Esta tierra del Perú, según lo que yo pude entender, procurando saberlo
con diligencia porque, como entre ellos no se usaba letras, las cosas de su antigüedad
es dificultoso saberlas, fue habitada por dos maneras de gente; la una que
vivía en los llanos y adorava a uno que esta gente llamava Pachacama y dezía que
havía hecho el cielo y la tierra y la mar y todas las otras cosas, aun que dezían
que la mar, la tiempo que la havía criado, la havía metido en cierta vasija y dádola
a guardar a un hombre y a una muger, los quales havían quebrado la vasija y se
havía vertido el agua y derramado como ahora está, y que por ello el Pachacama,
diziendo que ya que se havía derramado se quedase como se estava, havía
castigado aquel hombre y muger volviendo ai/ hombre en mono, y que de allí
havían venido los monos, y a la muger en zorra, y que de allí havían venido las
zorras.
A este Pachacama tenían hecho en los llanos un gran templo y edificio junto
a la mar, que aún hoy día parece de mucha magestad, dado que está muy
arruinado, y en él residían muchos a manera de sacerdotes, que offrescían sacrificios
y consultavan al Pachacama en las necesidades y cosas que aquella gente
se offrescían, la qual consulta hazían en una cámara muy obscura de aquel edificio,
la qual oy dia aunque arruinada yo v i , y tenía todas las paredes pintadas
de diversidad de animales, ansí de tierra como de mar.
Y según oy dia afirman los yndios, aquel Pachacama parecía en diversas
figuras de animales y ordinariamente en los más feos y bravos, como son serpientes
y tigres, y respondía a lo que le preguntavan, mostrando muchas vezes estar
enojado, y que se havía de desenojar con sacrificios, y así le sacrif¡cavan sangre
humana y otros animales; y tenía aquella gente tan gran devoción en aquel templo
que los más señores y personas principales de aquellos llanos se mandavan
¡levar a enterrar en el circuito de aquel templo, y ansí hoy dia hay en mucho
campo al derredor de aquel edificio gran muchedumbre de montones de huesos
que españoles han desenterrado buscando las riquezas con que se havían enterrado,
ansí de oro como de plata y esmeraldas; y éstos de los llanos vivieron
debaxo de señores particulares antes que los sojuzgasen los predecesores de
Guayna Cava.
Y Ig otra gente serrana, que habitaba la sierra, vivió/, ansí mesmo, antes
que fuesen sojuzgados por los predecesores del dicho Guayna Cava, debaxo
de particulares caudillos, haciéndose unos a otros continua y gran guerra, y
ansí oy día están muchos cerros que ellos tomavan por fortaleza barriados con
paredes que los cercan de muy gran largura, donde los que se vían desbaratados
se acogían y amparavan de sus enemigos.
Y vivieron en este tiempo sin religión alguna, sino como gente que no tenía
que havía más de nacer y morir.
Hasta que un hombre que, según dizen, salió de hacia una laguna muy
grande, que está en una provincia que dizen del Collao, y fue juntando gente y
señoreando mucha parte de la tierra , y éste fue el primer Ynga, que es como si
dixésemos gran señor, que en aquella tierra huvo: y de allí descendieron los que
toda aquella tierra sojuzgaron, el qual, y los que del descendieron hasta que los
spañoles en aquella tierra entraron, dizen que fueron seis o siete, cuyo apellido
fue Topa Ynga por que devia de ser el Topa apellido de aquel primero Ynga de
la dignidad, aunque los indios de aquel primero llamaron Viracocha, que quiere
dezir hombre nascido de la spuma del agua, ymaginando que havía sido engendrado
de aquella laguna.
Este puso a los de la sierra que adorasen al sol, diziendo que aquel era dios
de quien se recibían los fructos de la tierra y los otros bienes, y él y sus subcesores
pusieron tan grande observancia en esta su setta que hizieron muchas casas de
mugeres vírgenes dedicadas al sol, las cuales vivían en las dichas casas al tiempo
que los cristianos señorearon aquella tierra con gran clausura, recogimiento y observancia
de castidad, tanto que si alguna tenía participación/ carnal con algún
hombre por el mismo hecho quemavan a entrambos.
Y entre las otras cosas que por aquella tierra había, de aquellas mugeres era
la principal una que havía en el Cuzco, que llamavan la Casa del Sol, cuya claustra
estaba entapicada o cubiertas las paredes de paños de plata, tan fina que yo vi
alguna della y quilatada era de dos mil y quatrocientos maravedises por marco.
Y en dicha casa havía una camarica donde estava una cama, en la qual cada
noche a puesta de sol ponían con gran ceremonia, las principales mugeres que
allí estaban,una figura del sol hecho de oro, y a la mañana al salir del sol la tornavan
a poner en un corredor, que estava hazia donde el sol salía, a donde estava
hasta que, como dicho es, a puesta de sol le ponían en la cama.
Era esta casa de sillería, muy juntas las piedras y sin betún alguno en medio
dellas, como al presente se vee en el Monasterio de la Orden de Sancto Domingo,
que en la dicha Casa del Sol del Cuzco está.
Estas mugeres en todas las cosas, fueron de las supersticiones que en acatamiento
del sol hazían, no entendían sino en hazer ropas y cosas para el Ynga,
que era el supremo señor de la Tierra, como para Hijo del Sol, que como a tal
lo veneravan.
Tenían grandes tierras, y de lo más fértil, dedicadas a coger mahiz, que es
el pan de aquella tierra, para el sol, y labránvanlas y cogíanlas de común, con
gran cuidado y tanta observancia que cuando se labravan, si se hallaba presente
al empezar a labrar alguna de aquellas tierras el Ynga, havía de ser el que el primero
sulco ha/ vía de dar, y si el no se hallava presente davale el más principal
señor que allí se hallava; y el mahiz que destas tierras se cogía se ponía en casas
que para ello, cerca de las tierras, tenían hechas en el campo.
Y del hazían chicha, que es cierta manera de vino que los yndios hazen
de mahiz, que beben mucho y se embeodan con él para sacrificar al sol flechándolo
en huacas que ellos llamavan, que era unos edificios quadrados sin cobertura
ninguna y en medio unos sumideros llenos de piedras menudas a donde
hechaban la chicha y todo lo demás que sacrificavan, las cuales guacas siempre
hazían en lo alto de los cerros.
Y todo el mahiz que sobrava, del mahiz que de aquellas tierras del sol
cogían de un año, se quedava en aquellas casas como cosa del sol, para que el
lo consumiese, sin que nadie osase tocar en un grano dello, dado que aquellas
casas estavan fuera del poblado.
Tenían, ansí mesmo, grandes manadas de ovejas de las de aquella tierra,
y son como camellos, excepto que no son tan grandes con mucho, ni tiene corcoba,
dedicadas al sol, y guardávanlas con gran cuidado, ansí a ellas como a lo
que criaban, y nadie se aprovechava dellas ni de la carne, sino como cosa offrescida
al sol; aun quando se morían las dejavan para que él las consumiese.
Y la lana que dellas tresquilavan la ponían en casas, que llamavan despósitos
del sol, en el campo, donde sin osar nadie tocar en ella se estava perpetuamente
hasta que su pudría o consumía.
Estos Yngas después que sujetaron la sierra procuraron/ sujetar los llanos,
y aunque con mucho trabajo y con gran muerte de gente, lo hizieron y mandaron
a los de los llanos que tuviesen al sol por dios, y porque no le querían hazer
hizieron en ellos muchos castigos, y afligidos los de los llanos dezíen que por
sus sacerdotes consultaron a Pachacama sobre ello y que respondió que pues no
podían hazer más que adorasen al sol pero que no dexasen a él, y ansí los de los
llanos tenían entrambas observaciones, la del sol y Pachacama, pero más principal
a Pachacama.
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