miércoles, 20 de febrero de 2019

Prometeo

Era uno de los titanes, hijo de Jápeto y de la ninfa del mar Clímene o, según otras versiones, Temis. Prometeo y su hermano Epimeteo recibieron el encargo de crear la humanidad y de proveer a los seres humanos y a los animales de todo lo necesario para vivir. Epimeteo (cuyo nombre significa "ocurrencia tardía"), procedió en consecuencia a conceder a los animales atributos como el valor, la fuerza o la rapidez y los proveyó de todos los elementos necesarios para poder vivir en el mundo, tales como plumas, patas, o piel. Sin embargo, Epimeteo debía crear un ser superior a todos los demás pero no le quedaban más virtudes para ello y no tenía nada que conceder, así que le pidió ayuda a su hermano Prometeo, nombre que significa "prudencia".

Para que los seres humanos fueran superiores a los animales, Prometeo decidió darles una forma más noble y permitirles caminar erguidos. Como don les dio el fuego, que había obtenido quemando una antorcha en el sol. El fuego era, sin duda, el don más valioso que Prometeo podía haber dado a la humanidad. Sin embargo, lo que Prometeo había hecho provocó las envidias y la ira de Zeus que buscaba constantemente el modo de sentirse superior a Prometeo. Entonces, ordenó a Hefesto que creara a partir de arcilla a la primera mujer de la historia, y la llamó Pandora. Pandora fue colmada de tributos y valores y le fue entregada a Prometeo como esposa. Sin embargo, éste recelaba de un regalo de sus enemigos (Zeus arrebató el poder a los titanes) e ignoró totalmente a Pandora, algo que sin embargo, no hizo su hermano, trayendo la desgracia al mundo.

Prometeo quiso vengarse de Zeus y pagar engaño por engaño. Una vez, Prometeo sacrificó dos bueyes. En una pila dejó las partes comestibles del animal y todas sus entrañas y las recubrió con el vientre. En otra dejó los huesos bien tapados con la piel del animal. Zeus, entonces ingenuo, eligió la pila de los huesos. Al ver el engaño su ira no alcanzó fin y ordenó a Hermes que encerrase a Prometeo en una cueva del Cáucaso, donde un águila le devoraría las entrañas durante treinta mil años sin provocarle la muerte, porque éstas se regeneraban cada cierto tiempo. Su sufrimiento infinito fue atajado por Heracles que lo liberó y mató al ave rapaz.

Prometeo dio a los hombres la capacidad de trabajar y construir y les permitió domesticar a los animales y aprender a buscar frutos alimenticios. Por ello, se difundió por Grecia la idea de que los dioses del Olimpo estaban profundamente celosos de Prometeo.

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