domingo, 24 de marzo de 2019

CHAMPA MAKANACUI

HACE tiempo que vienen introduciéndose en nuestro idioma, susceptible como
todas las cosas de modificarse y evolucionar, por más que protesten los
académicos rancios, una serie de palabras tomadas de las lenguas indígenas y que con
mayor ó menor propiedad sirven para expresar pensamientos ó situaciones puramente
nuestras ó americanas.
En castellano, por ejemplo, se llama charlatán al individuo que habla mucho
insustancialmente ó que se ocupa de descubrir asuntos propios de otros ó que dice
disparates que á nada conducen. Á ese tipo se le llama vulgarmente en Buenos Aires,
Macaneador y á fé que el tal clasificativo no está mal aplicado.
Macana ó Mackana es palabra Quichua aun que algunos autores sostienen que fué
introducida al continente americano por los primeros conquistadores españoles que la
aprendieron en las Antillas. Llámase así á un arma de combate que es tan terrible
como simple, pues consiste en un garrote corto y pesado, hecho de madera dura y que
manejan algunos salvajes con particular destreza.
El Champá Makanacui es una fiesta bárbara especie de batalla desordenada, con
que los indígenas festejan la entrada del nuevo año.
Trátase de un torneo especial que dura seis ú ocho días y al que los indios
concurren disfrazados de animales, retobados en cuero de tigre, pintados de carmin ó
negro y emplumados ó adornados de la manera más excéntrica ó extravagante que les
ha sido posible.

Elíjese para lugar de la fiesta un sitio llano cualquiera y el festejo del año
comienza con bailes, cantos y livaciones de chicha, aloja ú otras bebidas.
Á los dos días los mocetones divididos en grupos, apilan frutas diversas en sitios
adecuados, y con una puntería y agilidad admirables, valiéndose de la honda, las
arrojan á grandes distancias y al medio de otros grupos.
El zumbido de las Guaracas (hondas) tiene también sus encantos para el que en
aquel momento abandona las danzas y las armonías de la quena.
No tardan en formarse dos ó más bandos que tocan largas trompetas hechas con
cañas tacuaras y vuelan por el aire las frutas escogidas pegando formidables golpes
en las cabezas ó en los cuerpos de los combatientes.
Durante la acción se aumentan los disfrazados y atruenan los aires salvajes
alaridos. Las hondas ya no se cargan más que con guijarros aptos para herir, y se
oscurece la luz del Sol con tanta piedra arrojada de una á otra parte.
La fiesta tradicional no tiene interés mientras no han habido brazos rotos y cabezas
ensangrentadas. Es que entonces ha funcionado la formidable mackana y después que
ha pasado la gran batahola, los heridos se muestran satisfechos y contentos, porque
dicen que el Sol les ha hecho purgar alguna culpa con aquella herida, tal como no
haber derramado licor en el suelo en ofrenda á la tierra, ó no haber sacrificado el fruto
de su trabajo en honor de alguna otra fiesta de sus dioses.
Desde ese día el indio Quichua se prepara para festejar mejor el año venidero y
hacer algo notable en honor del genio invisible que aquel día lo ha herido. Así
termina la fiesta del Champa makanacui que ha dado origen al peculiar epíteto
moderno.
Que el gran Pachacamac, que conoce el fondo de nuestras buenas intenciones, nos
proteja en la vida de los embates inesperados de los Champa-Makanacuis!

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