Nacimiento y desarrollo
Fue un héroe tébano hijo de Zeus y de Alcmena, mujer del general Anfitrión. Para engendrarlo, puesto que Zeus deseaba fervientemente que su madre fuera Alcmena, Zeus se convirtió en la figura de su marido y se unió a ella en su lecho la misma noche que Anfitrión, volviendo de una expedición, concibió junto a su mujer a Ificles, que nació al mismo tiempo que Heracles.
Hera, decidida a matar al hijo de su infiel marido, y mucho más enfurecida por el hecho de que Zeus se jactaba de su hazaña entre los otros dioses, poco después del nacimiento de Heracles envió dos grandes serpientes para que acabaran con él. El niño era aún muy pequeño pero estranguló a las serpientes. Sin embargo, su madre le abandonó temiendo la ira de Hera y el bebé fue recogido por Hermes quien engañó a Hera de tal modo que ésta dio de amamantar a Heracles convirtiéndolo en inmortal.
El héroe conquistó de joven a una tribu que exigía a Tebas el pago de un tributo y como recompensa pudo casarse con la princesa tébana Megara, con quien tuvo tres hijos. Toda esta fuerza y capacidades se debieron, en parte, a la educación que recibió de Quirón, de forma que llegó a ser el hombre más famoso y valiente de su tiempo. Sin embargo también fue educado por otros grandes maestros como Lino, Cástor y Radamante.
Las doce pruebas
Heracles debía obediencia a Euristeo, rey de Micenas. Esto se debe a que la diosa de la fortuna había decidido que el que naciera antes de entre ellos dos debería ser siervo del otro. Hera provocó el adelantamiento del nacimiento de Euristeo dos meses porque odiaba a Heracles. Euristeo, tirano despótico, llamó a su corte a Heracles y le encomendó la realización de doce duras empresas a cuya ejecución no pudo negarse el héroe debido al comentado voto de obediencia. Según otras leyendas, Heracles accedió a ponerse a las órdenes de Euristeo porque el oráculo de Delfos le había indicado que era la única forma de resarcir el asesinato de todos sus hijos, que Heracles había ejecutado enloquecido por Hera, aunque luego Atenea le devolvió la cordura.
La primera prueba a la que debió hacer frente fue matar al león de Nemea, creado por Tifón, un animal al que no podía herirle arma alguna. Hércules primero aturdió al león con su garrote, le lanzó todas las flechas de su carcaj y después lo estranguló, obteniendo su piel como vestido.
En su segunda prueba mató a la Hidra, que vivía en un pantano en Lerna, cerca de Argos. Este monstruo tenía nueve cabezas. Una cabeza era inmortal y, cuando le cortaban cualquiera de las otras, crecían dos en su lugar. Heracles quemó cada cuello mortal con una antorcha para impedir que crecieran otras nuevas y finalmente sepultó la cabeza inmortal bajo una roca. Después mojó sus flechas en la sangre de la Hidra para envenenarlas y poder hacer mejor frente a sus enemigos.
Posteriormente Heracles tuvo que capturar viva a una cierva con cuernos de oro y pezuñas de bronce que estaba consagrada a Artemisa, diosa de la caza, y que corría a una enorme velocidad. Para lograr esta hazaña, Heracles la persiguió durante doce meses sin parar y finalmente cayó en sus trampas.
El cuarto trabajo consistió en cazar a un gran jabalí cuya guarida estaba en el monte Erimanto en Arcadia. Cuando lo trajo, Euristeo tuvo que esconderse en un tonel del espanto que le produjo.
A continuación, Heracles tuvo que limpiar en un día la suciedad acumulada durante treinta años por un rebaño de tres mil vacas en los establos de Augias. Para ello, desvió el cauce de dos ríos, haciendo que corrieran por los establos.
En su siguiente trabajo apartó una enorme bandada de aves de picos, garras y alas de bronce que vivían junto al lago Estínfalo y atacaban a las gentes del lugar, y devastaban sus campos y cosechas, mediante flechas, no sin antes hacerlos salir del bosque con un címbalo que sonaba estruendoso cuando lo usaba Heracles.
Para cumplir su séptimo trabajo, Heracles entregó a Euristeo un toro furioso que Poseidón, dios del mar, había enviado para aterrorizar a Creta.
Posteriormente, Heracles tuvo que someter a las Amazonas, mujeres que mataban a sus hijos y educaban a sus hijas en la lucha. Para ello contó con la ayuda de Teseo, y finalmente, logró su objetivo, entregar el cinturón de la reina de todas ellas, Hipólita, a Euristeo.
En su camino a la isla de Eritia para capturar los bueyes de Gerión, el monstruo de tres cabezas, Heracles erigió dos grandes columnas (los peñones de Gibraltar y de Ceuta) como monumentos conmemorativos de su hazaña en las que grabó la frase "non plus ultra" logrando comunicar el Mar Mediterráneo y el Atlántico.
Después de que Heracles se llevara los bueyes, que eran custodiados noche y día por un perro de siete cabezas, inició el que era su undécimo trabajo. Fue a buscar las manzanas de oro de las Hespérides para lo que Atlas, padre o tío de éstas según versiones, tuvo que ayudarle. Heracles consiguió adormecer al dragón protector de las frutas y que nunca dormía y levantó el mundo bajo sus espaldas mientras Atlas recogía las manzanas de debajo de éste. Sin embargo, Heracles observó extrañado como Atlas no mostraba la más mínima intención de ocupar de nuevo su lugar lo que preocupó al héroe. Entonces, Heracles le dijo a Atlas que cogiese un momento el firmamento mientras se acomodaba una almohada. Al hacer eso, Atlas soltó las manzanas y Hércules las cogió y desapareció de allí haciendo fracasar los intentos del gigante de desquitarse de su pesada obligación.
El último y más difícil y decisivo trabajo de Heracles fue capturar a Cerbero, el perro de los infiernos, lo que consiguió sin ayuda de armas, como Hades le había hecho asegurar. Después de mostrarlo en Micenas, lo devolvió a su lugar.
Otras aventuras
Estos doce trabajos dieron a Heracles una fama inmensa y se dedicó a exterminar la tiranía del mundo participando en muchas otras aventuras arriesgadas como cuando mató a la familia real de Egipto porque sacrificaban a todos los extranjeros o estranguló a Caco y Anteo, dos criminales.
Amantes y descendencia
Heracles tuvo muchas amantes, y lograr sus atenciones le valió muchos problemas: para conquistar a Onfale debió despojarse de todo aquello que siempre había sido suyo, y el amor de Deyanira le supuso un nuevo enfrentamiento y asesinato, esta vez de Aqueloo.
Muerte y conversión en dinividad
La muerte de Heracles vino directamente causada por la propia Deyanira. Un día cuando ambos viajaban juntos Heracles confió su esposa al centauro Neso para que la cruzara de una parte a otra del río mientras él recorría otra parte más intricada del mismo pero más interesante para sus propósitos. Sin embargo, Neso intentó poseer a Deyanira y Heracles acudió para matarlo, lo que consiguió, a pesar de su velocidad, lanzándole una flecha. Sin embargo, antes de morir, Neso le dio a Deyanira una túnica que, según él, servía para avivar el amor de los maridos infieles.
Mucho tiempo después, cuando Heracles estaba de viaje y junto a la bella Iole en Eubea, Deyanira le envió la túnica y en cuanto Heracles, gozoso, la abrió, empezó a sufrir un fuerte dolor provocado por el intenso veneno que había consumido. Heracles, viendo que iba a morir, hizo una gigantesca pira con troncos de árboles, se tumbó en ella e hizo que Filoctetes la encendiera. Heracles murió de esta forma pero pronto fue sacado del Hades por los dioses que en agradecimiento a su comportamiento, lo subieron al Olimpo, lo convirtieron en dios y lo desposaron con Hebe.
Uno de los nombres por el que era conocido, Alcides, otro personaje de la mitología, se debe a que este nombre significa "el fuerte".
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