domingo, 24 de marzo de 2019

El Santo Grial

El propio Wagner, al localizar el escenario del castillo de Montsalvat, donde se
encontraba el Santo Grial o Graal, la milagrosa copa capaz de conceder la
inmortalidad, que utilizó Jesucristo en la Última Cena y en la que José de Arimatea
recogió su sangre cuando estuvo en la cruz, aludió a las «montañas septentrionales de
la España gótica». Apenas hay dudas de que ese lugar es San Juan de la Peña. Y
parece que Anfortas, el «rey pescador» de la leyenda artúrica, no sería otro que
Alfonso I el Batallador, en quien al parecer se cumplen todas y cada una de las
características del rey del Grial, incluso la de haber contraído matrimonio con una
princesa orgullosa —que sería la leonesa doña Urraca— y no dejar descendencia.
Como se sabe, el Santo Grial había sido trasladado a Roma por san Pedro, para
que sirviese de cáliz en la primera sede episcopal del cristianismo. Durante la cruel
persecución de Valeriano, que pretendía hacerse con todos los tesoros de la iglesia, el
papa Sixto, antes de ser martirizado, encargó al diácono Lorenzo que guardase bien el
Grial. Lorenzo, que era de Huesca, lo envió secretamente a su ciudad natal.
La invasión árabe obligó al obispo Acisclo a huir de Loreto, Huesca, con la
sagrada reliquia, que estuvo escondida en una cueva, antes de pasar por varios
monasterios pirenaicos, y llegar, a principios del siglo XI, a la catedral de Jaca. Un
obispo trasladó el Grial desde Jaca a San Juan de la Peña, y en San Juan de la Peña
permanecía la reliquia cuando pasó por allí el caballero Parsifal, aunque no llegó a
verlo por carecer de los méritos necesarios.
A finales del siglo XIV, el rey Martín el Humano se llevó el Grial a Zaragoza,
donando a cambio un precioso cáliz a San Juan de la Peña. La reliquia pasaría más
tarde a la capilla real de Barcelona, pero el rey Alfonso V la trasladaría a Valencia, y
Juan II se la entregaría al cabildo catedralicio de la misma ciudad, que le consagró
una capilla especial y es su actual depositario.
También hay quien señala que el Grial de Valencia no es el verdadero, pues el
caballero Parsifal, tras haberse purificado en las cruzadas, habría regresado a San
Juan de la Peña para hacerse con el sagrado vaso, que habría trasladado a algún lugar
de Oriente, donde ha de quedar oculto por los siglos de los siglos, hasta el fin de los
tiempos.

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