lunes, 25 de marzo de 2019

WIRAQOCHA

Es una divinidad andina identificada especialmente con el sur de la región,
y precisada especialmente en los mitos de origen cuzqueños, donde se relaciona
con el origen del mundo, si bien se remonta su procedencia no sólo a tiempos
anteriores al Tawantinsuyu, sino a las zonas vecinas al lago Titicaca. Se le atribuye
el ordenamiento del mundo y también la fundación del mismo Cuzco,
aunque esta última ha sido opacada frecuentemente por la versión que habla de
Manco Cápac y Mama Ocllo, referida a la creación solar de la pareja primordial
cuzqueña, popularizada a través de los Comentarios reales de los Incas del Inca
Garcilaso de la Vega. Puede surgir un problema en torno a la denominación
de la divinidad, puesto que Wiraqocha es un término popularizado por los cronistas,
pero coincidente con otros dioses que aparecen ubicados en distintos
lugares andinos; también Wiraqocha puede ser considerado como un atributo o
característica específica de una noción de divinidad. De hecho, la tradición historiográfica
iniciada con los propios cronistas del siglo XVI ha privilegiado este
nombre, aunque la confusión se expande desde el momento en que los mismos
españoles insistieron en que los hombres andinos los llamaban de la misma manera.
No es fácil explicar por qué los andinos designaron a los españoles con
el nombre de la divinidad que aparece como la más antigua y prestigiosa del
Cuzco en los mitos de origen del área. Asimismo, desde los primeros cronistas,
se distinguieron numerosas denominaciones, en las cuales Wiraqocha
aparece como un "nombre estándar", cuya filiación en las diferentes crónicas
es conveniente.

Adicionalmente, algunos cronistas (Sarmiento de Gamboa, Garcilaso de
la Vega), llevados por su celo evangelizador a demostrar que los seres racionales
podían arribar independientemente a una noción de dios similar a la cristiana,
llegaron a afirmar que algún Inka del Cuzco (Wiraqocha o Pachacuti, según
el caso) logró identificar en el dios Wiraqocha a un ser supremo unívoco y
personal que regía el mundo, de la misma manera que el dios cristiano. Dicho
ser era, entonces, un principio-único, dios de veras, a juicio del cronista, no
siéndolo otros dioses andinos, específicamente Inti. Pero éste es un razonamiento
claramente europeo y cristiano, asociable con el desarrollo de la noción
de dios en Europa a partir de una creación ex-nihilo, totalmente distinta a
la vinculable a una creación por ordenación existente en los Andes, y evidenciada
en los mitos del mismo Wiraqocha, por ejemplo, registrados por los cronistas.
Los mismos cronistas cuzqueños permiten una discusión actual sobre el
número de personajes sagrados que se llaman Wiraqocha. Sin embargo, es un
hecho que las divinidades pueden adoptar nombres diversos o compuestos, cuando
cambian de ubicación o cuando son identificados con distintos adoratorios;
un caso muy conocido es el del sol, comúnmente conocido en los Andes como
Inti o Punchao, dependiendo el nombre de su ubicación en el firmamento.
Ocurre cosa similar cuando el nombre se relaciona con determinados atributos
de la divinidad. Asimismo, es sabido que grupos humanos distintos, aun relativamente
vecinos, denominan de manera diferente a dioses que pueden ser similares,
o aún más, el mismo. En documentos o textos relativamente tempranos
(Cristóbal de Molina Z15757, por ejemplo), se precisa que el "Hacedor",
nombre que Molina da a Wiraqocha, Pachayachachi o Ticsi Wiraqocha, tuvo
dos hijos, Imaymana Wiraqocha y Tocapu Wiraqocha, información que fue reproducida
por autores más tardíos; se ofrece así una genealogía precaria de las
divinidades. Aunque algo se ha avanzado en la investigación sobre este tema,
queda mucho por hacer dada la fundada desconfianza en la corrección de la
transcripción de la mayoría de las crónicas impresas, y porque se requiere,
además, de un más adecuado análisis filológico y lingüístico de las mismas.
Uno de los problemas principales con este tipo de fuentes sigue siendo el hecho
que, por un lado, usaron información de diversos orígenes y lugares, no siempre
especificados; por otro, emplearon visiblemente datos y denominaciones
tomadas de cronistas iniciales q de los primeros testigos españoles y, aunque no
es visible siempre la fuente original, puede tenerse sospechas fundadas acerca de
la poca fiabilidad de los testimonios iniciales, especialmente por la poca información
que se tenía entonces de las lenguas andinas.
Todo lo anterior es visible en el caso de Wiraqocha, específicamente en
los cronistas que pueden ser considerados receptores de las primeras informaciones
sistemáticas que llegaron a ser escritas, referentes al área del Cuzco: Pedro
Cieza de León (1550), Juan de Betanzos (1551), Pedro Sarmiento de Gamboa
(1572) y Cristóbal de Molina llamado "el cuzqueño" (1575, aunque su obra se
refiere a escritos anteriores, perdidos). En ellos puede hallarse no sólo un corpus
informativo probablemente común, sino frecuentes intercambios de datos
alternados con interpretaciones y juicios reflejados en la redacción, que pertenecen
al ámbito personal; si bien todos reclaman la "historicidad" de la "creación"
que realizan los dioses andinos. La explicación de este hecho, originada
en la visión cristiana de estos autores, puede derivar por cauces eruditos
(Sarmiento de Gamboa) o por razones histórico-bíbl¡cas-teológicas más explícitas
(Molina).
La divinidad Wiraqocha estableció un ordenamiento del mundo, no sólo
vinculado con el señalamiento de los ámbitos macroespaciales, sino también con
la precisión del origen sagrado del Cuzco y el delineamiento, también arquetípico,
de ciertas actitudes. Los textos de los cronistas, y no sólo,los anteriormente
mencionados, sino también autores posteriores como Guarnan Poma de Ayala
(ca. 1615) o Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua (ca. 1613),
señalan los hechos atribuidos a la divinidad, asumiendo muchas veces características
cristianas, pero permiten mejores precisiones cuando hablan de la configuración
del espacio en cuatro suyu (Tawantinsuyu— las cuatro partes del mund
o - todo el mundo, en identificación de Diego González Holguín), o del origen
del Cuzco primero y de los Incas después; en cambio, cuando precisan la
descendencia de Wiraqocha no son tan claros, en cuanto no mencionan una genealogía
detallada (como lo hacen algunos extirpadores de la "idolatría" de
tiempos posteriores, vgr. Hernández Príncipe), y a veces confunden "hijos"
con "ayudantes", o también localizaciones distintas de una misma divinidad. La
genealogía forma parte de la información que recibieron, si ella fue empleada
como un soporte para hacer visibles y justificables las relaciones que aparecen
reguladas por el parentesco. No es posible basarse libremente en las conjeturas
de los cronistas, ni tampoco olvidar que en él caso de los mitos andinos
se trata de la construcción de textos por la generalidad de los autores de entonces,
antes que de una traducción, más o menos directa, de lo contado por los
informantes andinos; ello es válido para las mencionadas genealogías, que
también pueden ser producto de las relaciones establecidas por los informantes,
en términos de continuidad, no necesariamente de filiación. Todo esto relieva
la excepcionalidad de los textos de Huarochlrí recogidos por Francisco de
Avila. Distinta y mucho más compleja es la situación de aquellos cronistas nacidos
en los Andes, pues se hallaban claramente inmersos no sólo en una situación
colonial, sino en un activo proceso de aculturación donde la evangelizadon
jugaba un papel preponderante.
Las versiones acerca de Wiraqocha que se incluyen en esta antología pertenecen
al grupo de los cronistas cuzqueños referidos, añadidos otros autores
como Avila, Guarnan Poma y Santa Cruz Pachacuti. Entre ellos, Betanzos
y Molina ejemplifican dos tipos distintos de elaboración de la información
oral que obtuvieron. Las "oraciones" del mismo Molina y de Guarnan Poma
ofrecen, de otro lado, una imagen de las actividades y atributos de la divinidad.
Juan de Betanzos fue, al decir de Porras, un "soldado inédito" de la conquista
del Perú. Destaca, en realidad, al avecindarse en el Cuzco y casarse con
una hija del Inka Huayna Cápac (Doña Angelina), quien fuera previamente mujer
de Francisco Pizarro. Recibió una encomienda en Xaquixaguana. Hacia
1549 ejercía como traductor eficaz del quechua, y residía en el Cuzco.
Trabajó en la elaboración de una Doctrina Cristiana, y unos vocabularios destinados
a la evangelizaron. El virrey Antonio de Mendoza le encargó escribir sobre
los Incas; en 1551 terminó la Suma y narración de los Incas, de la cual sólo
se conocen los 18 primeros capítulos, habiendo tenido a lo menos 24. A
fines del siglo XVI existía una versión completa de su obra, consultada por el
dominico fray Gregorio García. El retato de Betanzos es, aparentemente, una
versión "más cercana" a la oral que recogió, si bien no hay duda de su historización;
él mismo se presentó como traductor y recopilador de fuentes orales provenientes
de la élite incaica, antes que como "historiador", y su misma cercanía
familiar a la antigua dirigencia le permitió recibir una versión quizás más confiable
desde el punto de vista de la élite. La mayor parte de su texto conocido
está dedicado a la saga de Pachacutl, si bien consigna las versiones del origen
del mundo (Wiraqocha) y de los Incas (los "hermanos" Ayar) dentro de un cierto
esquema común con el de otro autor contemporáneo suyo: Pedro de Cieza
de León. Poco ¡se sabe de sus fuentes, al margen de sus propias afirmaciones,
pero visiblemente se elaboró en sus tiempos una "versión estándar", apreciable
en comparación con autores como Cieza de León o Cristóbal de Molina. En
realidad, las crónicas o informes escritos antes de ellas, salvo quizás las "informaciones"
atribuidas a Vaca de Castro (Cf. Wedin), no dispusieron de mucha
información sobre el pasado andino, pues dedicaron sus mayores esfuerzos a relatar
la gesta de la conquista española.
Cristóbal de Molina fué párroco en el Cuzco y escribió una historia de los
incas, que se ha perdido; destacado predicador en quechua, asistió como asesor
de su obispo al Concilio de Lima de 1583, donde colaboró en la preparación
de la primera Doctrina Cristiana traducida al quechua y al aymara. Durante
la época del virrey Francisco de Toledo (1569-1581), Molina estaba en el
Cuzco, juntamente con Betanzos y Pedro Sarmiento de Gamboa; sólo faltaba
Cieza de León, ya fallecido en España, para completar el equipo nuclear de
la versión oral cuzqueña. La Relación de las fábulas y ritos de los Incas, fue
escrita por Molina a pedido de su obispo, posiblemente hacia 1575; para hacerla
-cuenta el mismo a u t o r - reunió ancianos andinos, quienes le Informaron
sobre la vida ritual y le relataron mitos, que él incluyó en su Relación. No
se conserva el original de ésta, sino una copia, presuntamente hecha para Francisco
de Avila, el extirpador de las "idolatrías" de Huarochirí, entre cuyos pa17
peles se encuentra . El texto de Molina que aquí se reproduce es importante,
dada la calidad de su información, aunque también lo son las "oraciones"
que recogió, y que precisan algunos de los atributos de Wiraqocha.
El texto de Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, incluido
en esta antología, se refiere a Tunupa, o Tonapa. Dicho autor, de procedencia
colla y habla aymara, debió escribir hacia 1613; el t í t u lo de su relación
(conocida como "Relación de antigüedades deste reino del Pirú")
no le pertenece, pues fue incorporado por mano ajena y en hoja aparte en el
único manuscrito conocido, que se encuentra en la Biblioteca Nacional de
Madrid en el mismo volumen que el anteriormente mencionado de Molina. Santa
Cruz Pachacuti presenta uno de los más Interesantes testimonios, tanto por
su información andina, como por el esfuerzo que realizó para presentarlo como
una versión aceptable a sus posibles lectores, así en términos de acutturación política
como religiosa. Su versión sobre el origen del mundo tiene indudable influencia
del esquema bíblico y tambiéh, por cierto, de la imagen que presentaba
un apóstol cristiano en América, el cual es identificado con Tunupa, divinidad
asimismo emparentada con Wiraqocha o confundida con éste. El autor señala
que Tunupa era llamado 'Tonapa ó Tarapaca Viracochan pachayachachi cachan",
denominación que incluye no sólo uno de los nombres de los "ayudantes"
del Wiraqocha cuzqueflo mencionados en otras versiones aquí incluidas,
sino otros conocidos atributos o nombres del mismo Wiraqocha. Se lo relaciona
con Apotampo, nombre de un curaca o de un sitio, que una anotación marginal
del manuscrito registra.' "Este Apotampo es Paccarectampu", el lugar donde
aparecieron los Ayar, en las versiones Clásicas. De este curaca descendió Manco
Cápac, el primer Inka cuzqueño, claramente incluido en el ciclo de los Ayar
por Santa Cruz Pachacuti. Los incas, aquí, aparecen entonces relacionados con
Wiraqocha.
La versión de Diego de Molina es, sin duda, tardía. Sus Sermones de la
Quaretma en la lengua Quechua fueron terminados en 1649 y posiblemente nunca
impresos en sus tiempos. Era fraile franciscano y ejercía como cura en Huánuco.
Prácticamente no se conoce nada acerca de é l , fuera de los datos que consignó
en su manuscrito; sin embargo, debió leer el escrito de Molina o, mejor, recibir
alguna tradición oral similar. El "hacedor" es aquí Cámae, quien tuvo dos
hijos: Imaymana Viracocha y Tocapu Viracocha, información similar a la bailable
en Cristóbal de Molina. Cámac ha sido entendido como "principio generador",
atribución comparable a las de las divinidades andinas que se conoce, aunque
Wiraqocha disponga de la misma en alguna de las "oraciones de Guarnan
Poma". Cámac parece ser un principio similar a Inka o Enqa. en quechua o
aymara. Para completar una visión de Wiraqocha incluímos en esta antología
algunas de las "oraciones" que encierran estos atributos, las que han sido estudiadas
por diversos especialistas.
Considero asimismo de interés incluir la versión recogida por Francisco de
Avila, que no es por cierto la única en los relatos por él obtenidos en Huarochirí.
Cuniraya Wiraqocha es, en este autor, una divinidad vinculada simultáneamente
con el sur andino (a través de la identificación entre Cuniraya y Wiraqocha)
y con la costa central del Perú, pues siendo originaria de la sierra central,
se relaciona con Pachacama y otras divinidades costeñas. Realiza un viaje desde
la sierra al mar, donde va precisando, entre otras cosas, las características de los
animales; a lo largo de los textos de Avila, la misma divinidad relaciona las tierras
altas con la costa del Perú central.

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