domingo, 24 de marzo de 2019

Leyendas de Jaen: Leyendas de la Catedral

1.- San Pedro Pascual:
En 1296 fue nombrado obispo de Jaén. Mientras realizaba una visita pastoral, cayó en poder de los moros y fue llevado cautivo a Granada, de donde no quiso salir, pues prefirió que el dinero de su rescate lo empleasen en librar a otros cautivos, con lo que, además de esta labor, se dedicó a convertir infieles, lo que le costó ser decapitado en 1302, convirtiéndose con ello en el primer obispo mártir de esta provincia.
A su muerte reclamaban para sí sus restos tanto la catedral de Jaén, como la de Baeza. Esta cuestión la dirimieron al azar, dejando que una mula transportase a su albedrío esos restos, y así, si los llevaba hasta Jaén quedarían aquí, y si hasta Baeza, en esa ciudad. Pues bien; la mula -que según las malas lenguas era baezana- tomó el camino de Baeza y, al llegar a la catedral, cayó muerta junto a la puerta de la Luna (de bellísima traza en herradura polilobulada), por lo que el cadáver del obispo se enterró en esa catedral. Tras su canonización en 1675, los restos fueron sacados de la lauda sepulcral y puestos en una hornacina, en el retablo del altar mayor, dentro de una urna forrada en rojo y plata. Por eso, aquí en Jaén, a falta de sus restos, le intitularon una capilla en la catedral, la tercera por la puerta de los fieles. Además, en la que hoy es capilla de Santa Catalina (en el castillo) y antes parroquia, siempre hubo una imagen de este santo y unos frescos sobre la vida del mismo. En 1484, el cabildo, que ya lo consideraba santo antes de serlo, dispuso que en esa capilla siempre hubiese una lámpara “para que alumbre a Ntra. Señora e a S. Pedro Pascual...”. (E) (2) (Internet)
A este obispo le cupo también el honor de haber sido el primero en escribir en lengua lemosina (origen de valenciano, catalán, mallorquín, aranés, etc., según unos, y romances según otros)


2.- Historia/leyenda del “Abuelo”:
Alfredo Cazaban recoge en “Don Lope de Sosa” esta antiquísima leyenda: Un anciano llegó a un cortijo que había en las inmediaciones de la ciudad pidiendo hospitalidad y ofreciendo a cambio de la misma tallar una imagen en un tronco de olivo que había en la puerta del cortijo. Le ofrecieron una habitación donde pasar la noche y allí quedó el anciano con su tronco. Pasados tres días sin que el anciano diese señales de vida, el dueño del cortijo, muy preocupado, entró en la habitación cedida y cuál sería su sorpresa cuando encontró únicamente la talla de Ntro. Padre Jesús. Se dice que la talla era la del propio anciano (de ahí el nombre de “El Abuelo”), con lo que se presumiría que era el propio Jesús quien la esculpió. También pudo ser que el anciano fuese en realidad un ángel. 
Menos oída es la versión que cuenta cómo una bestia pegó una coz en una pared del cortijo y derribó parte de ésta, dejando al descubierto una habitación que nadie sabía que existía, y en la que se encontraba la venerable y venerada imagen.
La leyenda se ubica en la Casería de Jesús (carretera del Puente de la Sierra), aunque hay quien opina que pudo darse en un cortijo cerca de la Merced (c/. del Jesus)
Como símbolo de aquel momento, el “Abuelo” lleva ceñidas en plata las llaves del cortijo, que son distintas de las que cuelga de sus manos, y éstas copia exacta de las de un antiguo hospital cuyos enfermos y el resto de la población, sanó milagrosamente de un brote de peste que diezmaba la ciudad en el siglo XVII. (E) (4)
La talla permaneció en el cortijo hasta que fallecieron sus dueños; después se ubicó en el Camarín de Jesús, más tarde en la Iglesia de La Merced y actualmente, se encuentra en la Catedral. Se trata de una talla de finales del siglo XVI o principios del XVII que algunos atribuyen a Sebastián de Solís.
En cuanto a la cruz procesional, propiedad de la marquesa de Blancohermoso, fue donada definitivamente en la década de los 80 a la Santa Iglesia Catedral, donde se custodia en la funda que igualmente cedió la propietaria. En la cruz (que no consintió en agrandar, aunque sus hijos si lo permitieron después) está grabada una oración “Todas las cruces son flores, si las sabemos llevar...” compuesta por la propia dueña.

3.- Historia/leyenda del la Virgen de los Dolores:
En la capilla del “Abuelo”, también podemos admirar las tallas de Ntra. Sra. de los Dolores (José de Medina, 1741) y la del cirineo (anónima valenciana, S. XIX). Pues bien, cuando José de Medina tallaba esta virginal imagen, su esposa cayó gravemente enferma y, encomendándose a Ella, prometió no cobrar nada al cabildo por su ejecución si sanaba su esposa. Milagrosamente sanó, y se dice que fue el primer milagro que obró esta Dolorosa cuando aún no estaba terminada (Sofía). Por lo que respecta a la talla del cirineo, se presume que fue el jefe de los soldados romanos quien posó como modelo; de hecho, la talla fue costeada por esta agrupación.

4.- El obispo insepulto:
En una cajonera del armario destinado al vestuario de sacerdotes, en el lateral derecho de la capilla mayor, se encontraba enterrado el obispo Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, que levantó esta misma capilla gótica. El obispo a su muerte, fue inhumado bajo el altar de dicha capilla por disposición de sus parientes, a quienes dejó el patronato de la misma. Al ser demolida, fueron sacados sus restos y depositados provisionalmente una cajonera de la sacristía, pretendiendo sus sucesores que fuese enterrado después en la nueva capilla mayor que se construyó, a lo que se opuso el Cabildo que insistía en que los obispos se enterrasen en el Coro. Desde entonces se han sucedido enconados pleitos. Al cabo de los años se llegó a una transacción y, los restos del obispo Suárez fueron depositados en la cajonera que hay en tal capilla.
Cada año, los descendientes del obispo hacían una ofrenda; si ésta se aceptaba, se enterraría inmediatamente en el sitio designado por sus parientes; de no aceptarse, continuaría el cuerpo insepulto. ((s/ revista nº 50 de la Senda de los Huertos, la ofrenda de los herederos (condes de Benalúa) se efectuaba el día 1º de noviembre y consistía, 1º en aceite y cereales y, después, en seis blandones de cera)). El litigio acabó en 1941, año en que el cabildo acepto la ofrenda, disponiendo que sería la familia del obispo quien costease el enterramiento en la capilla mayor. El obispado, por su parte, cedería a perpetuidad un escaño a sus descendientes en el coro de la Catedral. (2) (E) Por fin, el 13 de mayo del año 2001, pudo enterrarse.
Este obispo, “El Edificador” ocupó la tiara episcopal de Jaén en 1500 y la desempeñó hasta 1520. Fue el artífice de la catedral gótica y de parte de la sillería del coro, además de ingentes obras civiles y religiosas en Úbeda, Baeza, Jaén, etc. No cobró renta por pasar “la puente” que atraviesa el Guadalquivir de Baeza a Jaén; sus transeúntes solo debían rezar un “Ave María” Su escudo era un sauce dentro de una fuente hexagonal. Es un enigma lo que motivó al cardenal Monescillo (S. XIX) a cambiar los ropajes al obispo que permanecía en la cajonera, dentro de su ataúd. En ese momento, el viejo libro que protegía el difunto fue sustituido por el de las Odas de Horacio.


5.- El Santo Rostro (Llamado también verónica (del latín vero icona = verdadera imagen))
Cuenta la leyenda que S. Eufrasio (primer obispo de la diócesis de Jaén), tenía tres diablillos en una redoma y que una noche los oyó hablar de ciertas irregularidades que se daban en la Santa Sede (el Papa estaba siendo seducido por una bella mujer -Lilit, el diablo-) S. Eufrasio podría evitarlo si lo ponía rápidamente en conocimiento del Papa, pero pasarían semanas antes de que pudiese llegar a Roma. El santo preguntó a los diablillos si podrían llevarlo a esa ciudad y en qué tiempo. Uno de ellos habló y dijo que lo llevaría en media hora si le daba todas las noches las sobras de su cena. S. Eufrasio accedió a la propuesta del diablillo y, yendo en sus lomos hasta Roma, previno al Papa de los abusos que en esa ciudad acontecían y del peligro de pecado en que se encontraba. Éste conjuró a la mujer y la aspergió con agua bendita e, inmediatamente, aquella mujer se fue chillando transformada en demonio; por tal motivo, agradecido y profundamente arrepentido, le regaló a S. Eufrasio la Santa Faz. De vuelta a su diócesis, púsose a cenar y, tras el requerimiento del hambriento diablo dijo: Ahí tienes las sobras de mi cena; pero has de saber que, desde hoy, he cambiado mi alimentación: ahora ceno nueces (sobran las cáscaras) 
Otra tradición apunta a que, con la irrupción árabe, las distintas reliquias fueron trasladadas a las montañas de Asturias. Ya en aquel lugar, el rey Alfonso VI abrió el arca donde se encontraban, previniéndose con muchos actos de devoción, ayunos y penitencias, para que no le acaeciera como al obispo don Ponce en tiempo del rey Ramiro III que, abriendo el cofre por curiosidad, quedó ciego para siempre. Así, el rey Alfonso se quedó con la imagen de Nuestro Señor que fue quien le propició sus victorias contra los moros, pasando después a sus herederos, hasta llegar a S. Fernando que, al ocupar Jaén, lo trajo nuevamente a la tierra de donde salió.

Acuña del Adarve, en sus “Discursos de las effigies e verdaderos retratos non manufactos del Santo Rostro e cuerpo de Christo...” (1637), dice que el obispo Sancho Dávila cortó trozos del lienzo donde se encontraba la Verónica, repartiéndolos a autoridades tales como Felipe III, Conde de Oropesa, etc., y después de cortar y repartir tales trozos del lienzo, mandó pegar en una tabla el resto que quedaba que consiste sólo en la parte que ocupan los ojos, nariz y boca; y añade: “ignoramos si por disposición suya o del Cabildo se mandó pintar toda la parte exterior de la cara, lo que se hizo con muy poca premeditación e inteligencia. (Guía artística y monumental de Jaén.- José Chamorro Lozano.- Pág. 224)
La Catedral fue saqueada durante la guerra civil y se perdieron joyas inigualables como la Cruz de Jaspe. El Santo Rostro corrió igual suerte pero, en 1940 fue encontrado en el garaje de un pueblo cercano a París, dentro de un baúl que, junto a otros trece, componían el “tesoro del Partido Comunista español”. Hoy se guarda bajo siete llaves en la caja fuerte que se encuentra en la Capilla Mayor de la Catedral. (2)


6.- La Virgen de la Antigua
Se encuentra en la capilla Mayor una Virgen galactotrofusa (de la leche) que, según la tradición, fue dejada por Fernando III en la antigua mezquita una vez cristianizada, pues al parecer, este rey entraba a las ciudades conquistadas portando una talla de la Virgen sobre la grupa de su caballo; pero la verdad es que la hermosa talla que se venera en esta capilla es de estilo gótico y no románico, como hubiese correspondido en 1246; además, la envergadura de la misma es tal, que difícilmente hubiese podido ir a la grupa sin romperse. Se presume cierto que es la más antigua de Jaén; quizás venga de ahí su nombre.
7.- La Cruz de Jaspe.
Tres cosas tiene Jaén que no las tiene Sevilla: Santo Rostro, Cruz de Jaspe y Virgen de la Capilla.
Esta copla expresa el orgullo que en Jaén se sentía por estas tres reliquias; una de ellas, la Cruz de Jaspe, desapareció en 1936. Se trataba de la cruz procesional de la Catedral, pieza de orfebrería gótica, a la que más tarde se le añadió una cruz de cristal de roca hallado en el Ejido y que, según cuentan, cayó del cielo tras una tormenta.
La Cruz fue venerada por muchos peregrinos procedentes de toda la provincia (2) (1)
8.- Los ángeles de Nuestra Señora de las Angustias.
La Virgen es de José de Mora, pero los ángeles (de pasión) son anónimos aunque se relacionan con la escuela de Granada, también de finales del XVII. Existen dos leyendas, la 1ª de ella con dos versiones:
1.- El autor fue un hombre que no llevaba una vida muy ordenada y lo metieron en la cárcel. Al despedirse de su mujer y de sus dos hijos (mellizos), vio como éstos lloraban amargamente. Cuando estuvo en la cárcel, talló los ángeles acordándose de esos rostros de tristeza. (E)
2.- Al escultor se le muere la esposa y se inspira en los hijos llorando a su madre para hacer las tallas. (E)
2ª leyenda: En 1667 se avecindó en la calle de los Uribe una familia formada por un matrimonio y dos hijos pequeños gemelos. Antón, que así se llamaba el padre, encontró trabajo en la Catedral como escultor. Era un hombre poco dado a conversación. Tampoco su mujer ni sus hijos se dejaban ver.
Cuatro años después de su llegada, desaparecieron sin dejar rastro. Esa noche, ya de madrugada, se oyó un estrépito en la calle y cuando los vecinos se asomaron a las ventanas, vieron a Antón correr calle arriba tras unos jinetes en dirección a la Puerta de Martos.
Pasaron diez años y un extraño personaje fue recogido en el convento de los Carmelitas Descalzos. Se trataba de Antón, notablemente envejecido. Allí se quedó como hortelano y jardinero, sumido en un estado permanente de postración y silencio. Finalmente, el Prior del Convento logró averiguar la historia de Antón. Resultó haber sido prisionero en Argel, en donde se enamoró de la hija de un importante moro. Huyeron hasta Sevilla, donde se casaron y tuvieron dos niños, pero se trasladaron a Jaén pensando que allí estarían más seguros; pero aquella noche, los enviados del moro dieron con ellos y le arrebataron a su esposa e hijos. Fue hasta Almería persiguiéndolos y allí estuvo diez años buscando noticias infructuosamente. Al final regresó a Jaén.

El Prior le encargó un retablo para colocarlo a los pies de la Virgen de las Angustias. Talló dos figuritas, dos ángeles llorando, que dicen eran la imagen de angustia de sus dos hijos la noche del rapto. Tras acabar las tallas, dejó una nota para el fraile explicando que no podría soportar la visión de aquellas figuras, y desapareció. (4) (E)
9.- El niño de la catedral
Relato obtenido en Internet (2004): “El año pasado, el jueves víspera del Viernes de Dolores, entré a la catedral y, conforme me acercaba al altar, albergué la idea de pasar allí una noche a solas para ver con tranquilidad toda la iglesia. Y... ¿Por qué no probar? Al fin salen todos. Comienzo a recorrer las naves. Todo está tan a oscuras que es imposible distinguir nada.. Me acerco hasta la capilla del Sagrario que era la única iluminada y me quedo allí. Dormiría hasta que entrase la luz por la mañana y pudiera contemplar la catedral como yo deseaba. Me duermo pero, de repente, se cruza en mis sueños la imagen de un niño. Despierto sobresaltado y miro a mi alrededor; no hay nada. Parecía tan real... tuvo que ser un sueño. Instantes después escucho un llanto. Me incorporo en el banco, y escucho. El llanto parece provenir del coro. Asomo la cabeza por la cortina. Todo estaba tranquilo. Toso y el llanto cesa. Espero un poco, cojo una vela de la capilla y me acerco al coro. Allí no hay nadie. Me siento en un banco. Apago la vela y espero. Pasaron las horas, eran cerca de las cuatro cuando volví a escuchar el llanto, primero más lejano, luego parecía estar a mi lado. Al cabo de un rato decido hablar. ¡Quién anda ahí! En ese momento cesa el llanto y noto una ráfaga de aire frío por mi espalda. No me atrevo a moverme. Ahora la noto por todo mi cuerpo. Me giro y veo la silueta de un niño, como una áurea blanca, dirigiéndose hacia la Sacristía. Al acercarse a la puerta desapareció. Los primeros rayos del sol entraban por las vidrieras. Ahora no podía contemplar la catedral, no me quitaba al niño de la cabeza. Espero a que se abran las puertas. Lo hacen temprano. Busco al capellán y le pregunto si alguien ha visto alguna vez un fantasma. Me cuenta que hay rumores de gente que afirma haber visto a un niño corriendo por las naves de la catedral, pero concluye diciendo que son habladurías.”
Se trata de un niño de 10 a 12 años que se ve correteando por la Catedral, con unos pantalones cortos, con tirantes y en cualquier época del año. El niño ha sido visto por trabajadores en las obras de reparación, o por el propio sacristán, que al ir a cerrar las puertas y ver al niño corriendo, fue tras él para hacerlo salir y, al doblar el crucero, se encontró con que había desaparecido. Esta entidad tiene cierta atracción por la Virgen de las Angustias. En tal sentido, cuando se ha ido tras de él en Semana Santa, han visto cómo se mete bajo el trono de esta Virgen y, al levantar los faldones, el niño no estaba. Este fenómeno se viene dando muy a menudo en Jaén, junto al del palacio de los Vélez. (E)
10.- La Virgen de Belén
Antes de salir de la catedral por la puerta izquierda de su fachada principal (que es la derecha desde el interior), se encuentra el relieve de la Virgen montada en la borriquita, camino de Egipto (Pedro Roldán, 1675). A esta Virgen le han preguntado muchos jiennenses. Para ello, puestos delante del alto relieve (a la altura de la pila del agua bendita, más o menos) se le reza esta oración (así me la contaron y así la cuento):
Virgencita de Belén
Entre palmas y olivos te quisiera ver
Con tu hijo y tu esposo San José
Y las siete gotas de leche
Que le diste en la huida hasta Belén.
Esta pregunta que te hago
Me la has de responder
Entonces, se hace la pregunta. Si se nota como un giro o movimiento, te dice sí a la pregunta. Si no notas nada, dice no (Sofía)

No hay comentarios:

Publicar un comentario