a. Es materia de discusión si Medea persuadió a Egeo
para que enviara a Teseo contra el feroz toro blanco de Posidón, o si fue
después de la expulsión de Medea de Atenas cuando Teseo emprendió la
destrucción de ese monstruo que respiraba fuego, con la
esperanza de congraciarse más con los atenienses. Llevado por Heracles desde
Creta, dejado en libertad en la llanura de Argos y arrojado desde allí a través
del istmo hasta Maratón, el toro había matado a centenares de hombres entre las
ciudades de Probalinto y Tricorinto, incluyendo, según dicen algunos a
Androgeo, el hijo de Minos. Sin embargo, Teseo se asió a los cuernos mortíferos
y arrastró al toro en triunfo a lo largo de las calles de Atenas, subiendo por
la ladera empinada hasta la Acrópolis, donde lo sacrificó a Atenea o a Apolo.
b. Cuando se acercaba a Maratón, Teseo había sido
recibido hospitalariamente por una solterona vieja y pobre llamada Hecalé, o
Hecalene, quien prometió un carnero a Zeus si él volvía ileso. Pero ella murió
antes de su regreso y él instituyó los ritos Hecalesios para honrarles a ella y
a Zeus Hecalio, ritos que todavía se realizan. Como Teseo no era más que un
niño en ese tiempo, Hecalé le había acariciado con carantoñas infantiles, y en
consecuencia se la llama comúnmente con el diminutivo de Hecalene, más bien que
Hecalé.
c. En
compensación por la muerte de Androgeo, Minos ordenó que los atenienses
enviaran siete muchachos y siete doncellas cada nueve años —es decir a la
terminación de cada Gran Año— al Laberinto de Creta, donde esperaba el
Minotauro para devorarlos. Este Minotauro, que se llamaba Asterio, o Asterión,
era el monstruo con cabeza de toro que Pasífae había tenido con el toro blanco. Poco después de la llegada
de Teseo a Atenas venció la fecha del tributo por tercera vez, y sintió tanta
lástima por los padres cuyos hijos podían ser elegidos por sorteo que él mismo
se ofreció como una de las víctimas, a pesar de las fervorosas tentativas que
hizo Egeo para disuadirle. Pero algunos dicen que le tocó ir por sorteo. Según
otros, el rey Minos fue personalmente con una gran flota a elegir las víctimas,
y su mirada recayó en Teseo, quien, aunque era natural de Trecén y no de
Atenas, se ofreció voluntariamente a ir, con la condición de que si vencía al
Minotauro sin armas se anularía el tributo.
d. En las dos ocasiones anteriores el barco que
conducía las catorce víctimas llevaba velas negras, pero Teseo confiaba en que
los dioses le ayudarían, y por tanto Egeo le dio una vela blanca para que la
izase a su regreso en señal de buen éxito; aunque algunos dicen que era una
vela roja, teñida con jugo de coscoja.
e. Una vez realizado el sorteo en el Tribunal de
Justicia, Teseo llevó a sus compañeros al Delfinio, donde hizo por ellos a
Apolo la ofrenda de un ramo de olivo sagrado, coronado con una banderola de
lana blanca. Las catorce madres llevaron provisiones para el viaje y relataron
a sus hijos fábulas y cuentos heroicos para animarlos. Pero Teseo reemplazó a
dos de las doncellas con un par de muchachos afeminados que poseían un valor y
una presencia de ánimo extraordinarios. Ordenó a éstos que tomaran baños
calientes, evitaran los rayos del sol, se perfumasen el cabello y el cuerpo con
ungüentos y se ejercitasen en hablar, hacer gestos y caminar como las mujeres.
Así podía engañar a Minos haciéndolos pasar por doncellas.
f. Féax, el
antepasado de los feacios, entre los cuales se hallaba Odiseo, iba como piloto
en la proa de la nave de treinta remos en la que navegaron, porque ningún
ateniense conocía todavía el arte de la navegación. Algunos dicen que el
timonel era Ferecló, pero es probable que tengan razón los que le llaman
Nausítoo, pues Teseo, a su regreso, erigió monumentos a Nausítoo y Féax en Falero,
el puerto de partida; y el Festival de los Pilotos local se celebra
conjuntamente en honor de los dos.
g. El oráculo de Delfos había aconsejado a Teseo que
llevara a Afrodita como guía y compañera en el viaje. En consecuencia le
ofreció un sacrificio en la playa, y he aquí que la víctima, una cabra, se
convirtió al morir en macho cabrío. Este prodigio mereció a Afrodita el titulo
de Epitragia.
h. Teseo se hizo a la mar el día 6 del mes Muniquión
[abril]. Todos los años en esa fecha los atenienses siguen enviando vírgenes al
Delfinio para propiciar a Apolo, porque Teseo omitió el hacerlo antes de
partir. El desagrado del dios se puso de manifiesto en forma de una tormenta
que obligó a Teseo a refugiarse en Delfos y a ofrecer allí los sacrificios
olvidados.
i. Cuando la nave llegó a Creta algunos días
después, Minos bajó al puerto para contar las víctimas. Se enamoró de una de
las doncellas atenienses —no hay acuerdo sobre si era Peribea (la que fue luego
madre de Ayas), o Eribea, o Ferebea, pues las tres tenían nombres parecidos— y
la habría poseído allí mismo si Teseo no hubiera protestado diciendo que era su
deber, como hijo de Posidón, defender a las vírgenes contra los ultrajes de los
tiranos. Minos, riendo lascivamente, replicó que no se sabía que Posidón
hubiera mostrado nunca un respeto delicado por ninguna de las vírgenes de las
que se encaprichaba.
—¡Ja, ja! —exclamó—. Demuestra
que eres un hijo de Posidón devolviéndome esta chuchería.
Y diciendo eso arrojó su sello de
oro al mar.
—Demuestra tú primero que eres un hijo de Zeus —replicó Teseo.
j. Minos lo hizo. A su ruego: «¡Escúchame, Padre
Zeus!», respondieron inmediatamente un relámpago y un trueno. Sin más rodeos,
Teseo se sumergió en el mar, donde un gran cardumen de delfines le acompañó
honorablemente hasta el palacio de las Nereidas. Algunos dicen que la nereida
Tetis le dio entonces la corona enjoyada, el regalo de boda de Afrodita que más
tarde llevaría Ariadna; otros, que fue la propia Anfitrite, diosa del Mar quien
se la entregó, y que envió a las nereidas nadando en todas las direcciones en
busca del anillo de oro. Fuera como fuese, cuando Teseo salió del mar llevaba
consigo tanto el anillo como la corona, según ha constatado Micón en su pintura
en la tercera pared del templo de Teseo.
k. Afrodita había acompañado
ciertamente a Teseo pues, no sólo Peribea y Ferebea invitaron al héroe
caballero a sus lechos sin que fueran desairadas, sino que, además, la hija de
Minos, Ariadna, se enamoró de él a primera vista. «Te ayudaré a matar a mi
hermanastro, el Minotauro —le prometió en secreto— si puedo volver a Atenas
contigo como tu esposa.» Teseo aceptó de buena gana ese ofrecimiento y le
prometió casarse con ella. Ahora bien, Dédalo, antes de salir de Creta, había
dado a Ariadna un ovillo de hilo mágico y le dio instrucciones sobre la manera
de entrar y salir del Laberinto. Debía abrir la puerta de entrada y atar al
dintel el extremo suelto del hilo; el ovillo iría desenredándose y disminuyendo
a medida que avanzase, tortuosamente y dando muchas vueltas, hacia el recinto
más recóndito donde se alojaba el Minotauro. Ariadna entregó ese ovillo a Teseo
y le dijo que siguiera el hilo hasta que llegara adonde dormía el monstruo, al
que debía asir por el cabello y sacrificar a Posidón. Luego podría volver siguiendo
el hilo, que iría enrollando y formando de nuevo el ovillo.
l. Esa misma noche Teseo hizo lo que se le había
dicho, pero es motivo de mucha discusión si mató al Minotauro con una espada
que le dio Ariadna, o con sus manos desarmadas, o con su célebre clava. En un
friso esculpido de Amicle aparece el Minotauro atado y conducido en triunfo por
Teseo a Atenas, pero ésta no es la fábula que se acepta generalmente.
m. Cuando Teseo salió del Laberinto, salpicado con
sangre, Ariadna le abrazó apasionadamente y condujo al puerto a todo el grupo
ateniense. Pues, entretanto, los dos muchachos de aspecto afeminado habían
matado a los guardias del alojamiento de las mujeres y puesto en libertad a las
víctimas doncellas. Todos ellos embarcaron sigilosamente en su nave, en la que
les esperaban Nausítoo y Féax, y se apresuraron a alejarse remando. Pero aunque
Teseo había desfondado previamente los cascos de varias naves cretenses para
impedir la persecución, se dio la alarma y se vio obligado a librar un combate
naval en el puerto antes de escapar, afortunadamente sin pérdidas, a cubierto
de la oscuridad.
n. Algunos días más tarde,
después de desembarcar en la isla llamada entonces Día y ahora Naxos, Teseo
dejó a Ariadna dormida en la playa y se hizo nuevamente a la mar. El motivo por
el que actuó así será siempre un misterio. Algunos dicen que la abandonó en
favor de una nueva amante, Eglé, hija de Panopeo; otros dicen que mientras le
detenían en Día vientos contrarios reflexionó sobre el escándalo que causaría
en Atenas la llegada de Ariadna. Y no faltan quienes
afirman que Dioniso se le apareció a Teseo en un sueño y le exigió
amenazadoramente que le entregase a Ariadna, y que cuando despertó Teseo y vio
que la flota de Dioniso se disponía a atacar Dia, levó anclas presa de un
terror súbito, y un hechizo de Dioniso le hizo olvidar su promesa a Ariadna e
incluso su existencia misma.
o. Sea cual fuere la verdad, los sacerdotes de
Dioniso en Atenas afirman que cuando Ariadna se encontró en la costa desierta
irrumpió en amargos lamentos, recordando cómo había temblado mientras Teseo se
disponía a dar muerte a su monstruoso hermanastro; cómo había hecho votos
silenciosos por su buen éxito; y cómo, por el amor que le tenía, había
abandonado a sus padres y su patria. Invocó al universo entero para que la
vengase y el Padre Zeus asintió con un movimiento de cabeza. Luego, amable y bondadosamente,
Dioniso, con su alegre séquito de sátiros y ménades, acudió en socorro de
Ariadna. Se casó en seguida con. ella y le puso en la cabeza la corona de
Tetis, y ella le dio muchos hijos. De ellos sólo a Toante y
Enopión se los llama a veces hijos de Teseo. La corona, que Dioniso puso más
tarde entre las estrellas como la Corona Boreal, había sido hecha por Hefesto
con oro ardiente y gemas rojas de la India colocadas en forma de rosas.
p. Sin embargo, los cretenses se
niegan a admitir que existiera alguna vez el Minotauro, o que Teseo conquistara
a Ariadna por medios clandestinos. Describen el Laberinto como solamente una
prisión bien vigilada en la que se mantenía a los jóvenes y las doncellas
atenienses preparados para los juegos fúnebres de Androgeo. Algunos eran
sacrificados en su tumba; otros eran entregados como esclavos a los ganadores
de los premios. Sucedía que el cruel y arrogante Tauro, general de Minos,
obtenía todos los premios un año tras otro, pues ganaba todos los juegos en los
que tomaba parte, con gran disgusto de sus rivales. Además había perdido la
confianza de Minos porque circulaba el rumor de que tenía un amorío adúltero
con Pasífae, con la connivencia de Dédalo, y uno de los hijos mellizos de ella
se parecía mucho a él. En consecuencia, Minos accedió de buena gana al pedido
de Teseo de que le concediera el privilegio de luchar cuerpo a cuerpo con
Tauro. En la antigua Creta asistían a los juegos tanto las mujeres como los
hombres, y Ariadna se enamoró de Teseo cuando tres veces seguidas le vio lanzar
al campeón sobre su cabeza y clavar sus hombros en la tierra. El espectáculo
proporcionó a Minos casi la misma satisfacción; otorgó a Teseo el premio, lo
aceptó como su yerno y anuló el cruel tributo.
q. Una canción beocia tradicional confirma esta
tradición de que no todas las víctimas eran sacrificadas. Explica que los cretenses
enviaban a Delfos la ofrenda de sus primogénitos, en su mayoría hijos de
esclavos atenienses cretanizados. Los delfianos, sin embargo, no podían
soportar esa carga sobre los recursos de su pequeña ciudad y por lo tanto los
enviaron a que fundasen una colonia en Yapigia, Italia. Posteriormente se
establecieron en Beocia, Tracia, y la exclamación nostálgica de las doncellas botienas:
«¡Oh, dejadnos volver a Atenas!» es un recuerdo constante de su origen.
r. Los chipriotas y otros ofrecen un relato
completamente distinto. Dicen que Minos y Teseo convinieron en jurar que ningún
barco —con excepción del Argo, al
mando de Jasón, quien tenía la misión de librar el mar de piratas— podría navegar por Aguas griegas con más de cinco
tripulantes. Cuando Dédalo huyó de Creta a Atenas, Minos violó su pacto al
perseguirlo con barcos de guerra, y así se ganó la ira de Posidón, que había
sido testigo del juramento, y desencadenó una tempestad que lo llevó a morir en
Sicilia. El hijo de Minos, Deucalión, heredó la querella y amenazó con que si
los atenienses no entregaban a Dédalo daría muerte a todos los rehenes que le
había dado Teseo al concluir el pacto. Teseo replicó que Dédalo era pariente
consanguíneo suyo y preguntó apaciblemente si no se podía llegar a alguna
transacción. Cambió varias cartas sobre el asunto con Deucalión, pero entretanto
construía barcos en secreto, algunos en Tumátidas, un puerto lejos del camino
público, y otros en Trecén, donde Piteo tenía un astillero del que nada sabían
los cretenses. Al cabo de uno o dos meses se hizo a la mar su flotilla, al
mando de Dédalo y otros fugitivos de Creta; y los cretenses, tomando equivocadamente
a las naves que se acercaban por parte de la flota perdida de Minos, les
hicieron un gran recibimiento. En consecuencia, Teseo se apoderó del puerto sin
oposición, y fue directamente a Cnosos, donde dominó a los guardias de
Deucalión y mató al propio Deucalión en una habitación interior del palacio. El
trono de Creta pasó entonces a Ariadna, con quien Teseo llegó generosamente a
un acuerdo; ella le entregó los rehenes atenienses y se concluyó un tratado de
amistad perpetua entre las dos naciones, sellado por la unión de las dos
coronas, pues, en efecto, Ariadna se casó con Teseo.
s. Tras largos festejos, partieron juntos apara
Atenas, pero una tempestad los llevó a Chipre. Allí Ariadna, quien ya estaba
encinta de Teseo y temía que el mareo le hiciera abortar, pidió que la
desembarcaran en Amatunte. Se hizo eso, pero apenas había vuelto Teseo a su
nave cuando un viento violento obligó a toda la flota a volver a hacerse a la
mar. Las mujeres de Amatunte trataron a Ariadna bondadosamente, consolándola
con
cartas que fingían haberse recibido de Teseo, quien
estaba reparando su nave en la costa de una isla cercana; y cuando murió de
sobreparto la enterraron suntuosamente. En Amatunte muestran todavía la tumba
de Ariadna, en un bosquecillo consagrado a ella como Aridela. Teseo, cuando
volvió de la costa de Siria, se afligió mucho al enterarse de que había muerto
y dotó a su culto con una gran cantidad de dinero. Los chipriotas celebran
todavía el festival de Ariadna el día 2 de septiembre, cuando un joven se
acuesta en su tumba y finge ser una mujer con dolores de parto; y adoran dos
estatuillas de ella, una de plata y la otra de bronce, que les dejó Teseo.
Dicen que Dioniso, lejos de casarse con Ariadna, estaba indignado porque ella y
Teseo habían profanado su gruta de Naxos, y se quejó a Ártemis, quien le dio
muerte cuando estaba de parto con flechas despiadadas; pero algunos dicen que
ella se ahorcó por temor a Ártemis.
t. Para resumir la historia de Teseo: desde Naxos
navegó a Délos, y allí hizo sacrificios a Apolo y realizó juegos atléticos en
su honor. Fue entonces cuando introdujo la nueva costumbre de coronar al
vencedor con hojas de palmera y poner un tallo de palmera en su mano derecha.
También dedicó prudentemente al dios una pequeña imagen de madera de Afrodita,
obra de Dédalo, que Ariadna había llevado de Creta y dejado en su nave, y que
podía haber sido objeto de comentarios cínicos por parte de los atenienses.
Esta imagen, que todavía se exhibe en Délos, descansa sobre una base cuadrada
en vez de pies y está constantemente enguirnaldada.
u. Un altar con cuernos se alza junto al lago
redondo de Délos. Lo construyó personalmente Apolo cuando sólo tenía cuatro
años de edad, con los cuernos compactamente unidos de innumerables cabras que
había matado Ártemis en el monte Cinto; ésa fue su primera
proeza arquitectónica. Los cimientos del altar y las paredes que lo encierran
están hechas también completamente con cuernos, todos ellos tomados del mismo
lado de las víctimas, pero se discute si del izquierdo o del derecho. Lo que hace que la obra
figure entre las siete maravillas del mundo es que no se empleó en la
construcción mortero ni ningún otro coligativo. Alrededor de ese altar —o,
según otra versión, alrededor de un altar de Afrodita en el que se había puesto
la imagen dedálica— bailaron Teseo y sus compañeros la danza llamada la Grulla,
que consiste en evoluciones laberínticas realizadas con pasos mesurados con
acompañamiento de arpas. Los delios bailan todavía esa danza que llevó Teseo de
Cnosos, Dédalo había construido allí para Ariadna una pista de baile en la que
estaba marcado en relieve de marmol blanco un laberinto copiado del egipcio.
Cuando Teseo y sus compañeros bailaron la Grulla en Cnosos fue la primera ocasión
en que hombres y mujeres danzaron juntos. La gente chapada a la antigua,
especialmente los marineros, conservan la misma danza en muchas ciudades de
Grecia y del Asia Menor, lo mismo que los niños en la campiña italiana, y
constituye la Base de los fuegos de Troya.
v. Ariadna no tardó en vengarse
de Teseo. Bien fuera por la aflicción que sentía por haberla perdido, o bien
por la alegría que le produjo ver la costa de Ática, de la que le habían
mantenido apartado vientos prolongados, olvidó su promesa de izar la vela
blanca. Egeo, que le esperaba en
la Acrópolis, en el lugar donde se alza ahora el Templo de la Victoria sin
Alas, divisó la vela negra, se desmayó, cayó de cabeza al valle de abajo y
murió Pero algunos dicen que se arrojó deliberadamente al mar, que desde
entonces se llama Egeo.
w. Teseo no fue informado de ese doloroso accidente
hasta que terminó los sacrificios prometidos a los dioses por su feliz regreso;
luego enterró a Egeo y le honró con un altar de héroe. El día 8 del mes
Pianepsión [octubre], la fecha de su regreso de Creta, los atenienses leales
bajan en gran número a la costa con ollas, en las que cuecen diferentes clases
de habichuelas para recordar a sus hijos que Teseo, habiéndose visto obligado a
dar a sus tripulantes raciones muy pequeñas, coció sus restantes provisiones en
una olla tan pronto como desembarcó y llenó con ellas por fin los estómagos
vacíos de los atenienses. En este mismo festival de acción de gracias se
entonan cánticos para celebrar la terminación del hambre y se lleva un ramo de
olivo envuelto en lana blanca y del que cuelgan las primicias de diversos
frutos, para conmemorar el que dedicó Teseo antes de partir. Como era la
estación de la cosecha, Teseo instituyó también el Festival de las Cepas, en
agradecimiento a Atenea y Dioniso, quienes se le aparecieron en Naxos, o bien
en honor de Dioniso y Ariadna. Los dos portadores de las cepas representan a
los dos jóvenes que Teseo llevó a Creta disfrazados de doncellas y que
caminaban a su lado en el desfile triunfal que se realizó después de su
regreso. Catorce mujeres llevan provisiones y toman parte en este sacrificio;
representan a las madres de las víctimas salvadas, y su tarea consiste en
recitar fábulas y mitos antiguos, como hicieron también esas madres antes de
que zarpara el barco.
x. Teseo dedicó
un templo a Ártemis Salvadora en la plaza del mercado de Trecén; y sus
conciudadanos le honraron con un templete cuando todavía vivía. Las familias
que estaban obligadas a pagar el tributo a Creta se encargaron de aportar las
víctimas necesarias para los sacrificios, y Teseo concedió su sacerdocio a los
Fitálidas en agradecimiento por su hospitalidad. La nave en que fue a Creta ha
hecho desde entonces un viaje de ida y vuelta a Délos, pero la han reparado y
recompuesto tantas veces que los filósofos la citan como un ejemplo cuando
discuten el problema de la identidad continua.
*
1. Grecia se cretanizó hacia el final del siglo xviii a. de C, probablemente por una
aristocracia helena que se había apoderado del poder en Creta una o dos generaciones
antes y había iniciado allí una cultura nueva. El relato claro y sencillo de la
incursión de Teseo en Cnosos, citado por Plutarco tomándolo de Cleidemo, parece
razonable. Describe una rebelión de los atenienses contra un señor cretense que
había tomado rehenes como garantía de su buena conducta; la construcción
secreta de una flotilla, el saqueo de la ciudad abierta de Cnosos durante la
ausencia del grueso de la flota cretense en Sicilia, y un subsiguiente tratado
de paz ratificado por el casamiento del rey de Atenas con Ariadna, la heredera
cretense. Estos acontecimientos, que apuntan más o menos al año 1400 a. de C.,
tienen su paralelo en el relato mítico: Se exige a Atenas un tributo de jóvenes
y doncellas en compensación por el asesinato de un príncipe cretense. Teseo, al
matar astutamente al Toro de Minos, o al vencer al principal jefe militar de
Minos en una lucha, libera a los atenienses de ese tributo, se casa con
Ariadna, la heredera del trono, y hace la paz con Minos.
2. La muerte por Teseo de Asterio, el de cabeza de
toro, llamado el Minotauro, o el «Toro de Minos»; su lucha con Tauro («toro»),
y su captura del toro cretense, son versiones del mismo acontecimiento. Bolynthos, que dio su nombre al
Probalinto ático, era la palabra cretense con que se designaba al «toro bravo».
«Minos» era el título de una dinastía de Cnosos que tenía por emblema un toro
celeste —«Asterios» podía significar «del sol» o «del firmamento»— y era en
forma de toro como el rey parece haberse ayuntado ritualmente con la suma
sacerdotisa como vaca-Luna (véase 88.7). Un
elemento de la formación del mito del Laberinto puede haber sido que el palacio
de Cnosos —la casa del labrys o hacha
doble— era un complejo de habitaciones y corredores, y que los invasores
atenienses tuvieron dificultad para encontrar y matar al rey cuando lo tomaron.
Pero esto no es todo. Un espacio abierto delante del palacio estaba ocupado por
una pista de baile con un dibujo laberíntico que servía para guiar a los que bailaban
una danza de la primavera erótica (véase 92.4). El origen de ese dibujo,
llamado también laberinto, parece haber sido el laberinto tradicional de
matorrales que se utilizaba para atraer a las perdices hacia uno de sus machos,
enjaulado en la cerca central, con reclamos de alimento, reclamos amorosos y
desafíos; y los bailarines imitarían la danza de amor extática y renqueante de
las perdices machos (véase 92.2), cuyo destino era que el cazador les golpease
en la cabeza (Eclesiastés xi.30).
3. Una jarra de vino etrusca de Tagliatella en la
que se ven dos héroes a caballo explica la teoría religiosa de la danza de la
perdiz. El que va delante lleva un escudo en el que está dibujada una perdiz, y
un demonio de la muerte se posa detrás de él; el otro héroe lleva una lanza y
un escudo en el que está dibujado un pato. Detrás de ellos hay un dibujo
laberíntico que se encuentra no sólo en ciertas monedas de Cnosos. sino también
en los dibujos intrincados hechos en el césped y que pisaban los escolares
británicos en la Pascua de Resurrección hasta el siglo xix. Los celos amorosos atraían al rey a su muerte, explica
el iconógrafo, como una perdiz en el laberinto del matorral, y le sucedía su
heredero. Sólo el héroe excepcional —un Dédalo o un Teseo— volvía vivo; y en
este contexto el reciente descubrimiento en las cercanías de Bossinney,
Cornualles, de un laberinto cretense tallado en la superficie de una roca tiene
gran importancia. La barranca donde el Dr. Renton Green descubrió el laberinto
es una de las últimas guaridas de la chova de Cornualles; y esta ave aloja el
alma del rey Arturo que perturbó el Infierno y con quien Bosinney está
íntimamente relacionada en la leyenda. Una danza laberíntica parece haber sido
llevada a Britania desde el Mediterráneo oriental por agricultores neolíticos del
tercer milenio a. de C, puesto que toscos laberintos de piedra, análogos a los
británicos hechos en el césped, se dan en la zona «Beaker B» de Escandinavia y
el nordeste de Rusia; y en el sudeste de Europa se encuentran laberintos eclesiásticos,
utilizados en otro tiempo con propósitos penitenciales. A los laberintos
ingleses hechos en el césped se los llama habitualmente «Ciudad de Troya», y lo
mismo a los de Gales: Caer-droia.
Probablemente los romanos los llamaban así por su Juego de Troya, una danza
laberíntica ejecutada por jóvenes aristócratas en honor del antepasado de
Augusto, el troyano Eneas; aunque, según Plinio, la bailaban también los niños
en la campiña italiana.
4. En Cnosos el culto del toro celeste sucedió al
culto de la perdiz, y el círculo de bailarines llegó a representar los cursos
anuales de los cuerpos celestes. Por lo tanto, si tomaban parte siete muchachas
y doncellas, pueden haber representado a los siete titanes y titánides del sol,
la luna y los cinco planetas (véase 1.3 y 43.4); aunque no se ha encontrado
ninguna prueba concreta del culto de los titanes en las obras de arte
cretenses. Parece que la antigua danza de la Grulla de Délos —también las
grullas ejecutan una danza amorosa— se adaptó
igualmente a un dibujo laberíntico. En algunos laberintos los bailarines se
asían a una cuerda que les ayudaba a mantener la distancia conveniente y seguir
el dibujo sin equivocarse; y esto puede haber dado origen a la fábula del
ovillo de hilo (A. B. Cook Journal of Hellenic
Studies xiv.101 y ss., 1959); en Atenas, como en el monte Sípilo, a la
danza de la cuerda se la llamaba cordax
(Aristófanes: Nubes 540). El espectáculo
en el ruedo taurino de Creta consistía en una exhibición acrobática realizada
por hombres jóvenes y muchachas que por turno se asían a los cuernos del toro
que embestía y daban saltos mortales hacia atrás sobre su lomo. Éste era
evidentemente un rito religioso, y quizás también en este caso los ejecutantes
representaban planetas. No pudo haber sido un deporte tan peligroso como
sugieren la mayoría de quienes escriben sobre el tema, a juzgar por los escasos accidentes que se producen entre los
banderilleros en las plazas de toros españolas; y en un fresco cretense se ve
que un compañero estaba listo para recoger al joven o la muchacha que daba los
saltos mortales cuando caían a tierra.
5. «Ariadna», que los griegos interpretaban como
«Ariagne» («muy santa»), tenía que ser el título de la diosa Luna honrada en la
danza y en el ruedo taurino: «la alta y fértil madre Cebada», llamada también
Aridela («La muy manifiesta»). La conducción de ramos cargados con frutos en
honor de Ariadna y de Dioniso, y el suicidio de ésta ahorcándose «porque temía
a Ártemis», indican que se ataban a esos ramos
muñecas que representaban a Ariadna (véase 79.2). Una muñeca-diosa beocia en
forma de campana que se ve en el Louvre con las piernas colgantes es Ariadna, o
Erígone, o Ártemis Ahorcada; y unas muñecas de bronce con miembros separables
se han encontrado en la Cerdeña de Dédalo. La corona de Ariadna hecha por
Hefesto en forma de guirnalda de rosas no es una fantasía; en el tesoro de
Mochlos se han encontrado finas coronas de oro con joyas en forma de flores.
6. El casamiento de Teseo con la sacerdotisa de la
Luna le hizo señor de Cnosos y en una moneda cnosia se ve una luna nueva en el
centro de un laberinto. Pero la costumbre matrilineal privaba a una heredera de
todo derecho a sus tierras si acompañaba a su marido al otro lado del mar; y
esto explica por qué Teseo no llevó a Ariadna a Atenas, ni más allá de Día,
isla cretense a la vista de Cnosos. El Dioniso cretense, representado como un
toro —Minos, en realidad— era el marido legítimo de Ariadna; y el vino, hecho
en Creta, sería empleado en sus orgías. Esto puede explicar la indignación de
Dioniso, de la que informa Homero, porque Ariadna y Teseo, el intruso, se
habían acostado juntos.
7. Muchas costumbres atenienses antiguas del período
micénico son explicadas por Plutarco y otros en función de la visita de Teseo a
Creta; por ejemplo, la prostitución ritual de muchachas y la sodomía ritual
(característica del culto de Anata en Jerusalén (véase 61.1) y el de la diosa
siria en Hierápolis), las cuales sobrevivían como vestigios entre los
atenienses en la propiciación de Apolo con una ofrenda de doncellas y en la
conducción por dos muchachos homosexuales de ramas con frutos. La rama con
frutos recuerda la lulab que se
llevaba en Jerusalén en el Festival de los Tabernáculos del Año Nuevo,
celebrada también a comienzos de otoño. El de los Tabernáculos era un festival
de la vendimia y correspondía a las Oscoforias, o «conducción de racimos de
uva», atenienses, el principal interés de las cuales consistía en una carrera
pedestre (Proclo: Crestomatía 28).
Originalmente, el vencedor se convertía en el nuevo rey sagrado, como en
Olimpia, y recibía una mezcla quíntuple de «aceite, vino, miel, queso picado y
harina», el néctar y la ambrosía divinos de los dioses. Plutarco asocia a
Teseo, el nuevo rey, con este festival al decir que llegó accidentalmente
mientras se estaba realizando y le disculpa de toda participación en la muerte
de su predecesor Egeo. Pero en realidad el nuevo rey luchaba con el rey viejo y lo arrojaba, como pharmacos, desde la Roca Blanca al mar (véase 96.3). En la
ilustración que el mitógrafo ha interpretado mal evidentemente, la nave con la
vela negra de Teseo tiene que haber sido una embarcación lista para salvar al pharmacos; tenía velas negras porque los
pescadores del Mediterráneo embetunan habitualmente sus redes y velas para
impedir que el agua salada las pudra. La grana o cochinilla proporcionaba un
unte escarlata con el que se untaba el rostro del rey sagrado, y por tanto
estaba asociada con la realeza. «Hecalé», la vieja solterona menesterosa, es
probablemente una forma anticuada de «Hécate Selene», «la luna que dispara
lejos», es decir, Ártemis.
8. La ingestión de habichuelas o habas por los
hombres parece haber estado prohibida en la época pre-helénica; los pitagóricos
seguían absteniéndose de comerlas, alegando que las almas de sus antepasados
podían muy bien residir en ellas y que si un hombre (no una mujer) comía una
haba podía privar a un antepasado suyo, hombre o mujer, de su probabilidad de renacer.
Por tanto, el banquete de habichuelas popular indica una burla helena
deliberada de la diosa que imponía esa prohibición; lo mismo se puede decir de
la donación que hizo Teseo de un sacerdocio masculino a los Fitálidas
(«cultivadores»), la forma femenina de cuyo nombre recuerda que el cultivo de
la higuera, como la plantación de habas, era al principio un misterio limitado
a las mujeres (véase 24.13).
9. Los chipriotas adoraban a Ariadna como la «diosa
del Nacimiento de Amato», título perteneciente a Afrodita. Su festival de otoño
celebraba el nacimiento del Año Nuevo; y el joven que imitaba sus dolores de
parto era su amante regio, Dioniso. Esta costumbre, llamada couvade, se encuentra en muchas partes
de Europa, incluyendo algunos distritos de Anglia Oriental.
10. El templo con cuernos de Apolo en Délos ha sido
excavado recientemente. El altar y sus cimientos han desaparecido, y el toro ha
sucedido a la cabra como el animal ritual en las decoraciones de las piedras,
si, en verdad, fue alguna vez una cabra; en un sello minoico se ve a la diosa
en un altar hecho enteramente con cuernos de toro.
11. El mural alegórico de Micón en el que aparece
Tetis entregando una corona y un anillo a Teseo, mientras Minos rebosa de ira
en la costa, quizás representa el paso de la talasocracia
de los cretenses a los atenienses. Pero es posible que Minos se casara
simbólicamente con la diosa del Mar arrojando un anillo al agua, como hacían en
la Edad Media los dux de Venecia.
12. A Enopión y Toante se los llama a veces hijos de
Teseo porque eran los héroes de Quíos y Lemnos (véase 88.h), súbditos y aliados
de los atenienses.