a. Entre los hijos que tuvo Pasífae con Minos
estaban Acacálide, Ariadna, Androgeo, Catreo, Glauco y Fedra. También tuvo a Cidón con
Hermes y al libio Amón con Zeus.
b. Ariadna, amada primeramente por Teseo y luego por
Dioniso, dio a luz muchos hijos famosos. Catreo, que sucedió a Minos en el
trono, fue muerto en Rodas por su propio hijo. Fedra se casó con Teseo y se
hizo famosa por su infortunado amorío con Hipólito, su hijastro. Acacálide fue
el primer amor de Apolo; cuando él y su hermana Ártemis fueron para purificarse
a Tarra, desde Egialia en el continente, Apolo encontró a Acacálide en la
residencia de Carmanor, un pariente materno, y la sedujo. Minos se enfadó y
desterró a Acacálide a Libia, donde, según dicen algunos, fue madre de
Garamante, aunque otros pretenden que éste fue el primer hombre nacido.
c. Cuando Glauco era todavía un
niño jugaba un día a la pelota en el palacio de Cnosos, o quizá cazaba un
ratón, y de pronto desapareció. Minos y Pasífae lo buscaron por todas partes,
pero no pudieron encontrarlo y recurrieron al oráculo de Delfos. Allí les
informaron que quien pudiera dar el mejor símil para un reciente y portentoso
nacimiento que había tenido lugar en Creta encontraría lo que se había perdido.
Minos hizo investigaciones y averiguó que entre sus rebaños había nacido un
becerro que cambiaba de color tres veces al día: de blanco a rojo y de rojo a
negro. Llamó a sus adivinos al palacio, pero a ninguno de ellos se le ocurrió
un símil hasta que Poliido, el argivo, descendiente de Melampo, dijo: «Este
becerro a nada se parece tanto como a una mora en maduración.» Minos le ordenó
inmediatamente que saliera en busca de Glauco.
d. Poliido recorrió el palacio laberíntico, hasta
que encontró un buho posado a la entrada de un sótano espantando a un enjambre
de abejas, y tomó eso por un agüero. En el sótano encontró una gran tinaja
utilizada para guardar miel, y a Glauco ahogado en ella, hundido de cabeza.
Cuando informaron a Minos de ese hallazgo, consultó con los Curetes y,
siguiendo su consejo, le dijo a Poliido: «Ahora que has encontrado el cadáver
de mi hijo debes devolverle la vida.» Poliido protestó diciendo que, como él no
era Asclepio, no podía resucitar a los muertos. «Yo sé lo que debe hacerse
—replicó Minos—. Te encerrarán en una tumba con el cadáver de Glauco y una
espada, y permanecerás allí hasta que hayan sido obedecidas mis órdenes.»
e. Cuando Poliido se acostumbró a la oscuridad de la
tumba vio que una serpiente se acercaba al cadáver del niño y, tomando su
espada, la mató. Poco después otra serpiente apareció y al ver que su compañera
estaba muerta se retiró, pero volvió en seguida con una hierba mágica en la
boca y la dejó sobre el cadáver de la otra. La serpiente volvió lentamente a la
vida.
f. Poliido se quedó pasmado, pero tuvo la paciencia
de ánimo suficiente para aplicar la misma hierba al cuerpo de Glauco, y con el
mismo resultado feliz. Entonces él y Glauco se pusieron a gritar con todas sus
fuerzas pidiendo ayuda, hasta que un transeúnte les oyó y corrió a llamar a
Minos, quien rebosaba de júbilo cuando abrió la tumba y encontró vivo a su
hijo. Hizo muchos regalos a Poliido, pero no le dejó volver a Argos hasta que
enseñara a Glauco el arte de la adivinación. Poliido obedeció de mala gana, y
cuando estaba a punto de regresar a su patria le dijo a Glauco: «Muchacho,
escupe en mi boca abierta.» Glauco lo hizo e inmediatamente olvidó todo lo que
había aprendido.
g. Más tarde Glauco condujo una expedición hacia el
oeste y exigió un reino a los italianos, pero ellos le despreciaron porque no
era un hombre tan grande como su padre; sin embargo, introdujo en Italia el
cíngulo y el escudo militares cretenses y así mereció el nombre de Labico, que
significa «ceñido».
h. Androgeo hizo una visita a Atenas y ganó todas
las competencias en los Juegos Panateneos. Pero el rey Egeo conocía su amistad
con los cincuenta rebeldes hijos de Palante y, temiendo que pudiera persuadir a
su padre Minos para que los apoyase en una rebelión franca, conspiró con los
megareses para que le tendieran una emboscada en Énoe cuando se dirigía a
Tebas, donde se proponía intervenir en ciertos juegos fúnebres. Androgeo se
defendió con valor y siguió una feroz batalla en la que resultó muerto.
i. Minos se enteró de la muerte de Androgeo cuando
hacía un sacrificio a las Gracias en la isla de Paros. Arrojó al suelo las
guirnaldas y ordenó a los flautistas que dejaran de tocar, pero terminó la
ceremonia; desde entonces en Paros hacen los sacrificios a las Gracias sin
música ni flores.
j. A Glauco hijo de Minos se le
ha confundido a veces con el Glauco antedonio, hijo de Antedón, o de Posidón,
quien en una ocasión observó la propiedad restaurativa de cierta hierba sembrada
por Crono en la Edad de Oro, cuando un pez muerto (o, según dicen algunos, una
liebre) volvió a la vida al ser colocado encima. Probó la hierba, se hizo
inmortal y se arrojó al mar, donde es ahora un dios marino, famoso por sus
aventuras amorosas. Su residencia submarina se halla frente a la costa de Délos
y cada año hace una visita a todos los puertos e islas de Grecia, pronunciando
oráculos muy apreciados por los marineros y pescadores. Apolo mismo es
considerado como discípulo de Glauco.
*
1. A Pasífae como la Luna (véase 51.A) se le han
atribuido numerosos hijos: Cidón, el héroe epónimo de Cidón, en las cercanías
de Tegea, y de la colonia cidónea en Creta; Glauco, un héroe marino corintio
(véase 71.4); Androgeo, en cuyo honor se celebraban juegos anuales en el
Cerámico y a quien los atenienses rendían culto como «Eurigies» («dando grandes
vueltas»), para indicar que era el espíritu del año solar (Hesequio sub Androgeo); Amón, el héroe oracular
del Oasis de Amón, posteriormente igualado con Zeus; y Catreo, cuyo nombre
parece ser una forma masculina de Catarrea, la Luna como hacedora de lluvia.
Sus hijas Ariadna y Fedra son reproducciones de ella misma; Ariadna, aunque se
la interprete como ariagne,
«purísima», parece ser un nombre sumerio, Ar-ri-an-de,
«madre alta y fecunda de la cebada», y Fedra aparece en inscripciones de la
Palestina meridional como Pan.
2. El mito de Acacálide («sin murallas») registra,
al parecer, la toma por los invasores helenos provenientes de Egialia de la
ciudad de Tarra, en el oeste de Creta, la cual, como otras ciudades cretenses,
carecía de murallas (véase 98.1); y la huida de los principales habitantes a
Libia, donde llegaron a ser gobernantes de los pacíficos garamantes.
3. Blanco, rojo y negro, los colores de la novilla
de Minos, eran también los de Io, la vaca Luna (véase 56.1); los de los toros
sagrados de Augías (véase 127.1); y en un jarrón quirite (Monumenti Inediti vi-vii. p. 77) los del toro Minos que raptó a
Europa. Además, los trípodes de arcilla o yeso consagrados
a la diosa cretense descubiertos en Ninou Khani, y un trípode análogo
encontrado en Micenas, estaban pintados de blanco, rojo y negro; y según el Indica de Ctesias, éstos eran los
colores del cuerno del unicornio; el unicornio, como símbolo calendario,
representaba el dominio de la diosa Luna sobre las cinco estaciones del año de
Osiris, cada una de las cuales contribuía a su composición con parte de un
animal. Que Glauco estuviere cazando un ratón puede indicar un conflicto entre
los atenienses adoradores de Atenea, que tenían a la lechuza (glaux) por su espíritu protector, y los
adoradores de Apolo Esminteo («Apolo Ratón»); o la fábula original puede haber
sido que Minos le dio un ratón envuelto en miel para que lo tragase, remedio
desesperado que se prescribía para los niños enfermos en el antiguo
Mediterráneo Oriental. Su manera de morir puede referirse también al empleo de
la miel como un fluido embalsamador — muchos entierros de niños en jarrones se
ven en las casas de Creta — y la lechuza era un ave de la muerte. Las abejas se
explican quizás por una interpretación equivocada de ciertas gemas talladas
(Weiseler: Denkmale der Alten Kunst
ii.252), en las que aparecía Hermes llamando a los muertos enterrados en
jarrones mientras sus almas revoloteaban en el aire en forma de abejas (véase
39.S y 82.4).
4. Poliido es tanto el multiforme Zagreo (véase como
el semidiós Asclepio cuya hierba regeneradora parece haber sido el muérdago
(véase 50.2), o su equivalente de la Europa oriental, las plantas lorantáceas.
La leyenda babilonia de Gilgamesh es análoga a la resurrección de la serpiente.
Una serpiente le roba la hierba de vida eterna e inmediatamente muda la piel y
se rejuvenece; Gilgamesh, incapaz de recuperar la hierba, se resigna a morir.
Se la describe como parecida al ladierno o tamujo, planta que los griegos
tomaban como purgante antes de realizar sus misterios.
5. El acto de escupir blanco en la boca abierta de
Poliido recuerda otro acto análogo de Apolo cuando Casandra no le pagó por
haberle dado el don de la profecía; pero, en el caso de Casandra el resultado
no fue que ella perdiera ese don, sino que nadie le creía (véase 158.q).
6. Las diosas a las que Minos hacía sacrificios sin
las acostumbradas flautas y flores cuando se enteró de que su hijo había muerto
eran las Parias o Antiguas (véase 89.a), probablemente las Tres Parcas,
llamadas eufemísticamente las «Gracias». El mito se
ha convertido en una anécdota popular. La muerte de Androgeo es un recurso
utilizado para explicar la disputa cretense con Atenas (véase 98.c), basada,
quizás, en alguna tradición fuera de lugar de un asesinato cometido en Enoe.
7. Los dones oraculares del Glauco antedonio, su
nombre y sus amoríos, uno de los cuales fue con Escila (véase 170.t), indican
que era una personificación del poderío marítimo cretense. Tanto Minos (quien
recibía sus oráculos de Zeus) como Posidón, patrono de la confederación
cretense (véase 39.7), habían poseído a Escila (véase 91.2); y Antedón («el que
goza con las flores») era, al parecer, un título del héroe de la Flor de
Primavera cretense encarnado en todos los reyes minoicos difuntos (véase 85.2).
El rey Cnosos parece haber estado relacionado mediante casamientos sagrados con
todos los estados miembros de su confederación (véase 89.1); de aquí la
reputación amorosa de Glauco. Es probable que un representante de Cnosos
hiciera un recorrido anual por las dependencias de Creta al otro lado del mar,
al estilo de Talos (véase 92.7), dando a conocer los últimos edictos oraculares.
Délos era una isla cretense y quizás un centro de distribución de los oráculos
llevados desde la Cueva Dictea en Cnosos. Pero este Glauco se parece también a
Proteo, el dios marino oracular de la cretense Faros (véase 169.6), y a
Melicertes, el dios marítimo de Corinto, identificado con otro Glauco (véase
71.4). La hierba de Crono en la Edad de Oro puede haber sido la mágica herbé d'or de los druidas.
8. Plinio (Historia
natural xxl.14) y Nono (Dionisíacas
xxl-451-551) citan una versión del mito de Glauco tomada del historiador lidio
Janto, y se la conmemora en una serie de monedas de Sardis. Cuando el héroe
Tilón o Tilo («nudo» o «falo») fue mordido mortalmente en el tobillo por una serpiente
venenosa (véase 117.1) su hermana Moira («destino») apeló al gigante Damasen
(«sojuzgador»), quien lo vengó. Entonces otra serpiente trajo del bosque «la
flor de Zeus» y la puso en los labios de su compañera muerta, la cual volvió a
la vida. Moira siguió ese ejemplo y resucitó a Tilo del mismo modo.
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