domingo, 24 de marzo de 2019

El oso y el buey de Liébana

En el siglo VI llegó a Liébana, en la actual Cantabria, Toribio, obispo de Palencia,
con la intención de llevar la fe cristiana a los habitantes de aquellos lugares,
entregados a las creencias paganas. Era primer objetivo del santo obispo levantar un
templo que fuese señal de la presencia cristiana y que pudiese congregar a los
catecúmenos, pero los habitantes de la comarca no parecían dispuestos a prestar su
ayuda personal, ni las de sus bestias de carga, en la construcción del templo.
El santo obispo, sin permitir que su fe desfalleciese, se retiró a un lugar apartado
del bosque para orar muy piadosamente impetrando la ayuda divina. Se encontraba
embebecido en sus oraciones cuando escuchó cercanos unos fuertes sonidos que
parecían salir de gargantas de bestias, y descubrió muy cerca a un buey y a un oso
que peleaban rabiosamente.
El santo obispo les habló como si se tratase de seres humanos, exhortándoles a
cesar en su pelea, y los animales le obedecieron, y quedaron tan mansos que Toribio
pudo uncirlos a un yugo y aprovechar su conjuntada fuerza para arrastrar las grandes
piedras que sirvieron de cimiento al templo que había proyectado en las laderas del
monte Viorna.
Cuando los lebaniegos conocieron la prodigiosa pareja que servía al santo obispo
para acarrear las piedras de su templo, comprendieron que la religión que predicaba
tenía que ser muy poderosa, y empezaron a acercarse a él. A las primeras
conversiones sucedieron otras, y al fin el templo fue construido por los nuevos fieles.

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