martes, 26 de febrero de 2019

La leyenda de Medina Azahara

Hace mucho tiempo, por el siglo X, existió un  rey muy conocido por todos aunque no muy querido, ya que tenía fama de sanguinario y cruel. Pero era audaz y enérgico. Tenía un talento especial para la conquista y la estrategia.
Fue conocido como Abderramán III.
Fue el primer califa omeya independiente de Bagdad.
La Córdoba de aquella época, se llamaba Qurtuba y era una ciudad populosa, llena de poetas, sabios y músicos de todos los rincones del mundo.
 Convivían gentes de todas razas y religiones.
Florecían las artes y progresaban las ciencias.
Bajo el reinado de Abderraman esta ciudad se convirtió en el faro de la civilización y la cultura.
La llamaron "La perla de occidente". El centro de Al-Andalus.
Casi toda la península ibérica estaba bajo su controla excepción del reino Asturiano-leones.
Todos los monarcas de otros reinos le enviaban regalos y presentes para solicitar su protección o en agradecimiento por su ayuda.

Un buen día le enviaron como regalo varias esclavas bellísimas de parte del emir de Granada.
Una de ellas era especialmente hermosa, se llamaba Azahara.
Según cuenta la leyenda, Abderramán  al verla se quedó sin palabras y se enamoro de ella de inmediato.
La convirtió en su favorita y la lleno de regalos y presentes.
Pero Azahara, a veces estaba triste y lloraba.
Cuando Abderraman le pregunto el porqué de su tristeza, ella le contestó que sentía mucha pena de no volver a ver la nieve de sus montañas.
Abderraman decidido a acabar con aquella melancolía, le construyó una ciudad con su nombre "Medina Azahara".
Mandó llamar a los mas prestigiosos geómetras y alarifes de Bagdag y Constantinopla.
Los mejores escultores llegaron de Bizancio y junto con artesanos cordobeses tallaron las piedras como si fueran encajes.
Utilizaron los mejores y mas raros materiales venidos de todas las partes del mundo conocido.
Se dice que a la entrada de la ciudad el califa coloco una efigie de Azahara, y colocó mas de tres mil columnas adornadas con marfil, ébano, oro y piedras preciosas.
El salón del trono estaba hecho de mármoles variados y los techos estaban revestidos de tejas de oro y plata.
Construyó fuentes y acequias.
Cuentan que instaló una inmensa jaula de aves exóticas y hasta un parque zoológico con fieras traídas de África.
Y por último planto miles de almendros muy juntos por toda Sierra Morena para que al florecer pareciera nieve.
Azahara no volvió a llorar, vivió feliz con Abderramán el poco tiempo de vida que le quedaba, porque  murió muy joven, dejando al califa solo hasta que se hizo anciano y murió.
La ciudad fue saqueada y quemada, aunque todavía hoy quedan restos de tan maravillosa construcción.



No hay comentarios:

Publicar un comentario