lunes, 25 de marzo de 2019

LA PINCOYA

La Huenchula, después de haber desaparecido durante un largo tiempo, volvió a casa de sus padres, contando que había estado en lejanos lugares, donde se casó con un rey (el Millalobo), quien sería el padre de la criatura que muy envuelta traía, y la cual depositó cuidadosamente en una lapa, en donde debía permanecer lejos de la cualquier mirada. 
Sin embargo en un descuido, y haciendo caso omiso de las advertencia de la Huenchula, la criatura se trasformó en agua cristalina ante la curiosa mirada de sus abuelos. 
La Huenchula desesperada y llorando, tomó la lapa y corrió hacia la playa, para vaciar suavemente su contenido en las aguas del mar. Luego se sumergió en las profundidades en busca del consuelo de su amado esposo el Millalobo. Llorando, le relató lo acontecido, pero antes que termine su historia, el Millalobo le dijo: 
- No llores más amada mía pues nuestra hija no ha muerto... 
Entonces apareció una hermosa barca semejante a una lapa, llevando en su interior a su hija; convertida ahora en una hermosa adolescente, de larga cabellera dorada, encanto y dulzura incomparables, y semivestida con un traje de algas, a quien dieron por nombre Pincoya. 
Todos los mariscos y peces que el Millalobo generosamente ofrece a los pescadores, son sembrados en mares y playas por las fecundas manos de la Pincoya, quien sale de las profundidades del mar a danzar a las playas. Cuando realiza su delicado baile mirando hacia el mar, significa que en esas playas y mares abundarán los peces y mariscos. 
En cambio, cuando alguno de los pobladores ha cometido alguna falta en contra del mar o sus habitantes, lo hace con el rostro vuelto hacia la tierra, indicando a los pobladores que habrá escasez, y que deberán ir en busca del alimento a playas y mares más lejanos. 
No obstante, si la escasez persiste, se puede realizar una ceremonia mágica para agradar a la Pincoya, y hacer que los favorezca nuevamente. 
La Pincoya se encarga además de rescatar a los marinos que naufragan, y en el caso de que estos mueran, los lleva tiernamente con la ayuda de sus hermanos La Sirena y el Pincoy, hasta el Caleuche, donde revivirán como tripulantes del barco fantasma a una nueva vida de eterna felicidad. 
Por esta razón los chilotes jamás han temido al embravecido mar, a pesar que muchos no saben nadar, pues saben que la Pincoya vela por ellos durante sus arriesgadas travesías en el mar. 

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