martes, 30 de julio de 2013

92 Dédalo y Talos

a. La ascendencia de Dédalo es discutible. Algunos llaman a su madre Alcipe, otros Mérope y otros más Ifínoe; y todos le dan un padre diferente, aunque se conviene generalmente en que pertenecía a la casa real de Atenas, la cual pretendía descender de Erecteo. Era un herrero admirable, pues le había enseñado ese arte Atenea misma.
b. Uno de sus aprendices, Talos, hijo de su hermana Policaste, o Pérdice, le había superado ya en su habilidad en el oficio cuando sólo tenía doce años de edad. Sucedió que un día Talos encontró el maxilar de una serpiente o, según dicen algunos, el espinazo de un pez, y al ver que podía utilizarlo para cortar un palo por la mitad, lo copió en hierro y así invento la sierra. Este y otros inventos suyos —como la rueda de alfarero y el compás para trazar círculos— le valieron una gran reputación en Atenas, y Dédalo, que pretendía haber forjado la primera sierra, se sintió pronto insoportablemente celoso. Llevó a Talos al techo del templo de Atenea en la Acrópolis, le señaló ciertas vistas lejanas y de pronto le empujó y le hizo caer a tierra. Pero, a pesar de todos sus celos, no habría hecho daño a Talos si no hubiera sospechado que mantenía relaciones incestuosas con su madre Policaste. Dédalo corrió al pie de la Acrópolis y metió el cadáver de Talos en un saco con el propósito de enterrarlo en secreto. Cuando le interrogaron unos transeúntes, les explicó que había recogido piadosamente una serpiente muerta, como lo exigía la ley —lo que no era enteramente falso, pues Talos era un erectida—, pero había manchas de sangre en el saco y su crimen fue descubierto, y el Areópago le desterró por asesinato. Según otro relato, huyó antes que se viera el juicio.
c. Ahora bien, el alma de Talos —a quien algunos llaman Calo, Circino o Tántalo— voló en la forma de una perdiz, pero su cuerpo fue enterrado en el lugar en que había caído. Policaste se ahorcó al enterarse de su muerte y los atenienses erigieron en su honor un templo junto a la Acrópolis.
d. Dédalo se refugió en uno de los demos del Ática, a cuyos habitantes se les llama por él dedálidos; y luego en la cretense Cnosos, donde el rey Minos tuvo el placer de recibir a un artífice tan hábil. Vivió allí durante algún tiempo, en paz y gozando de gran favor, hasta que Minos, cuando supo que había ayudado a Pasífae a ayuntarse con el toro blanco de Posidón, lo encerró durante un tiempo en el Laberinto, juntamente con su hijo Ícaro, cuya madre, Náucrate, era una de las esclavas de Minos; pero Pasífae puso en libertad a los dos.
e. No era fácil, sin embargo, huir de Creta, pues Minos tenía todos sus barcos bajo guardia militar y ofreció una fuerte recompensa por su aprehensión. Pero Dédalo hizo un par de alas para él y otro para Ícaro; estaban hechas con plumas de ave atadas con hilos y otras menores pegadas con cera. Después de haber preparado el par de alas de Ícaro, le dijo con lágrimas en los ojos: «¡Hijo mío, ten cuidado! No vueles a demasiada altura para que el sol no funda la cera, ni demasiado bajo para que el mar no humedezca las plumas.» Luego deslizó sus brazos en su par de alas y ambos emprendieron el vuelo. «Sígueme de cerca —gritó— y no tomes un rumbo propio.»
Cuando se alejaban de la isla volando en dirección del nordeste, agitando sus alas, los pescadores, pastores y agricultores que miraban hacia arriba los tomaron por dioses.
f. Habían dejado a Naxos, Délos y Paros tras ellos a la izquierda y estaban dejando Lebintos y Calimne detrás a la derecha, cuando Ícaro desobedeció las órdenes de su padre y comenzó a remontarse hacia el sol, regocijado con la altura a que lo llevaban sus grandes alas. Poco después Dédalo miró hacia atrás y ya no pudo ver a Ícaro, pero vio abajo las plumas de sus alas que flotaban en el agua. El calor del sol había derretido la cera e Ícaro había caído al mar y se había ahogado. Dédalo describió círculos alrededor del lugar hasta que el cadáver salió a la superficie, y luego lo llevó a la cercana isla llamada ahora Icaria, donde lo enterró. Una perdiz se posó en una encina y le observó cotorreando de placer: era el alma de su hermana Policaste, por fin vengada. La isla ha dado su nombre al mar circundante.
g. Pero algunos que no creen en esta fábula dicen que Dédalo huyó de Creta en un barco que le proporcionó Pasífae, y que en su viaje a Sicilia estaban a punto de desembarcar en una islita cuando Ícaro cayó al mar y se ahogó. Añaden que fue Heracles quien enterró a Ícaro, y que en agradecimiento Dédalo le hizo en Pisa una estatua que parecía tan natural que Heracles la tomó por un rival y la derribó con una piedra. Otros dicen que Dédalo inventó velas, y no alas, como un medio de dejar atrás a las galeras de Minos, y que Ícaro, que timoneaba descuidadamente, se ahogó al zozobrar su barco.
h. Dédalo voló hacia el oeste hasta que descendió en Cumas, cerca de Nápoles, y allí dedicó sus alas a Apolo y le erigió un templo con techo de oro. Luego hizo una visita a Cámico, en Sicilia, donde le recibió hospitalariamente el rey Cócalo, y vivió con los sicilianos disfrutando de una gran fama y erigiendo muchos edificios magníficos.
i. Entretanto, Minos había reunido una flota considerable y salido en busca de Dédalo. Llevó consigo una concha de Tritón y adondequiera que iba prometía recompensar a quien pudiera pasar por ella una hebra de lino, problema que, como bien sabía, sólo Dédalo era capaz de resolver. Cuando llegó a Cámico ofreció la concha a Cócalo, quien se comprometió a pasar la hebra, y, por supuesto, Dédalo encontró el modo de hacerlo. Ató un hilo finísimo a una hormiga, abrió un agujero en la punta de la concha y atrajo a la hormiga a lo largo de las espirales untando con miel los bordes del agujero. Luego ató la hebra de lino al otro extremo del hilo de araña y lo pasó también a través de la concha, tirando de ella. Cócalo devolvió a Minos la concha atravesada por el hilo, pero Minos, seguro de que por fin había encontrado el escondite de Dédalo, exigió su rendición. Mas las hijas de Cócalo no querían perder a Dédalo, que les hacía tan bellos juguetes, y con ayuda de él trazaron un plan. Dédalo pasó un caño a través del techo del cuarto de baño y por él vertieron agua hirviendo o, según dicen algunos, pez sobre Minos cuando éste estaba disfrutando de un baño caliente. Cócalo, quien muy bien podía haber estado implicado en el complot, entregó el cadáver a los cretenses alegando que Minos había tropezado con una alfombra y había caído en una caldera de agua hirviente.
j. Los acompañantes de Minos lo enterraron con gran pompa y Zeus le designó juez de los muertos en el Tártaro, con su hermano Radamantis y su enemigo Éaco como colegas. Como la tumba de Minos ocupaba el centro del templo de Afrodita en Cárnico, le honraron allí durante muchas generaciones grandes multitudes de sicilianos que iban a adorar a Afrodita. Al final Terón, el tirano de Acragas, envió sus huesos a Creta.
k. Después de la muerte de Minos los cretenses cayeron en un desorden completo, pues los sicilianos incendiaron la mayor parte de su flota. De los tripulantes que se vieron obligados a quedarse en la isla unos edificaron la ciudad de Minoa, cerca de la playa donde habían desembarcado; otros la ciudad de Hiria en Mesapia, y otros fueron al centro de Sicilia y fortificaron una colina que llegó a ser la ciudad de Engio, llamada así por su arroyo que corre en las cercanías. Allí construyeron un templo a las Madres, a las que siguieron rindiendo grandes honores, como en su Creta natal.
l. Pero Dédalo abandonó Sicilia para unirse a Yolao, el sobrino y auriga de Heracles de Tirinto, quien se dirigió a Cerdeña al frente de un grupo numeroso de atenienses y tespinos. Muchas de sus obras todavía sobreviven en Cerdeña y las llaman dédalas.
m. Ahora bien, Talos era también el nombre del sirviente de bronce con cabeza de toro que Zeus le había dado a Minos para que guardase a Creta. Algunos dicen que era un sobreviviente de la raza de bronce nacida de los fresnos; otros, que 1o forjó Hefesto en Cerdeña y que tenía una sola vena que le corría desde el cuello hasta los tobillos, donde entaponaba una aguja de bronce. Su tarea consistía en dar tres veces al día la vuelta a la isla de Creta y arrojar peñascos a todos los barcos extranjeros; y también en recorrer tres veces al año, a un paso más pausado, las aldeas de Creta mostrando las leyes de Minos inscritas en placas de bronce. Cuando los sardos trataron de invadir la isla. Talos se puso al rojo vivo introduciéndose en una hoguera y los destruyó con su abrazo ardiente, mientras sonreía de manera feroz de ahí viene la expresión «una sonrisa sardónica». Al final, Medea mató a Talos arrancándole el alfiler del extremo de la vena y dejando que la sangre vital escapara por ella; aunque algunos dicen que el argonauta Peante le hirió en el tobillo con una flecha envenenada.

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1. A Hefesto se le describe a veces como hijo de Hera y Talos (véase 12.c) y a Talos como sobrino joven de Dédalo, pero Dédalo era un miembro subalterno de la casa de Erecteo, fundada mucho tiempo después del nacimiento de Hefesto. Estas discrepancias cronológicas son muy usuales en la mitología. Dédalo («inteligente» o «hábilmente forjado»), Talos («sufridor») y Hefesto («el que brilla de día») demuestran por la semejanza de sus atributos que sólo son títulos diferentes del mismo personaje mítico. Ícaro (de io-carios, «dedicado a la diosa Luna Car») puede ser otro de sus títulos. Pues Hefesto, el dios herrero, se casó con Afrodita, a la que estaba consagrada la perdiz; la hermana de Dédalo, el herrero, se llamaba Pérdice («perdiz»); el alma de Talos, el herrero, levantó vuelo como una perdiz; una perdiz apareció en el entierro de Ícaro, el hijo de Dédalo. Además, Hefesto fue arrojado desde el Olimpo, y Talos fue arrojado desde la Acrópolis. Hefesto quedó rengo al caer; uno de los nombres de Talos era Tántalo («cojeando, o tambaleando»); la perdiz macho cojea en su danza amorosa sujetando un talón con el que se dispone a golpear a sus rivales. Además, el dios latino Vulcano renqueaba. Su culto había sido introducido desde Creta, donde se llamaba Velcano y tenía un gallo como emblema, porque el gallo canta al amanecer y era, por tanto, apropiado para un héroe solar. Pero el gallo no llegó a Creta hasta el siglo vi a. de C, y es probable que haya desalojado a la perdiz como ave de Velcano.
2. Parece que en la primavera se realizaba una danza erótica de la perdiz en honor de la diosa Luna, y que los bailarines varones renqueaban y llevaban alas. En Palestina esta ceremonia, llamada la Pesach («la renqueante»), se realizaba todavía, según Jerónimo, en Beth-Hoglah («el Templo del Cojo»), donde los devotos bailaban en espiral. Beth-Hoglah se identifica con «la era de Atad», en la que se lloraba la muerte del rengo rey Jacob, cuyo nombre puede significar Jah Aceb («el dios del talón»). Jeremías advierte a los judíos que no deben tomar parte en esos ritos orgiásticos cananeos, y cita: «La perdiz recoge pollitos que no ha parido.» Anafe, isla situada al norte de Creta, con la que Minos hizo un tratado (véase 91.a), era famosa en la antigüedad como lugar de descanso para las perdices emigrantes.
3. El mito de Dédalo y Talos, como su variante, el mito de Dédalo e Ícaro, parece combinar el rito de quemar al sustituto del rey solar, que se había puesto alas de águila (véase 29.1), en la hoguera de la primavera —cuando comenzaba el Nuevo Año palestino— con los ritos de arrojar al pharmacos con alas de perdiz, un sustituto análogo, desde un risco al mar (véase 96.3), y el de punzar al rey en el tobillo con una flecha envenenada (véase 10 abajo). Pero la admiración de los pescadores y labradores al ver volar a Dédalo ha sido deducida, probablemente, de una ilustración que representaba a Perseo o Marduk alados (véase 73.7).
4. En un sentido el laberinto del que escaparon Dédalo e Ícaro era el piso de mosaico en el que estaba dibujado y que tenían que seguir en la danza de la perdiz ritual (véase 98.2); pero la huida de Dédalo a Sicilia, Cumas y Cerdeña se refiere, quizás, a la huida de los forjadores de bronce nativos de Creta como consecuencia de sucesivas invasiones helenas. La treta de la concha de tritón, y el entierro de Minos en un templo de Afrodita a la que estaba consagrada esa concha (véase 11.3), indican que Minos, en este contexto, era considerado también como Hefesto, el amante de la diosa del Mar. Su muerte en un baño es un incidente tomado, al parecer, del mito de Niso y Escila (véase 91.b-d); el equivalente celta de Niso, Llew Llaw, moría en un baño mediante una treta; y lo mismo le sucedió a otro rey sagrado, Agamenón de Micenas (véase 112.1).
5. El nombre Náucrate («poderío marítimo») recuerda las consecuencias históricas de la derrota de Minos en Sicilia, el paso del poderío marítimo de los cretenses a los griegos. El hecho de que era una de las esclavas de Minos indica una revolución palaciega de los mercenarios helenos en Cnosos.
6. Si Policaste, el otro nombre de Pérdice, la madre de Talos, significa polycassitere, «mucho estaño», pertenece al mito del hombre de bronce, homónimo de Talos. La supremacía cretense dependía en gran parte de abundantes abastecimientos de estaño, que se mezclaba con cobre chipriota; según el profesor Christopher Hawkes, la fuente más cercana era la isla de Mallorca.
7. Hesiquio dice que Talos es un nombre del Sol; originalmente, por tanto, Talos sólo daba la vuelta a Creta una vez al día. Pero quizá los puertos de Creta quedaban protegidos de los piratas por tres cuerpos de vigilancia que enviaban patrullas. Y como a Talos el Sol se le llamaba también Tauro («el toro»; Bekker: Anécdotas i-344.10 y ss.; Apolodoro: i.9.26), su triple visita anual a las aldeas era probablemente un recorrido regio del rey Sol llevando su máscara de toro ritual, pues el año cretense se dividía en tres estaciones (véase 75.2). El abrazo ardiente de Talos puede referirse a los sacrificios de seres humanos quemados ofrecidos a Moloch, alias Melkarth, que era adorado en Corinto como Melicertes (véase 70.5), y que probablemente también era conocido en Creta. Como este Talos llegó de Cerdeña, adonde se decía que había huido Dédalo cuando le persiguió Minos, y era al mismo tiempo el regalo de Zeus a Minos, los mitógrafos han simplificado la fábula atribuyendo su construcción a Hefesto, antes que a Dédalo; Hefesto y Dédalo eran el mismo personaje. La sardónicus risus, o rictus, un retorcimiento de los músculos faciales, sintomático del tétanos, quizás se llamaba así porque el hombre-ciervo de los bronces sardos primitivos tiene la misma sonrisa triste y boquiabierta.
8. La vena única de Talos pertenece al misterio de la fundición de bronce primitiva mediante el método de la cire-perdue. En primer lugar, el herrero hacía una imagen con cera de abejas que cubría con una capa de arcilla y ponía en un horno. Tan pronto como la arcilla estaba bien cocida abría un agujero entre el talón y el tobillo para que saliese la cera caliente y dejase un molde en el cual se podía verter bronce derretido. Cuando llenaba ese molde y adentro se enfriaba el metal, rompía la capa de arcilla y quedaba la imagen de bronce con la misma forma que la original de cera. Los cretenses llevaron el método de la cire-perdue a Cerdeña, juntamente con el culto de Dédalo. Como Dédalo aprendió su oficio de Atenea, a la que se llamaba Medea en Corinto, la fábula de la muerte de Talos puede haber sido una interpretación errónea de una imagen que representaba a Atenea haciendo una demostración del método de la cire-perdue. La tradición de que la fusión de la cera causó la muerte de Ícaro parece pertenecer más bien al mito de su primo Talos, porque Talos, el hombre de bronce, está íntimamente relacionado con su homónimo, el forjador de bronce y supuesto inventor del compás.
9. El compás forma parte del misterio del forjador de bronce y es esencial para el dibujo exacto de círculos concéntricos cuando hay que forjar cuencos, yelmos o máscaras. De aquí que a Talos se le llamara Circino («el circular»), título que se refería tanto al curso del sol como al empleo del compás (véase 3.2). Su invento de la sierra ha sido destacado con razón: los cretenses tenían diminutas sierras giratorias de doble hilera de dientes para los trabajos finos y las empleaban con una destreza maravillosa. Talos es el hijo de una ninfa-fresno, porque el carbón de fresno produce un calor muy elevado para la fundición. Este mito también arroja luz sobre Prometeo y su creación del hombre con arcilla; en la leyenda hebrea el papel de Prometeo lo desempeñaba el arcángel Miguel, quien trabajaba bajo la mirada de Jehová.
10. La muerte de Talos por Peante recuerda la de Aquiles por París, también hiriéndole en el talón, y las de los centauros Folo y Quirón (véase 126.3). Estos mitos se relacionan íntimamente. Folo y Quirón murieron a causa de las flechas envenenadas de Heracles. Peante era el padre de Filoctetes, y cuando Heracles fue envenenado por otro centauro le ordenó que encendiera la pira; como consecuencia, Filoctetes obtuvo las mismas flechas (véase 145.f), una de las cuales le envenenó (véase 161.1). Entonces París tomó prestadas las flechas mortales de Apolo Tesalio para matar a Aquiles, el hijo adoptivo de Quirón (véase 164.j); y finalmente, cuando Filoctetes vengó a Aquiles dando muerte a París, utilizó otra flecha de la aljaba de Heracles (véase 166.e). El rey sagrado Tesalio era muerto, al parecer, por una flecha untada con veneno de víbora, que su sucesor le clavaba entre el talón y el tobillo.
11. En el mito celta el laberinto llegó a significar la tumba regia (Diosa Blanca, p. 105); y que así sucedía también entre los griegos primitivos lo indica su definición en el Etymologicum Magnum como «una cueva montañesa» y por Eustacio (Sobre la Odisea de Homero xi p.1688) como «una cueva subterránea». El etrusco Lars Porsena hizo un laberinto para su propia tumba (Varrón, citado por Plinio: Historia natural xxxvi.91-3), y había laberintos en las cuevas «ciclópeas», es decir, pre-helenas, de las cercanías de Nauplia (Estrabón: viii.6.2), en Samos (Plinio: Historia natural xxxiv.83) y en Lemnos (Plinio: Historia natural xxxvi. 90). Salir del laberinto es, por tanto, reencarnarse.
12. Aunque Dédalo figura como ateniense, a causa del demo ático llamado así en su honor, las artes dedálicas fueron importadas en el Ática desde Creta, y no al contrario. Los juguetes que hacía para las hijas de Cócalo eran, probablemente, muñecas con miembros movibles, como las que complacían a Pasífae y su hija Ariadna (véase 88.e) y que parecen haber sido utilizadas en el culto ático del árbol en honor de Erígone. De todos modos, Policaste, la hermana de Dédalo, se ahorcó, lo mismo que dos Erigones y Ariadna (véase 79.2 y 88.10).
13. Los mesapios de Hiria, luego Uria y ahora Oria, eran conocidos en la época clásica por sus costumbres cretenses: cabellos con rizos aplastados, túnicas con bordados de flores, hacha doble, etc.; y a la cerámica descubierta allí se la puede datar en 1400 a. de C., lo que confirma la fábula.

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