domingo, 24 de marzo de 2019

IDILIO DE LAS MONTAÑAS

EL río llamado de Tumusla por los castellanos, nace en la Cordillera de los
frailes, cadena de elevados cerros, desprendida de la Gran Cordillera y
bañando fértiles comarcas vá á unirse al grande de Cinti, provincia del Sur de Bolivia
habitada por Quichuas legítimos que conservan el tipo clásico y las costumbres
originales de cuando reinaban los Incas.
En medio de esas montañas la naturaleza hace gala de expléndidos paisajes y aquí
se levantan cerranías cubiertas de nieve perpetua y cuyas cumbres se pierden en las
nubes, allí, se tienden hondos valles, por donde serpentean torrentes bulliciosos,
cuyas linfas logra á veces desviar el indio para fertilizar el verde sembradío que
alegra las proximidades de su choza.
El pastor indígena es humilde, melancólico y triste hasta cuando ama; sus
canciones y la música de su flauta tienen una expresión sencilla y vaga que toman al
torrente, imitando sus quejumbrosas notas.
Cuando Quilla la Diosa Luna alumbra silenciosa los solitarios valles, y duermen
en el aprisco las llamas rumiaduras, la noche aviva el sentimiento triste y el indio se
aproxima lentamente al río sagrado, donde se arrastran los cristales del agua en
murmuradora y apacible calma.

El cuadro no está alumbrado por la luz, explendorosa del Dios antiguo que preside
el día, sino por la luz velada y apacible de la eterna confidente de los afectos tiernos
del corazón.
El Guainamunay, enamorado, acompañado de su guitarrilla de cinco cuerdas ó de
su quena, se interna en la corriente y escucha en medio de la quietud, las cuitas
eternas y las sentidas quejas del agua que remueve los guijarros.
Al eco de las guairas (auras) se conmueven las ondas y con los tintes vagos del
recuerdo se reflejan en la penumbra los contornos intangibles de la mujer amada. En
el oído se avivan las tiernas y melodiosas notas de la canción del agua é imitando sus
ecos suena una nueva música, que interpretan estos versos:
¿Maytacc chay sumacc uyaiqui?
¡Tica gina panchimusca!
¿Maytacc chay sumacc ñahuiqui?
¡Iscay chasca gina cahuahuacniqui!
¿Maytacc chay sumacc simiqui?
¡Coral gina muchahuaccniqui!
¿Maytacc chacc sumacc quiruiqui?
¡Huallqui gina canihuaccniqui!
¿Maymi chay sumacc maquiqui?
¡Pichca yuracc tíca gina Hancahuaccniqui!
¿Maytacc chay sumacc sinturaiqui?
¡Palmacc gina munaccchuaccníqui!
¿Maytacc chay llapacc sumacc? ¿Maytacc chay?
¿Maypitacc canqui aumacc urpi?
¡Manaña camquichu huillacunaipa!
Huaccacuscaita llaquicuscaita.
¡Huillacunaipa pacha ucumpi cauquí!
¡Huinay! ¡¡¡Huinaypa!!!
Ese es canto sencillo de amor triste que ha traducido admirablemente nuestra
distinguida literata Sra. Juana Manuela Gorriti, en las siguientes estrofas que
trascribimos para embellecer nuestro trabajo:
¿Dónde está tu hermoso rostro
que las rosas envidiaban?
¿Dónde están tus bellos ojos
luceros que me alumbraban?

¿Dónde tu boca divina
que el coral avergonzaba,
y que en besos deliciosos
mis tristezas encantaba?
¿Dónde tus dientes cual perlas
que la risa iluminaban?
¿Donde están las azucenas
que amantes me acariciaban?
¿En dónde tu blanco seno
que turgente palpitaba?
¿Dónde tus largos cabellos
que en sus ondas me ocultaban?
¿Y tu hechicera cintura
que con gracia se cimbreaba?
¿Do las gracias misteriosas
que á mi alma contentaban?
¿Donde estás, tórtola hermosa?
¿Donde estás, mi dulce amada?
Más ¡ay! que aun cuando te llamo
no oyes mis quejas amargas,
porque duermes, para siempre,
en la mansión de las almas!

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