a. Cuando Teseo sucedió a su padre Egeo en el trono
de Atenas reforzó su soberanía ejecutando a casi todos sus adversarios, con
excepción de Palante y el resto de sus cincuenta hijos. Algunos años después
dio muerte también a éstos como medida de precaución, y, cuando se le acusó de
homicidio ante el tribunal de Apolo el Delfín, alegó el pretexto sin
precedentes de «homicidio justificable», lo que le valió la absolución. Le
purificaron de la sangre derramada en Trecén, donde reinaba su hijo Hipólito, y
pasó allí un año entero. A su regreso sospechó que un hermanastro, llamado
también Palante, le era desleal y lo desterró inmediatamente. Palante fundó
luego Palantio en la Arcadia, aunque algunos dicen que lo había hecho Palante,
el hijo de Licaón, poco después del diluvio de Deucalión.
b. Teseo demostró ser un gobernante observante de la
ley, e inició la política de federalización, que fue la base del posterior
bienestar de Atenas. Hasta entonces Ática había estado dividida en doce
comunidades, cada una de las cuales manejaba sus propios asuntos sin consultar
al rey de Atenas salvo en momentos de emergencia. Los eleusinos incluso
llegaron a declarar la guerra a Erecteo y abundaban otras querellas intestinas.
Si esas comunidades habían de renunciar a su independencia, Teseo tenía que acercarse
a cada clan y familia por turno, y eso fue lo que hizo. Encontró a los
labradores acomodados y a los siervos dispuestos a obedecerle, y convenció a la
mayoría de los grandes terratenientes para que aceptaran su plan prometiéndoles
abolir la monarquía y sustituirla por la democracia, aunque él seguiría siendo
general en jefe y juez supremo. Aquellos a quienes no convencieron los argumentos
expuestos por él al menos respetaron su fuerza.
c. Así se dio a Teseo poder para disolver los
gobiernos locales, después de convocar a sus delegados en Atenas, donde les proporcionó
una Sala de Consejo y un Tribunal, que todavía existen hoy día. Pero se abstuvo
de inmiscuirse en las leyes de la propiedad privada. Luego unió los suburbios
con la ciudad propiamente dicha, que hasta entonces se componía únicamente de
la Acrópolis y sus dependencias inmediatas al sur, incluyendo los antiguos
templos de Zeus Olímpico, Apolo Pitio, la Madre Tierra, Dioniso de los Pantanos
y el Acueducto de los Nueve Manantiales. Los atenienses todavía llaman a la
Acrópolis «la ciudad».
d. Llamó cambien al día 16 del mes de Hecatombeón
[julio] Día de la Federación, y organizó un festival público en honor de Atenea;
en ese día se ofrece un sacrificio incruento a la Paz. Cambió el nombre de los
Juegos Atenienses celebrados ese día por el de Panateneos, con lo que los abrió
para todo el país de Ática; y también instituyó el culto de Afrodita Federal y
de la Persuasión. Luego renunció al trono, como había prometido, y dio al Ática
su nueva constitución, y bajo el mejor de los auspicios, pues el oráculo de
Delfos profetizó que Atenas surcaría los mares tormentosos con la seguridad de
un odre.
e. Para ampliar
la ciudad todavía más, Teseo invitó a todos los extranjeros dignos a que se
hicieran sus con ciudadanos. Sus heraldos, que recorrían toda Grecia, empleaban una
fórmula que se utiliza todavía, a saber: «Venid acá todos, oh pueblo.» Grandes
multitudes afluyeron inmediatamente a Atenas y él dividió a la población del
Ática en tres clases: los eupátridas, o sea «los que merecen bien de su
patria»; los georges o «labradores», y los demiurgos o «artesanos». Los
eupátridas se encargaban de los asuntos religiosos, proporcionaban los
magistrados, interpretaban las leyes y encarnaban la dignidad suprema; los
georges cultivaban la tierra y constituían la columna vertebral del Estado; los
demiurgos, con mucho la clase más numerosa, aportaban artesanos tan variados
como adivinos, cirujanos, heraldos, carpinteros, escultores y reposteros.
Así Teseo se convirtió en el primer rey que instituyó una república, que es por
lo que Homero, en el Catálogo de las
naves, llama solamente a los atenienses pueblo soberano; y su Constitución siguió
en vigor hasta que se apoderaron del poder los tiranos. Sin embargo, algunos
niegan que sea cierta esta tradición; dicen que Teseo siguió reinando como
anteriormente y que, después de la muerte del rey Menesteo, que condujo a los
atenienses contra Troya, su dinastía se mantuvo durante tres generaciones.
f. Teseo, el
primer rey ateniense que acuñó dinero, imprimió en sus monedas la imagen de un
toro. No se sabe si representaba al toro de Posidón o a Tauro, el general de
Minos, o si simplemente con ello estimulaba la agricultura, pero su sistema
monetario fue causa de que el valer legal se citase en función de «diez bueyes»
o «cien bueyes», durante mucho tiempo. Emulando a Heracles, quien había
designado a su padre Zeus patrono de los Juegos Olímpicos, Teseo designó a su
padre Posidón patrono de los Juegos ístmicos. Hasta entonces el dios así
honrado había sido Melicertes, hijo de Ino, y los juegos, que se realizaban de
noche, habían sido misterios, más bien, que un espectáculo público. A continuación
Teseo defendió el derecho ateniense a la soberanía de Megara, y luego reunió a
los delegados del Peloponeso en el istmo y les indujo a que resolvieran una
vieja disputa fronteriza con sus vecinos jonios. En un lugar aceptado por ambas
partes erigió la célebre columna con una inscripción en el lado oriental que decía:
«Esto no es ya el Peloponeso, sino Jonia», y otra en el lado occidental que
decía: «Esto no es ya Jonia, sino el Peloponeso». También obtuvo el
consentimiento de los corintios para que los atenienses ocuparan el lugar de
honor en los Juegos ístmicos; ese lugar consistía en tanto terreno como el que
cubría la vela de la nave que los había llevado.
*
1. El elemento mítico de la fábula de Teseo se
mezcla aquí con lo que pretende ser la historia constitucional de Atenas; pero
la federalización del Ática está fechada con varios siglos de anticipación; y
las reformas democráticas de Teseo son propaganda del siglo v, inventadas probablemente por
Clístenes. Las reformas legales hechas durante la última monarquía judía fueron
atribuidas de igual modo a Moisés por los redactores del Pentateuco.
2. Los bueyes constituían el patrón del valor en la
antigua Grecia, Italia e Irlanda, como lo constituyen todavía en las tribus
pastoriles atrasadas del África Oriental, y los atenienses no acuñaron monedas
hasta cerca de quinientos años después de la guerra de Troya. Pero es cierto
que en los lingotes de cobre cretenses de un peso fijo se estampaba
oficialmente una cabeza de toro o un becerro recostado (Sir Arthur Evans: Minóan Weights and Médiums of Currency
p. 335); y que los butades de Atenas, que parecen haber sido en gran parte
responsables por la evolución del mito de Teseo, pueden, haber tenido presente
esta tradición cuando acuñaron moneda en la que estaba estampada la cabeza de
buey, la divisa de su clan.
3. La división del Ática en doce comunidades tiene
su análoga en un arreglo parecido hecho en el delta del Nilo y, en Etruria, y
en la distribución del territorio cananeo conquistado entre las doce tribus de
Israel; en cada caso el número puede haber sido elegido para permitir el
traspaso mensual de la monarquía de una tribu a otra. Los griegos de la edad
heroica no distinguían entre asesinato y homicidio sin premeditación; en ambos
casos había que pagar un precio de sangre al clan de la víctima, y el matador
cambiaba luego su nombre y abandonaba la ciudad para siempre. Así Telamón y
Peleo siguieron siendo muy bien considerados por los dioses después de su
traicionero asesinato de Foco (véase 81.b); y Medea mató a Apsirto sin
contrariar a sus nuevos súbditos corintios(véase 153a y 156a). En Atenas, no
obstante, en el período clásico, el asesinato premeditado (phonos) implicaba la pena de muerte; el homicidio sin premeditación
(akousia), la de destierro, y la ley
obligaba al clan a inciar proceso. Phonos
hekousios (homicidio justificable) y phonos
akousios (homicidio excusable) eran refinamientos posteriores que
probablemente introdujo Dracón en el siglo vii
a. de C.; éste último sólo exigía la expiación por medio de la purificación
ritual. Los mitógrafos, no han comprendido que Teseo evitó el destierro
permanente por el asesinato de los Palántidas sólo exterminando a todo el clan,
como hizo David con la «Casa de Saúl». Un año de ausencia en Trézena bastó para
librar a la ciudad de la mancilla causada por el asesinato.
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