lunes, 25 de febrero de 2019

Mitos,ritos y leyendas de Galicia: Romerías y otras celebraciones populares

La romería es la máxima expresión festiva del pueblo gallego a lo largo de
los siglos. Tradicionalmente se han ido celebrando en honor de una serie
de santos en lugares muy dispersos de la geografía gallega y con el tiempo
unas han calado más que otras en la sensibilidad de las gentes convirtiéndose
en puntos obligados de referencia espiritual. El Santo Cristo y la Virgen
María se llevan la palma en cuanto a número de celebraciones, pero también
son abundantes las dedicadas a San Andrés, San Antonio, San Bieito o
Benitiño, etc.
El significado de la romería
Romería quiere decir «viaje o peregrinación a un lugar santo, a una ermita o
santuario bajo la advocación de algún santo». Para la Real Academia Galega,
romaría o romaxe significan «peregrinación», en primera acepción, y «fiesta
popular en la que la gente acude a un santuario por motivos religiosos y que
al mismo tiempo se divierte», en segunda. Es esta la acepción que la define
hoy en día, la que la identifica a nivel popular. Este vocablo empezó a
utilizarse para designar a los muchos peregrinos que se desplazaban a la
ciudad santa de Roma. Actualmente en Galicia es término habitual, pues es
raro el mes del año en el que no se celebren media docena de romerías
importantes, si exceptuamos los del invierno. Pero, además, el término
romería fue aprovechado para nombrar algunas celebraciones que nada tienen
que ver con temas religiosos, sino más bien con los lúdicos y gastronómicos.
Es precisamente la gastronomía un elemento catalizador en las celebraciones.
Los elementos más distinguidos de la alimentación popular gallega, con la
excepción del caldo, se encuentran siempre en las romerías y son la
empanada y el pulpo á feira. Pero la riqueza de las materias primas en
agricultura, ganadería y pesca ha popularizado la gastronomía gallega como
algo importante y en los pueblos han aprovechado la situación y podemos
afirmar que a lo largo del año son casi un centenar las fiestas, únicamente
gastronómicas, que se celebran a lo largo y ancho del territorio galaico: la
patata, la empanada, el pimiento, el cocido, la tortilla, el gallo de corral, la
sardina, las ostras, el marisco, la lamprea, el pulpo, el queso, el aguardiente,
el vino, las castañas, el grelo, el salmón, etc., son algunos ejemplos de los
productos ensalzados.

Romería es una palabra con un significado especial, pues lleva aparejada
una serie de elementos que la diferencian de las fiestas patronales de cada
pueblo o de las ferias agrícolas o ganaderas que se repiten semanal o
quincenalmente. La romería es fiesta para engalanarse, para pasar el día
desplazados al lugar de celebración. Allí uno va a encontrar, junto a las
actividades de carácter religioso que suelen consistir en la concelebración de
una misa en honor del santo de devoción y una pequeña procesión (que
últimamente se reduce a un simple paseo con la imagen venerada alrededor
del atrio de la iglesia), grupos de música tradicional, más concretamente de
gaiteros, haciendo pasacalles e interpretando muiñeiras, jotas, pandeiradas o
alalás, un pequeño mercadillo en el que se pueden encontrar los
imprescindibles exvotos, estampitas del santo venerado, cirios y velas de
cera, rosquillas y melindres, además de otros dulces de nuevo cuño, y puestos
con muy diversos artículos. A todo ello hay que añadir las barracas de los
pulpeiros, que además del preciado manjar que les dio nombre ofrecen
empanadas y churrascos de carne de ternera y cerdo y, por supuesto, vino.
Alrededor de las celebraciones religiosas siguen produciéndose escenas
que recuerdan otros tiempos. En muchas romerías existe un fuerte
componente pagano ligado a la veneración de un santo. En más de una
ocasión hemos hecho referencia al solapamiento que la religión cristiana fue
haciendo sobre ritos gentiles o ancestrales, fruto del cual surgen santuarios
con santos milagrosos en cimas de montes que antes eran sagrados para celtas
o romanos, o en lugares con magnetismo por su proximidad con fuentes o
encrucijadas, cuevas e incluso el mar. De ahí la mezcla entre religión y
superstición, entre fuerzas del bien y del mal, del hombre y la naturaleza. En
muchas romerías es frecuente ver a creyentes que hacen el recorrido de varios
kilómetros hasta la ermita de rodillas, en ofrecimiento por un bien recibido o
por petición de uno. Cada santo tiene sus propias «especialidades» curativas
o milagrosas: Nuestra Señora de Armenteira es llamada la «Virgen de las
cabezas», pues es esa su especialidad, Nuestra Señora de O Corpiño cura a
los que padecen depresiones, paranoias y otros grados de locura, además de
ser su santuario lugar propio para exorcizar a endemoniados... Por lo tanto,
dependiendo de qué romería se trate, los exvotos pueden ser cabezas, brazos,
manos, piernas, pechos, etc., que el ofrecido comprará y depositará a los pies
del santo tras la ceremonia religiosa. En otras ocasiones las ofrendas se
traducen en donaciones de dinero, ingresando monedas o billetes en los petos
de recaudación del templo o bien prendiéndolos de los ropajes del santo; al
final de la jornada festiva se contabilizará la gratitud y la esperanza de los
fieles traducida en varios millones de pesetas. De estas cifras generosas bien
pudieran, si quisieran, dar fe los curas de más de media docena de santuarios
con romerías.
Los motivos de la fe
Durante siglos el ser humano se ha desplazado a lugares considerados por él
como mágicos, portadores de santidad, comunicadores con el ser o seres
supremos: los dioses. Estos encuentros solían producirse en aquellos espacios
en los que los testimonios relacionaban hechos sobrenaturales: apariciones
divinas, presencia de enviados celestiales, realización de sucesos
inexplicables, etc. Por tanto, una vez que se daba crédito a lo acontecido por
parte de la oficialidad de la tribu y sobre todo por los druidas, los brujos o
sacerdotes de cada pueblo, esos espacios se convertían en lugares de culto, de
peregrinación anual. Con la llegada del cristianismo se ha producido, como
venimos recalcando, un solapamiento de celebraciones y una transformación
del culto inicial por el nuevo rito católico. La explicación cristiana suele
hacer confluir la veneración a la Virgen, a Cristo o a un santo con la tradición
del lugar, encargándose el tiempo de esa transición, pero en muchos casos
quedando reminiscencias de ritos paganos que los romeros actuales siguen
practicando y defendiendo como parte de la tradición que les hace
desplazarse cada año al santuario de su devoción. En otros casos, se trata de
santuarios cristianos en origen, debidos a la presencia de reliquias, como en
el caso del apóstol Santiago y su celebración en Compostela el 25 de julio, o
a apariciones como la del propio Apóstol en Santiaguiño do Monte (Padrón),
la de Nuestra Señora de O Corpiño (Santa Baia de Losón-Lalín/Pontevedra),
o la de Nuestra Señora da Franqueira, también en la provincia de Pontevedra.

Santuario de O Corpiño Santa Baia de Losón, Lalín, Pontevedra. Los «endemoniados»
acuden al Corpiño para curar sus males.

El hombre organiza su ciclo vital en torno a las celebraciones y
acudiendo a los mismos lugares mágicos a los que acudían sus antepasados
miles de años antes. Se busca el contacto con lo sagrado que se consigue
mediante rituales que la Iglesia consiente, como son el besar los pies de una
imagen, introducir la cabeza en vanos ciegos de una ermita, tocar con un
pañuelo a una santa y luego restregarlo por la zona afectada por «el mal» de
la persona ofrecida y un largo etcétera. La Iglesia tolera pero advierte siempre
a los fieles que la devoción debe ser canalizada únicamente a través de las
oraciones y la participación en cultos colectivos como la misa, el rezo del
rosario, las procesiones, etc.; pero si los «otros» ritos se siguen realizando es
porque el saber popular, alimentado por la propia tradición, así lo exige, por
lo que es normal ver a miles de peregrinos acudir a las pedras de abalar y dos
cadrís en el Santuario de la Virxe da Barca1 y tratar de balancear la primera y
pasar por el angosto hueco de la segunda, cumpliendo así con la tradición
después de oír misa en el templo.
A Virxen era pequena
e a súa coroa de prata.
Marelos os catro bois
que no seu carro a levaban.2
La fe mueve montañas y los problemas que afectan a las personas y sus
maneras de entenderlos son muy diversos, tanto como los motivos que les
mueven como «ofrecidos» a las romerías. El ir «ofrecida» es un sacrificio
voluntario de una persona que por muy diversos motivos acude en
peregrinación a un santuario. Es muy frecuente que cuando alguien está en
peligro de muerte y se recupera de su dolencia, sus familiares más próximos
o amigos le hayan ofrecido, de tal manera que cuando llegue el día de la
romería en cuestión tanto el «sanado» como sus parientes o amigos acudan en
penitencia y agradecimiento por la intercesión del «santo» en su curación. La
penitencia puede ser muy variada también y puede consistir en acudir
descalzo a la ermita, en hacer un tramo de peregrinación de rodillas, en acudir
a la romería vistiendo un hábito blanco o morado, en cargar con cadenas o
con cruces o simplemente en acudir el resto de su vida a dicha romería año
tras año. En muchas ocasiones es decisión propia el ofrecimiento, en estos
casos suele ser para pedir intercesión por otras personas.

Exvotos y ofrendas, San Andrés de Teixido, Cedeira, A Coruña.


Los motivos reales son muchos y variados pero suele haber
disponibilidad de santos para todos ellos. Las enfermedades son causa
principal de ofrecimiento y no todas metidas en el mismo saco; por ejemplo,
si uno padece jaquecas, depresiones o sufrió algún tipo de accidente que le
afectó a la cabeza, acude a la romería de Nosa Señora das Cabezas en el
Santuario de Armenteira (Pontevedra), que se celebra cada Lunes de Pascua.
Si son niños los enfermos la oferta es variada; además de Armenteira, adonde
acude mucha gente joven, en San Campio o en Nosa Señora de Gundién (A
Coruña) se lava a los niños en las fuentes próximas al santuario, se tira la
ropa vieja y los pañuelos con los que se les lava, se les pone ropa nueva y se
acude a la misa y a las demás celebraciones de la romería, quedando el mal
abandonado con los ropajes desechados, llenos de impurezas. Los tullidos y
los que sufren males crónicos tienen una cita en la romería de Nosa Señora de
Vilamaior (Ourense), también llamada Virxe dos Remedios. Las verrugas, los
tumores y las heridas que tardan en curar son los motivos de peregrinación a
San Benitiño de Lérez (Pontevedra), santo que celebra dos romerías anuales:
el 21 de marzo y el 11 de julio, siendo de las más populares de Galicia. Y así,
podríamos ir desgranando dolencias y remedios, pero los motivos que afectan
a la salud son solo una parte de las rogativas que se hacen en las romerías,
porque también se pide por las enfermedades de los animales...

Satán y sus siervas las brujas, auténticos paladines de la Muerte, destruyen la pesca,
esterilizan los campos y provocan enfermedades y hasta la muerte entre los animales.

Son muchos los lugares en Galicia donde se protege la salud de los
animales. Mariño Ferro enumera2 algunos como San Pedro Mártir, San Paio
de Tiobre, San Bieito de Seráns, San Estebo de Rial, San Adrián de Corme,
San Xián de Pacios, etc. Lo habitual es llevar el ganado al atrio de la ermita a
fin de que se consiga la protección del santo para un nuevo período anual: así
lo hacen, por ejemplo, en A Golada (Pontevedra) y en Herbón (A Coruña).
En San Xurxo de Gonte (Negreira/A Coruña) algunos fieles llevan sus
animales a la romería que se celebra en primavera, pero la mayoría lleva las
varas con las que manejan el ganado para ser bendecidas en la celebración
que tiene lugar en la pequeña iglesia que aún conserva elementos románicos
de su original construcción en el siglo XII; llevan sus varas o bien las compran
en las inmediaciones de la iglesia el día de la romería, acuden con ellas a la
misa y a la pequeña procesión que circunda el templo. Esta comitiva se
detiene frente a la puerta de entrada al templo y los ofrecidos, bien sea por
cuestiones personales o referidas a su ganado, tocan con sus varas al santo o
pasan por debajo de su imagen al interior de la iglesia. Las varas son
bendecidas por el cura en el acto final de la celebración y esa bendición es
mediática, pues la vara en sí no lo necesita pero sí el ganado que va a
pastorear, que es «bendito por inducción». En las proximidades de Santiago
de Compostela, en Castrofeito (O Pino) recogen pequeñas cantidades de
tierra debajo del altar de San Tirso y la meten en una bolsa que cuelgan del
animal enfermo o que desean proteger.
La tierra es factor determinante en las rogativas; no en vano, en Galicia
es donde se produce una imbricación más grande del hombre con la tierra,
propiedad que defiende con su vida incluso si los motivos de pleito no
alcanzan más allá de una cuarta. La tierra es algo que hay que cuidar y
proteger a toda costa.1 Por tanto, una de las necesidades vitales para esa tierra
verde es el agua, que, como todos sabemos, es un bien escaso también en
Galicia. Como «siempre llueve» nunca se pensó en planes de regadío, y por
tanto en veranos secos por inviernos sin lluvia, la tierra se resiente y las
poblaciones también, más en unas comarcas que en otras, como en la de
Ferrol, donde afortunadamente tienen a la Virgen de Chamorro en lo alto de
una colina que se sube andando el día de la romería; a ella se le pide entre
otras cosas agua, al igual que a la Virgen de la Encarnación de Celanova o al
Santo Cristo das Augas de Tui, a quien se reza todos los años una novena
para que llueva. En el monte Aloia (Tui) se encuentra la ermita de San Xián,
a quien se hacen las rogativas durante ocho días consecutivos trasladando
hasta allí cruces de cada una de las parroquias afectadas por la sequía que
acompañarán al santo en su desplazamiento del monte a la catedral de Tui, o
viceversa, dependiendo de dónde haya quedado ubicado en las rogativas
anteriores. Pero también se pide por una buena cosecha, por protección contra
las tormentas, contra las plagas de los frutos del campo, etc., y muchas
romerías son apropiadas para una o más rogativas como es el caso del ya
mencionado San Xurxo de Gonte, un santo muy identificado con la
fecundidad de la tierra y el esplendor de la primavera.
El mar sigue siendo un punto de referencia de la economía gallega. Un
alto porcentaje de familias de la costa vive directa o indirectamente del mar y
aunque son pocos los templos dedicados por su advocación a «santos»
protectores del mar, la pesca, los vientos favorables, la buena travesía, etc.,
rara es la iglesia que no cuenta con una imagen de la Virxe do Carme o del
Santo Cristo dos Navegantes. En ocasiones, cuando la pesca no es favorable
se creía que el barco estaba embrujado y, por tanto, se llamaba al cura para
que lo volviera a bendecir. La Virxe do Carme no tiene templo, los católicos
celebran su festividad el día 16 de julio, aunque en la costa gallega eso no es
del todo exacto pues siendo una virgen tan venerada ningún pueblo quiere
dejar de festejarla y si lo hacen el mismo día todos, restarían importancia a la
celebración; por ello, desde que comienza el mes de julio, cada día del verano
se celebra el Carmen en un pueblo distinto, de tal forma que nadie compite
con nadie: si hoy es en un lugar, no lo es en el vecino.
San Andrés de Teixido es un santo muy venerado por múltiples
cuestiones y también por temas relacionados con el mar. Recordemos que el
santo finaliza su periplo marítimo en las agrestes costas donde hoy está
ubicado su santuario y lo hace en su barca de piedra; por tanto, de cuestiones
marineras sabe un rato. A él le cantaban los marineros para que intercediera
por ellos en momentos de peligro o en situaciones desfavorables:
Meu Señor San Andresiño
póñanos o vento de popa
que somos os de Cariño
e traémo-la vela rota.
Mi Señor San Andresiño,
pónganos el viento de popa
que somos los de Cariño
y traemos la vela rota.
En lo que se refiere a buena pesca, además de los exvotos con figuras de
peces, las plegarias populares insisten en la petición de ayuda...
O Diviño San Andrés
ten a sardiña no cinto
que lla deu un mariñeiro que se la dio un marinero
que andaba no mar perdido.
... Meu Señor San Andresiño,
déanos moitas sardiñas,
que sómo-los de Cariño
que perdímo-las traiñas.1
El Divino San Andrés
tiene la sardina en el cinturón
que estaba en el mar perdido.
... Mi Señor San Andresiño,
dénos muchas sardinas,
que somos los de Cariño

que perdimos las traineras.

Santuario de San Andrés de Teixido, Cedeira, A Coruña. «Vai de morto quen non foi de
vivo».

Otro de los motivos que mueven a las personas a las romerías es el
relacionado con el amor, con la búsqueda del hombre o de la mujer
apropiados, con la solución a los problemas matrimoniales, con los
enamoramientos. Al santuario de los Milagros de Amil acuden las mujeres
solteras anudando ramas de retama de escobas con su mano izquierda, si son
diestras, y si lo consiguen antes de llegar al santuario se casarán y volverán al
año siguiente acompañadas por su marido. San Andrés de Teixido también
entiende de estas cosas, de hecho muchos romeros acuden a su fiesta para
proveerse de la afamada herba de namorar (hierba de enamorar) que las
mujeres deben guardar en la faltriquera y utilizar en los momentos propicios
para conseguir el encantamiento amoroso del hombre que desean. En A
Franqueira las mujeres anudan también la retama en la propia planta mirando
hacia el santuario. En San Xián de Luaña las chicas peregrinan en silencio y
con una o varias piedras pequeñas en la boca para acabar rogando al santo
«San Xián dame un home, aínda que me mate, aínda que me esfole, porque
unha hora ó día é meu home» (San Julián, dame un hombre, aunque acabe
conmigo, aunque me despelleje; una hora al día es mi hombre), petición sin
duda desesperada pero decidida. San Antonio, en muchos lugares de Galicia,
arregla también los problemas matrimoniales, tal es el caso del venerado en A
Golada.

Las ofrendas como pago de favores
A las romerías se acude, como ya hemos dicho, con el fin de pedir favores a
los santos e intercesión ante Dios para resolver problemas de muy diversa
índole, pero no se va con las manos vacías. El ofrecido aporta algo que a su
entender satisfaga las necesidades del santo para que así su intercesión sea
más rápida y eficaz. Por lo general, lo más frecuente es la ofrenda de velas y
cirios para iluminar día y noche el templo, que de esa manera va a ser
rápidamente reconocido como lugar de santidad. Raro es el santuario gallego
que no recibe velas en ofrenda, por ejemplo, en la entrañable romería de la
Magdalena que se celebra el 22 de julio de cada año, desde no se sabe
cuándo, en la parroquia de Castrofeito se puja por el derecho a tener la
imagen de la santa todo el año en casa y dicha puja se hace en libras de cera,
estipulándose anteriormente el precio de la libra. En la procesión de las
mortajas que se celebra en las fiestas del Nazareno en Pobra do Caramiñal (A
Coruña), los ofrecidos que estuvieron en peligro de muerte caminan, vestidos
de nazarenos con túnicas de color morado, delante de su propio ataúd
portando un cirio de su altura, mientras sus amigos y familiares cargan con el
féretro. La cera es, por tanto, un elemento importante en la romería ya no solo
como elemento iluminador del templo, sino también como materia prima para
confeccionar exvotos con formas tan diversas como la imaginación y las
ofrendas han querido a lo largo de los siglos. En la Magdalena de Castrofeito,
como en otros muchos santuarios de Galicia, es frecuente encontrar exvotos
entregados a la santa con formas de cuerpos humanos, de animales, brazos,
piernas, codos, pies, manos, etc., siempre fabricados en cera, aunque este
material no es el único empleado para exvotos ya que en santuarios de mucha
fama se pueden encontrar de oro, plata, marfil, e incluso de pan. A la Virxe
das Cabezas de Amil (Moraña/Pontevedra) le llevan exvotos con forma de
cabezas, pero también con formas de cuerpos de niños.
Otras ofrendas son más pragmáticas y menos simbólicas. En muchos
lugares se ofrece dinero, generalmente billetes de curso legal que depositan
de distinta manera al alcance del santo. A la Magdalena de Castrofeito le
cuelgan los billetes de una mano, a Nosa Señora do Corpiño le cubren
literalmente su manto con otro de billetes, al igual que a Nosa Señora dos
Milagros de Amil. El cura párroco de San Benitiño de Lérez, y el de Lores
también, recaudan muchos millones de pesetas en cada una de las dos
romerías anuales que celebran, cifra muy significativa de la devoción que
generan dichos santos en sus santuarios y de la fe de sus fieles.

Ofrecida, Ribarteme, As Neves, Pontevedra. Los ofrecidos desfilan en procesión en sus
propios ataúdes.
En santuarios costeros las ofrendas tienen, en muchos casos, relación
con el mar, por ello es frecuente ver en esos templos reproducciones en
miniatura de embarcaciones realizadas en madera, pero también en materiales
nobles como marfil, plata y oro. Existen exvotos de cera con forma de peces;
paralelamente en el interior de Galicia los exvotos pueden tener forma de
animales domésticos. De todos modos, también son frecuentes las ofrendas
vivas, como ovejas, cerdos, gallinas, etc., o de productos agrícolas, como
cereales, harina, fruta, patatas..., y de productos del sector ganadero, como
patas de cerdo, jamones, chorizos. En la fiesta de San Lázaro, en Santiago de
Compostela, se ofrecen las patas de los cerdos que fueron encomendados a la
protección del santo, y a Nosa Señora de Amil le llevan productos del campo,
también en A Lanzada, en A Franqueira, en San Tirso y en la Pastora de
Castrofeito, en San Xián de Pacios..., ofrendas que generalmente se subastan
tras los actos religiosos de la romería. De todas formas, y sin ser
desagradecidos, los sacerdotes encargados de realizar los actos litúrgicos en
las diversas romerías insisten en que las mejores ofrendas son las oraciones y
la participación en actos religiosos de carácter colectivo como misas,
rosarios, novenas y procesiones.

Romerías de santos
Uno de los santos más venerados en Galicia es San Bieito o San Benitiño. A
este santo se le celebran romerías en Lérez, Paredes, Lores, San Lourenzo de
Piñor..., pero quizás la copla tenga razón cuando canta:
Se vas a San Benitiño,
non vaias ó de Paredes,
que hai outro máis milagreiro,
San Benitiño de Lérez.
San Benitiño de Lérez se encuentra en el santuario de San Salvador, en
la parroquia de Lérez perteneciente al ayuntamiento de Pontevedra. El
santuario fue en tiempos monasterio, pero la desamortización acabó con el
cenobio, cuyo origen se remonta al siglo IX. La iglesia es, de todas formas,
neoclásica y no conserva prácticamente nada de su época románica. Cabe
destacar, sin embargo, que en una de sus capillas se encuentra una imagen de
granito que representa al Salvador, atribuida al maestro Mateo. El antiguo
monasterio empezó a tener fama a raíz de un acto de consagración de dos
nuevos obispos para las diócesis de Mondoñedo y Oporto. El acto tuvo lugar
el día 23 de marzo de 1113, Domingo de Pasión, y a él acudieron el
todopoderoso arzobispo Xelmírez con su cohorte de canónigos, el arzobispo
de Braga que litigaba con el anterior, y los obispos de Ourense y Tui. Pocas
veces en la historia medieval se producía una congregación de poderes tan
magnífica como aquella. La romería se celebra dos veces al año: los días 21
de marzo y 11 de julio, y como indica Antón Fraguas, «los dos días van, pero
más en el verano, con mucha gente pidiendo, cualquiera de ellos
valleinclanesco, cada uno tiene su donaire al cantar sus calamidades. A la
hora del almuerzo el ciego improvisará las coplas ayudado por la mujer que
lo guía».1 Esta romería es una de las más concurridas de todas cuantas se
celebran en Galicia a lo largo del año, son miles los romeros que asisten a ella
para pedir intercesión del santo a fin de curar verrugas, tumores y heridas que
tardan en sanar. Pero como se trata de un santo milagreiro la mayoría acude
para agradecer los favores recibidos en la cura de enfermedades graves. San
Benitiño de Lérez tiene su milagro que cuenta la leyenda al referir el hecho
que aconteció cuando un muchacho que se hallaba jugando a los bolos lanzó
uno con demasiada fuerza y alcanzó en la cabeza a un niño, que estaba en
brazos de su madre, con tan mala suerte que lo mató; la madre desesperada
entró con su hijo en la iglesia y postrada de dolor imploró a San Benitiño por
su hijo y en pocos minutos el pequeño salió por su propio pie del templo con
una sonrisa en los labios.



Nosa Señora, Amil, Moraña, Pontevedra.
Cerca de Pontevedra y de Lérez se encuentra la localidad de Meaño, en
plena comarca del Salnés, zona rica en vinos y con buena huerta cuando no
falta el agua. En la parroquia de Lores se encuentra otra iglesia en la que
asimismo se venera a San Benito. Aquí también celebran dos romerías al año
en las que los fieles realizan sus ofrendas con dinero, alcanzando las
donaciones cantidades millonarias. No se conoce exactamente el origen de la
primitiva iglesia, pero ya en el siglo XVII su abad escribía en un documento
que «era tan antigua que se desconocía quién la fundó». Para Fraguas, el
emplazamiento recuerda un castro por las características del otero en el que
se levanta la iglesia. Este San Benito tiene también su leyenda, que hace
referencia a las necesidades de agua de un pastor, el cual pide ayuda a un
ermitaño, este le dice dónde debe cavar un pozo, y en efecto se consuma el
milagro al encontrar rápidamente una fuente conocida como «Fonte Santa»,
cuyas aguas tienen propiedades curativas que durante siglos fueron
aprovechadas por los fieles. Las especialidades de este San Benito son
semejantes a las del de Lérez, pero a Lores también acude algún desahuciado
por los médicos y milagrosamente recuperado con su ataúd.
La impresionante romería de Santa Marta de Ribarteme (As
Neves/Pontevedra) se celebra el 29 de julio con presencia masiva de
peregrinos. El calificativo de impresionante ha lugar por la reacción que
produce a los que participan por primera vez en ella, sobre todo como
observadores. Se la conoce como la romería de la vida, porque a ella acuden,
al igual que a Lores, A Franqueira y Pobra do Caramiñal, los que estuvieron a
punto de morir y se salvaron de forma providencial. El enfermo se ofrece o es
ofrecido por parientes y amigos y, una vez fuera de peligro, acude a la
romería amortajado y con el féretro; al llegar a un lugar determinado en las
proximidades del santuario se introduce en aquel, momento en el cual las
campanas tocan a muerto, y es portado por sus parientes que antes de entrar
en el templo dan una vuelta completa al mismo en procesión. Una vez dentro
del santuario, la persona ofrecida se levanta y reza ante la imagen de Santa
Marta, confirmando su rogativa en agradecimiento por la curación.
Virxe Santa Marta,
estrela do norte,
que lle deu vida
ó que estivo á morte.
...
Virxe Santa Marta,
estrela brillante,
quen fixo a promesa
levámolo diante.
...
Virxe Santa Marta,
ramo de azafrán,
o noso remedio
está na súa man.1
Virgen Santa Marta,
estrella del norte,
que le dio vida
al que estuvo muriendo.
...
Virgen Santa Marta,
estrella brillante,
quien hizo la promesa
lo llevamos delante.
...
Virgen Santa Marta,
ramo de azafrán,
nuestra curación
está en su mano.
Como viene sucediendo en muchas otras romerías, la imagen de la santa
acaba literalmente oculta por billetes de banco que los fieles hacen colgar, en
primera instancia, de su mano derecha, pues en la izquierda lleva un rosario
hecho con monedas de plata, y posteriormente por todo su manto.
Froilán fue un anacoreta lucense de buena familia y educación que muy
pronto sintió la llamada de Dios, por eso se retiró, siguiendo las costumbres
más radicales de la época, a las montañas del Bierzo para estudiar y seguir las
enseñanzas de los maestros que allí dirigían espiritualmente a cientos de
hombres que habían seguido el mismo camino. Pronto adquirió fama de santo
y acabó siendo profeta en su tierra para finalizar sus días como obispo de la
diócesis de León. Alrededor de este virtuoso santo, patrón de la ciudad de
Lugo, surgieron milagros de leyenda, uno de ellos lo recoge Fraguas2 y hace
referencia a la presencia de un lobo con libros acompañando su imagen, y es
que se dice que Froilán siempre viajaba en burro con alforjas repletas de
libros. En cierta ocasión pasó la noche en zona de lobos y al amanecer,
cuando quiso emprender la marcha, solo encontró un montón de huesos y a
un lobo que terminaba de comer los restos de su burro. Como castigo San
Froilán dijo al lobo que en adelante él sería el que transportara la pesada
carga; desde entonces muchos fueron los que lo vieron acompañado por un
lobo que portaba sus alforjas.
San Froilán es un santo muy querido en toda Galicia y muy
especialmente en Lugo, provincia y ciudad. Entre los últimos días de
septiembre y hasta el 12 de octubre se celebran sus fiestas, que antaño bien
podían ser consideradas como una romería urbana, guardando semejanza con
la celebración del Apóstol en Compostela. Romería, al fin y al cabo, por el
hecho de que a Lugo acudían, y lo siguen haciendo multitudinariamente, los
devotos de casi toda la provincia y de lugares más apartados. Acompañaba la
celebración una feria importante de productos agrícolas y ganaderos y, por
supuesto, no faltaba la comida. Es frecuente escuchar que para comer el
mejor pulpo del año hay que acudir a Lugo por San Froilán y ciertamente
quien lo ha probado se convierte en uno más en atestiguarlo. Al santo se le
venera en la propia catedral y también en su parroquia. Su fiesta es una
verdadera exaltación de lo popular ya que conserva lo más puro de la
tradición gallega, muy entroncada con aquellas celebraciones paganas de los
celtas1 que acudían a los lugares sagrados y luego participaban del comercio
en el mercado establecido para tal ocasión.
El día 16 de agosto se celebra en toda Galicia la festividad de San
Roque, y en Viveiro, localidad de la costa lucense, una conocida romería. Los
peregrinos deben subir a la colina donde se encuentra la ermita muy
temprano porque los oficios religiosos comienzan a las siete de la mañana;
muchos prefieren subir de vísperas y pernoctar en el propio monte dadas la
benignidad del clima y la época del año en que se celebra la fiesta. En todo
caso, el ver amanecer desde allí en pleno verano y con el mar Cantábrico en
el horizonte es una experiencia gratificante. El santo es, ni que decir tiene,
muy milagreiro y la comarca entera de la Mariña Lucense acude a su romería
en lo alto del monte.
Brión es una localidad vecina de Santiago de Compostela en la que se
celebra una importante romería los días 26 y 27 de septiembre en honor de
Santa Minia.
Na parroquia de Brión,
que está no val da Mahía,
hai unha santa famosa
que lle chaman Santa Minia.
En la parroquia de Brión,
que está en el valle de la Mahía,
hay una santa famosa
que le llaman Santa Minia.
Estos son unos versos escritos por Luis Tobío Campos, descendiente del
Luis Tobío que la trajo para Brión a mediados del siglo XIX. Minia fue
degollada en el año 362 y enterrada en las catacumbas de Santa Inés en
Roma, hasta que en el año 1804 un obispo de la orden de los ermitaños de
San Agustín la sacó de su morada con autorización papal y sus reliquias
envueltas en algodón y lino. Vestida con traje de la nobleza romana, fue
colocada en una urna que tras varias vicisitudes llegó a manos de Luis Tobío,
quien la trajo a Brión y la convirtió en una santa muy venerada por todos los
habitantes de la comarca a pesar de que la presencia de sus reliquias en esas
tierras es relativamente reciente.

Santuario de O Cebreiro, Pedrafita, Lugo.
San Andrés de Teixido es uno de los santos de mayor resonancia en toda
Galicia. Se encuentra su santuario en una zona aislada de la parroquia de
Régoa, a 35 kilómetros al norte de Ferrol, en medio de una sierra conocida
como de A Capelada que muere en el mar con unos impresionantes
acantilados. Toda la zona es frondosa y húmeda siendo además uno de los
lugares mágicos por excelencia de toda Galicia, ya que son innumerables las
leyendas que aluden a la zona, desde las relacionadas con Lanzarote del Valle
hasta los milladoiros que se encuentran en los caminos,1 pasando por las
propias historias de San Andrés. El santuario ya existía en el siglo XII, pero de
él solo se conservan una puerta de estilo gótico tardío y unas pinturas del
siglo XVI. A San Andrés peregrina la gente cualquier día del año, siendo su
día grande el 8 de septiembre.
Cuenta la leyenda que Andrés llegó a la costa de A Capelada en una
barca que luego se convirtió en piedra. La zona no era del agrado del santo,
pero allí permaneció por expreso deseo divino, que le convenció diciéndole
que a su santuario iría en peregrinación obligatoria todo el mundo, de ahí las
palabras puestas en boca de Dios:
Quédate aí san Andrés,
que de vivos ou de mortos
todos te virán ver.
Y es, precisamente, en estas divinas palabras donde radica una de las
tradiciones más arraigadas de la devoción al santo: se trata de que hay que
peregrinar de vivo para visitar Teixido en las mejores condiciones y sin tener
que sufrir calamidades cuando uno está muerto, porque si uno no visitó a San
Andrés en vida deberá hacerlo irremediablemente de muerto reencarnado en
reptil; por tal motivo los romeros que van de vivos se cuidan mucho de no
pisar ni dañar ningún lagarto o culebra que se encuentre a las orillas de los
caminos adormecida por el sol. Una vez en Teixido, el peregrino debe dar
limosna, cumplir con su voto particular, ofrecer algún exvoto y realizar
alguna penitencia. Algunas personas muy enfermas colocan sobre los
hombros del santo una pequeña figurita de pan al mismo que tiempo que
rezan:
O Santo que che deu a enfermedá,
que che dé a sanidá,
polo poder que Dios ten,
e San Andresiño. Amén.
El santo que te dio la enfermedad
que te dé la salud,
por el poder que Dios tiene
y San Andrés. Amén.
En las proximidades del santuario se halla la Pena do encanto, en la que
se encuentra prisionera de encantamiento una hermosa mujer que se hace
visible todos los años el día de San Juan al rayar el alba. Ella espera que
algún hombre tenga el valor de desencantarla, tarea nada fácil ya que a
medida que se aproxima el varón, la mujer se va convirtiendo en un monstruo
con el que va a tener que luchar hasta matarlo: si lo consigue, se casa con la
muchacha y se queda con los tesoros que ella guarda; si fracasa, queda
igualmente encantado para siempre.
También en las proximidades del templo se encuentra la fonte da morte
e da vida; se trata de una fuente con tres caños de agua y caudal permanente,1
con propiedades curativas y también adivinatorias. A esa fuente hay que tirar
una pequeña bola hecha con miga de pan: si flota, el peregrino puede quedar
tranquilo, regresará al año siguiente al santuario; si se hunde, puede tener la
certeza de que va a morir en el transcurso de esos doce meses.
En los alrededores del santuario y de Teixido nace una planta que tiene
propiedades casamenteras: se trata de la «herba de namorar», que los jóvenes
recogen si quieren casar. De igual modo es costumbre adquirir unas figuritas
de vistosos colores hechas con miga de pan sin fermentar y luego cocidas en
un horno, llamadas sanandreses, que, una vez bendecidas, tienen propiedades
de protección contra distintos males.

Romerías de Nuestro Señor
En la localidad de A Pobra do Caramiñal, en la costa coruñesa de la ría de
Arousa, se celebra, desde tiempo inmemorial, la fiesta en honor de Jesús el
Nazareno el tercer domingo del mes de septiembre. Cuando comenzó la
leyenda, que de alguna manera instituyó la tradición de las mortajas en
procesión, allá por el siglo XV, ya se hablaba de la romería del Nazareno
como de algo con mucha raigambre popular. Hoy en día, uno de los aspectos
más destacados de esta fiesta es la conocida procesión das mortallas, en la
que desfila por las calles de la villa un buen número de penitentes
acompañados por los ataúdes para ellos destinados por haber estado muy
cerca de la muerte. Todos los ofrecidos caminan detrás de la imagen del
Nazareno que preside la procesión. A los ofrecidos suelen acompañarlos
familiares y amigos vestidos con hábitos de nazareno, color púrpura con
cordón en la cintura.
Esta tradición de las mortallas se inició en el siglo XV cuando Xoán de
Liñares, regidor de A Pobra do Deán, cayó enfermo muy grave y como la
fiesta estaba próxima se encomendó al Nazareno y la víspera del día santo se
recuperó milagrosamente. En agradecimiento y como ofrenda, se presentó en
la procesión vestido con el hábito y precediendo a la caja en la que iba a ser
enterrado. Esta era portada por cuatro bandoleros que asaltaban a los
peregrinos que hacían el camino de Santiago y que habían sido detenidos y
condenados a muerte; al llegar al atrio de la iglesia el regidor dio las gracias
públicamente a Nuestro Señor y dio la libertad a los condenados.
Los cirios del tamaño de las personas que los portan, los exvotos de cera
y los hábitos son también elementos distintivos de esta procesión a la que
acuden miles de personas de toda la comarca de Barbanza y Galicia.
El Santo Cristo es celebrado en muchos pueblos de Galicia y también en
la ciudad de Ourense, pero tienen una querencia especial por él las villas
marineras, que se reparten los días para evitar coincidir unas con otras en la
celebración, no en vano en los pueblos costeros se le denomina Santo Cristo
dos Navegantes. En una localidad marinera como Fisterra, en plena Costa da
Morte, la fiesta se celebra entre el Jueves Santo y el Domingo de
Resurrección, cuatro días de una pasión que representan hombres ataviados
con ropas de marineros y mujeres del pueblo. El domingo remata la fiesta con
el Auto de resurrección y la misa en la que se hacen las ofrendas y las
penitencias. Al final de los actos litúrgicos la gente se desplaza a la plaza del
Ara Solis para festejar con danzas tradicionales la resurrección del Señor. La
imagen gótica del Santo Cristo de Fisterra se encuentra en una de las capillas
de la iglesia de la parroquia y las gentes dicen que le crecen la barba y las
uñas.
En Xende, localidad del interior de la provincia de Pontevedra, también
celebran el Santo Cristo en una iglesia construida gracias al dinero de las
limosnas de los peregrinos y a las sustanciosas aportaciones que realizaron
los emigrantes, originarios del lugar, que enviaron sus donativos desde países
como Venezuela, Brasil y México, sin olvidar las aportaciones de los
portugueses. A esta procesión también se llevan los féretros pero sin ir los
ofrecidos dentro, ni amortajados.

Romerías de Nuestra Señora
La provincia de Ourense tiene una predilección especial por la Virgen de los
Remedios, conocida simplemente como Os Remedios; tanto es así que
además de la gran celebración que se hace en la iglesia de su advocación
situada cerca de A Ponte Vella en la ciudad de Ourense, se celebran romerías
en otras muchas poblaciones hasta hacer un total de catorce, de las que
podemos destacar la de Castro Caldelas y la de Vilamaior do Val. En muchas
de estas romerías se homenajeaba a la Virgen con danzas muy antiguas que
en algunos casos se fueron perdiendo y en otros, al tener referencias sobre
ellas, se fueron recuperando. Sotelo Blanco1 habla de una danza de arcos
ejecutada por ocho mozos vestidos de blanco y con diversos adornos en su
indumentaria que se bailaba en Castro Caldelas. También recoge un bando
emitido por el regidor de la villa en 1951 en el que se regulan las acciones y
los privilegios de los personajes de la fiesta conocidos como Irrios, una
especie de fantasmas con máscaras que según Fraguas entroncan con la
tradición de los peliqueiros, cigarróns, choqueiros y pantallas típicos de los
carnavales de varias localidades ourensanas. El Irrio es, quizás, la única
máscara que en Galicia se usa fuera del antroido (carnaval), ya que la fiesta
de Os Remedios tiene lugar los días 6, 7 y 8 de septiembre.
También en la provincia de Ourense, en el ayuntamiento de O Bolo, se
encuentra el santuario de As Ermidas, que tuvo su origen en el siglo VII, en
pleno esplendor del anacoretismo, precisamente debido a la presencia de
ermitaños en la zona que acabaron dando al lugar el nombre de Nosa Señora
das Ermitas. Las leyendas hablan de que durante siglos el ganado enfermaba
cuando pasaba por las proximidades del lugar hasta que en una ocasión unos
pastores decidieron averiguar qué había entre las zarzas que ponía nervioso al
rebaño. Fue así como encontraron resplandeciente una figura de la Virgen
con el Niño caída entre las ruinas de una vieja ermita. Se levantó un templo,
considerado como el primer santuario mariano de Galicia, al que acuden los
peregrinos por millares el día de su romería, el 8 de septiembre, fecha sagrada
en muchos lugares, pues son varios los santos que celebran su fiesta. La
Virxe dos Remedios es conocida también como avogada in omnibus por ser
milagrosa en toda clase de males incurables.
Cuando el «Camino de Santiago» entra en Galicia lo hace por el
Cebreiro, antigua población situada en las altas cimas de la provincia de
Lugo, donde acaba la sierra de Ancares y comienza la del Caurel. Las
pallozas,1 viviendas de origen prehistórico semejantes a las de los castros
celtas, se conservan gracias al cuidado de los vecinos y a las reconstrucciones
realizadas por parte del Patrimonio. Entre ellas se encuentra el santuario de
Nosa Señora do Santo Milagro, en el que se halla el Santo Grial2 que vieron
los caballeros Galván y Galahaz de la corte del rey Arturo. La tradición habla
también del milagro que le dio fama: a comienzos del siglo XIV el cura de O
Cebreiro dudaba del acto eucarístico de la conversión del pan y del vino en el
cuerpo y la sangre de Cristo; en cierta ocasión que oficiaba misa en soledad
vio cómo entraba en el templo un vecino de una aldea próxima y dijo en voz
alta que le parecía imposible que la gente acudiera a arrodillarse delante de
un trozo de pan y de una copa de vino; en ese instante el pan se transformó en
carne sangrante y el vino en sangre que fueron recogidos por el propio cura
en el cáliz que hoy los conserva, acto seguido cayó muerto a los pies del altar.
Las leyendas del milagro y del Grial inspiraron a Wagner la composición de
su Parsifal, que según sus propias palabras encontró «en una alejada ermita
de las montañas del noroeste español».3
La romería a la que acuden cerca de quince mil personas se celebra cada
año en esa fecha mágica del 8 de septiembre. Mejorar el destino de las
personas, la salud, el matrimonio, la suerte en el trabajo, etc., son algunas de
las peticiones de los romeros que casi siempre acuden caminando desde
lugares alejados en varios kilómetros, ascendiendo a la cumbre por viejos
senderos.
En la localidad de Moraña, en Pontevedra, hubo muchos arrieros, uno de
ellos llamado Sebastián Castor que llevaba mucho tiempo acarreando agua de
una fuente lejana hasta su casa. Para atender las necesidades cotidianas,
cansado y enfermo, pidió ayuda a la Virgen y se puso a cavar con mucha fe y
la esperanza de encontrar agua cerca de casa. Pronto surgió un manantial con
un caudal importante, tanto que incluso construyó un molino que movía el
agua surgida de aquella fuente. En agradecimiento ordenó construir una
imagen de piedra en la que mandó esculpir «Nosa Señora Dos Milagros de
Amil, ano 1778» y que se encuentra en su santuario levantado
posteriormente. En su romería es difícil ver a la santa dada la cantidad de
billetes que los romeros van enganchando con alfileres en sus ropas. Su
figura, como en otros lugares, es ensalzada en cantigas populares...
Miña Virxe dos Milagres,
dos Milagres de Amil;
miña Virxe dos Milagres,
acórdate sempre de min.
... Miña Virxe dos Milagres
que fas milagros na terra;
fixeches nacer a auga
na fonte da Roza Vella.
Mi Virgen de los Milagros,
de los Milagros de Amil;
mi Virgen de los Milagros,
acuérdate siempre de mí.
...
Mi Virgen de los Milagros
que haces milagros en la tierra;
hiciste nacer el agua
en la fuente de la Roza Vella.
A esta romería acuden también ofrecidos con ataúdes que generalmente
son llevados por mujeres en su cabeza; los más pesados, con el ofrecido en su
interior, son llevados por amigos de la misma manera que en otras romerías.
La presencia de la muerte es siempre evidente en las celebraciones, es un
elemento muy imbricado en la idiosincrasia gallega, muchas veces no
comprendida por otras culturas. La muerte y sus elementos de oscuridad
tienen en Galicia un campo propicio para su exaltación. Esto no impide que
las romerías sean auténticas fiestas donde lo que predomina es la alegría, la
relación entre personas, el compartir mesas para comer o manteles en las
carballeiras,1 la participación en los bailes tradicionales al son de grupos de
gaitas. La romería es fiesta ante todo, solo que en ella se incluyen elementos
dramáticos y un tanto espeluznantes para aquellos que no entienden la
peculiar personalidad y mentalidad gallegas.
Ermita de A Lanzada, Noalla, Sanxenxo, Pontevedra.

Relacionada con la vida y más concretamente con la fecundidad, se
encuentra la romería de Nosa Señora da Lanzada, cuya imagen se venera en
una ermita románica situada a pie de la playa que le da nombre en la costa
pontevedresa de la ría de Arousa. El último domingo de agosto a ella acuden
miles de personas para realizar su ofrenda y hacer su rogativa, muchas son
mujeres en busca de descendencia que quieren realizar antes del alba el rito
del baño de las olas,2 rezar ante la figura de la Virgen y participar de los
multitudinarios actos religiosos. Pero la Virgen atiende otras rogativas, por
eso la cantiga dice:
Leveí á miña muller
á Lanzada, ás nove ondas;
leveina a desinfectar
e botar os demos fora.
Llevé a mi mujer
a la Lanzada, a las nueve olas;
la llevé a desinfectar
y echar los demonios fuera.
Los creyentes hacen cola los días de la fiesta para cumplimentar otro rito
que consiste en barrer con una escoba el altar de la Virgen dándole tres veces
la vuelta a este. Con tal acción se protege uno contra el meigallo.1
En el ayuntamiento de Meis, provincia de Pontevedra, se celebra todos
los años el Lunes de Pascua la Romería de la «Virxe das Cabezas», a la que
acuden, sobre todo, personas que tienen problemas con esa parte del cuerpo,
ya sean simples jaquecas, tumores o secuelas de contusiones o accidentes,
pero también los que padecen problemas psíquicos como depresiones,
nervios, insomnio, etc. Siendo una virgen que no se encuentra en villa
costera, aunque sí a muy pocos kilómetros del mar, a ella acuden muchos
marineros que le piden protección durante las singladuras y buena suerte en
general.
Nosa Señora das Cabezas se apareció a un matrimonio que no tenía
descendencia y que siempre estaba rogando por conseguirla. La Virgen les
dijo que la descendencia que iban a tener era espiritual y que por tanto cada
uno debía construir un monasterio; del que mandó edificar a la señora no
quedan restos; el que mandó construir al marido es el origen del monasterio
de Armenteira, en el que se venera, además de a la Virxe das Cabezas, a San
Ero. Este santo se supone era monje del monasterio y un día salió a dar un
paseo después de comer, bebió agua de una fuente que se encuentra en las
proximidades y se sentó bajo la sombra de un carballo, en una de cuyas ramas
empezó a cantar un pájaro. Cuando el trino cesó, Ero regresó al monasterio
observando por el camino que unos frutales que había plantado recientemente
tenían ya troncos tan gruesos como su propio cuerpo; al llegar al monasterio
la puerta no era la misma y cuando el monje portero le abrió no le reconoció.
Entonces miraron en los libros a ver si existía un monje llamado Ero y
descubrieron que era uno que había desaparecido sin dejar rastro hacía
trescientos años. Ero murió poco después de ser de nuevo acogido en su
convento. Elevado a los altares, su imagen está acompañada por la de un
pequeño pajarito. En la romería de «las Cabezas» se celebra una pequeña
pero muy emotiva procesión con la imagen de la Virgen dando una vuelta por
el interior del atrio de la iglesia conventual, en la que acompañan a la Virgen
todas las personas ofrecidas portando cirios y exvotos; cuando la imagen
entra nuevamente en la iglesia se producen las rogativas y los ritos de tocar a
la santa con un pañuelo que luego se pasa por la cabeza varias veces con la
intención de apartar el «mal» que afecta al ofrecido.
Durante años los desahuciados acudían también amortajados en sus
ataúdes que portaban cuatro amigos a la romería da A Franqueira, situada en
la parroquia que le da nombre en el ayuntamiento pontevedrés de A Cañiza.
Tres de los que portaban el ataúd cantaban las coplas y el cuarto más el
amortajado entonaban los estribillos:1
Virxe da Franqueira,
Virxe ben amada,
aquí lle traemos
á resucitada.
La imagen de esta virgen se veneraba ya en el monasterio en la Edad
Media, en el siglo XI, aunque algunos historiadores apuntan al siglo VII como
el momento en el que se cristianizaron la zona y el lugar de cultos paganos.
El monasterio fue primero benedictino y después bernardo y ante la amenaza
de los moros decidieron esconder la imagen de la Virgen, que muchos años
más tarde, alejado el peligro, se apareció ante una pastora en una cueva
situada en lo alto de un monte próximo. Esta alertó a los vecinos, que
subieron la imagen a un carro tirado por bueyes a los que taparon los ojos
para que fuera «la santa» quien decidiera dónde levantar el monasterio en su
honor. La romería se celebra entre los días 6 y 8 de septiembre y a ella acuden
representaciones de muchas parroquias con estandartes distintivos, imágenes
de santos y cruces. Luego desfilan en procesión, acompañando a la Virgen,
que sale en un carro muy engalanado, y a los amortajados alrededor del
santuario. A continuación se baila una espectacular «Danza dos Paos». Como
en muchas otras romerías, el domingo siguiente se celebra una subasta, «a
Festa dos Puxos», en la que se puja por todas las ofrendas hechas a la Virgen.
El Camino Francés
O Cebreiro es puerta de Galicia y comienzo del último tramo del camino más
conocido y popular, el Camino Francés. No es solo vía de peregrinación el
camino que llega hasta la tumba del Apóstol, también ha sido vía de cultura,
de creencias y transmisión de pensamientos. Camino que llega de Europa y
por donde fluye la idea de Europa. El fin o el principio del camino iniciático
que todos en algún momento nos vemos obligados a emprender.
En el santuario del siglo IX, O Cebreiro conserva el Cáliz del Santo
Milagro; en sus pallozas, una forma de vida que se pierde en la noche de los
tiempos.
Abandonado O Cebreiro, y una vez pasada Triacastela, nos
encaminamos hacia Samos, famoso por su magnífico monasterio. En sus
inmediaciones hay una pequeña capilla conocida como del Ciprés, diminuta
construcción de los siglos IX-X. Desde Sarria, importante enclave histórico
del camino, llegamos a Portomarín, localidad presidida por la iglesiafortaleza
de San Xoan (siglos XII-XIII). Desde su moderno emplazamiento
motivado por la construcción del embalse de Belesar, la capital del
aguardiente celebra la exaltación de tan preciado brebaje en el mes de abril.
Antes de abandonar las tierras lucenses, en Palas de Rei hay que visitar la
iglesia de Vilar de Donas y sus excepcionales pinturas interiores, así como el
castillo de Pambre, una de las pocas fortalezas medievales que resistieron el
embate de los Irmandiños.
Caminar por tierras de Melide, ya en territorio coruñés, es un goce para
la vista y una satisfacción para el espíritu. Los tramos del camino que
atraviesan pueblos pintorescos bajo la sombra de los árboles, como Leboreiro
y Furelos, son la antesala de sus calles con sus casas típicas y el cruceiro que
tiene a gala ser el más antiguo de Galicia. Decimos adiós a Melide no sin
antes probar una de sus especialidades, los melindres, rosquillas bañadas en
azúcar.
Arzúa, una de las capitales del queso gallego, del popularmente
conocido como de tetilla, da paso al tramo final del Camino Francés, que
atraviesa el municipio de O Pino, lugar de varias romerías de carácter agrario
y ganadero, como la de la Magdalena.
En Lavacolla los peregrinos se lavaban y purificaban para dar el último
paso, y la panorámica que se divisa desde el monte do Gozo explica
suficientemente el nombre de este otero. Las torres de la catedral nos
indicarán el resto de nuestro camino, que pasando por el barrio de los
concheiros nos encaminarán hasta la Puerta del Camino. El sepulcro del
Apóstol ya se encuentra muy cerca.


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