miércoles, 27 de febrero de 2019

NACIMIENTO Y AVENTURA DE APOLO

Hijo de Zeus y de Leto, era también hermano gemelo de Artemis, la virgen cazadora. Como siempre, la celosa Hera expulsó a la rival de turno, en el corazón de su augusto esposo, del Olimpo y para que nunca encontrara descanso hizo surgir del caos en que se vio envuelta la Tierra tras el diluvio a la terrible serpiente Pitón.

  Leto, desesperada, encontrándose próxima a dar a luz, se hallaba condenada a huir constantemente hasta que Poseidón se compadeció de ella haciendo brotar de sus dominios submarinos la isla de Delos, donde, bajo una palmera y acompañada por gran estruendo para ocultar lo que allí sucedía, alumbró Leto a Apolo y a Artemis. Las ninfas lavaron a las dos deidades, mientras Tetis les escanciaba el néctar y la ambrosía.

  El primer regalo que recibió Apolo fueron unas maravillosas flechas ofrecidas por Hefaistos, por lo que a partir de entonces Apolo será llamado el Flechador y pronto pudo hacer uso de ellas, pues a los cinco días de nacer traspasó con ellas a la serpiente Pitón que tan malos tragos había dado a su madre. La piel de este monstruo sirvió según la tradición, para cubrir el sagrado trípode en el que se sentaba la pitonisa del oráculo. Con motivo de esta hazaña, Zeus lo reconoció como hijo, haciéndole entrar en el círculo de dioses mayores y concediéndole el dominio de la luz. Los romanos lo identificaron después con Febo. Precisamente en el lugar donde diera muerte a la monstruosa Pitón se erigió en honor de Apolo el santuario de Delfos (Grecia central) transformándose en algo real la visión mitológica de está divinidad. En él se hallaba el citado oráculo en donde la pitonisa predecía confusa y vagamente el porvenir, convirtiéndose pronto en el más famoso de todos los centros de adivinación.

  Apolo transmitió a su hijo Asclepios (Esculapio) toda la ciencia médica, en la que realizó maravillosos hallazgos. A causa de ellos, las enfermedades estuvieron a punto de desaparecer de la faz de la tierra y entonces Hades se quejó a Zeus, quien montó en cólera, fulminando al divino taumaturgo con el rayo. Al saberlo Apolo marchó a la isla de Lemnos y allí desahogó su ira exterminando a numerosos cíclopes forjadores de las armas de Zeus. Entonces, éste desterró al vengativo Apolo.

  Apolo se vio condenado a peregrinar cierto tiempo por la tierra como un simple mortal, teniendo que ganarse el diario sustento, sin ser muy afortunado en los oficios que desempeñó. En primer lugar, guardó los rebaños de Admeto, rey de Tesalia, hasta que Hermes le gastó una broma robándoselos impunemente, y Apolo tuvo que huir de aquel lugar para no verse precisado a responder de aquella pérdida.

  El único que acudió en ayuda del dios fue Poseidón, que por aquel entonces también se hallaba desterrado por haber intentado conspirar contra su augusto hermano. Ambos se ofrecieron al rey Laomedonte de Troya para construir sus murallas, aunque después éste no les pagó lo convenido. Durante su destierro, Apolo pasó el tiempo cultivando las artes, enseñando la civilización a los pueblos pastores y amando intensamente a las mortales, aunque muchas veces no se viera correspondido.

  Gran tocador de la lira, Apolo derrotó al sátiro (monstruo mitológico especie de cabra antropomorfa del séquito de Dionisos). Marsias, hábil con la flauta, pero a su vez fue vencido por Pan según decisión del rey Midas; entonces Apolo se vengó de aquel monarca haciéndole crecer orejas de asno.

  Apolo intentó en vano seducir a Dafne, ninfa hija del río Penco, tan inteligente como hermosa. Como rehusara ceder al dios, éste decidió usar con ella de la violencia, pero la ninfa logró escapar. Cuando Apolo pudo darle alcance intentó abrazarla, pero la ninfa invocó a Gea y entonces la tierra se abrió desapareciendo en ella y saliendo en su lugar un laurel, al que Apolo convirtió en su planta sagrada. La mortal Castalia, para escapar de la persecución del dios, se lanzó a una fuente que desde entonces llevó su nombre. La aventura de Apolo y la ninfa Coronis o Arsinoe tuvo también un trágico final, puesto que, habiendo sido amada por dicha divinidad casó más tarde con el arcadio Ischis. Un cuervo que Apolo había colocado como guardián de Coronis le informó de esta circunstancia. Furioso Apolo, maldijo al pájaro, que desde entonces lleva el plumaje negro, y a continuación envió la muerte a Coronis e Ischis. Entonces el cuervo trajo en presencia de Apolo los cadáveres de los dos esposos para que la divinidad retirara del seno de Coronis el niño fruto de sus relaciones íntimas, que fue Esculapio o Asclepio.

  Estos desgraciados amores provocaron en Apolo cierta aversión el bello sexo. Entonces cultivó la amistad de jóvenes efebos que también murieron trágicamente como por ejemplo Jacinto, de cuya sangre surgió la flor que lleva este nombre, y Ciparisio, transformado en ciprés por el dios al matar un ciervo de su predilección. Desengañado Apolo de los efebos reanudó sus relaciones con el género femenino.

  Apolo es el dios del Día, de las Artes, de las Letras y de la Ciencia Médica, que tan sabiamente transmitió a su hijo. Con igual habilidad conducía un carro que disparaba mortíferas flechas. Era el más hermoso y amable de todos los dioses. El nombre de Apolo y el adjetivo apolíneo significan ideales de perfección y belleza física Hay autores que creen ver en el dios una brillante personificación del Sol y algunos lo identifican o confunden con Helios. Homero en la llíada le suele llamar Febo Apolo.

  Se le representa joven y sin barba, porque el Sol nunca envejece. El arco y las flechas son los rayos, la lira, la armonía de los cielos; y el escudo con el que se acompaña, la protección que otorga a los hombres. Símbolo de la belleza varonil, su cuerpo es robusto elegante y bello. Unas veces le acompañan las horas o estaciones, otras las tres Gracias, y en ocasiones las nueve musas.

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