La Fiura tiene el aspecto de una pequeña mujer de horrible rostro, larga cabellera, generosos pechos, miembros delgados y ganchosos. Suele usar una corta falda roja. Acostumbra adoptar repentinamente caprichosas y convulsivas posturas y hacer muecas horrendas con su feísimo rostro y con sus ojos chispeantes, casi ocultos por una descomunal nariz. Alarga sus brazos en todas direcciones y mueve nerviosamente los dedos deformes de sus enormes manos, en busca de una víctima, para "tirarle un aire".
Se le puede ver danzando sobre la débil alfombra, de un hualve, sin tenor a que, en cualquier instante el hualve se rompa y la trague el pantano. De vez en cuando cesa su danza, para observar su horrible rostro en el reflejo de un charco y peinar su cabellera con un reluciente peine de plata. Menea coquetamente sus prominentes pechos y corre ágilmente entre los troncos quemados por los roces, haciendo flamear su breve pollera roja y mimetizando sus miembros entre los semicarbonizados ganchos de los árboles. Luego se escabulle entre los matorrales, en busca de las espinozas "chauras", que come con glotonería. El más leve ruido la asusta.
La Fiura, hija única de la Condená, es la mujer del viril Thrauco, más esto no le impide ofrecer su amor a todos los hombres, a quienes exige como severa condición, aceptarla con los ojos cerrados. No admite mirada alguna, ni siquiera la de los animales. El osado que se atreve a mirarla, quedará torcido en algún lugar de su cuerpo. Si quien la mira es un niño o un animal, le deforma las extremidades, haciéndole imposible la marcha.
Luchar con ella, es imposible; posee tal fuerza y destreza, que ni los hombres más fuertes pueden vencerla, pues los deja a todos maltrechos y contusos, cuando no quedan "teldelde" (trémulos). Por más que se le intente golpear, no se logra asestarle un solo golpe, es como pegarle a la sombra.
Las deformaciones causadas por la Fiura, son prácticamente incurables salvo afortunados casos, en los cuales mediante el siguiente tratamiento se puede conseguir alivio: al amanecer se corta una rama de la enredadera llamada Pahueldún. Una vez transportada junto al enfermo, se la azota, hasta que brote la savia, la cual debe beber el enfermo. En seguida la rama azotada se la arrastrando hasta la playa, para lanzarla al mar. También se dice que se pude tomar raspaduras de “Piedra de Ara” para contrarrestar los males provocados por la Fiura.
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