miércoles, 27 de febrero de 2019

Marte

Divinidad propiamente itálica que fuera de Roma se denominaba Mamers y entre los etruscos Maris o Mares. Primitivamente, como tantos otros, era un dios agrario al que se le añadió la calidad de dios de la guerra, que se superpuso a la otra, al ser identificado con el dios helénico Ares. Tema puesto en discusión modernamente puesto que Marte, al que le estaba consagrado el mes de marzo, principio de la primavera, estación sin duda propiamente del desarrollo vegetativo, podía serlo también de la guerra, ya mucho antes del contacto con los griegos, puesto que las hostilidades se iniciaban al terminar el invierno y sus protagonistas eran sobre todo los jóvenes que, en la primavera de sus vidas, eran alistados en el ejército.

  Marte guiaba a los jóvenes que emigraban de las ciudades sabinas con el fin de fundar nuevas residencias, cosa que muchas veces desembocaba en guerras promovidas por los habitantes primitivos. Todo ello se realizaba a semejanza de los enjambres de las colmenas que abandonan sus primeros asentamientos para buscar otros nuevos. Costumbre que se denominó ver sacrum, primavera sagrada. Con frecuencia un animal guiaba a los emigrantes en sus desplazamientos. Así el pico y el lobo, los dos consagrados a Marte. Recordemos la leyenda de la fundación de Roma y el papel desempeñado por la loba capitolina. Rómulo y Remo son tan hijos de la loba como hijos de Marte y de Rea Silvia.

  Como dios de la naturaleza, de la vegetación y protector de la agricultura, a Mars Silvanus se le consagra el sacrificio de la suovetaurilia (un cerdo, una oveja y un toro). El dios poseía a su servicio un sacerdote o flamen mayor.

  Dios de los combates, con el epíteto de Mars Gradivus, venerado en el campo de Marte romano, donde poseía un altar. Asimismo también lo era en la propia ciudad de Roma en los templos de Mars Ultor (el vengador) y en la Regia, levantados por Augusto en el Foro y el Capitolio.

  Sus fiestas, procesiones y dedicación de las armas se iniciaban en el citado mes de marzo, con el que se abría el año romano, y volvían a realizarse en octubre cuando los tropas regresaban para invernar. Se consagraban a él los sacerdotes salios. En número de doce, fueron instituidos por Numa para proteger en el Palatino los doce escudos sagrados, uno de los cuales había caído del cielo de forma milagrosa. En el Quirinal existían también otros doce sacerdotes salios. Asimismo todos contaban con vírgenes salias que les asistían. El canto de estos sacerdotes, que al trasmitirse por tradición oral terminó siendo ininteligible para los romanos del Imperio, es uno de los documentos más antiguos conservado en lengua latina primitiva. Obviamente muy difícil de comprender su sentido en la época actual.

  La mayor parte de las leyendas de la literatura clásica en las que Marte interviene, son la versión romana de mitos griegos. Así por ejemplo, los amores del dios con Venus, la diosa del amor, que canta Lucrecio como comienzo de su famoso poema De rerum Natura (Sobre la Naturaleza), se basan en el idilio de Afrodita y Ares, tal como lo cuenta Homero. Lo propio sucede con la leyenda que presentí a Marte como hijo de Juno, como Ares lo fue de Hera. Una curiosa versión conservada por Ovidio, manifiesta que Juno engendró a Marte sin intervención de Júpiter y valiéndose de una flor mágica que poseía propiedades fecundantes suministrada por la diosa Flora.

  Iconología

  El tipo del Ares helénico sirve como modelo a las más antiguas representaciones de Marte: Marte Borghese (Roma y Louvre). Un tipo etrusco de bronce procedente de Todi (siglo III a. C.) se guarda en el Vaticano. La estética romana se inclinó por la imagen de un dios guerrero y barbado: Marte y Venus (Capitolio), cabeza de Marte de tiempos de Trajano (museo Barraco, Roma), grupo de Cómodo y Crispina con apariencia de Marte y Venus (Ostia). Este tipo pervive y llega hasta el renacimiento: arco Foscari del palacio de los Dux (Venecia), en la época moderna (Versalles) y en un lienzo de Velázquez (Madrid).

  La leyenda que más ha inspirado a los artistas es la de sus amores con Venus: frescos de Pompeya, Piero di Cosimo (Berlín), Botticelli (Londres), el Veronés, L. Jordán (Louvre); también sobresale el Combate entre Marte y Minerva de El Veronés (Berlín) y el de David (Louvre); Marte ofreciendo las armas a Luis XIII, Rubens (Dulwich); Marte coronado por la Victoria escuchando a la Moderación, de Gros (techo del Louvre), etcétera.

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