martes, 30 de julio de 2013

91 Escila y Niso

a. Minos fue el primer rey que dominó el mar Mediterráneo, al que libró de piratas, y en Creta gobernó en noventa ciudades. Cuando los atenienses asesinaron a su hijo Androgeo decidió vengarse de ellos y recorrió el Egeo reuniendo barcos y reclutas armados. Algunos isleños accedieron a ayudarle, pero otros se negaron. Sifnos le fue entregada por la princesa Arne, a la que sobornó con oro, pero los dioses la metamorfosearon en una corneja que ama el oro y todas las cosas que brillan. Concluyó una alianza con los habitantes de Anafe, pero le desairó el rey Éaco de Egina y se marchó jurando venganza; Éaco accedió luego al llamamiento de Céfalo para que se uniera a los atenienses contra Minos.
b. Entretanto Minos asolaba el istmo de Corinto. Puso sitio a Misa, gobernada por el egipcio Niso, quien tenía una hija llamada Escila. En la ciudad había una torre construida por Apolo [¿y Posidón?] y a su pie se hallaba una piedra musical que, si se arrojaban desde arriba piedras sobre ella, sonaba como una lira, porque Apolo en una ocasión había dejado su lira en ella cuando trabajaba como albañil. Escila solía pasar mucho tiempo en lo alto de la torre en la piedra tocando melodías con los guijarros que le arrojaba; y subía allí a diario cuando comenzó la guerra para contemplar la lucha.
c. El sitio de Nisa se prolongó y Escila no tardó en conocer los nombres de todos los guerreros cretenses. Impresionada por la belleza, de Minos y por su magnífica vestimenta y su corcel blanco, se enamoró perversamente de él. Algunos dicen que Afrodita lo quiso así, y otros echan la culpa a Hera.
d. Una noche Escila se introdujo a hurtadillas en el dormitorio de su padre y le cortó el famoso mechón de oro del que dependían su vida y su trono; luego le quitó las llaves de la ciudad, abrió las puertas y salió. Fue directamente a la tienda de Minos y le ofreció el mechón de cabello a cambio de su amor. «¡Trato hecho!», exclamó Minos, y esa misma noche, después de entrar en la ciudad y saquearla, yació con Escila; pero no quiso llevarla a Creta, porque aborrecía el crimen de parricidio. Sin embargo, Escila nadó detrás de su barco y se asió a su popa hasta que el alma de su padre Niso se lanzó sobre ella en forma de águila pescadora con sus garras y su pico curvo. La aterrada Escila se soltó y se ahogó; su alma voló transformada en ciris, ave conocida por su pecho purpúreo y sus patas rojas. Pero algunos dicen que Minos ordenó que ahogaran a Escila, y otros que su alma se convirtió en el pez ciris, y no en el ave de ese nombre.
e. Nisa se llamó luego Megara, en honor de Megareo, hijo de Enope e Hipómenes; Megareo había sido aliado de Niso y se casó con su hija Ifínoe, y, según se dice, le sucedió en el trono.
f. Esta guerra se fue prolongando hasta que Minos, viendo que no podía subyugar a Atenas, rogó a Zeus que vengase la muerte de Androgeo; y en consecuencia toda Grecia fue castigada con terremotos y el hambre. Los reyes de varias ciudades-estados se reunieron en Delfos para consultar al oráculo, y recibieron instrucciones de hacer que Éaco ofreciera plegarias en su nombre. Hecho esto, los temblores de tierra cesaron en todas partes menos en Ática.
g. Entonces, los atenienses trataron de redimirse de la maldición sacrificando a Perséfone las hijas de Jacinto, a saber Antéis, Egléis, Litea y Ortea, en la tumba del cíclope Geresto. Las muchachas habían venido a Atenas procedentes de Esparta. Pero los temblores de tierra continuaban, y cuando los atenienses volvieron a consultar con el oráculo de Delfos se les dijo que dieran a Minos cualquier satisfacción que pudiera pedir; ésta resultó ser un tributo de siete jóvenes y siete doncellas que debían enviar cada nueve años a Creta para que los devorase el Minotauro.
h. Minos volvió entonces a Cnosos, donde sacrificó una hecatombe de toros en agradecimiento por su triunfo, pero su muerte se produjo en el noveno año.

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1. La base histórica del mito de Escila es, al parecer, una disputa entre los atenienses y sus señores cretenses no mucho antes del saqueo de Cnosos en 1400 a. de C. El mito mismo, que se repite casi exactamente en la fábula tafiana de Pterelao y Cometo, recuerda los de Sansón y Dalila en Filistia, y de Curoi, Blathnat y Cuchulain en Irlanda; Llew Llaw, Blodeuwedd y Gronw en Gales: todos ellos variaciones de un solo modelo. Se refiere a la rivalidad entre el rey sagrado y su heredero por el favor de la diosa Luna, la cual, en el solsticio de verano, corta al rey el cabello y le traiciona. La fuerza del rey reside en su cabello, porque representa al sol, y sus largos bucles amarillos son comparados con los rayos del astro. Dalila corta el cabello a Sansón antes de hacer entrar a los filisteos; Blathnat ata el de Curoi a un poste de la cama antes de llamar a su amante Cuchulain para que lo mate; Blodeuwedd ata el de Llew Llaw a un árbol antes de llamar a su amante Gronw. El alma de Llew Llaw toma la forma de un águila, y Blodeuwedd («aspecto de flor bella»), mujer hecha mágicamente con nueve flores diferentes, se metamorfosea en una lechuza, como quizás se metamorfosea también Escila en la leyenda griega original. Un cotejo de estos cinco mitos demuestra que Escila-Cometo-Blodeuwedd-Blathnat-Dalila es la diosa Luna en su aspecto primaveral como Afrodita Cometo («de cabello brillante»); en el otoño se transforma en lechuza, o en ciris, y se convierte en la diosa Muerte Atenea —que tenía muchas epifanías de aves, incluyendo la lechuza (véase 97.4)— o Hera, o Hécate. Su nombre Escila indica que el rey era descuartizado después de raparle la cabeza. Como en el mito de Llew Llaw, el castigo impuesto luego a la traidora es una adición moral posterior.
2. Ovidio (Arte de amar i.331) identifica esta Escila con una homónima a la que Afrodita transformó en un monstruo canino porque Posidón la había seducido (véase 16.2), y dice que introdujo perros feroces en su útero y sus lomos como castigo por haber cortado el cabello de Niso. Ovidio se equivoca raras veces en su mitología y quizá se refiera en este caso a la leyenda de que la maldición que Pasífae echó sobre Minos hizo que él llenase el útero de Escila con cachorros más bien que con serpientes, escorpiones y ciempiés, Pasífae y Anfítrite son la misma diosa de la Luna y el Mar; y Minos, como gobernante del Mediterráneo, se identificó con Posidón.
3. El sacrificio de las hijas de Jacinto en la tumba de Geresto puede referirse a los «jardines de Adonis» plantados en honor del rey condenado a muerte; como eran flores cortadas, se marchitaban en pocas horas. Pero Geresto era un cíclope pre-aqueo (véase 3.b), y según el Etymologicum Magnum (sub Geréstidas), sus hijas criaron al infante Zeus en Gortina; además, Gerestíón era una ciudad de Arcadia en la que Rea fajó a Zeus. Por lo tanto, las Hiacíntides eran probablemente las nodrizas y no las hijas de Jacinto, sacerdotisas de Ártemis que en Cnido tenían el título de «Hiacintotrofos» (nodriza de Jacinto») e identificables con las Geréstidas, pues el Zeus cretense que moría anualmente (véase 7.1) era indistinguible de Jacinto. Quizá, por lo tanto, el mito se refiere a cuatro muñecas que colgaban de un árbol frutal en flor y que estaban encaradas a los puntos cardinales de la brújula, en una ceremonia fertilizante de la «Ártemis Ahorcada» (véase 79.2 y 88.10).
4. Los siete jóvenes atenienses dedicados al Minotauro eran probablemente sustitutos sacrificados anualmente en lugar del rey de Cnosos. Se consideraría conveniente emplear víctimas extranjeras más bien que cretenses nativos, como sucedía con el ritual de la Crucifixión cananeo, en el cual, al final bastaban cautivos y criminales como sustitutos de Tammuz. «Cada nueve años» significa «al final de cada Gran Año de cien lunaciones». Después de haber sido sacrificados siete muchachos por el rey sagrado, moría él mismo (véase 81.8). Las siete doncellas atenienses no eran sacrificadas; quizás se convertían en ayudantes de la sacerdotisa de la Luna, y realizaban proezas acrobáticas en corridas de toros, como las que se ven en las obras de arte cretenses; era un deporte peligroso, pero no necesariamente fatal.
5. Un instrumento de piedras musicales puede haber existido en Megara según el modelo de un xilófono; no sería difícil fabricarlo. Pero acaso se trate aquí de un recuerdo de la estatua cantante de Memnón en Egipto: hueca, con un orificio en el fondo de la boca abierta, a través del cual pasaba el aire caliente al amanecer cuando el sol calentaba la piedra (véase 164.2).

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