a. Cuando Erecteo, rey de Atenas, fue muerto por
Posidón, sus hijos Cécrope, Pandoro, Metión y Orneo disputaron la sucesión; y
Juto, cuyo veredicto hizo rey al mayor, Cécrope, tuvo que abandonar
apresuradamente el país de Atica.
b. Cécrope, a quien Metión y Orneo amenazaron con la
muerte, huyó primeramente a Megara y luego a Eubea, donde se le unió Pandoro y
fundaron una colonia. El trono de Atenas recayó en el hipo de Cécrope, Pandión,
cuya madre era Metiadusa, hija de Eupálamo. Pero no gozó del poder
durante mucho tiempo, pues aunque murió Metión, sus hijos con Alcipa, o Ifínoe,
demostraron ser tan envidiosos como él. Estos hijos se llamaban Dédalo, al que
algunos, no obstante, llaman su nieto; Eupálamo, a quien otros llaman su padre;
y Sición. A Sición se le llama también variadamente hijo de Erecteo, Pélope o
Maratón, pues estas genealogías están muy confusas.
c. Cuando los hijos de Metión expulsaron a Pandión
de Atenas él huyó a la corte del rey Pilas, Pilos o Pilón, un rey lélege de
Megara, con cuya hija Pilia se
casó. Más tarde Pilas mató a su tío Biante y, dejando que Pandión gobernara en
Megara, se refugió en Mesenia, donde fundó la ciudad de Pilos. Desalojado de
allí por Neleo y los pelasgos de Yolco, penetró en la Elide y allí fundó una
segunda Pilos. En Megara Pilia dio a Pandión cuatro hijos: Egeo, Palante, Niso
y Lico, aunque los hermanos envidiosos de Egeo difundieron el rumor de que este
último era hijo bastardo de un tal Escirio. Pandión nunca volvió a
Atenas. Tiene un altar de héroe en Megara, donde todavía se muestra su tumba en
el Risco de Atenea Somormujo, como prueba de que este territorio perteneció en
un tiempo a Atenas; fue disfrazada de esa ave que Atenea ocultó a su padre
Cécrope bajo sus alas y lo llevó sin que sufriera daño alguno a Megara.
d. Después de la muerte de Pandión sus hijos
marcharon contra Atenas, expulsaron a los hijos de Metión y dividieron el Ática en cuatro partes, como su padre les había
ordenado que hicieran. Como Egeo era el mayor, recibió la soberanía de Atenas,
en tanto que sus hermanos echaron suertes para el reparto del resto del reino.
A Niso le tocó Megara y la región circundante hasta Corinto al oeste; a Lico le
tocó la Eubea y a Palante el Ática meridional, donde engendró una tosca raza de
gigantes.
e. El hijo de Pilas, Escirón, quien se casó con una
hija de Pandión, disputó el derecho de Niso a Megara, y Éaco, llamado para
juzgar la disputa, concedió el reino a Niso y sus descendientes, pero el mando
de sus ejércitos a Escirón. En esa época se le dio a Megara el nombre de Nisa,
y Niso dio también su nombre al puerto de Nisea, que él fundó. Cuando Minos
mató a Niso lo enterraron en Atenas, donde todavía se ve su tumba detrás del
Liceo. Sin embargo, los megarenses, quienes no admiten que su ciudad fuera
tomada por los cretenses, pretenden que Megareo se casó con Ifínoe, la hija de
Niso, y sucedió a éste.
f. Egeo, como Cécrope y Pandión,
vieron su vida amenazada constantemente por las conspiraciones de sus
parientes, entre ellos Lico, de quien se dice que fue desterrado de Eubea. Lico
se refugió en el reino de Sarpedón y dio su nombre a Licia, después de visitar
a Afareo en Arene y de iniciar a la casa real en los misterios de las Grandes
Diosas Deméter y Perséfone, y también en los de Atis en Andania, la antigua
capital de Mesenia. Esta Atis, que dio su nombre al país de Ática, era una de
las tres hijas de Cránao, el rey autóctono de Atenas que reinaba en la época
del diluvio de Deucalión. El bosquecillo de encinas de Andania, donde Lico purificaba
a los iniciados, lleva todavía su nombre. Se le había otorgado la
facultad de la profecía y fue su oráculo el que declaró posteriormente que si
los mesenios mantenían a salvo cierta cosa secreta, un día recuperarían su
patrimonio, pero si no la mantenían lo perderían para siempre. Lico se refería
a una explicación de los misterios de la Gran Diosa grabada en una hoja de
estaño, que los mesenios enterraron inmediatamente en una urna de bronce entre
un tejo y un mirto en la cumbre del monte Itone. El tebano Épaminondas la
desenterró finalmente cuando devolvió a los mesenios su gloria anterior.
g. El Liceo de Atenas también se llama así en honor
de Lico; desde los tiempos más primitivos ha estado consagrado a Apolo, quien
fue el primero que recibió el sobrenombre de «Liceo», y ahuyentaba a los lobos
de Atenas con el olor de sus sacrificios.
*
1. Las genealogías míticas como éstas eran citadas
siempre que se disputaba la soberanía de estados o privilegios hereditarios. La
división de Megara entre el rey sagrado, quien realizaba los sacrificios
necesarios, y su sucesor, quien mandaba el ejército, tiene su paralelo en
Esparta (véase 74.1). El nombre de Egeo es testimonio de la existencia del
culto de la cabra en Atenas (véase 8.1) y el de Lico lo es del culto del lobo;
todo ateniense que mataba un lobo estaba obligado a enterrarlo mediante suscripción
pública (Escoliasta sobre Apolonio de Rodas: ii. 124). El somormujo estaba
consagrado a Atenea como protectora de los barcos, y como el Risco de Atenea
dominaba el mar, éste puede haber sido otro de los riscos desde los que su
sacerdotisa lanzaba al pharmacos
emplumado (véase 70.7; 89.6, etc.). Atis (actes
thea, «diosa de la costa escarpada») parece haber sido un título de la
triple diosa ática; sus hermanas se llamaban Cránae («pétrea») y Granéeme
(«punto rocoso»; Apolodoro: iii.14.5); y como a Procne y Filomela, cuando se
transformaron en aves, se las llamaba conjuntamente Atis (Marcial: i.54.9 y v.
67.2), es probable que ella se relacionara con el mismo ritual de la cima del
risco. Atis, como Atenea, tiene otras epifanías de aves en Homero (véase 97.4).
Los misterios de las Grandes Diosas que concernían a la resurrección fueron entenados entre un tejo y un mirto porque estos árboles
representaban, respectivamente, a la última vocal y la ultima consonante del
alfabeto de árboles (véase 52.3) y estaban consagrados a la diosa de la Muerte.
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