domingo, 24 de marzo de 2019

La ciudad de los Césares

En 1540, una armada fletada por el obispo de Plasencia, compuesta de cuatro navíos,
que buscaba abrir una vía al tráfico de las especias de las Islas Orientales a través del
estrecho de Magallanes, se encontró en aquellas peligrosas latitudes con una tormenta
que la desbarató, echando a pique un navío, y arrojando otro contra los escollos de la
costa, donde al parecer consiguieron salvarse ciento cincuenta tripulantes. El tercero,
tras intentar rescatar a tales náufragos sin conseguirlo, debió virar y regresar a
España, y fue el cuarto navío el único que consiguió cruzar el estrecho, para buscar
destino en el Perú.
A partir de los supervivientes de aquella frustrada expedición empezó a correr la
noticia de que los ciento cincuenta náufragos, internándose tierra adentro, habían
encontrado una comarca abundante en riquezas de todas clases, que allí se habían
casado con las mujeres indias que habitaban en la zona, y que habían fundado una
ciudad, la ciudad de los Césares, cuyo primer patriarca y emperador había sido uno
de los náufragos, el capitán Argüello.
Parece que en el nombre de la supuesta ciudad influyó una historia anterior,
relacionada con las expediciones que Sebastián Caboto hizo desde España a partir del
descubrimiento del Mar Dulce o Río de la Plata, en busca de los riquísimos territorios
de Tarsis y Ofir, citados en la Biblia. La primera expedición tuvo lugar en 1526, y
Caboto encontró a un superviviente de la expedición de Juan Díaz de Solís, que había
sido aniquilada y devorada por los indios, que habló de las muchas riquezas que
podían encontrarse en la Sierra de la Plata, remontando el río Paraná. Caboto regresó
a España para preparar una nueva expedición. Tres años más tarde llegó a aquellos
parajes y envió tierra adentro a un grupo de exploradores a las órdenes de un capitán
llamado Francisco César, que regresó dos meses después sin haber encontrado la
Sierra de la Plata, pero contando que los indios le habían hablado de las fabulosas
riquezas de una comarca más lejana.
El caso es que la búsqueda de la ciudad de los Césares, que algunos llamaron
Trapalanda, y de cuyos habitantes otros decían que les habían crecido enormemente
los pies, se convirtió en motivo de muchas exploraciones, entre otras la de Juan Jufré
en 1563, la de Juan Pérez Zurita en 1565, la de Domingo de Erazo en 1576, la de
Gonzalo de Abreu en 1579, la de Hernandarias de Saavedra en 1604, la de Jerónimo
Luis de Cabrera en 1622, la del jesuita Nicolás Macardi, a quien guiaba una princesa
india llamada Huanguelé, bautizada con el nombre de Estrella, en 1670, y hasta en
época tan tardía como 1783, un piloto llamado Manuel José de Orejuela pretendió
organizar una expedición desde Chile, aunque no encontró apoyo financiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario