martes, 30 de julio de 2013

93 Catreo y Altémenes

a. Catreo, el mayor de los hijos sobrevivientes de Minos, tuvo tres hijas: Aérope, Clímene y Apemósine; y un hijo. Altémenes. Cuando un oráculo predijo que a Catreo le mataría uno de sus propios hijos, Altémenes y Apemósine, la de los pies ligeros, abandonaron piadosamente Creta, con un gran séquito, con la esperanza de eludir la maldición. Desembarcaron en la isla de Rodas y fundaron la ciudad de Cretenia, a la que llamaron así en honor de su isla natal. Altémenes se estableció luego en Camiro, donde le honraban mucho los habitantes, y erigió un altar a Zeus en el cercano monte Atabirio desde la cumbre del cual, en los días claros, podía ver a lo lejos a su amada Creta. Rodeó el altar con toros de bronce, que bramaban fuertemente siempre que algún peligro amenazaba a Rodas.
b. Un día Hermes se enamoró de Apemósine, quien rechazó sus requerimientos y huyó de él. Esa noche la sorprendió cerca de un arroyo. Ella se dio la vuelta otra vez para huir, pero él había tendido cueros resbaladizos en la única senda por la que podía escapar, de modo que Apemósine cayó de bruces y Hermes consiguió poseerla. Cuando Apemósine volvió al palacio y con tristeza comunicó a Altémenes su desgracia, él le gritó: «¡Mentirosa y ramera!», y la mató a puntapiés.
c. Entretanto, Catreo, desconfiando de Aérope y Clímene, las otras dos hermanas, las desterró de Creta, de la que era entonces rey. Aérope, después de haber sido seducida por el pelópida Tiestes, se casó con Plístenes, quien la hizo madre de Agamenón y Menelao; y Clímene se casó con Nauplio, el célebre navegante. Al fin, solo en la ancianidad y, por lo que él sabía, sin heredero de su trono, Catreo fue en busca de Altémenes, a quien quería mucho. Al desembarcar una noche en Rodas él y sus compañeros fueron tomados equivocadamente por piratas y atacados por los vaqueros de Camiro. Catreo trató de explicar quién era y por qué había venido, pero los ladridos de los perros ahogaron su voz. Altémenes corrió desde el palacio para rechazar la supuesta invasión y, como no reconoció a su padre, lo mató con una lanza. Cuando se enteró de que después de todo se había cumplido el oráculo a pesar del largo destierro que se había impuesto, rogó que lo tragase la tierra. De acuerdo con su deseo, se abrió una sima y desapareció en ella, pero hasta el presente se le rinden honores de héroe.

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1. Este mito artificial, que constata una ocupación miceno-minoica de Rodas en el siglo xv a. de C., tiene también por finalidad explicar las libaciones que se derramaban en una sima a un héroe rodio, así como los deportes eróticos en los que unas mujeres danzaban sobre los cueros recién desollados de los animales sacrificados. La terminación byrios, o buriash, se da en el título regio de la tercera dinastía babilonia, fundada en 1750 a. de C.; y el dios del Atabirio de Creta, como el dios del Atabirium (monte Tabor) en Palestina, famoso por su culto del becerro de oro, era el hitita Tesup, un dios Sol propietario de ganado (véase 67.1). Rodas pertenecía al principio a la diosa Luna sumeria Dam-Kina, o Dánae (véase 60.3), pero pasó a poder de Tesup (véase 42.4); y cuando se derrumbó el imperio hitita fue colonizada por cretenses de habla griega que mantuvieron el culto del toro, pero hicieron a Atabirio hijo de Preto («primer hombre») y Eurínome, la Creadora (véase 1.a). En la época doria Zeus Atabirio usurpó el culto rodio de Tesup. El bramido de les toros se produciría haciendo girar rhomboi, o bramaderas (véase 30.1), utilizadas para ahuyentar a los malos espíritus.
2. La muerte de Apemósine en Camiro puede referirse a una represión brutal, por los invasores hititas más bien que por cretenses, de un colegio de sacerdotisas oraculares en Camiro. Las tres hijas de Catreo, como las Danaides, son la familiar tríada de la Luna: Apemósine es la tercera persona, la equivalente de Camira. Catreo, muerto accidentalmente por Altémenes, como Layo, muerto accidentalmente por su hijo Edipo (véase 105.d)t y Odiseo por su hijo Telégono (véase 170.k), tuvo que haber sido un predecesor en el reinado sagrado más bien que un padre; pero la fábula ha sido mal relatada: el hijo, y no el padre, debía desembarcar y lanzar la lanza en forma de pastinaca.

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