miércoles, 20 de febrero de 2019

La legendaria cadena de la catedral

Según cuenta el Fundamentum Ecclesiae Carthaginiensis, la primera piedra de la catedral de Murcia se colocó una mañana del mes de enero de 1394, justamente en la capilla central de la girola. Se iniciaba así una construcción que duraría varios siglos y aportaría a la misma diversos estilos que la han hecho una obra ecléctica. Y de toda esa colosal construcción, nos va a ocupar de una parte muy pequeña, pero no por ello menos significativa.

       

  Como un centinela de la historia, la enigmática cadena de la Catedral permanece ligada a este edificio, como parte propia de su historia. Se podría decir que casi ha sido más veces noticia por sus desprendimientos que por su origen, aún incierto en lo que a su autor se refiere. Pero allí se mantiene, abrazando a la Capilla de los Vélez, observando impasible a generaciones de murcianos.

       

  La capilla pertenece al último periodo del gótico, denominado gótico flamígero, la exageración del gótico florido. Fue construida a expensas de Don Juan Chacón, Adelantado del Reino de Murcia y Señor de Cartagena y concluida por su hijo, Don Pedro Fajardo, marqués de los Vélez, a comienzos del siglo XVI. Cualquiera puede leer la inscripción que así reza en la capilla. De la obra escribiría Baquero Almansa que “la piedra no parece tallada a golpe, sino sólo a dedos o palillos, como si fuera cera”.

       

  Si el interior es una exuberante labor de talla que lo cubre todo, en el exterior se consiguió un efecto de severa magnificencia, donde predominan las superficies desnudas. Así, de forma decagonal y en diferentes alturas, campean los escudos de los Fajardos y los Chacones, circundados por la cadena. Según la tradición fue tallada en una sola pieza y al autor de esta maravilla arquitectónica le costó muy cara su maestría. La leyenda mantiene que fue degollado para evitar que construyera otra cadena semejante. En cambio, hay autores que mantienen, con igual contundencia y mismos argumentos, mínimos, que al desdichado le extirparon los ojos.

       

  La leyenda del castigo injusto al anónimo artesano de la cadena está tan arraigada en la mentalidad popular que ya durante el siglo XIX se hacían eco de ella los periódicos regionales. El Diario de Murcia, en una edición de octubre de 1884, se burlaba de la costumbre del murciano de mantener viva la fábula. De paso, señalaba que la obra “no tiene gran mérito artístico, pero sí supone cierta grandiosidad respecto del pensamiento del autor. El vulgo, sin embargo, le da mucho mérito”.

       

  Bernardo Espinalt, en su obra Atlante Español, cuyo primer tomo se publicó en 1778, recogió una descripción de la cadena, que “tiene doscientas varas de longitud y es gruesa como el cuerpo de un hombre, la cual es el embeleso de los extranjeros”. Casi copia la descripción que hiciera Álvarez de Toledo, X marqués de los Vélez, durante el viaje a sus posesiones de los reinos de Granada y Murcia (Octubre, 1769-Enero 1770): “Está adornada con varios escudos de las casa y la circunda una cadena maravillosa de piedra que es el embeleso de cuantos la ven”.

       

  Leyenda sobre leyenda, durante siglos se ha mantenido que la cadena fue tallada en un sólo bloque y que nadie conoce su principio ni su final. 

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