casara con su hija Etra, pero lo enviaron a
Caria deshonrado antes que se pudiera celebrar el casamiento; aunque seguía
comprometido con Belerofonte, ella tenía pocas esperanzas de que regresara. Por
lo tanto, Piteo, afligido por la virginidad forzosa de su hija, e influido por
Medea, la cual les estaba hechizando a todos desde lejos, emborrachó a Egeo y
lo mandó a la cama con Etra. Esa misma noche, a una hora más avanzada, la gozó
también Posidón. Pues, obedeciendo un sueño que le envió Atenea, dejó al
borracho Egeo y pasó vadeando a la isla de Esfera, que se halla cerca de
Trecén, llevando libaciones para derramarlas en la tumba de Esfero, el auriga
de Pélope. Allí, con la connivencia de Atenea, la dominó Posidón, y luego Etra
cambió el nombre de la isla de Esfera en Hiera y erigió en ella un templo a
Atenea Apaturia, estableciendo la regla de que en adelante toda muchacha trecenia
dedicase su cinturón a la diosa antes de casarse. Pero Posidón concedió
generosamente a Egeo la paternidad de todos los hijos que le nacieran a Etra
durante los cuatro meses siguientes.
e. Cuando Egeo despertó y se encontró en el lecho de
Etra, le dijo a ésta que si les nacía un hijo no debía ser abandonado ni enviado
a otra parte, sino que se le debía criar secretamente en Trecén. Luego volvió a
Atenas para celebrar el Festival Panateneo, después de ocultar su espada y sus
sandalias bajo una roca hueca llamada el Altar de Zeus el Fuerte, la que se
hallaba en el camino de Trecén a Hermíone. Si cuando el niño creciera podía
mover esa roca y recuperar las prendas, se le debía enviar con ellas a Atenas.
Entretanto, Etra debía guardar silencio para que los sobrinos de Egeo, los
cincuenta hijos de Palante, no conspirasen contra su vida. La espada era una
herencia de Cécrope.
f. En un lugar llamado ahora Genetlio, en el camino
que va de la ciudad al puerto de Trecén, Etra dio a luz un niño. Algunos dicen
que le dio inmediatamente el nombre de Teseo, porque las prendas habían sido depositadas para él; otros, que
posteriormente él obtuvo ese nombre en Atenas. Fue criado en Trecén, donde su
guardián, Piteo, difundió discretamente el rumor de que Posidón había sido su
padre; y un tal Cónidas, a quien los atenienses siguen sacrificando un carnero
la víspera de las Fiestas Teseas, fue su pedagogo. Pero algunos dicen que Teseo
se crió en Maratón
g. Un día Heracles, que comía en Trecén con Piteo,
se quitó su piel de león y la arrojó sobre un taburete. Cuando los niños del
palacio entraron comenzaron a gritar y huyeron, menos Teseo, que entonces tenía
siete años y que corrió a tomar un hacha de la pila de leña y volvió audazmente
dispuesto a atacar a un verdadero león.
h. A la edad de dieciséis años hizo una visita a
Delfos y ofreció a Apolo el primer cabello que le habían cortado al llegar a la
virilidad. Sólo se afeitó, no obstante, la parte delantera de la cabeza, como
los árabes y misios, o como los belicosos abantes de
Eubea, que con dio privaban a sus enemigos de una ventaja en la lucha cuerpo a
cuerpo, A esta dase de tonsura, y al recinto donde él realizó la ceremonia, se
les llama todavía téseos. Era ya un joven fuerte, inteligente y prudente; y
Etra lo llevó a la roca bajo la cual Egeo había ocultado la espada y las
sandalias y le refirió la historia de su nacimiento. Teseo no tuvo dificultad
para mover la roca, a la que desde entonces se le llama la «Roca de Teseo», y
recuperó las prendas. Sin embargo, a pesar de las advertencias de Piteo y de
los ruegos de su madre, no quiso ir a Atenas por la ruta segura del mar, sino
que insistió en viajar por tierra, impulsado por el deseo de emular las hazañas
de su primo hermano Heracles, a quien admiraba mucho.
*
1. Piteo es un forma masculina de Pitea. Los nombres
de las ciudades que unió para formar Trecén indican una tríada calendaria
matriarcal (véase 75.2), compuesta por Antea («florida»), la diosa de la
Primavera; Hiperea («que está arriba»), la diosa del Verano, cuando el sol está
en el cénit; y Pitea («diosa-pino»), adorada en el otoño cuando Atis-Adonis
(véase 79.1) era sacrificado en su pino. Pueden ser identificadas con la diosa
triple Temis, a quien Piteo erigió un altar, puesto que el nombre Trecén es, al
parecer, una forma desgastada de trion
hezomenon «[la ciudad] de los tres que se sientan», y que se refiere a los
tres tronos de mármol blanco que servían a «Piteo y otros dos» como asientos
para hacer justicia.
2. Teseo tuvo que tener originalmente un mellizo,
pues su madre se acostó con un dios y un mortal en la misma noche; los mitos de
Idas y Linceo, Castor y Pólux (véase 74.1), Heracles e Ificles (véase 118.3) lo
aseguran. Además, llevaba una piel de león como Heracles, y, por tanto, tuvo
que haber sido el rey sagrado y no el sucesor. Pero cuando, después de las
guerras persas, Teseo se convirtió en el principal héroe nacional de Atenas, al
menos su paternidad tenía que ser ateniense, porque su madre era de Trecén. Los
mitógrafos decidieron, en consecuencia, resolver el problema de ambos modos.
Teseo era ateniense, hijo de Egeo y mortal, pero siempre que necesitase
reclamar a Posidón como padre podía hacerlo (véase 98.j y 101.f). En cualquiera
de los dos casos su madre seguía siendo de Trecén. Atenas tenía allí intereses
importantes. También se le concedió un mellizo honorario, Pirítoo, quien, por
ser mortal, no podía salir del Tártaro, como hicieron Heracles, Pólux y el
propio Teseo (véase 74.j 193.a; y 134.d). No se perdonaron esfuerzos para
relacionar a Teseo con Heracles, pero los atenienses nunca llegaron a ser lo
bastante poderosos como para convertirlo en un dios olímpico.
3. Parece, no obstante, que hubo por lo menos tres
personajes mitológicos que se llamaban Teseo: uno de Trecén, otro de Maratón en
Auca, y el tercero del territorio lapita. No se unificaron en un solo personaje
hasta el siglo vi a. de C, cuando
(como sugiere el profesor George Thomson) los Butadas, un clan lapita cuyos
miembros habían llegado a ser los principales aristócratas de Atenas e incluso
usurpado el sacerdocio pelasgo nativo de Erecteo, presentaron al Teseo
ateniense como un rival de Heracles dorio (véase 47.4). Además, Piteo era
evidentemente un título tanto eleano como trecenio, que tenía también el héroe
epónimo de un demo ático perteneciente a la tribu de Cécrope.
4. La visita de Etra a Esfera indica que la antigua
costumbre de la auto-prostitución por muchachas solteras sobrevivió en el
templo de Atenea durante algún tiempo después de haber sido implantado el
sistema patriarcal. Difícilmente puede haber sido traído de Creta, pues Trecén
no es una ciudad micénica, pero quizás era una importación cananea, como en
Corinto.
5. Las sandalias y la espada son antiguos símbolos
de realeza; la extracción de una espada de una roca parece haber formado parte
del ritual de la coronación en la Edad de Bronce (véase 81.2). Odin, Galahad y
Arturo tuvieron que realizar todos ellos una hazaña análoga; y una espada
inmensa, con puño de león y hundida en una roca, figura en la escena de un casamiento
sagrado grabada en Hatasus (véase 145.5). Como a esta roca se la llama tanto
Altar de Zeus el Fuerte como Roca de Teseo, puede suponerse que «Zeus» y
«Teseo» eran títulos alternativos del rey sagrado que era coronado allí; pero
le armaba la diosa. El «Apolo» al que Teseo dedicó su cabello sería Karu («hijo
de la diosa Car»; véase 82.6 y 86.2), llamado también Car, Q're, o Carys, el
rey solar al que le cortaban anualmente el cabello antes de su muerte (véase
83.3), como cortaban el del tirio Sansón y el del megarense Niso (véase 91.1).
En una fiesta llamada la Comiria («recorte del cabello») los muchachos le
sacrificaban sus guedejas en una ceremonia fúnebre anual, y luego los llamaban
cúretes (véase 7.4). Esta costumbre, probablemente de origen libio (Herodoto:
iv.194), se había extendido al Asia Menor y Grecia; una prohibición de la misma
se da en el Levítico xxi.5. Pero en
la época de Plutarco ya se adoraba a Apolo como el dios Sol inmortal y, en
prueba de ello, conservaba el cabello rigurosamente sin cortar.
6. La división que hizo Ecio de Trecén entre Trecén,
Piteo y él mismo recuerda el arreglo que hizo Preto con Melampo y Biante (véase
72.h). El Piteo que enseñaba retórica y cuyo tratado sobrevivió hasta la época
clásica tiene que haber sido un personaje histórico posterior.
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