domingo, 24 de marzo de 2019

LEYENDA DEL PADRE CANILLAS

La leyenda se trama en una de esas noches de invierno de Jaén, con lluvia y viento y en torno a las 11 de la noche: Se cuenta que un mozo regresaba a esa hora de acompañar a su novia a casa en el barrio de S. Juan cuando, camino de la plaza de la Merced y al pasar bajo el arco, se cruzó con un sacerdote que salía de la capilla que allí había; era un cura todo vestido de negro y extremadamente delgado que, muy apurado, le pidió como favor que le ayudara a celebrar una misa penitencial para un difunto, pues no tenía más remedio que oficiarla en la capilla del Arco de S. Lorenzo y a esa hora.
Al joven le dio fatiga decir que no y ambos entraron en ella; el cura se quitó la ropa de abrigo, resultando que ya estaba vestido para la celebración.
A la tenue luz de dos velas que otorgaban a la estancia un aspecto fantasmagórico, comenzaron a oficiar la misa, pero cuando se arrodilló el cura, el mozo, al cogerle la sotana para que no se la pisara, comprobó aterrorizado que de las botas del cura asomaban canillas, es decir, los huesos desprovistos de carne y piel. De un salto, el asustado mozo abandonó la capilla y subió la cuesta a la carrera hasta llegar a la plaza de La Merced, donde otro sacerdote, viéndole tan agitado, lo paró e intentó calmarlo. El mozo le contó lo del otro sacerdote: “¡En vez de piernas, tenía canillas, como las de los esqueletos!” Entonces el segundo cura se alzó la sotana y le mostró los huesos de las piernas al tiempo que le preguntaba "¿Serían como éstas...?"
Es fácil entender que el mozo cayera enfermo de tanta impresión. (

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