martes, 30 de julio de 2013

95 El nacimiento de Teseo

a. La primera esposa de Egeo fue Mélite, hija de Hoples; y la segunda Calcíope, hija de Rexenor; pero ninguna de ellas le dio hijos. Atribuía eso, y las desdichas de sus hermanas Procne y Filomela, a la ira de Afrodita, por lo que introdujo su culto en Atenas y luego fue a consultar con el oráculo de Delfos. El oráculo le advirtió que no debía abrir la boca de su repleto odre de vino hasta que llegara al punto más alto de Atenas si no quería morir de pena un día, respuesta que Egeo no pudo interpretar.
b. En su viaje de regreso se detuvo en Corinto, y allí Medea le hizo jurar solemnemente que la ampararía contra todos sus enemigos si alguna vez se refugiaba en Atenas, y en cambio se comprometió a procurarle un hijo por arte de magia. Luego hizo una visita a Trecén, adonde sus viejos compañeros Piteo y Trecén, hijos de Pélope, habían ido recientemente desde Pisa para compartir un reino con el rey Ecio. Ecio era el sucesor de su padre Antas, hijo de Posidón y Alcíone, quien, después de fundar las ciudades de Antea e Hiperea, se había hecho a la mar para fundar Halicarnaso en Caria. Pero Ecio parece haber poseído escaso poder, porque Piteo, después de la muerte de Trecén, unió Antea a Hiperea en una sola ciudad que dedicó conjuntamente a Atenea y Posidón y llamó Trecén.
c. Piteo era el hombre más culto de su época y se cita con frecuencia uno de sus apotegmas morales sobre la amistad: «No debes marchitar la esperanza que la amistad ha concebido, sino colmar bien su medida.» Fundó en Trecén un templo de Apolo Oracular, que es el Templo más antiguo que sobrevive en Grecia, y dedicó también un altar a la diosa triple Temis. Tres tronos de mármol blanco, colocados ahora sobre su tumba detrás del templo de Ártemis Salvadora, les servían a él y otros dos de asientos para juzgar. También enseñó el arte de la oratoria en el templo de las Musas de Trecén —fundado por el hijo de Hefesto llamado Árdalo, el famoso inventor de la flauta— y existe todavía un tratado de retórica escrito por él.
d. Ahora bien, cuando Piteo vivía todavía en Pisa, Belerofonte le había pedido que se casara con su hija Etra, pero lo enviaron a Caria deshonrado antes que se pudiera celebrar el casamiento; aunque seguía comprometido con Belerofonte, ella tenía pocas esperanzas de que regresara. Por lo tanto, Piteo, afligido por la virginidad forzosa de su hija, e influido por Medea, la cual les estaba hechizando a todos desde lejos, emborrachó a Egeo y lo mandó a la cama con Etra. Esa misma noche, a una hora más avanzada, la gozó también Posidón. Pues, obedeciendo un sueño que le envió Atenea, dejó al borracho Egeo y pasó vadeando a la isla de Esfera, que se halla cerca de Trecén, llevando libaciones para derramarlas en la tumba de Esfero, el auriga de Pélope. Allí, con la connivencia de Atenea, la dominó Posidón, y luego Etra cambió el nombre de la isla de Esfera en Hiera y erigió en ella un templo a Atenea Apaturia, estableciendo la regla de que en adelante toda muchacha trecenia dedicase su cinturón a la diosa antes de casarse. Pero Posidón concedió generosamente a Egeo la paternidad de todos los hijos que le nacieran a Etra durante los cuatro meses siguientes.
e. Cuando Egeo despertó y se encontró en el lecho de Etra, le dijo a ésta que si les nacía un hijo no debía ser abandonado ni enviado a otra parte, sino que se le debía criar secretamente en Trecén. Luego volvió a Atenas para celebrar el Festival Panateneo, después de ocultar su espada y sus sandalias bajo una roca hueca llamada el Altar de Zeus el Fuerte, la que se hallaba en el camino de Trecén a Hermíone. Si cuando el niño creciera podía mover esa roca y recuperar las prendas, se le debía enviar con ellas a Atenas. Entretanto, Etra debía guardar silencio para que los sobrinos de Egeo, los cincuenta hijos de Palante, no conspirasen contra su vida. La espada era una herencia de Cécrope.
f. En un lugar llamado ahora Genetlio, en el camino que va de la ciudad al puerto de Trecén, Etra dio a luz un niño. Algunos dicen que le dio inmediatamente el nombre de Teseo, porque las prendas habían sido depositadas para él; otros, que posteriormente él obtuvo ese nombre en Atenas. Fue criado en Trecén, donde su guardián, Piteo, difundió discretamente el rumor de que Posidón había sido su padre; y un tal Cónidas, a quien los atenienses siguen sacrificando un carnero la víspera de las Fiestas Teseas, fue su pedagogo. Pero algunos dicen que Teseo se crió en Maratón
g. Un día Heracles, que comía en Trecén con Piteo, se quitó su piel de león y la arrojó sobre un taburete. Cuando los niños del palacio entraron comenzaron a gritar y huyeron, menos Teseo, que entonces tenía siete años y que corrió a tomar un hacha de la pila de leña y volvió audazmente dispuesto a atacar a un verdadero león.
h. A la edad de dieciséis años hizo una visita a Delfos y ofreció a Apolo el primer cabello que le habían cortado al llegar a la virilidad. Sólo se afeitó, no obstante, la parte delantera de la cabeza, como los árabes y misios, o como los belicosos abantes de Eubea, que con dio privaban a sus enemigos de una ventaja en la lucha cuerpo a cuerpo, A esta dase de tonsura, y al recinto donde él realizó la ceremonia, se les llama todavía téseos. Era ya un joven fuerte, inteligente y prudente; y Etra lo llevó a la roca bajo la cual Egeo había ocultado la espada y las sandalias y le refirió la historia de su nacimiento. Teseo no tuvo dificultad para mover la roca, a la que desde entonces se le llama la «Roca de Teseo», y recuperó las prendas. Sin embargo, a pesar de las advertencias de Piteo y de los ruegos de su madre, no quiso ir a Atenas por la ruta segura del mar, sino que insistió en viajar por tierra, impulsado por el deseo de emular las hazañas de su primo hermano Heracles, a quien admiraba mucho.

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1. Piteo es un forma masculina de Pitea. Los nombres de las ciudades que unió para formar Trecén indican una tríada calendaria matriarcal (véase 75.2), compuesta por Antea («florida»), la diosa de la Primavera; Hiperea («que está arriba»), la diosa del Verano, cuando el sol está en el cénit; y Pitea («diosa-pino»), adorada en el otoño cuando Atis-Adonis (véase 79.1) era sacrificado en su pino. Pueden ser identificadas con la diosa triple Temis, a quien Piteo erigió un altar, puesto que el nombre Trecén es, al parecer, una forma desgastada de trion hezomenon «[la ciudad] de los tres que se sientan», y que se refiere a los tres tronos de mármol blanco que servían a «Piteo y otros dos» como asientos para hacer justicia.
2. Teseo tuvo que tener originalmente un mellizo, pues su madre se acostó con un dios y un mortal en la misma noche; los mitos de Idas y Linceo, Castor y Pólux (véase 74.1), Heracles e Ificles (véase 118.3) lo aseguran. Además, llevaba una piel de león como Heracles, y, por tanto, tuvo que haber sido el rey sagrado y no el sucesor. Pero cuando, después de las guerras persas, Teseo se convirtió en el principal héroe nacional de Atenas, al menos su paternidad tenía que ser ateniense, porque su madre era de Trecén. Los mitógrafos decidieron, en consecuencia, resolver el problema de ambos modos. Teseo era ateniense, hijo de Egeo y mortal, pero siempre que necesitase reclamar a Posidón como padre podía hacerlo (véase 98.j y 101.f). En cualquiera de los dos casos su madre seguía siendo de Trecén. Atenas tenía allí intereses importantes. También se le concedió un mellizo honorario, Pirítoo, quien, por ser mortal, no podía salir del Tártaro, como hicieron Heracles, Pólux y el propio Teseo (véase 74.j 193.a; y 134.d). No se perdonaron esfuerzos para relacionar a Teseo con Heracles, pero los atenienses nunca llegaron a ser lo bastante poderosos como para convertirlo en un dios olímpico.
3. Parece, no obstante, que hubo por lo menos tres personajes mitológicos que se llamaban Teseo: uno de Trecén, otro de Maratón en Auca, y el tercero del territorio lapita. No se unificaron en un solo personaje hasta el siglo vi a. de C, cuando (como sugiere el profesor George Thomson) los Butadas, un clan lapita cuyos miembros habían llegado a ser los principales aristócratas de Atenas e incluso usurpado el sacerdocio pelasgo nativo de Erecteo, presentaron al Teseo ateniense como un rival de Heracles dorio (véase 47.4). Además, Piteo era evidentemente un título tanto eleano como trecenio, que tenía también el héroe epónimo de un demo ático perteneciente a la tribu de Cécrope.
4. La visita de Etra a Esfera indica que la antigua costumbre de la auto-prostitución por muchachas solteras sobrevivió en el templo de Atenea durante algún tiempo después de haber sido implantado el sistema patriarcal. Difícilmente puede haber sido traído de Creta, pues Trecén no es una ciudad micénica, pero quizás era una importación cananea, como en Corinto.
5. Las sandalias y la espada son antiguos símbolos de realeza; la extracción de una espada de una roca parece haber formado parte del ritual de la coronación en la Edad de Bronce (véase 81.2). Odin, Galahad y Arturo tuvieron que realizar todos ellos una hazaña análoga; y una espada inmensa, con puño de león y hundida en una roca, figura en la escena de un casamiento sagrado grabada en Hatasus (véase 145.5). Como a esta roca se la llama tanto Altar de Zeus el Fuerte como Roca de Teseo, puede suponerse que «Zeus» y «Teseo» eran títulos alternativos del rey sagrado que era coronado allí; pero le armaba la diosa. El «Apolo» al que Teseo dedicó su cabello sería Karu («hijo de la diosa Car»; véase 82.6 y 86.2), llamado también Car, Q're, o Carys, el rey solar al que le cortaban anualmente el cabello antes de su muerte (véase 83.3), como cortaban el del tirio Sansón y el del megarense Niso (véase 91.1). En una fiesta llamada la Comiria («recorte del cabello») los muchachos le sacrificaban sus guedejas en una ceremonia fúnebre anual, y luego los llamaban cúretes (véase 7.4). Esta costumbre, probablemente de origen libio (Herodoto: iv.194), se había extendido al Asia Menor y Grecia; una prohibición de la misma se da en el Levítico xxi.5. Pero en la época de Plutarco ya se adoraba a Apolo como el dios Sol inmortal y, en prueba de ello, conservaba el cabello rigurosamente sin cortar.
6. La división que hizo Ecio de Trecén entre Trecén, Piteo y él mismo recuerda el arreglo que hizo Preto con Melampo y Biante (véase 72.h). El Piteo que enseñaba retórica y cuyo tratado sobrevivió hasta la época clásica tiene que haber sido un personaje histórico posterior.

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