A comienzos del pasado, aunque cercano, siglo XX los hermanos Wright comenzaron lo que años después sería el germen inicial de la aeronáutica, sin embargo y como todo proceso de estas características el avance ha sido, y es, vertiginoso.
Un humilde jumillano, José Lifante, que por los años cincuenta era profesor de Ciencias en el instituto de bachillerato de la localidad murciana, se lanzó de lleno a aportar su granito de arena en el área de la aviación. Dicen que las ideas son como las pulgas, saltan de cabeza en cabeza pero no pican a todo el mundo. En este caso, la idea llegó a su cabeza cuando apenas era un niño, un juguete en forma de hélice tuvo la culpa. Sin embargo, habrían de pasar algunos años, incluidos los de su paso por la Universidad de Murcia, para que esa ingeniosa idea cobrara vida propia, al menos sobre el papel.
Concretamente son seis los folios que forman la patente nº 224592, que fue presentada en la Oficina de Patentes y Marcas de Madrid el 21 de octubre de 1955, siendo aprobado el expediente el 7 de noviembre de ese mismo año. La esencial peculiaridad de este invento, residía en el hecho de que se trataba de un avión circular, de diseño muy similar a lo que conocemos hoy día como ovni.
La idea básica en la que se fundamenta este invento consiste en otorgar movimiento a las hélices, mediante los oportunos motores a reacción, consiguiéndose un continuo giro circular de la parte superior del "disco volante" que, al ir absorbiendo grandes masas de aire, provocará el vacío y ocasionará la consiguiente elevación, debido a la eliminación de la presión atmosférica sobre el objeto.
Evidentemente, como la citada presión atmosférica incide sobre todo en el resto del artefacto, excepto en la parte superior, éste adoptará altas velocidades en vuelo, siendo posible la navegación aérea con el uso de los correspondientes mandos de control y el necesario estabilizador que evitará el giro de la cabina.
El invento de Lifante, lejos de tratar de emular a los famosos "platillos volantes", adoptó dicha forma por sus buenas condiciones aerodinámicas. Por desgracia, tal alarde de física e imaginación nunca llegó a materializarse, debido casi con toda seguridad al planteamiento un tanto extraño que suponía en aquella época, como a la escasez económica de la, ya olvidada por muchos, España de la posguerra.
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