a. Arión de Lesbos, hijo de Posidón y de la ninfa
Onee, era un maestro de la lira e inventó el ditirambo en honor de Dioniso. Un día su patrón Periandro, tirano de Corinto, le
dio a regañadientes permiso para visitar Ténaro en Sicilia, donde le habían
invitado a competir en un festival musical. Arión ganó el premio y sus admiradores
le hicieron tantos regalos valiosos que excitaron la codicia de los marineros
contratados para llevarlo de vuelta a Corinto.
—Sintiéndolo mucho, Arión, tendrás que morir —le
dijo el capitán del barco.
—¿Qué delito he cometido? —preguntó Arión.
—Eres demasiado rico —replicó el capitán.
—Perdóname la
vida y te daré todos mis premios —suplicó Arión.
—Te retractarías de tu promesa al llegar a Corinto —dijo el capitán— y lo mismo haría yo en tu lugar. Un regalo forzado
no es un regalo.
—Muy bien —declaró Arión resignadamente—. Pero te
ruego que me permitas cantar una última canción.
El capitán le dio su permiso y Arión, vestido con su
mejor túnica, subió a la proa, donde invocó a los dioses con melodías apasionadas,
y luego se arrojó al mar. El barco siguió navegando.
b. Pero su canción había atraído a un cardumen de
delfines amantes de la música, uno de los cuales tomó a Arión en su lomo, y esa
noche adelantó al barco y llegó al puerto de Corinto varios días antes de que
anclase allí. Periandro se alegró muchísimo al enterarse de aquella salvación
milagrosa, y el delfín, renuente a separarse de Arión, insistió en acompañarle
a la corte, donde no tardó en morir a consecuencia de una vida de lujo. Arión
le hizo un funeral magnífico.
Cuando amarró el barco, Periandro hizo llamar al
capitán y la tripulación y les pidió con una ansiedad fingida noticias de
Arión.
—Le ha demorado en Ténaro —respondió el capitán— la
pródiga hospitalidad de los habitantes.
Periandro les hizo jurar a todos en la tumba del
delfín que lo que decían era la verdad y luego, de pronto, les enfrentó con
Arión. Como no pudieron negar su culpabilidad, fueron ejecutados allí mismo.
Apolo puso posteriormente las imágenes de Arión y su lira entre las estrellas.
c. No fue Arión el primer hombre salvado por un
delfín. Otro delfín salvó a Énalo cuando se arrojó al mar para unirse a su amada
Finéis, quien, de acuerdo con un oráculo, había sido elegida echando suertes y
arrojada al mar para aplacar a Afrodita —pues ésta era la expedición que los
hijos de Pentilo conducían a Les-bos para colonizar por primera vez la isla— y
la hembra del delfín salvó a Finéis. Un tercer delfín salvó a Falanto de que se
ahogara en el mar Criseno en su viaje a Italia. Igualmente Icadio, el hermano
cretense de Yápige, cuando naufragó en un viaje a Italia, fue guiado por un
delfín a Delfos y dio su nombre a ese lugar, pues el delfín era Apolo
transformado.
*
1. Tanto Arión
como Periandro son personajes históricos del siglo vil a. de C. y sobrevive un
fragmento del Himno a Posidón de
Arión. La fábula se basa quizás en parte en una tradición según la cual las
canciones de Arión atrajeron a un cardumen de delfines, disuadiendo así a
algunos marineros de que lo mataran para quedarse con su dinero —los delfines y
las focas son notoriamente sensibles a la música—, y en parte en una interpretación
errónea de una estatua que representaba al dios Palemón, con la lira en la
mano, llegando a Corinto cabalgando en un delfín (véase 70.5). Se da colorido
mítico a la fábula haciendo a Arión hijo de Posidón, como lo era su tocayo, el
caballo salvaje Arión (véase 16.f), y dando su nombre a la constelación Lira.
Pausanias, escritor juicioso y verídico, pone en duda la versión común de
Herodoto sobre Arión, pero dice que él había visto con sus propios ojos en
Poroselene un delfín que había sido maltratado por pescadores y cuyas heridas
había curado un niño, acudir al llamamiento de éste y permitirle agradecido que
montase en su lomo (iii.25.5). Esto indica que el advenimiento ritual del Niño
Año Nuevo era representado dramáticamente en Corinto con la ayuda de un delfín
domesticado adiestrado por los sacerdotes del Sol.
2. El mito de Énalo y Finéis ha sido deducido
probablemente de una imagen en la que aparecían Anfitrite y Tritón cabalgando
en delfines. Plutarco asocia también a Énalo con un culto del pulpo, y su
nombre recuerda el de Edipo, el Niño Año Nuevo corintio (véase 105.1), cuyo
equivalente sería en Mitílene, como lo era Falanto en Italia. Tarante, hipo de
Posidón y de Satiria («de los sátiros»), hija de Minos, era el Niño Año Nuevo
cabalgando en un delfín de Tarento, ciudad que fundó según se dice y en la que
tenía un altar de héroe (Pausanias: x.10.4 y 13.5; Estrabón: vi.3.2); Falanto,
el fundador de la Tarento doria en 708 a. de C., tomó el culto del delfín de
los sicilianos cretanizados que encontró allí.
3. El nombre de Icadio, que significa «vigésimo», se
relaciona quizá con la fecha del mes en que se celebraba su venida.
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