domingo, 24 de marzo de 2019

PACHAC COILLATICA O EL DIOS IRIS

LA mitología india ha sido tan poblada de Dioses protectores y de espíritus
maléficos, como la griega ó la romana, de que hemos conservado tradición é
historia, por el origen caucasiano de nuestra raza blanca.
Entre las creaciones más poéticas y cuyo origen se pierde en la penumbra de los
tiempos, encontramos la adoración á el Arco Iris llamado por los indios en el más
castizo quichua Pachac-Coillatica.
El Iris, es hijo alegre del Dios Sol y sus colores vivos significan: el amarillo, la
chicha y el maíz que vivifica, entona y aviva los placeres. El verde, la juventud,
recuerda la primavera y las alegres tonalidades del color de los bosques que vuelven á
la vida en la eterna evolución de la naturaleza, la coca que alienta al hombre en las
fatigas. El rojo, la alegría de la sangre que circula por las venas y los placeres
carnales. El violeta y el azul, la memoria de los Incas y de los seres queridos que
reposan en el seno de la muerte y que se manifiestan en el cielo, recordando que hay
que amar ante todo á la Tierra, madre común, al Sol y á su esposa Quilla (la Luna) y
brindar antes que por nadie, en las alegres fiestas, por Pachacamac y por los Incas
cuyos espíritus ocupan en la actualidad las regiones del éter.

En las grandes alturas, en medio de las nieblas de las nubes que estallan y de los
vapores violáceos que se levantan de los profundos valles, suele á veces la luz solar
descomponerse en muy diversos arcos, cuyos tintas espléndidas, se acentúan ó
desvanecen alternativamente.
El indio, sin esplicarse el fenómeno natural de la descomposición de la luz,
contempla extasiado esos símbolos de su felicidad manifestada en el espacio inmenso
de los cielos, por un derroche de colores y deteniendo su marcha silenciosa, se inclina
reverente, extiende los brazos levantándolos en alto y da gracias á Pachacamac y al
Sol, que es el padre de todo lo bello, por haberle mandado en medio de los trabajos de
la vida y de las penalidades de su viaje, á Pachac-Coillatica, que le anuncia alegría y
felicidad para él y los suyos en los días subsiguientes.

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