martes, 30 de julio de 2013

63 Ixión

a. Ixión, hijo de Flegias, el rey lapita, convino en casarse con Día, hija de Deyoneo, le prometió ricos regalos de boda e invitó a Deyoneo a un banquete, pero preparó delante del palacio una trampa con un gran fuego de carbón vegetal debajo, y el confiando Deyoneo cayó en ella y se quemó.
b. Aunque los dioses menos importantes lo consideraron una acción nefanda y se negaron a purificar a Ixión, Zeus, que obraba igualmente mal cuando se enamoraba, no sólo le purificó, sino que además lo llevó a comer en su mesa.
c. Ixión era desagradecido y se propuso seducir a Hera, a quien, según suponía, le agradaría tener la oportunidad de vengarse de Zeus por sus frecuentes infidelidades. Pero Zeus adivinó las intenciones de Ixión y dio a una nube la forma de una falsa Hera con la que Ixión, que había bebido demasiado para descubrir el engaño, satisfizo su deseo. Zeus le sorprendió in fragranti y ordenó a Hermes que lo azotase sin piedad hasta que repitiese las palabras: «Los benefactores merecen ser honrados», y luego lo ató a una rueda ardiente que gira sin cesar por el firmamento.
d. La falsa Hera, llamada luego Neféle, dio a Ixión como hijo el proscrito niño Centauro, del que se dice que cuando llegó a la edad viril engendró caballos-centauros con yeguas magnesias, de los cuales el más célebre fue el docto Quirón.

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1. El nombre de Ixión, formado con ischys («fuerza») e io («luna») (véase 61.2), sugiere también ixias («muérdago»). Como rey-encina con genitales de muérdago (véase 50.2), y representando al dios-trueno, se casaba ritualmente con la diosa Luna hacedora de lluvia, y entonces se le azotaba para que su sangre y su esperma fructificaran la tierra (véase 116.4), se le cortaba la cabeza con un hacha, se le castraba, y después de extenderlo en un árbol y de asarlo, sus parientes se lo comían sacramentalmente. Eion es el epíteto homérico para un río, pero al padre de Día se le llama Deyoneo, que significa «saqueador», así como Eyioneo.
2. La diosa Luna del culto de la encina era conocida como Día («del firmamento»), título de la diosa Encina de Dodona (véase 51.1) y por lo tanto de Hera, la esposa de Zeus. El que los reyes anticuados se llamasen Zeus (véase 43.2, 45.2, 68.1 y 156.4) y se casasen con Día de las Nubes de Lluvia desagradaba, como era natural, a los sacerdotes olímpicos, quienes interpretaban erróneamente la representación ritual del rey lapita con sus miembros extendidos como un recordatorio de su castigo por impiedad, e inventaron la anécdota de la nube. En un espejo etrusco Ixión aparece atado a una rueda de fuego con yesca de hongos a los pies; en otras partes está atado con el mismo «lazo quíntuple» con que el héroe irlandés Curoi ató a Cuchulain, inclinado hacia atrás en un aro (Filóstrato: Vida de Apolonio de Tiana vii.12), con los tobillos, las muñecas y el cuello atados, como Osiris en el Libro de los muertos. Esta actitud recuerda las ruedas ardientes que se hacían rodar por las laderas de las colinas en las festividades europeas del solsticio de verano, como señal de que el sol había llegado a su cénit y en adelante tenía que declinar hasta el solsticio de invierno. La trampa tendida por Ixión no es metafórica: eran necesarias víctimas sustituías del rey sagrado, como prisioneros tomados en la, batalla, o, si faltaban éstos, viajeros apresados en trampas. El mito parece registrar un tratado hecho por los helenos adoradores de Zeus con los lapitas, flegieos y centauros y que fue violado con el asesinato ritual de viajeros helenos y la captura de sus mujeres; los helenos exigieron, y recibieron, excusas oficiales.
3. Los caballos estaban consagrados a la luna, y las danzas de caballicos, destinadas a hacer que cayera la Lluvia, dieron origen, al parecer, a la leyenda de que los centauros eran mitad caballos y mitad hombres. La más antigua representación griega de los centauros —dos hombres unidos por la cintura a cuerpos de caballos— se encuentra en una gema micénica del Héroe de Argos; están el uno frente al otro y bailan. Una pareja análoga aparece en un sello cretense, pero como en Creta no existía un culto nativo del caballo, es evidente que el motivo fue importado del continente. En el arte arcaico se representaba también a los sátiros como hombres caballos, pero posteriormente como cabras. El centauro sería un héroe oracular con cola de serpiente, y la fábula del apareamiento de Bóreas con yeguas se relaciona, por lo tanto, con él (véase 48.e).

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