domingo, 24 de marzo de 2019

LA PIEDRA CANSADA

ENTRE las maravillas del mundo, hechas por la mano del hombre puede bien
figurar la fortaleza que los Incas hicieron en la ciudad del Cozco; pues una
muralla como la de Babilonia ó la de China, una obra como la de las pirámides de
Egipto se esplica bien, por ser el resultado del trabajo y del esfuerzo común de
muchos hombres reunidos: mientras que la fortaleza que tratamos de describir era
notable por el enorme tamaño de las rocas que la formaban, á propósito de las que
dice un autor español del tiempo de la conquista: «Parecen más bien que piedras,
pedazos de sierra traídos hasta allí y amontonados unos sobre otros por obra de
encantamiento ó del Demonio que tenía familiaridad grande con aquellos infieles.»
El gran baluarte era formado por tres mesetas ó murallas superpuestas y estaba
situado en un cerro alto que está al setentrión de la ciudad, al que llaman
Sacsahuaman.
La ciudad llegaba hasta el pié del cerro y se tendía por ambos lados. El muro del
fuerte estaba cortado perpendicularmente sobre la población, pero del lado opuesto
tres grandes murallas en forma de escalera cerraban el recinto rodeando el cerro.
Parece que los Incas hubiesen querido mostrar por aquella obra la grandeza de su
poder.
Las enormes piedras rodadas, que formaban el muro más bajo, hacían increíble el
edificio para quien no lo había visto personalmente y sorprendía mucho al que lo
contemplaba por primera vez no acertando nadie á explicarse como sin grandes
maquinarias podían haber colocado esas rocas en forma de muralla, consultando con
gran maestría que los huecos y cavidades de unas, fuesen llenados por las partes
salientes de las otras.
Arriba de las tres murallas se extendía una plaza larga y angosta, donde hubo tres
fuertes torreones, siendo el mayor y principal el del centro que se llamaba Moya-
Marca, (que quiere decir fortaleza redonda). En su interior había una fuente de muy
buena agua, traída por subterráneos hasta hoy desconocidos.

En aquel torreón se alojaban los reyes cuando subían á la fortaleza para recrearse;
y todas las paredes estaban adornadas con chapas de oro y plata, animales y plantas
del mismo metal, lo que constituía una especie de tapicería.
Á los otros dos torreones que eran cuadrados, los llamaban Paucas Marca y
Sacllac Marca, tenían muchos aposentos, probablemente destinados para la corte y
guardia de la familia real, compuestas de Incas privilegiados, pues las gentes del
pueble, no podían entrar en aquella fortaleza, que era casa del Sol, de armas y de
guerra.
Los tres torreones se comunicaban por subterráneos y era original el estudio de las
calles y caminos que cruzaban de una á otra parte, dando tantas vueltas y revueltas,
que el más avezado se perdía en aquel laberinto lleno de puertas encontradas, todas
de un tamaño, y colocadas á muy corta distancia unas de otras.
El Inca á quien atribuyen el plano ó proyecto de este edificio notable, fue Apu
Hualpa Rimachi, sucediéndole Maricanchi y después Acahuana, á quien atribuyen
también la dirección de muchos grandes edificios en Tiahuanacu.

El último de los Incas arquitectos ó directores se llamó Calla Cunchuy, y en
tiempo de éste, fue que se trajo la Piedra cansada, que está en un valle próximo al
Cozco.
Dicen los indios, que el mucho trabajo que pasó por el camino, hasta llegar allí,
cansó á la roca, que lloró sangre, no pudo llegar al edificio.
La piedra es tosca, naturalmente como estaba en el sitio de donde fué transportada
y una gran parte de ella está debajo de tierra, á causa de haberse hundido en las
excavaciones practicadas, por buscadores de los tesoros de Huascar, que no aciertan
á encontrar el sitio en donde están ocultas tantas riquezas, como las que se perdieron.
En una esquina alta de la roca, vése un agujero que sale por el lado opuesto.
Los naturales dicen que esos son los ojos de la piedra, y que por allí lloró sangre
cuando se cansó y no pudo subir la cuesta, siendo traída por más de 20,000 indios que
la arrastraban, valiéndose de grandes cuerdas.
Dicen también que una gran parte de la gente, tiraba de las maromas delanteras,
mientras que otros la sujetaban por medio de cuerdas á fin de que no rodase cuesta
abajo y fuese á parar donde no pudiesen sacarla.
En una cuesta empinada ocurrió durante la marcha, que los que la sostenían del
lado izquierdo no tiraron lo bastante, venciendo el peso de la peña á la fuerza de los
que la arrastraban, y soltándose cuesta abajo, mató más de 3,000 indios, que estaban
en la falda del lado derecho. Sin embargo de esa desgracia, siguieron forcejeando con
la roca los súbditos del Inca, hasta dejarla en el sitio en que se encuentra actualmente,
donde llora por haber sido abandonada y no llegar á formar parte de la muralla del
gran edificio.
Los vientos depositan en los agujeros de la roca el polvo rojo de que está
compuesto el terreno de la inmediación; y cuando después de las lluvias, chorrea el
agua depositada en las cavidades superiores, toman las goteras un color rojizo.
Cuando afirman los naturales que la piedra se cansó y que no pudo llegar,
atribuyen probablemente á la roca, el cansancio que ellos tuvieron.
Á la Piedra cansada, la llaman también Calla Cunchuy, en conmemoración del
último arquitecto que dirigió la obra de la fortaleza; y esta leyenda histórica, ha sido
narrada por los Amautas, escrita y comprobada por los historiadores de Indias que
visitaran el Perú en el siglo XVI.
Es lástima grande que los que sometieron á sus leyes el poderoso imperio de los
Incas, con el solo esfuerzo de su valor y arrojo, no hayan conservado después ese
baluarte y todas las obras jigantescas que caracterizaban la civilización Incásica; pues
la magnificencia, la grandeza y el poder del vencido, hubieran servido en los siglos
venideros de galardón eterno, que patentizase el varonil esfuerzo de los
conquistadores.

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