* Avila (1598) 1966: 23-29.
"Como sucedió Cuniraya Viracocha en su tiempo y cómo Cahuillaca a su
hijo y lo que pasó".
Vida de Cuniraya Viracocha
Este Cuniraya Viracocha, en los tiempos más antiguos, anduvo, vagó,
tomando la apariencia de un hombre muy pobre, su yacolla (manto) y su cusma
(túnica) hechas jirones. Algunos, que no lo conocían, murmuraban al verlo:
"miserable piojoso", decían. Este hombre tenía poder sobre todos los pueblos.
Con sólo hablar conseguía hacer concluir andenes bien acabados y sostenidos por
muros. Y también enseñó a hacer los canales de riego arrojando /en el barro/
la flor de una caña llamada pupuna; enseñó que los hicieran desde su salida
/comienzo/. Y de ese modo, haciendo unas y otras cosas, anduvo, emperrando
/humillando/ a los huacas de algunos pueblos con su sabiduría.
Y así, en ese tiempo, había una huaca llamada Cavillaca. Era doncella, desde
siempre. Y como era hermosa, las huacas, ya uno, ya otro, todos ellos: "voy
a dormir con ella", diciendo, la requerían, la deseaban. Pero ninguno consiguió
lo que pretendía. Después, sin haber permitido que ningún hombre cruzara las
piernas con las de ella, cierto día se puso a tejer al pie de un árbol de lúcuma.
En ese momento Cuniraya, como era sabio, se convirtió en pájaro y subió al árbol.
Ya en la rama tomó un fruto, le echo su germen masculino e hizo caer el
fruto delante de la mujer. Ella muy contenta, tragó el germen. Y de ese modo
quedó preñada, sin haber tenido contacto con ningún hombre. A los nueve meses,
como cualquier mujer, ella parió así doncella. Durante un año crió dándole
sus pechos a la niña. "¿Hija de quién será?", se preguntaba. Y cuando la
hija cumplió el año justo y ya gateaba de cuatro pies, la madre hizo llamar a las
huacas de todas partes. Quería que reconocieran a su hija. Las huacas, al oír la
noticia, se vistieron con sus mejores trajes. "A mí ha de quererme, a mí ha de
quererme", diciendo, acudieron al llamado de Cavillaca.
La reunión se hizo en Anchicocha donde la mujer vivía. Y allí, cuando ya
los huacas sagrados de todas partes estaban sentados, allí la mujer les dijo:
"Ved hombres, poderoros jefes, reconoced a esta criatura. ¿Cuál de vosotros me
fecundó con su germen?". Y preguntó a cada uno de ellos, a solas: "¿Fuiste tú?
¿Fuiste tú?", les iba diciendo. Y ninguno de ellos contestó: "Es mío". Y entonces,
como Cuniraya Viracocha, del que hemos hablado, sentado humildemente,
aparecía como un hombre muy pobre, la mujer no le preguntó a él. "No puede
ser hijo de un miserable", diciendo, asqueada de ese hombre harapiento, no le
preguntó; porque este Cuniraya estaba rodeado de hombres hermosamente vestidos.
Y como nadie afirmara: "Es mi h i j o " ella le habló a la niña: "Anda tú
misma y reconoce a tu padre", y a los huacas les dijo: "Si alguno de vosotros es
el padre, ella misma tratará de subir a los brazos de quien sea el padre". Entonces,
la criatura empezó a caminar a cuatro pies hasta el sitio en que se encontraba
el hombre haraposo. En el trayecto no pretendió subir al cuerpo de ninguno
de los presentes; pero apenas llegó ante el pobre, muy contenta y al instante, se
abrazó de sus piernas. Cuando la madre vio esto, se enfureció mucho: " ¡Qué
ascol ¿Es que yo pude parir el hijo de un hombre tan miserable?", exclamando,
alzó a su hija y corrió en dirección del mar. Viendo esto: "Ahora mismo me ha
de amar", dijo Cuniraya Viracocha y, vistiéndose con su traje de oro, espantó a
todos los huacas; y como estaban así, tan espantados, los empezó a arrear, y
dijo: "Hermana Cavillaca, mira a este lado y contémplame; ahora estoy muy
hermoso". Y haciendo relampaguear su traje, se cuadró muy enhiesto. Pero ella
ni siquiera volvió los ojos hacia el sitio en que estaba Cuniraya; siguió huyendo
hacia el mar. "Por haber parido el hijo inmundo de un hombre despreciable, voy
a desaparecer", dijo, y diciendo, se arrojó al agua. Y allí hasta ahora, en ese profundo
mar de Pachacamac se ven muy claro dos piedras en forma de gente que
allí viven. Apenas cayeron al agua, ambas /madre e hija7 se conviertieron en
piedra.
Entonces, este Cuniraya Viracocha: "Mi hermana ha de verme, ha de aparecer",
diciendo, llamándola y clamando, se alejó del sitio (Anchicocha). Y se
encontró con un cóndor antiguo. Le preguntó al cóndor: "Hermano: ¿dónde
te encontraste con ella, con esa mujer?". "Muy cerca de aquí", le contestó el
cóndor, "has de encontrarla". Y Cuniraya le dijo: "Tendrás larga vida. Cuando
mueran los animales salvajes, ya sea huanaco o vicuña, o cualquier otro animal,
tú comerás su carne. Y si alguien te matara, ése, quien sea, también morirá".
Así le dijo.
Después se encontró con el zorrino. Y cuando le preguntó: "Hermano
¿adonde te encontraste con ella, con esa mujer?"; el zorrino le contestó: "Ya
nunca la encontrarás; se ha ido demasiado lejos". "Por haberme dado esa noti
cía, tú no podrás caminar durante el día, nunca, pues te odiarán los hombres;
y así, odiado y apestando, sólo andarás de noche y en el desprecio padecerás",
le dijo Cuniraya. Poco después se encontró con el puma. El puma le dijo a
Cuniraya: "Ella va muy cerca, has de alcanzarla". Cuniraya le contestó: 'Tú
has de ser muy amado; comerás las llamas de los hombres culpables. Y si te
matan, los hombres se pondrán tu cabeza sobre su cabeza en las grandes fiestas,
y te harán cantar; cada ano degollarán una llama, te sacarán afuera y te harán
cantar". Luego se encontró con un zorro, y el zorro le dijo: "Ella ya está
muy lejos; no la encontrarás". Cuniraya le contestó: 'A t í , aun cuando camines
lejos de tos hombres, que han de odiarte, te perseguirán; dirán: 'ese zorro
infeliz', y no se conformarán con matarte; para su placer, pisarán tu cuero, lo
maltratarán".
Después, se encontró con un halcón; el halcón te dijo: "Ella va muy cerca,
has de encontrarla", y Cuniraya le contestó: "Tú has de ser muy feliz; almorzarás
picaflores y luego comerás pájaros de todas clases. Y si mueres, o
alguien te mata, con una llama te ofrendarán tos hombres; y cuando canten y
bailen, te pondrán sobre su cabeza, y all í, hermosamente, estarás".
En seguida se encontró con un lorlto; y el torito le dijo: "Ella ya venció
una gran distancia; no la encontrarás", puniraya le contestó: "Tú caminarás
gritando siempre demasiado; cuando digas: 'destruiré tus alimentos', los hombres,
que han de odiarte, te descubrirán por los gritos y te espantarán; vivirás
padeciendo".
Y así, a cualquiera que le daba buenas noticias, Cuniraya le confería dones,
y seguía caminando, y si alguien le desalentaba con malas noticias, lo maldecía,
y continuaba andando. (Así, llegó hasta la orilla del mar. Apenas hubo llegado
al mar, entró al agua, y la hizo hinchar, aumentar. Y de ese suceso los hombres
actuales dicen que la convirtió en castilla; "el antiguo mundo también a otro
mundo v a " dicen).
Y volvió hacia Pachacamac, y allí entonces, llegó hasta donde vivían dos
hijas jóvenes de Pachacamac. Las jóvenes estaban guardadas por una serpiente.
Poco antes de que llegara Cuniraya, la madre de las dos jóvenes fue a visitar a
Cavillaca en el fondo del mar en que ella se arrojó; el nombre de esa mujer era
Urpayhuachac. Cuando la mujer salió de visita, este Cuniraya Viracocha hizo
dormir a la mayor de las muchachas, y como pretendió él dormir con la otra
hermana, ella se convirtió en paloma y se echó a volar. Y por eso, a la madre,
la llamaron: "la que pare palomas".
En aquel tiempo, dicen, no existía ni un solo pez en el mar. Únicamente
la mujer a quien llamaban "la que pare palomas" criaba (peces) en un pequeño
pozo que tenía en su casa. Y el tal Cuniraya, muy enojado: "¿Por qué esta mujer
visita a Cavillaca en el fondo del agua?", diciendo, arrojó todas las pertenencias
de Urpayhuachac al gran mar. Y sólo desde entonces, en el lago grandes,
se criaron y aumentaron mucho los peces. Entonces ése, al que nombraban Cu
niraya, anduvo por la orilla del gran lago; y la mujer Urpayhuachac, a quien le
dijeron cómo sus hijas habían dormido, enfurecida persiguió a Cuniraya. Y
cuando venía persiguiéndolo y llamándolo, " i O h ! " , diciendo, se detuvo. Entonces
le habló /ella/ : "Únicamente voy a despiojarte". Y empezó a despiojarlo.
Y cuando ya estuvo despiojado, ella, en ese mismo sitio, hizo elevarse un gran
precipicio y pensó: "Voy a hacer caer allí a Cuniraya". Pero en su sabiduría,
sospechó la intención de la mujer. "Voy a orinar un poquito, hermana" diciendo,
se fue, se vino hacia estos lugares y permaneció en ellos, en sus alrededores o
cercanías, mucho tiempo, haciendo caer en el engaño a los hombres y a los
pueblos.
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