domingo, 24 de marzo de 2019

La cruz de Caravaca

En la iglesia de la Vera Cruz de Caravaca, Murcia, se conserva una cruz de forma
patriarcal, elaborada con pedazos de la auténtica madera empleada en el suplicio y
muerte de Cristo, cuya aparición milagrosa dio origen a la erección del templo. La
iglesia se encuentra dentro del castillo, que fue templario, aunque sus cimientos
sirvieron antes de asentamiento a una fortaleza árabe.
En el año 1231, cuando en Castilla reinaba Fernando III y en Aragón Jaime I, en
la España musulmana, desaparecido el califato de Córdoba, el poder estaba dividido
en más de veinte reinos, y era rey de Murcia Abu Zeit.
Con ocasión de las escaramuzas libradas contra los cristianos, y contra los otros
reinos árabes, o por puras razones de policía, en la mazmorra de la fortaleza de
Caravaca había muchos presos, y un día el rey Abu Zeit se dispuso a identificarlos,
para conocer la condición de cada uno y calcular el rescate que podía pedir por la
liberación de los más notables. Uno de los cautivos era un sacerdote llamado
Chirinos, que había sido encarcelado por recorrer el reino predicando la doctrina
cristiana.
Abu Zeit era buen creyente musulmán y sabía que Alá y Dios son el mismo ser, y
también que Jesucristo había sido un profeta de Dios. Después de saber su profesión,
llamó a Chirinos a sus aposentos y tuvo con él una larga plática sobre la religión
cristiana y los ritos que en ella se celebraban, que nunca había presenciado, y el
significado que los creyentes cristianos les daban.
Las explicaciones del cura Chirinos fueron tan precisas que Abu Zeit sintió crecer
su curiosidad, y le propuso al cura que celebrase una misa, para que él pudiese
comprender con certeza lo que aquél le contaba. El cura le aseguró que lo haría
gustoso, pero que le faltaban los objetos litúrgicos y las vestimentas apropiadas. El
rey ordenó entonces que le indicase cuáles eran tales objetos y vestiduras, que él se
ocuparía de conseguirlas, y el cura se lo dijo.
Unos días después, los emisarios que el rey Abu Zeit había enviado en busca de
lo necesario para la misa llegaron con ello, y el cura Chirinos tuvo que preparar un
pequeño altar y revestirse para la misa. Y estaban ya encendidas las velas
sacramentales, y todo dispuesto para comenzar la ceremonia, cuando descubrió que,
por inadvertencia suya o por descuido de los encargados, faltaba la cruz que debía
presidir el altar. Así se lo hizo saber al rey árabe, que unos pasos más atrás
contemplaba los preparativos en silencio.
En aquel mismo momento, un fuerte resplandor iluminó la estancia desde una de
las ventanas superiores del muro e inmediatamente descendió, sostenida por dos
ángeles, hasta posarse en el altar, la cruz que Chirinos necesitaba para decir su misa.
El milagro fue doble, pues la cruz era la que había pertenecido a santa Helena, la
madre del emperador Constantino, y que tras largas vicisitudes había llegado a poder
de Federico II Hohenstaufen, emperador de Alemania y rey de Sicilia, que por
incumplir la promesa de tomar parte en la santa cruzada fue excomulgado por el papa
Inocencio IV. Una de las consecuencias de la excomunión fue que la sagrada cruz
desapareció de sus manos para ser trasladada en aquel mismo momento a la misa del
cura Chirinos.
Abu Zeit se convirtió y fue bautizado con el nombre de Vicente Bellvís.

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