a. Alcíone era hija de Éolo,
guardián de los vientos, y Egialea. Se casó con Ceice de Traquis, hijo del
Lucero del Alba, y fueron tan felices con su mutua compañía que ella se atrevió
a llamarse a sí misma Hera y a su esposo, Zeus. Esto, como es natural, molestó
a los olímpicos Zeus y Hera, quienes desencadenaron una tormenta sobre el barco
en el que viajaba Ceice para consultar con un oráculo y le ahogaron. Su ánima
se apareció a Alcione, quien, muy contra su voluntad, se había quedado en
Traquis y en consecuencia, enloquecida por la pena, se arrojó al mar. Algún
dios compasivo los transformó a ambos en martín pescadores.
b. Ahora, cada invierno, la martín pescadora lleva a
su macho muerto con grandes lamentos a su entierro y luego construye un nido
muy compacto con las espinas de la ortiga de mar, lo lanza al mar, pone sus
huevos en él y empolla sus polluelos. Hace todo eso en los Días del Alción, o
sea, los siete que preceden al solsticio invernal y los siete que le siguen,
mientras Éolo prohibe a sus vientos que agiten las aguas.
c. Pero algunos dicen que Ceice se transformó en una
gaviota.
*
1. La leyenda del nido del alción o martín pescador
(que no tiene fundamento en la historia natural, pues el alción no construye
nido de ninguna clase, sino que pone los huevos en agujeros a la orilla del
agua) sólo puede referirse al nacimiento del nuevo rey sagrado en el solsticio
de invierno, después de que la reina, que representa a su madre, la diosa Luna,
ha conducido el cadáver del rey viejo a una isla sepulcral. Pero como el
solsticio de invierno no siempre coincide con la misma fase de la luna, debe
entenderse «cada año» como «cada Gran Año» de cien lunaciones, al término del
cual el tiempo solar y el lunar sincronizaban aproximadamente y terminaba el
período del rey sagrado.
2. Homero relaciona el alción con Alcíone (véase
80.d), título de Cleopatra, la esposa de Meleagro (Ilíada ix-562) y con una hija de Éolo, guardián de los vientos
(véase 43.h). Halcyon no puede
significar, por lo tanto, hal-cyon,
«perro marino», como se supone habitualmente, sino que debe corresponder a alcy-one, «la reina que evita el mal».
Confirma esta derivación el mito de Alcione y Ceice, y
la forma en que son castigados por Zeus y Hera, La parte de la leyenda
referente a la gaviota no exige que se insista en ella, aunque esta ave, que
emite un grito quejumbroso, estaba consagrada a la diosa del Mar, Afrodita, o
Leucótea (véase 170.y), como el alción de Chipre (véase 160.g). Parece que a
fines del segundo milenio a. de C. los navegantes eolios, que habían, accedido
a adorar a la diosa Luna pre-helénica como su antepasada y protectora divina,
se hicieron tributarios de los aqueos adoradores de Zeus y se vieron obligados
a aceptar la religión olímpica. «Zeus», que según Johannes Tzetzes (Antehomérica 102 y ss. y Milenios i.474), había sido hasta
entonces un título ostentado por reyezuelos (véase 68.1), quedó reservado en
adelante para el Padre del Cielo únicamente. Pero en Creta la antigua tradición
mística de que Zeus nacía y moría anualmente se mantuvo hasta la época
cristiana, y se mostraban tumbas de Zeus en Cnosos, el monte Ida y el monte
Dicte, cada uno de ellos centro de un culto diferente. Calímaco estaba
escandalizado y en su Himno a Zeus
escribió: «Los cretenses son siempre mentirosos. Han llegado incluso a
construir tu tumba, ¡oh, señor! Pero tú no has muerto, porque tú vives
eternamente». Se cita esto en Tito
i.12 (véase 7.6).
3. Plinio, quien describe detalladamente el supuesto
nido del alción —al parecer el zoófito llamado halcyoneum por Linneo— informa que al alción se le ve raras veces,
sólo en los dos solsticios y cuando se ponen las Pléyades. Esto prueba que fue
originalmente una manifestación de la diosa Luna, que era alternativamente la
Diosa de la Vida-en-la-Muerte en el solsticio invernal, y de la Muerte-en-Vida
en el solsticio estival, y que cada Gran Año, a comienzos de noviembre, cuando
se ponen las Pléyades, envía al rey sagrado su cita para la muerte.
4. Otra Alcíone más, hija de Pléyone («reina
navegante») y Atlante, era la guía de las siete Pléyades (véase 39.d). El orto
bellaco de las Pléyades en mayo iniciaba el año de la navegación; su ocaso
indicaba su fin, cuando (como observa Plinio en un pasaje sobre el alción)
sopla un viento norte notablemente frío. Las circunstancias de la muerte de
Ceice muestran que los eolios, que eran navegantes famosos, adoraban a la diosa
como «Alcíone» porque los protegía de los arrecifes y el mal tiempo. Zeus
hundió con un rayo el barco de Ceice a despecho de los poderes de la diosa. Sin
embargo, a alción se le atribuía todavía el poder mágico de apaciguar las tormentas;
y su cuerpo, cuando estaba seco, se utilizaba como talismán contra los rayos de
Zeus, probablemente basándose en que allí donde golpea no vuelve a golpear. El
Mediterráneo tiene tendencia a la calma en el solsticio de invierno.
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