miércoles, 27 de febrero de 2019

Ceres

Diosa de las cosechas y de la agricultura, fue pronto asimilada a la diosa griega Deméter. La palabra Ceres se relaciona con una raíz que posee el significado de brotar. Originaria de la rica región agrícola itálica de la Campania, donde los cultos rurales adquirieron gran importancia, el numen de la fecundidad agraria consiguió muy pronto concretarse en una divinidad personificada colocando bajo su protección, singularmente, las cosechas. Tras el hambre —ocurrida a comienzos del siglo V a. C.—, como consecuencia del asedio de Roma por el monarca etrusco Porsena, los Libros Sibilinos ordenaron erigir un templo a la Deméter griega en el Aventino. Este nuevo culto terminó por borrar la huella de la primitiva Ceres. La diosa romana celebraba sus fiestas, las Cerealias, del 12 al 19 de abril, en pleno rebrotar de la primavera. Se inauguraban con una solemne y jubilosa procesión en la que todos los participantes iban vestidos de blanco.

  La recuperación de Proserpina (la griega Perséfone), hija de Ceres, daba lugar a la celebración de otra fiesta en agosto, durante la cual las matronas de blanco ofrecían las primicias de los frutos y las verduras. Otras ofrendas simbólicas hechas a Ceres eran los panales de miel. Se le sacrificaban el cerdo y el ternero.

  Iconología

  Generalmente se la representa con el aspecto de una augusta matrona, montada en un carro tirado por leones y con una corona de espigas entrelazadas en la cabeza (recordemos que la palabra cereales deriva del nombre de la diosa). A veces sostiene en una mano un ramo de amapolas y en la otra una antorcha para alumbrar el camino en busca de su amada hija. A su lado se colocaba una caja cerrada, la cesta mística

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