miércoles, 3 de abril de 2019

Mitos nordicos :Los orígenes del mundo

En la colección de mitos nórdicos conocida como Edda Poética, y en particular en la sección llamada El engaño de Gylfi, encontramos multitud de cuentos sobre las aventuras de dioses y gigantes nórdicos que van desde el comienzo de la vida hasta la construcción del puente Bifrost, entre Asgard y el mundo.

    El propósito de El engaño de Gylfi parece ser el de proporcionar un trasfondo para situar los kennings (por lo general formados por dos palabras que describen de forma indirecta algo) que se encuentran en El lenguaje de la poesía, en la Edda Prosaica. La naturaleza de los dioses y su presentación son muy diferentes ahí respecto a las del prólogo de la Edda Prosaica. Mientras que en el Prólogo se nos muestra a personajes como Odín o Thor tan solo como humanos sobresalientes, en el cuerpo principal de El engaño de Gylfi, a ellos —lo mismo que a muchos otros— nos los presentan con claridad como dioses y, en repetidas ocasiones, están visiblemente alejados de los parámetros de la humanidad. Además, el recopilador, Snorri, trata de explicar mucho, aunque no todo, sobre la mitología nórdica. Reunió información sobre distintos temas y los colocó en orden cronológico, más o menos, con la excusa de formular preguntas al respecto. La presentación de estas historias por parte de Snorri indica que las adaptó para hacerlas más familiares a la audiencia cristiana.

    Por ejemplo, se refiere a Odín como Padre Supremo, para dar una similitud entre paganismo y cristianismo, algo que resulta reforzado más tarde, cuando lo describe a través de todas las eras y gobernando sobre todos los reinos. Los tres oradores representan con claridad a la Trinidad. Al llamarlos Altísimo, Tan Alto y, al del trono más alto, el Tercero, se puede entender que se busca un sentido de unidad e igualdad, que es un rasgo característico de la Trinidad Cristiana. Los nombres de los tres oradores también se presentan como propios de Odín en las listas de sinónimos poéticos conocidos como heiti, y esto es algo que parece confirmar el sentido de unidad atribuido a los tres personajes.

    El engaño de Gylfi está marcado a fondo por la poesía éddica. Esto es una reminiscencia de las fórmulas poéticas que se encuentran en la versión de la mitología conocida como Edda Poética. La versión en prosa se basa en las historias perfiladas en la poética. Aunque no es la única fuente, en absoluto: la principal es la Profecía de la vidente que se encuentra en la Edda Poética. Aunque es similar en muchas cosas a la Profecía de la vidente, existen ciertas diferencias en la presentación de la información, y Snorri parece haber tratado de mostrarlo más en línea con la ideología cristiana. Sin embargo, a pesar de ciertas similitudes entre las historias bíblicas y algunos cuentos mitológicos, en su mayor parte estos están en plena contradicción con las enseñanzas cristianas, y los actos de los dioses no son para nada «agradables a Dios» en el sentido cristiano de la expresión. Odín no es omnipotente ni omnisciente; tiene que sacrificar su ojo para ganar en sabiduría y es incapaz de impedir su total destrucción por Fenrir, el lobo. Por tanto, está muy aminorado en comparación con Cristo, que trasciende a la muerte. En este sentido, el propósito de la narración era, con claridad, el de presentar en desventaja las creencias paganas, incluso aunque las estuviera volviendo a narrar.

    * * *

    El engaño del rey Gylfi de Suecia
    y la creación de Zelanda

    Hace mucho tiempo, en la tierra que ahora llamamos Suecia, vivía un rey llamado Gylfi. Una de las historias que se cuentan sobre él relata cómo, cierta vez, una mujer errante llegó a su corte y le sedujo. A modo de recompensa, el rey Gylfi le concedió una parcela de tierra en su reino. La parcela abarcaba la tierra que se pudiera arar con cuatro bueyes durante un día y una noche. Ese sería su predio. Pero la mujer errante no era una mortal ordinaria, sino que era una de la raza de los divinos Æsir. Se llamaba Gefion y estaba casada con un gigante. Así que se marchó al norte y seleccionó cuatro bueyes fuertes para arar. No eran bueyes ordinarios, ya que, de hecho, eran sus propios hijos, a los que había transformado, y eran mitad gigantes y mitad Æsir. Aquellos grandes bueyes tiraron del arado con tal fuerza que hendieron profundamente el suelo y rompieron la conexión con la tierra inferior. Como resultado, todo fue arrastrado a gran distancia, mar adentro, por los bueyes que tiraban del arado. Llevaron esa tierra lejos, al oeste, hasta que al final se detuvieron en un gran entrante de mar. Gefion paró a los bueyes ahí y llamó a aquella tierra Zelanda, que significa Tierra Marina. En el lugar donde se había desarraigado toda esa tierra quedó un gran agujero que se llenó de agua y se convirtió en el lago Mälaren de Suecia. Todavía a día de hoy se puede constatar que las bahías del lago tienen las mismas formas que los cabos de Zelanda y eso da fe de cómo el lago se formó hace mucho.

    La historia de Gefion la conocía el poeta Bragi el Viejo, que compuso un poema. En él recordaba a sus oyentes que:

    Gefion tomó felizmente una gran porción de tierra
    Y los bueyes laboriosos hicieron de ella parte de Dinamarca.
    Cada buey tenía ocho ojos y cuatro cabezas
    Y la tierra que hurtaron era rica en praderas.

    Sin embargo, el rey Gylfi era no solo inteligente, sino también mago. Estaba atónito por la forma en la que los Æsir se salían siempre con la suya y se preguntaba por qué sucedía tal cosa. Se hizo la pregunta de si eso se debía a sus propias mañas y habilidades o a que los dioses les eran particularmente favorables. Estaba decidido a descubrir la respuesta y se dispuso a viajar a Asgard, la tierra de los dioses. Determinó ir en secreto y para ello se disfrazó de anciano. Pero los Æsir tenían el don de la profecía y eran capaces de frustrar sus designios. Sabían que llegaba y estaban dispuestos a engañarle; ¡no todo sería como él lo percibía! Porque los Æsir utilizarían varios disfraces para salirle al paso.

    El rey Gylfi en Asgard:
    las preguntas planteadas por El Vagabundo

    Cuando ese anciano vagabundo —que por supuesto era el rey Gylfi— llegó por fin a Asgard, quedó sorprendido por sus dimensiones y su grandeza. Pero lo que más le impresionó fue el gran salón situado en el centro de la ciudad. Se llamaba Valhalla, que significa Salón de los Muertos, aunque algunos dicen que significa Salón Escudo.

    Al aproximarse al salón, su atención fue captada por un hombre que estaba haciendo malabares nada menos que con siete cuchillos. El malabarista de los cuchillos le preguntó al rey Gylfi cómo se llamaba, pero el rey no quería delatarse, así que respondió que su nombre era El Vagabundo, aunque algunos dicen que su nombre era Harto de los Caminos, que viene a ser lo mismo. Afirmó haber estado largo tiempo errando; y preguntó si le podrían alojar por una noche y cuál era aquel salón techado. A la última de las preguntas, el malabarista de los cuchillos respondió que era el salón de su rey. Pero, en cuanto al nombre del rey, el viajero habría de preguntárselo él mismo.

    Cuando llevó a Gylfi al salón, este se apercibió de que era espacioso, con gran cantidad de estancias, y que los que estaban dentro se ocupaban en multitud de actividades, desde jugar y beber, hasta combatir unos contra otros. Al advertir su curiosidad, el malabarista le aconsejó que procediese con suma precaución al entrar en una habitación, ya que no sabría nunca si había o no algún enemigo al acecho.

    Al final, Gylfi llegó ante tres tronos que se hallaban a diferentes alturas, ocupados por tres hombres. Al ver eso, le preguntó a su acompañante el nombre del rey del salón y este le dijo que era el del trono más bajo y que su nombre era Altísimo; otro se llamaba Tan Alto y el tercero (sentado en el trono más alto) Tercero. Gylfi le preguntó al rey llamado Altísimo si en ese salón moraban gentes sabias y entendidas. Altísimo respondió que, en efecto, los había, pero que Gylfi tendría que pagar su precio si resultaba ser menos sabio que aquellos a los que interrogase.

    ¿Quién es el más grande de los dioses?

    Sin inmutarse ante tal advertencia, Gylfi hizo su primera pregunta: ¿Qué dios es el más elevado y el más antiguo entre todos los dioses y diosas? A esto, Altísimo respondió que el dios más antiguo era conocido como el Padre Supremo, pero que en Asgard era llamado por otros doce nombres.

    Entonces Gylfi hizo su segunda pregunta: ¿Dónde está la residencia de ese dios y qué trabajos y prodigios ha realizado para demostrar su poder? A esto, Altísimo contestó que había vivido durante todas las eras y gobernaba sobre todo ser viviente. Y el hombre del segundo trono, Tan Alto, añadió que ese dios antiguo creó cuanto existe y cuanto vive, sea en la tierra, en los cielos o en cualquier otro reino. Una vez que hubo añadido eso, el llamado Tercero habló y le dijo a Gylfi que el mayor de los trabajos del antiguo dios llamado Padre Supremo fue la creación de la gente y del espíritu que hay en cada persona. Era ese espíritu el que sobrevivía al cuerpo de los mortales, que están condenados a la decadencia. De entre tales mortales, aquellos que se mostraban dignos continuarían viviendo al lado del Padre Supremo tras la muerte, en el lugar conocido como Gimle, el lugar más hermoso de la tierra. Por otra parte, los malvados se verían condenados a Hel y Niflhel, que se hallaban en el noveno mundo.

    Entonces Gylfi formuló su tercera pregunta: ¿Qué hizo el Padre Supremo y dónde vivió antes de hacer todas las cosas? Le respondieron que el Padre Supremo vivía en aquel entonces entre los gigantes del hielo.

    Los orígenes de los gigantes de hielo y de Odín

    Gylfi hizo una cuarta pregunta: ¿Cuándo y cómo vinieron a ser todas las cosas y qué existía antes de eso? El llamado Altísimo respondió que eso fue antes de que el tiempo o cualquier otra cosa existiera. Entonces no había más que un gran vacío sin vida.

    A eso, el llamado Tan Alto agregó que, antes de que se crease la tierra, surgió el lugar llamado Niflheim, con un gran manantial en su centro del que fluyeron diez ríos. Cerca estaban las Puertas de Hel. El llamado Tercero explicó que, antes de que existiera la tierra, había en el sur una región llameante llamada Muspell y que, de ese lugar, al final del mundo, saldría Surt para derrotar a los dioses y abrasarlo todo.

    Entonces Gylfi formuló su quinta pregunta: ¿Cómo eran las cosas antes de que los humanos creciesen en número? Ante eso, sus interlocutores, todos a una, le hablaron de grandes ríos venenosos llenos de hielo y de los que surgían vapores. La parte norte de todo aquello estaba cubierto de hielo grueso, en tanto que la sur se derritió con el calor de Muspell. En el lugar en el que el hielo y el calor se encontraron, las gotas mezcladas tomaron la forma de un hombre cuyo nombre era Ymir. Era un gigante del hielo y de él descienden todos los de esa raza. Esos gigantes de hielo recordaron a su antepasado Ymir dándole su propio nombre con la forma Aurgelmir.

    Entonces Gylfi formuló su sexta pregunta: Cómo llegaron a ser las demás personas y si era Ymir uno de los dioses A eso, Altísimo respondió que Ymir no era un dios, ya que él y todos los gigantes de hielo eran malignos. Ymir sudó mientras dormía y de ese sudor bajo el brazo izquierdo se formaron un varón y una hembra; y un hijo nació del sudor de sus piernas. Así se creó la raza de los gigantes del hielo.

    Entonces Gylfi hizo una séptima pregunta: ¿Dónde vivía Ymir y qué comía? A lo que recibió la respuesta de que, cuando el hielo siguió derritiéndose y goteando, formó una gran vaca cuyo nombre era Audhumla y de sus ubres fluyeron cuatro ríos de leche. Eso alimentó al gigante Ymir.

    Entonces Gylfi realizó su octava pregunta: ¿Qué alimentaba a la vaca? La respuesta que recibió explicaba los orígenes del dios Odín, porque le dijeron que la vaca lamía rocas saladas y que del derretir de esas rocas apareció un hombre llamado Buri. Del hijo de Buri —que se casó con una giganta— nacieron tres hijos. El mayor se llamaba Odín y los otros dos Vili y Ve. Odín y sus hermanos se convirtieron en los gobernantes de cuanto existe.

    La creación y la estructura del universo

    Gylfi reflexionó sobre esas diferentes razas que habían surgido en los tiempos antiguos: los gigantes del hielo descendientes de Ymir y los dioses, descendientes de Buri, que habían nacido cuando la vaca lamió las rocas saladas, y preguntó qué ocurrió con tales razas. La respuesta que recibió fue que Odín y sus hermanos mataron al gigante del hielo Ymir y de su cuerpo salió tanta sangre que ahogó a todos los demás gigantes del hielo, excepto a uno, que escapó con su familia y criados. Así, la raza de los gigantes del hielo pervivió.

    Tras el asesinato de Ymir, Odín y sus hermanos se apoderaron de su cuerpo y de él hicieron la tierra; de su sangre el mar y los lagos; de sus huesos las rocas y de sus dientes los cantos que yacen en las laderas de las montañas. El mar (creado a partir de la sangre de Ymir) circundó la tierra y esta quedó confinada en mitad de ese mar inmenso que pocos o nadie pueden cruzar. Del cráneo de Ymir hicieron el cielo, que tiene cuatro esquinas, y bajo cada una de ellas pusieron a un enano. Los nombres de esos enanos fueron Austri (que significa este), Vestri (que significa oeste), Nordri (que significa norte) y Sudri (que significa sur). Las estrellas las hicieron de las chispas de fuego que surgían de Muspell, el lugar del fuego. Las nubes las crearon con el cerebro de Ymir.

    Luego, Altísimo explicó que la tierra es un gran círculo y que más allá se encuentra el Gran Mar. Los gigantes viven a la orilla de ese gran mar, pero se les impide entrar en otros lugares de la tierra gracias a un gran seto creado con las pestañas de Ymir. Ese seto poderoso es llamado Midgard, que significa recinto central o, como lo llaman algunos, la Tierra Media. Ese es el lugar en el que viven los humanos. Las primeras personas fueron creadas por Odín y sus dos hermanos a partir de piezas de madera que encontraron a orillas del mar. Formaron un hombre con esa madera y lo llamaron Ask; formaron una mujer y la llamaron Embla. Tanto Odín como sus hermanos entregaron regalos a esas personas recién creadas: el primero les dio vida, el segundo consciencia y movimiento; el tercero voz, oído y vista.

    En el centro del mundo se formó Asgard, donde hicieron su hogar los dioses y diosas. Odín plantó su trono en Asgard, junto con su esposa Frigg. La familia divina de los Æsir desciende de ellos. Es por eso que a Odín se le conoce como Padre Supremo, puesto que es el progenitor de todos los dioses y hombres. El primer dios que nació fue Thor, que es sumamente fuerte y puede vencer a todo ser viviente.

    Odín, Padre Supremo, creó a Día y a Noche. Noche era hija de un gigante y es de color oscuro. Tuvo tres esposos sucesivamente y el último fue Delling, de los Æsir. De ese matrimonio nació un hijo llamado Día que era brillante y hermoso al ser medio Æsir. Odín, Padre Supremo, tomó a Noche y a Día y les entregó a cada uno un carro tirado por caballos que, al cabalgar por el cielo, dieron lugar al día y la noche. El caballo de Noche, Hrimfaxi, babea saliva que forma el rocío. De las crines del caballo de Día, Skinfaxi, brota la luz.

    Sol, Luna, el puente Bifrost y el final de todas las cosas

    Al escuchar todo eso, Gylfi —El Vagabundo— preguntó acerca de los orígenes del sol y la luna, y de cómo se mantienen en curso. Entonces Altísimo le explicó que Luna y Sol eran hijos de un hombre llamado Mundilfaeri. Luna era su hijo y Sol su hija. Considerando los dioses que su padre era un arrogante, se apoderaron de sus hijos y los pusieron en el cielo. Sol guía el carro durante el día y Luna guía a la luna a través de la noche.

    Sol cabalga rápido por el cielo porque la persigue un lobo grande y terrible llamado Skoll. Y otro lobo, llamado Hati Hrodvitnisson, persigue a Luna. Y un día los atraparán. Esos lobos proceden del bosque llamado Bosque de Hierro, donde vive una giganta terrible —esposa de un troll— cuyos gigantes hijos tienen todos forma de lobo. De esa familia de lobos gigantes procede ese que bebe la sangre de todos los que mueren, y seguirá hasta consumir los cuerpos celestiales y llenar de sangre el cielo. Ese día, el sol dejará de brillar.

    En ese momento, la destrucción surgirá de Muspell, el lugar del fuego. A caballo, los llegados desde Muspell irrumpirán por el puente que conecta el cielo y la tierra. Ese puente se llama Bifrost y se ve en el arco iris. Fue bien construido por los dioses, pero se quebrará cuando surjan los hijos de Muspell, porque nada de lo que existe es capaz de resistírseles.

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