domingo, 24 de marzo de 2019

LEYENDA DEL PEÑON DE URIBE:

Existía en la esquina de esta plaza, lindando con la calle baja de Santo Domingo, una gran piedra irregular donde los vecinos se sentaban a charlar animosamente. Permaneció allí hasta el final de la década de los 70 del siglo XX. Según Sofía, puede encontrarse en el patio de una vivienda (c/.Sto. Domingo). La extensa versión novelada de Mozas Mesa la ubica en la 2ª mitad del XIX, pero la versión más simple es la narrada de generación en generación por las señoras mayores del barrio. Una de ellas me contó la siguiente:
Un hijo llevaba a su padre a cuestas camino del asilo y lo sentó en el Peñón de Uribe para descansar; el padre se puso a llorar y el hijo le preguntó: ¿por qué lloras? y respondió: “es que recuerdo cuando yo era joven e hice lo mismo con mi padre” El hijo, emocionado, abrazó a su padre y de nuevo regresó con él a su casa.
Que el hijo no tuviese sitio en la casa porque se iba a casar, que la nuera no quisiese tener al suegro o que el hijo no lo dejase en el asilo para que luego no lo dejasen a él, es otra historia.
Este lugar era el dedicado a los sacrificios a la diosa madre en el Jaén neolítico, o el del sacrificio del rey sagrado, primero real, después apaleado en pierna y después simulando cojera (E) También exhibían allí a los ajusticiados durante la edad media (empalados), para escarmiento público.

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