martes, 2 de abril de 2019

EL SOLDADO Y EL VAMPIRO

Un soldado había obtenido licencia para volver á su casa; púsose en camino, y al fin llegó
muy cerca de su pueblo natal. No lejos de éste había un molino, cuyo dueño había sido en
otra época íntimo amigo del soldado, y por lo tanto, quiso éste hacerle una visita. El molinero
le recibió cordialmente, obsequióle lo mejor que pudo y los dos pasaron el rato bebiendo
y contándose su vida. El soldado no echó de ver cómo pasaba el tiempo: así es que oscureció
antes de que pensara en marcharse.
— Vamos, dijo, despidámonos, porque me urge llegar al pueblo.
— Más vale que pases aquí la noche, amigo, pues ya es muy tarde y te podría suceder
algo.
—¿Qué me ha de suceder?
—Dios nos está castigando. Un brujo temible ha muerto en la comarca, y por la noche
sale de su tumba, vaga por el pueblo y comete tales fechorías, que hace temblará los más audaces.
¿No te espantaría encontrarle?
— Nada de eso; un buen soldado no debe temer ni el fuego ni el agua, y de consiguiente,
me voy, porque tengo vivos deseos de ver á mi gente lo antes posible.
Así diciendo, despidióse y emprendió la marcha. Debía pasar junto á un cementerio, y al
llegar á él vio brillar como una inmensa hoguera en una tumba.
— ¿Qué será eso? murmuró; voy á satisfacer mi curiosidad.
Al acercarse vio al brujo sentado junto al fuego y cosiendo unas botas.
— ¡Hola, buen amigo! gritó el soldado.
Miróle el brujo y contestó:
—'¿Por qué has venido aquí?
— Deseaba ver lo que hacíais. •
El brujo dejó su trabajo y añadió:
— En e4 pueblo se celebra una boda; vente conmigo, hermano, y nos divertiremos.
—Vamos allá, contestó el otro.
Muy pronto llegaron á la casa donde se celebraba la boda y se les obsequió generosamente;
pero el brujo, después de beber copiosamente, dejóse dominar por la cólera, arrojó
de la casa á todos los convidados, aletargó á los novios, cogió dos redomillas y un punzón,
atravesó con éste las manos de los novios y llenó aquéllas de sangre. Hecho esto, dijo al
soldado: , .
—Ya podemos irnos.
Y salieron.
En el camino el soldado preguntó al brujo para qué había llenado de sangre las redomillas.
—Para que los novios mueran. Mañana por la mañana nadie podrá despertarlos, pues yo
solo sé cómo devolverles la vida.
—¿Y cómo se haría?
Es preciso practicar á los dos un corte en los talones y verter en este corte un poco de su
propia sangre. Y o tengo la de la novia en la redomilla que guardo en el bolsillo derecho y
la del novio en la que está en el izquierdo.
El soldado escuchó sin perder una palabra, y después el brujo continuó haciendo alarde de
lo que podría hacer.
—Supongo, dijo el soldado, que será imposible haceros seguir mejor camino, ó reduciros
á la impotencia.
—Nada de eso: bastaría encender una hoguera con cien cargas de madera de álamo y
quemarme allí; pero el que lo hiciera debería andar listo, porque de mí saldrían culebras, gusanos
y otros reptiles, y si no se cogieran todos, arrojándolos al fuego, yo me salvaría; sólo
con que se escape uno basta para ello.
El soldado escuchó atentamente, sin que luego se le olvidase.
Poco después llegaron á la tumba, y entonces el brujo dijo á su acompañante:
—Ahora te haré pedazos, porque sino, contarías todo lo que acabas de oir.
—Eso ya lo veremos, contestó el otro. Yo sirvo á Dios y al emperador.
El brujo se precipitó.contra el soldado; pero éste, desenvainando el sable, defendióse valerosamente.
Sin embargo, hallábase ya al cabo de sus fuerzas y creíase perdido, cuando de
pronto el gallo cantó, y entonces el brujo cayó inanimado en tierra.
El soldado se apodeió de las redomillas y alejóse presuroso hacia la casa de sus parientes,
quienes, después de felicitarle por su llegada, preguntáronle si había sabido alguna novedad.
—Pues ¿qué ocurre? preguntó.
—Que un brujo está cometiendo herejías en el pueblo.
A la mañana siguiente el soldado fué á la casa que había visitado con el brujo la noche
anterior y encontró la familia llorando amargamente.
— ¿Qué tenéis? les preguntó. .
Los padres refirieron lo que había sucedido.
—Tranquilizaos, repuso; yo devolveré la vida á los recien casados.
Siguiendo las instrucciones del brujo, el soldado hizo resucitar á los jóvenes; después dirigióse
á casa del alcalde, hizo reunir á todos los campesinos para que llevasen cien cargas de
madera de álamo; encendióse una inmensa hoguera en el cementerio, sacaron de su tumba al
brujo para arrojarle en el fuego, y alrededor de éste formóse un círculo de hombres y mujeres,
armados de escobas y tenazas. Poco después el brujo comenzó á quemarse: su cuerpo
reventó y de él salieron culebras, gusanos y toda especie de reptiles; pero los campesinos los
volvieron todos al fuego, sin permitir que se escapara uno solo. De esta manera quedó consumido
el brujo, y el soldado, reuniendo las cenizas, arrojólas al viento. Desde aquel día todo
el pueblo vivió en paz.

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