miércoles, 3 de abril de 2019

El asesinato de Baldr y el castigo de Loki

En la sección El engaño de Gylfi, de la Edda Prosaica, se encuentran las historias de cómo murió el dios Baldr, así como del castigo que sufrió Loki y del fin del mundo. Existen también otras referencias a la muerte de Baldr en el Sueño de Baldr, dentro de la Edda Poética.

    El papel que juega Loki en la muerte de Baldr es muy diferente en ambos Eddas. En la Edda Prosaica, Loki es con claridad el responsable del asesinato, mientras que la Edda Poética no relaciona a Loki con esa muerte. Uno de los kennings poéticos en nórdico antiguo aplicados a Loki en El lenguaje de la poesía es Ráðbani Baldrs (causa de la muerte de Baldr). A su vez, en la descripción de la muerte de Baldr en El engaño de Gylfi se nos presenta a un Loki insatisfecho al ver que Baldr salía ileso de cuanto arrojaban contra él y que, por tal razón, fue el instigador de que Hod tomase el muérdago y lo disparase contra él.

    La Edda Prosaica también dice, más explícitamente, que «fue sin duda la actuación de Loki lo que provocó la muerte de Baldr, sino también que no se librase del infierno». Tanto El lenguaje de la poesía como El engaño de Gylfi dan a entender que Loki, y solo él, fue el responsable de la muerte de Baldr. De manera deliberada, buscó el arma que le pudiese matar y, en su papel típico de liante, engañó a Hod para que fuese la persona que en último término diese el golpe. Luego, su negativa a llorar implicó que Baldr no pudiera liberarse del Infierno, cosa que solo aumentó su culpa. La versión que nos da Snorri sobre el asesinato de Baldr no deja lugar a duda de quién es responsable de ese suceso y a Hod nos lo retrata como un inocente engañado, parte del plan de Loki. Esto parece ser congruente con el personaje de Loki, tal como Snorri lo retrata en todo momento: como un trapacero que parece estar buscando la destrucción de los dioses.

    Sin embargo, por otro lado, la Edda Poética no menciona a Loki como actor en la muerte de Baldr. En El sueño de Baldr, es Hod el único responsable y esta versión de la historia apunta a que Loki no estuvo involucrado de ninguna de las maneras. El poeta no se detiene en por qué razón Hod mató a Baldr, aunque la ausencia total de Loki en la historia apunta a que, para el autor del Sueño de Baldr, o bien Loki no jugó un papel importante o, dado que fue Hod el que cometió el crimen, es sobre este último sobre quien recae la culpa. Contrasta con la forma en que Snorri parece echar alegremente sobre las espaldas de Loki todos los desastres y, en especial, los relacionados con el fin del mundo y la destrucción de los dioses.

    * * *

    El asesinato de Baldr

    El dios conocido como Baldr el Bueno (un hijo de Odín) tuvo sueños extraños que parecían apuntar a que su vida estaba en peligro. Ante esto, los Æsir se reunieron y discutieron qué debían hacer para protegerlo. A tal fin, pensaron en todo tipo de cosas que podían amenazar a Baldr y, en consecuencia, se esforzaron para garantizarle protección contra tales amenazas. La diosa Frigg (esposa de Odín, Padre Supremo) arrancó a todo aquello que pudiera suponer una amenaza para Baldr la promesa solemne de que no le dañarían. De esa forma, le aseguró la protección contra el fuego, el agua, el hierro y todo tipo de metales, piedras, tierra y árboles; contra cualquier enfermedad, animales, todas las clases de pájaros y serpientes y todos los venenos. Cuando hubo acabado, Baldr quedó a salvo de todos los peligros. El resultado de eso fue que se convirtió en un deporte entre los Æsir el que Baldr se plantase y los demás le tirasen piedras, le disparasen flechas y le atacasen con armas. Nada lo lastimaba. Estaba a salvo de todos aquellos peligros. Los Æsir pensaron que era algo portentoso. Sin embargo, a uno de los Æsir no le divertían nada esos juegos y estaba disgustado ante el hecho de que nada dañase a Baldr. Era Loki, hijo de Laufey, y estaba decidido a alterar ese estado de cosas.

    Cambió su apariencia por la de una mujer y, de esa guisa, fue a visitar a Frigg en un lugar llamado Fensalir. Allí, la mujer (que no era otra que Loki) discutió con Frigg sobre qué ocurriría cuando los Æsir volvieran a reunirse. Y resultó que en la siguiente asamblea —pues los Æsir se congregaban a menudo— probarían la invulnerabilidad de Baldr. En esa ocasión, con flechas.

    Al enterarse, Loki le preguntó a Frigg si todos los seres y todas las cosas habían prestado juramento de proteger a Baldr. Frigg respondió que no, que no todos habían jurado. Había una cosa, solo una, que no había hecho el juramento. Era algo llamado muérdago y crecía al oeste del Valhalla. Era muy pequeño, solo un retoño, demasiado tierno para que valiese la pena hacerle jurar.

    Loki se marchó. Fue a buscar ese brote de muérdago y, cuando lo encontró, lo recogió y lo puso en una flecha. Con ella en la mano, fue a la asamblea de los Æsir de la que Frigg le había hablado con anterioridad.

    Cuando Loki llegó al lugar de la asamblea, se percató de que el dios ciego Hod estaba al margen de la multitud que disparaba flechas contra Baldr. Llegó hasta él y le preguntó por qué no participaba de la diversión de disparar al invencible Baldr. Hod le respondió que por dos razones. La primera, porque no podía ver a Baldr; y la segunda, porque no tenía arma.

    Loki no tardó en resolver los problemas de Hod. Primero le entregó la flecha del muérdago y luego le dijo con exactitud cómo disparar, de modo que la flecha fuese directa a Baldr. Se aseguró de ello al decirle que, si no le tiraba la flecha, no estaría honrando a Baldr como los demás. Dijo eso porque los Æsir creían que, al celebrar la inmunidad de Baldr, le hacían a este un gran honor.

    A consecuencia de la intervención de Loki, Hod disparó directa la flecha de muérdago a Baldr. Loki se aseguró de su objetivo y la flecha que disparó Hod voló infalible hacia Baldr. Le alcanzó y le traspasó el cuerpo. Baldr cayó muerto por culpa del peor de los actos que pueda cometer un dios o un hombre. Cuando Baldr cayó, los Æsir se quedaron paralizados por la impresión y llenos de horror. Estaban petrificados, pero se miraban unos a otros, furiosos por lo que había ocurrido y determinados a vengarse de quien hubiese asesinado a Baldr.

    El intento de rescatar a Baldr de Hel

    Aunque los Æsir estaban decididos a vengar a Baldr, nada pudieron hacer, porque su asamblea era sagrada y el lugar, un santuario en el que no se podía perpetrar ningún acto de venganza. En vez de ello, lloraron desconsoladamente, abatidos por una pena terrible. El dios más afligido de todos era Odín. Eso se debía a que se percataba con más claridad del terrible daño que la muerte de Baldr causaría en los Æsir y de lo trágica que era la pérdida.

    Frigg tomó la palabra y preguntó si había alguien entre los Æsir dispuesto a recorrer el camino que llevaba a Hel y allí ofrecer el rescate que fuese preciso para que Hel liberase a Baldr y le dejase volver a Asgard, hogar de los Æsir. Quién lo hiciera, ganaría el amor y el favor de Frigg, pues deseaba ardientemente el regreso de Baldr.

    Solo hubo uno que recogió el reto lanzado por Frigg, Hermond el Valeroso, que también era hijo de Odín. Llamaron al caballo de ocho patas de Odín, Sleipnir, Hermond montó aquel corcel veloz y lo apuró hacia Hel, en su misión de salvar a Baldr, su hermano, de la muerte.

    Entretanto, los Æsir alzaron el cadáver de Baldr y lo condujeron hasta el mar, donde estaba amarrado su buque. Se llamaba Hringhorni y era el barco más grande del mundo. Los Æsir tenían la intención de llevar a cabo el funeral de Baldr a bordo de ese poderoso navío. Pero no consiguieron mover el barco.

    Ante tal contrariedad, los Æsir pidieron ayuda a Giantland para echar a navegar el barco. Fue la giganta Hyrrokkin la que respondió a su llamada y cabalgó hasta ellos sobre un lobo, con víboras a manera de riendas. Cuando la giganta desmontó, Odín ordenó a cuatro guerreros que asegurasen la montura. Eran berserkers, que luchaban sin miedo ni autocontrol en la batalla. Pero incluso entre los cuatro no fueron lo bastante fuertes como para sujetar a la montura lobo de Hyrrokkin. De hecho, se vieron forzados a golpearlo y a reducirlo en el suelo.

    Cuando Hyrrokkin llegó al barco, probó ser tan fuerte que lo echo a navegar con un solo empujón. Las chispas volaron desde los rodillos bajo el buque y la tierra tembló como en un terremoto. Ante eso, se desató la ira de Thor contra la giganta e hizo intención de aplastarle la cabeza con su martillo Miollnir, el quebrantacráneos. Pero los otros dioses le refrenaron con sus súplicas a favor de la giganta.
Hel, que aquí aparece flanqueada por el lobo Garmr, es la reina de los nueve mundos infernales de los pueblos nórdicos. Se encuentran en un territorio llamado Niflheim. Grabado de Johannes Gehrts realizado en 1889.
     
   

    Cuando colocaron el cuerpo de Baldr en su barco, la esposa de este, Nann, hija de Neps, no soportó el dolor y murió. Colocaron su cuerpo también en el barco y lo quemaron junto con el de su esposo. Cuando la pira estuvo encendida, Thor la bendijo con su martillo. Mientras hacía eso, un enano pasó corriendo por delante de él y Thor le lanzó de una patada al fuego para que se quemase también, junto con los cuerpos de Baldr y Nann.

    Seres de todas las tierras y mundos acudieron para asistir al funeral de Baldr. Estuvo Odín con Frigg, las valquirias y los dos cuervos de Odín, Hugin y Munin. Freyr asistió también con su carro tirado por un jabalí; Heimdall estuvo con su caballo y Freyia acudió acompañada de sus gatos. Hubo gigantes del hielo y de la montaña. Odín puso en esa pira un gran brazalete de oro y al caballo de Baldr, que llevaba su más fino arnés.

    Mientras ocurría todo esto, Hermod el Valeroso cabalgaba para tratar de cumplir su misión de devolver la vida a Baldr. Galopó durante nueve jornadas a través de valles oscuros, negros como la noche de lo profundos que eran. Por último, se acercó al Puente Gillol, cubierto de oro bruñido. Allí se vio cara a cara con la doncella guerrera Modgud. Cuando se acercó, ella le preguntó su nombre y parentesco. Estaba intrigada, porque el puente resonaba bajo sus pies como lo habría hecho al paso de cinco regimientos de guerreros muertos. No obstante, era obvio que Hermod no estaba muerto, por lo que Modgud le preguntó qué asunto le había llevado al camino que se dirigía a Hel, ya que era una ruta reservada a los muertos. A la pregunta de qué le había llevado hasta allí, él contestó que buscaba a Baldr, y preguntó a Modgud si le había visto pasar. Ella respondió que, en efecto, había visto a Baldr en el camino de los muertos que iban hacia abajo y al norte, que era la ruta que llevaba a Hel.

    Ante esa noticia, Hermod espoleó a su caballo por el puente para cabalgar hasta llegar a las puertas de Hel. Ajustó la silla del caballo, galopó hasta las puertas cerradas y saltó por encima. Ya sobrepasadas, cabalgó hasta el salón situado tras las fortificaciones, desmontó y entró. Y vio a Baldr, su hermano, sentado en un lugar de honor.

    Por la mañana, Hermod le suplicó a Hel que le permitiera llevar a su hermano de vuelta a Asgard y le explicó cómo todo y todos lloraban su muerte. Hel le replicó que podría llevarse a Baldr si lograba demostrar que todos y todo penaban por él. Pero si una sola cosa se negaba a hacerlo, Baldr no podría marcharse.

    Hermod regresó junto a los Æsir de Asgard con el acuerdo hecho con Hel… y con las condiciones. Al conocerlas, los Æsir enviaron mensajeros por todo el mundo para rogar a todos los seres que llorasen por Baldr y así liberarle de Hel. Y todas las cosas lo hicieron, todas lloraron por Baldr. Lloraron como la escarcha llora cuando el sol brilla sobre ella. Todos los seres lloraron… con una excepción. En las profundidades de una cueva, los Æsir encontraron a una giganta que se negó a llorar. Nunca había ganado nada con Baldr, vivo o muerto, y por ella Held podía quedárselo. La giganta era, por supuesto, Loki disfrazado.

    El castigo de Loki

    Los dioses estaban furiosos porque Loki no solo había causado la muerte de Baldr, sino que también había conseguido que no pudiera ser rescatado de Hel. Al comprender que tenían la intención de castigarle con dureza, Loki escapó para esconderse dentro de una montaña, en un edificio que él mismo había construido y que disponía de cuatro puertas. Era para poder mirar en todas direcciones y ver si los dioses iban en pos de él. Pero ni aun así se sentía a salvo de la ira de los Æsir. Por eso, durante el día, se transformaba en salmón y se escondía bajo la cascada de Franangr. Pese a ello, seguía sin sentirse seguro y se preguntaba qué podían hacer los Æsir para capturarle en su escondite acuático. Estando en su casa de cuatro puertas, recogió hilos de lino y, pensando en cómo podían atraparle, los tejió en forma de red. Fue la primera vez que alguien hizo algo así. Lo realizó mientras se sentaba ante el fuego.

    Pero entonces vio que los Æsir se aproximaban, porque Odín había visto su escondrijo. Ante eso, Loki arrojó la red al fuego y corrió al río. Transformándose una vez más en salmón, saltó a sus aguas.

    Entretanto, los Æsir habían llegado a la casa de cuatro puertas de Loki. El primero en entrar fue Kvasir, el más sabio de todos ellos. Observó el fuego, vio en él las cenizas de la red y comprendió que era un artificio para pescar peces. Una vez asimilado eso, los Æsir se afanaron todos a una en crear una red que pudieran utilizar. Cuando estuvo hecha, la llevaron al río, ya que suponían que Loki se ocultaba allí. Lanzaron la red y Thor tomó un extremo, en tanto que el resto de los Æsir se hacían con el otro.

    Juntos, arrastraron la red por el agua para atrapar a Loki. Pero este se dio cuenta de lo que hacían, nadó alrededor de la red y se escondió entre las piedras del fondo. Los Æsir tiraron la red por segunda vez, porque presentían que Loki estaba en el agua. Esta vez la red pasó por el lecho del río y Loki se vio obligado a saltar por encima y escapar por la cascada. De no haberlo hecho, le habrían empujado al mar y allí lo hubieran capturado con facilidad. Los Æsir le persiguieron por tercera vez por el río. Pero en esta ocasión Thor se metió en mitad de las aguas mientras los otros Æsir arrastraban la red hacia el mar.

    Loki se veía ahora en un peligro desesperado. Tanto si nadaba hacia el mar como si saltaba la red para volver a la cascada, estaba condenado, ya que los Æsir lo capturarían en las aguas abiertas del mar y Thor lo haría si intentaba remontar a nado el río.

    Trató de ir hacia la cascada y saltó la red una vez más, en un intento de conseguirlo. Al hacerlo, Thor le atrapó, solo que se le escurrió. Pero, aunque Loki se deslizó entre sus dedos, estos se cerraron alrededor de su cola. Ese es el motivo por el que el cuerpo de un salmón se hace fino hacia la cola, porque por ahí agarró Thor a Loki.

    Así fue como lo atraparon. Los Æsir lo llevaron a una cueva, tomaron tres lajas de piedra e hicieron un agujero en cada una de ellas. Luego condujeron a los hijos de Loki, Vali y Narfi, a la cueva. A Vali lo convirtieron en lobo y a Narfi lo descuartizaron. Con las tripas de Narfi ataron a Loki a las tres piedras: una bajo los hombros, otra bajo los lomos y la tercera tras las rodillas. Al hacerlo, las ataduras de tripas se convirtieron en hierro y lo aprisionaron. Luego colgaron una serpiente venenosa encima de él para que su veneno le gotease en la cara.

    La esposa de Loki, Sigyn, intentó ayudarle recogiendo el veneno en un recipiente y todavía sigue haciéndolo. Pero si el cuenco se llena ha de ir a vaciarlo y el veneno vuelve a gotear en el rostro de Loki. Cuando esto ocurre, Loki se retuerce de agonía y esas convulsiones son llamadas terremotos. Allí yacerá —encadenado bajo el goteo de veneno— hasta el fin del mundo, hasta el día llamado Ragnarok.

    Un mito-poema: cómo Odín cabalgó hasta Hel para descubrir la identidad del asesino de Baldr

    Además de la historia que se cuenta en El engaño de Gylfi, en la Edda Prosaica, existe también el poema llamado El sueño de Baldr en la Edda Poética. Ahí está la explicación de cómo los Æsir respondieron al sueño terrible que tuvo Baldr y que hemos relatado aquí en forma abreviada para dar una idea de su contenido.

    Los Æsir se reunieron para descubrir la causa de los terribles sueños de Baldr.

    Acudieron a aquel que se había sacrificado por los hombres, Odín, que ensilló a Sleipnir y cabalgó hasta Hel, donde fue recibido por un perro ladrador cubierto de sangre.

    Pero Odín, sin inmutarse por ello, cabalgó hasta llegar a las puertas del salón de Hel.

    En el lado oriental, la vidente yacía en su tumba, y allí Odín declamó un ensalmo para despertar a los muertos y ella se levantó a su pesar.

    Dijo: «¿quién me ha despertado? ¿Quién me ha hecho volver? A mi, aquella sobre cuya tumba ha sentido nieve, lluvia y rocío y largo tiempo he yacido muerta»

    Odín ocultó su nombre y dijo llamarse Vagabundo, y preguntó a que guerrero esperaban. ¿Quién viajaría pronto al salón de Hel y sería acogido allí?

    En respuesta, la vidente habló: «el hidromiel aguarda aquí dispuesto para Baldr, y su venida será penosa para los Æsir»

    Luego Vagabundo preguntó sobre quién mataría a Baldr y privaría a Odín de su hijo.

    Supo así que Hod haría tal cosa y, en su enojo, Vagabundo preguntó quién se vengaría de Hod por una muerte como la de Baldr.

    Vagabundo supo entonces que Odín tendría otro hijo con Rind y que menos de un día después de su nacimiento ya pelearía. Y que no se lavaría ni las manos ni los cabellos hasta que tomase venganza y el asesino de Baldr fuese arrojado a la pira funeraria.

    Entonces Vagabundo puso a prueba el conocimiento secreto de la vidente y ella adivinó su nombre y declaró que solo Odín-sacrificio-antiguo podría visitarla.

    Y que nadie más podría recorrer ese camino ni encontrarla , hasta el día en que Loki fuese liberado y la destrucción cayera sobre todos los dioses.

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