miércoles, 27 de febrero de 2019

Vesta

Diosa romana de origen muy primitivo, identificada con la Hestia griega, protegía el fuego del hogar doméstico. Probablemente su culto procedía de Lavinium, colocado bajo dependencia directa del Sumo Pontífice y asistido por las Vestales, sobre las que poseía una especie de tutela paterna. El carácter arcaico del culto, que parece probarse por la forma circular de su templo fuera de la ciudad por él fundada, pone confusión en la leyenda. Asimismo el animal sagrado de la diosa era el asno, animal mediterráneo por antonomasia, mientras que el caballo es plenamente indoeuropeo, de lo cual puede deducirse que Vesta era venerada antes de la entrada de los itálicos o italiotas (indoeuropeos) en la península en la que se originaría el Lacio.

  Las Vestales, vírgenes consagradas a Vesta, constituían una congregación nacida según la tradición con la propia ciudad de Roma. Primero fueron cuatro y con el tiempo seis o siete. Eran elegidas a suerte por el Sumo Pontífice entre las hijas de las familias patricias. Ingresaban en el futuro servicio del templo de los seis a los diez años, recibían una esmerada educación y entre sus deberes contaban ciertas prácticas de austeridad y la más estricta observancia de la castidad. Se ocupaban de mantener viva la llama del fuego sagrado ante la imagen de Vesta. Si alguna cometía una falta grave contra sus obligaciones podía ser azotada y tras ello quemada o enterrada viva.

  Residían en una casa cercana al templo de la diosa, en el foro, y tomaban parte en numerosas ceremonias religiosas. Gozaban de gran prestigio, poseían asientos especiales reservados en el teatro y su residencia se usaba como depositaría de los testamentos. Se las reconocía por su vestimenta: una túnica gris y blanca y un manto de púrpura. Después de los treinta años las vestales podían retirarse e incluso contraer matrimonio, aunque pocas lo hacían.

  La festividad de Vesta tenía lugar a mitad de junio (Vestalia). En ese día el templo efectuaba su limpieza anual con un agua no sacada de las conducciones públicas normales, sino de una fuente especial que poseía carácter sagrado. Se coronaba a los asnos de flores y no se les hacía trabajar. Para explicar la predilección por el asno se relataba una leyenda tardía según la cual la diosa, casta entre las castas, había salido indemne de un intento de violación por Príapo gracias a la intervención del humilde animal.

  El templo de Vesta y el fuego sagrado mantenido en él simbolizaba el fuego de cada uno de los hogares que debía arder al cuidado del padre de familia que actuaba de sacerdote en cada uno de ellos. Fuego = focus en latín, significa hogar. Sin embargo, como el padre de familia marchaba a sus ocupaciones fuera de casa, delegaba en su esposa (mater familias) dicho cuidado, a semejanza del Sumo Pontífice en las Vestales. Vesta fue así inmensamente venerable y pertenecía al círculo íntimo de los doce dioses mayores.

  Iconología

  El escultor griego Escopas esculpió una estatua de Hestia, estatua que Tiberio llevó a Roma. Su trasposición romana Vesta fue generalmente representada con velo, llevando en la mano el cetro o pátera: Vesta Giustiniani del Vaticano.

  El cuidado femenino del hogar protegido por la diosa pervive hasta en los cuentos o leyendas como la Cenicienta.

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