martes, 26 de febrero de 2019

EXTRACTOS DEL COMENTARIO DE LOS NOMBRES DIVINOS POR EL IMAM GHAZALLI[56]

(al-maqsad al-asnâ fi sharhi asmâ’ illâhi-l-husnâ)

  El infinitamente Bueno, el Misericordioso (Er-Rahmân, Er-Rahîm)

  La Misericordia es perfecta, en el sentido de que responde a toda indigencia. Es universal, en el sentido de que se derrama sobre los que la merecen y los que no la merecen.

  De los dos nombres citados, el primero (Er-Rahmân) no es susceptible de ninguna aplicación relativa; no está relacionado más que con Allâh sólo. Por eso, en el uso, se aproxima al Nombre Allâh. “Di: invocad a Allâh o invocad Er-Rahmân, invoquéis lo que invoquéis, Suyos son los más bellos nombres”.[57]

  La participación del “servidor” (‘abd, el ser contingente en cuanto determinado –marbûb- por el “Señor” (Rabb), el Ser absoluto en cuanto determina las contingencias) en la cualidad de Er-Rahîm consiste en la generosidad activa. Su participación en la cualidad de Er-Rahmân es la comprensión de todas las imperfecciones humanas como aspectos de su propia alma.

  * * *

  El Rey (El-Malik)

  El-Malik es El que, por su Ser y cualidades, es independiente de toda existencia, mientras que todo lo que existe depende de Él en todos los aspectos.

  La participación en esta cualidad divina es el estado de profeta.

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  El Santo (El-Quddûs)

  El-Quddûs es El que está exento de toda cualidad perceptible, imaginable y concebible.

  La participación en esta cualidad divina está relacionada con el estado de pureza y soledad espiritual.

  * * *

 
   

    La Basmala, que contiene los primeros nombres:

btsmi-Llâhi (En nombre de Dios,...


    ar-Rahmâni-r-Rahîm (...el Clemente, el Misericordioso).
 

  La Paz (Es-Salâm)

  Es-Salâm es El que es libre de todas las imperfecciones y aminoraciones. No hay integridad sino por Allâh.

  La participación en esta cualidad divina es la reintegración espiritual (de lo contingente en lo Absoluto, por el retorno de los desequilibrios existenciales al Equilibrio divino, Es-Salâm).[58]

  * * *

  El Fiel (El-Mu’min)

  El-Mu’min es El que da la Seguridad.

  El servidor que participa en esta cualidad da seguridad a las demás criaturas; es su refugio y modelo.

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  El Vigilante (El-Muhaimin)

  El-Muhaimin es El que da la vigila (o protege) las criaturas por su previsión, dominación y poder conservador. Este nombre implica, pues, de modo sintético, aspectos de presencia, poder y penetración. Por ello se lo cuenta entre los Nombres revelados por los antiguos libros sagrados.

  La participación en esta cualidad divina está relacionada con el estado de vigilancia, despertar continuo y control espiritual.

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  El Eminente (El-‘Azîz)

  El-‘Azîz es El que es, al mismo tiempo, eminente, raro, buscado y difícil de alcanzar. No puede aplicarse este Nombre donde uno de estos aspectos (eminente, raro, deseado) falte. Así, por ejemplo, el sol es eminente, es único en su género, es deseado, pero no es difícil de alcanzar (con la vista); así pues, el Nombre El-‘Aziz no se aplica al sol.

  La perfección de la rareza se identifica (metafísicamente) con la Unicidad.

  El servidor que participa en esta cualidad divina es semejante a los raros grandes maestros espirituales.

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  El Reparador (El-Jabbâr)

  El-Jabbâr es Aquel cuya voluntad ordenadora todo lo penetra y traspasa, sin que Él mismo sea alcanzado por ningún otro (puesto que nada es fuera de Él y, por consiguiente, Él es absolutamente impasible).

  El servidor que participa en esta cualidad no está sujeto a la influencia de ningún otro; imprime su naturaleza a cualquier otra creatura y sólo es reconocido por aquel que ha sufrido la extinción (fanâ) de su individualidad.

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  El Altivo (El-Mutakabbir)

  El-Mutakabbir es El que considera cualquier cosa como desdeñable con respecto a Sí mismo, y no ve la grandeza y la eminencia sino en su propia esencia (dhât).

  La aplicación al servidor es el orgullo[59] espiritual (es decir, la concentración de las potencias del alma en el corazón-intelecto, o sea, en el Sí, de donde la impresión de una actitud altiva con respecto a las apariencias, de las que el espíritu está desapegado).

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  El Creador (El-Jalîq), El productor, es decir, El que realiza o desarrolla la creación (El Bârî’) y El que da la forma, que forma la creatura (El-Musawwir).[60]

  Piensan algunos que estos tres nombres son sinónimos que expresan todos por igual la acción creadora; pero no es así: todo cuanto sale de la no existencia (‘adam) a la existencia (wujûd) es objeto, en primer lugar de la determinación (taqdîr)[61], luego, de la manifestación (îyâd)[62] y, por último, de la formación (taswîr[63]) divinas. Allâh es Creador (Jâliq) en cuanto asigna a cada cosa su medida existencial; y es El-que-da-la-forma (Musawwir) en cuanto ordena las formas manifestadas en perfecta belleza. Citemos a modo de parábola la construcción de una casa: primero, el arquitecto dibuja las proporciones y determina la cantidad de materiales de construcción, luego, el albañil realiza el edificio, y, finalmente, el artista embellece la forma …

  En cuanto al nombre “El-que-da-la-forma” (El-Musawwir), significa, pues, a Dios en cuanto confiere a las cosas un orden perfecto y formas plenas de belleza. Es ése uno de los aspectos de la actividad divina. Para comprender todo su sentido, hay que conocer la forma del mundo en su totalidad y en detalle, pues el mundo entero está formado a la manera de una sola persona cuyos miembros están ordenados con vistas a un fin único.

  La participación del “servidor” en este nombre divino, es que el hombre se representa interiormente todo el cosmos, hasta que abarca su forma, como si la mirase.[64] De esta visión global descenderá a la contemplación de las formas particulares, considerando, por ejemplo, la forma humana corporal con sus miembros y órganos; cuando haya comprendido sus diferencias, composición y principio de formación, se elevará a la consideración de las cualidades cognitivas y volitivas de las que esos órganos son instrumentos; de la misma manera contemplará la forma de los animales y las plantas, en su doble aspecto, exterior e interior[65], y en la medida de su propia comprensión, hasta que conciba en su corazón el alma y forma de todo. Ahora bien, todo ello no se refiere más que al conocimiento de las formas corporales, que sólo tiene un alcance relativo en ángeles; discierne también las diversas funciones de los ángeles que rigen los movimientos de los astros, los efectos de la Gracia en el corazón del hombre y los impulsos del instinto en los animales.[66] El hombre, pues, participa en este nombre divino asimilándose la forma inteligible que corresponde a la forma existencial (del mundo); pues la ciencia no es otra cosa que una forma interior análoga a la forma del objeto de conocimiento.[67]

  El conocimiento que Dios tiene de las formas es la causa de la existencia[68] de dichas formas en las esencias (al-a’yân), y las formas contenidas en las esencias son causa de la actualización de las formas inteligibles en el corazón (es decir, en el espíritu) del hombre. Es así como el “servidor” realiza la ciencia en virtud del nombre divino “El-que-da-la-forma” (El Musawwir). Por la asimilación de las formas inteligibles, el hombre mismo se convierte en “el-que-da-la-forma” (musawwir),[69] aunque esta cualidad sólo le pertenece de una manera contingente.

  En realidad, cada una de estas formas tan sólo se actualiza en el hombre por un acto creador divino, no por creación individual;[70] sin embargo, el servidor se abre al influjo de la Misericordia (Rahmah) divina, pues “Dios no cambia lo que un pueblo ha recibido, a menos que ellos (los hombres de dicho pueblo) cambien ellos mismos lo que llevan en sí” (Corán); en este mismo sentido, el Profeta dijo: “En verdad, en el transcurso de vuestra existencia terrestre, vuestro Señor exhala ciertos alientos de misericordia; ¿es que no vais a salirles al encuentro?”.[71]

  En cuanto a los nombres El Creador (El-Jâliq) y El Productor (El-Bâri), el “servidor” sólo participa de ellos de una manera muy indirecta y lejana, por el desarrollo de su poder, fundado en su ciencia … Hay nombres divinos –la mayoría- que no se refieren más que a Dios sólo, como los nombres de El Creador y El Productor, que sólo pueden atribuirse al individuo de una manera contingente y provisional, y hay otros, como los nombres El Paciente (Es-Sabûr) y El Agradecido (Esh-Shakûr) que son realmente nombre de la creatura y no se refieren a Dios sino de una manera provisional y completamente simbólica.

  * * *

  El que está lleno de perdón (El-Ghaffâr)

  Es El que manifiesta la belleza y oculta la fealdad, como la fealdad de los pecados, que Él oculta “cubriéndolos” con un velo de este mundo y borrando sus consecuencias en el más allá, pues el “perdón” (el-ghafr) significa literalmente la acción de “cubrir” (es-sitr). Dios “perdona”, en primer lugar, cubriendo la fealdad de las entrañas con la belleza de la forma corporal; luego, “perdona” ocultando el centro de los pensamientos abyectos y las sugestiones malignas, de modo que nadie pueda descubrirlos, y, finalmente, perdona por la remisión de los pecados …[72] Además, dios ha prometido (en el Corán) que transformará en bellezas las fealdades morales del hombre, cubriéndolas con el ropaje de la virtud, si el hombre permanece firme en su fe.[73]

  La participación del “servidor” en este nombre divino es que “cubra” en el prójimo lo que ha de ocultar en sí mismo.[74]

  Porque el Profeta –sean con él la Bendición y la Paz- dijo: “Si alguien cubre la vergüenza de un creyente, Dios cubrirá su propia vergüenza el día del juicio”. La maledicencia, el espionaje, la venganza y la retribución del mal con el mal están en el extremo opuesto de dicha cualidad. Por el contrario, ésta pertenece al hombre que sólo divulga lo que de más bello implica la creatura. Por lo demás toda creatura posee perfecciones e imperfecciones, bellezas y fealdades; ahora bien, el que ignora las fealdades y menciona las bellezas participa verdaderamente del Perdón divino.[75] Cuentan que Jesús –la Paz sea con Él- pasó con sus discípulos cerca de un perro muerto cuyo olor les resultó insoportable. Exclamaron sus discípulos: “¡Qué mal olor despide ese cadáver!”, pero contestó Jesús: “¡Qué hermosa es la blancura de sus dientes!”.

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  El Dominador, El Domador (El-Qahhâr)

  Es El que quebranta el orgullo de sus adversarios destruyéndolos y abatiéndolos; nada hay, fuera de Dios, que no sea dominado por Su Poder y no esté impotente en Su opresión.[76]

  El dominador entre los hombres es el que doma a sus enemigos. Ahora bien, el enemigo del hombre es su propia alma (en-nafs) contenida entre sus costados.[77] Es su enemiga a causa de Satán, que la engaña. En la medida en que el hombre doma los deseos de su alma, vence a Satán, que, por medio de las pasiones del alma, lleva a la ruina. Una de las trampas de Satán es el apetito sexual; el que no está ya sujeto a ese deseo, no puede ya caer en esa trampa, y lo mismo sucede con el que lo domina por la disciplina religiosa y por los criterios de la razón.[78] Cualquiera que domine las pasiones de su alma, domina todo el mundo; nadie puede vencerlo, puesto que la peor de las cosas que otro le pudiera hacer es matar su cuerpo; ahora bien, la muerte del cuerpo será la vida para su espíritu, pues el que durante su vida hace morir sus pasiones, vive al morir: “No penséis que los que han sido muertos en la vía de Dios están muertos; viven y reciben su aliento cerca de su Señor …” (Corán).

  P.S. Los otros Nombres divinos –su número total es de 99- son los siguientes: El-Wahhâb (El que da); Er Razzâq (El que provee); El Fattâh (El que abre el camino del éxito o de la victoria); El-‘Alîm (El Omnisciente); El-Qâbid (El que contrae, aprieta, coge o arranca); El Bâsit (El que ensancha, que reparte los favores); El-Jâfid (El que abate); El-Râfi’ (El que alza); El-Mu’izz (El que honra); El-Mudhill (El que envilece); Es-Samî (El que todo lo oye); El-Basîr (El que todo lo ve); El-Hakam (El Árbitro); El-‘Adl (El Justo); El-Latîf (El Sutil, El que todo lo penetra); El-Jabîr (El que está informado de todo); El-Halîm (El indulgente); El-‘Azhim (El Inmenso, El Magnífico); El-Gafûr (El que perdona); Esh-Shakûr (El Agradecido); El-'Alîy‘ (El Altísimo); El-Kabîr (El Grande); El Hafîzh (El que vela por el mantenimiento de todo); El-Muquît (El que asegura la subsistencia de todo, que da la fuerza); El-Hasîb (El que cuenta todo); El-Yalîl (El Majestuoso); El-Karîm (El Generoso); Er-Raqîb (El que todo lo observa); El-Muŷib (El que responde, aprueba, concede); El Wâsi’ (El Vasto, El que todo lo contiene); El-Hakîm (El infinitamente Sabio); El-Wadûd (El Afectuoso); El-Mâŷid (El infinitamente Glorioso); El Bâ’ith (El que resucita); Esh-Shahîd (El Testigo Universal); El-Haqq (La Verdad, lo Verdadero); El-Wakîl (El Guardián, el que vela por los intereses); El-Qawîy (El fuerte); El-Matîn (El Firme, El inquebrantable); El-Waliy (El Patrono, El que ayuda); El-Hamîd (El universalmente Alabado); El-Muhsî (El que tiene cuenta de todo en un libro); El-Mubdi’ (El que es el Origen, que comienza); El-Mu’îd (El que todo lo devuelve a Sí mismo); El Muhyî (El que da la vida); El-Mumît (El que mata); El-Hayy (El Viviente, el Vivificador); El-Qayyûm (El Existente por Sí mismo); El-Wâŷid (El que encuentra, que inventa, que es real); El-Mâŷid (El Glorioso); El-Wâhid (El Único); Es-Samad (El Eterno, El que tiene la Plenitud absoluta); El-Qâdir (El que es poderoso sobre toda cosa); El-Muqtadir (El Capaz, El que tiene el poder supremo); El-Muqaddim (El que hace avanzar); El-Mu’ajjir (El que difiere); El-Awwal (El Primero); El-Âjir (El Último); Ezh-Zhâhir (El Exterior); El-Bâtin (El Interior, el Oculto); El-Wâlî (El Gobernador); El-Muta’âlî (El Supremo, el Altísimo en Sí mismo y por Sí mismo); El-Barr (El Recto, El Bienhechor); El-Tawwâb (El que acepta el arrepentimiento, El que lamenta); El-Muntaquim (El Vengador); El-‘Afuww (El que borra los pecados); Er-Ra’ûf (El Benévolo); Mâlikul-Mulk (El Señor de Realeza); Dhul-Jalâli wal-Ikrâm (El Señor de la Majestad y Generosidad); El-Muqsit (El Equitativo); El-Yâmi (El que congrega); El-Ganiy (El Rico, el Independiente, el que se basta a Sí mismo); El-Mugnî (El que enriquece, que vuelve superfluo); El-Mâni’ (El que impide, que retiene); Ed-Dârr (El castigador, El que da el mal); En-Nâfi’ (El que hace beneficiar); En-Nûr (La Luz); El-Hâdî (El guía); El-Badî (El que crea ex nihilo, la Causa absoluta); El-Bâqî (El que queda, que dura); El-Wâriz (El Heredero de toda cosa); Er-Rashîd (El que dirige con rectitud); Es-Sabûr (El Paciente, El que concede un largo plazo).



 [56] Se trata del célebre sufí y teólogo Abû Hâmid Muhammad at-Tûsî al-Ghazzâlî, nacido en 1058 y muerto en 1111/505 <<

     [57] Los pasajes entre corchetes son citas del Corán. Según un simbolismo temporal al uso en la teología islámica, Dios “era” Er-Rahmân. –El que es infinitamente bueno en Sí mismo- “antes” de la creación; el “antes”, pues, se refiere al Principio en sí, y el “después” a la manifestación. El cristianismo usa un simbolismo temporal análogo, pero en cierto modo inverso: Cristo está en medio del tiempo, el reino de la “Antigua Alianza” se refiere a lo humano, lo terrenal, y el de la “Nueva Alianza” a lo divino, lo celestial. <<

     [58] El desequilibrio es un efecto de la exteriorización cósmica, correspondiendo la Existencia pura al equilibrio o la indiferenciación. Esta distinción entre el “desequilibrio exterior” y el “equilibrio interior” se encuentra en la separación del mundo humano en dos partes, a saber, la “región del Islam” (dâr el-islâm) y la “región de la guerra” (dâr el-harb). El-Islâm es la conformidad a Es-salâm, que es el fin; éste se encuentra prefigurado en la tierra por la Kaaba, que es dar es-salâm, “casa de paz” o “región de paz” –o esa Kaaba- está representada por el corazón. Puede comprenderse que una Râbiah ‘Adawwyah haya podido descuidar el hacer la peregrinación a La Meca cuando había llevado a cabo la “peregrinación del corazón”, es decir, había alcanzado la “paz” que “preexiste” bajo el tumulto de la existencia exteriorizada. Por otra parte, si se tiene en cuenta que el fin de la guerra justa es la paz verdadera, se comprenderá el papel de la “guerra santa” (yihâd) del alma: la “guerra” interior no es sino la abolición de otra guerra, la que las pasiones terrenas tienen declarada al alma inmortal o al intelecto puro. <<
  
     [59] [En el sentido no peyorativo de la palabra (nota del trad.)]. <<
  

     [60] Este ternario de nombres divinos se menciona en el Corán en este orden. <<
  

     [61] Se trata de la asignación de la “medida existencial”, de la “capacidad” para recibir más o menos de la plenitud del Ser. Es esta “capacidad” (qadr) lo que se desarrollará más tarde bajo la acción de (El-Bârî). La acción creadora, pues, es análoga a la determinación principal de las posibilidades de manifestación en el Intelecto divino. <<
  
     [62] Literalmente: “existenciación”. <<
  
     [63] Esta palabra designa también la actividad artística, particularmente el dibujo. <<
  
     [64] Esto presupone un concepto global y homogéneo del cosmos físico, tal como lo poseían todas las civilizaciones tradicionales. Esta “visión”, evidentemente, no será sino un símbolo; nunca podrá ser más que eso. Sean cuales sean los progresos de la cosmografía moderna, el conjunto del mundo físico siempre rebasará muy de largo a nuestros medios de investigación. Los conceptos arcaicos y medievales del mundo corresponden a una experiencia natural: por esto, transmiten una síntesis cualitativa del cosmos total, mientras que los conceptos modernos del mundo sideral son demasiado indirectos y abstractos para ofrecer un soporte a la contemplación; al propio tiempo implican un punto de vista materialista que crea una especie de desproporción monstruosa entre la realidad considerada y el sujeto humano: se olvida que todo concepto del mundo no es, en suma, más que un contenido de la mente humana y que su verdad intrínseca no puede ser superior a la de su “espejo” intelectivo. <<
  
     [65] Eso significa que las formas animales y vegetales han de ser comprendidas a la vez en sus caracteres objetivos y como manifestaciones de diversas modalidades de conciencia. <<

     [66] Se trata de modos impersonales, no-mentales y no-individuales de la Inteligencia universal. El ternario mencionado por Gazzâlî es rico de significados. <<
  
     [67] Esta simple verdad es prácticamente ignorada por la ciencia moderna. La definición dada por al-Gazzâlî se aplica a la especulación. En cuanto al conocimiento o gnosis (al ma’rifah) es la identificación del intelecto con la esencia del objeto. <<
  
     [68] Es decir, de la “realidad” de estas formas, pues los contenidos de las esencias inmutables (al-a’yân ath-thâbitah) no son manifestadas como tales; no tienen “existencia”, sino tan sólo una “permanencia” (thubût) principial <<

     [69] Término que designa igualmente al artista. Se ve aquí el vínculo que une el arte verdadero a la ciencia sagrada. <<
  
     [70] La creación individual no se realiza sino en el marco de la creación divina y no representa más que un prolongamiento contingente de esta última. <<
  
     [71] En relación con el nombre divino aquí considerado, este dicho del Profeta contiene una alusión a la naturaleza del arte considerado según el punto de vista tradicional, es decir, como arte y ciencia a la vez: el arte verdadero es realizar el prolongamiento del acto creador divino en la actividad creadora del hombre. <<
  
     [72] El pecado o la transgresión es una ruptura del equilibrio normal del ser. Por el perdón divino, que es una expresión de la plenitud indiferenciada del Ser, la transgresión es como “ahogada” en el equilibrio cósmico íntegro. <<


     [73] “En verdad, transformaremos las fealdades en bellezas” (Corán). Por la reintegración del ser en el estado edénico, que es la plenitud de las posibilidades humanas, las desviaciones accidentales se neutralizan y reducen a su aspecto positivo: la transgresión, en cuanto tal, es una confusión entre el bien y el mal o lo real y lo irreal; su contenido, ontológicamente positivo, es la aspiración al bien o lo real, a condición, sin embargo, de que la transgresión no exprese, en lo que de oscuro tiene, la tendencia básica y fundamental del ser; en tal caso, la reintegración en el estado edénico es imposible. También el amor tiene esta virtud de transformar en belleza lo que, fuera de él, puede aparecer como fealdad. Así es transformado en belleza el aspecto animal del amor sexual. <<

     [74] Según la perspectiva islámica, no es meritorio confesar públicamente los propios pecados, si no han sido publicados por otros, pues es una falta de generosidad y de respeto para el prójimo al exponer ante él las propias fealdades; su divulgación, además, puede corromper a los demás. Hay que esconder el pecado con la esperanza de que Dios lo oculte igualmente por Su perdón. <<
  
     [75] La imitación del perdón divino no excluye, en el hombre espiritual, la discriminación y el discernimiento, ni, en el monarca responsable del orden social, la aplicación de la justicia, del mismo modo que el sentido del nombre divino El Perdonante no excluye el de los nombres divinos El Juez (El Hakam) y El Sabio (El Hakîm). La discriminación se aplica a las ideas y acciones en cuanto expresan verdades o errores, y no a las esencias de los seres individuales. En cuanto a la justicia social, tal como se prescribe por las leyes musulmanas, evita siempre revelar, por la coacción, motivos y actos individuales que pueden permanecer escondidos sin perjuicio para la seguridad ajena. Se distingue entre las infracciones contra los “derechos de Dios” y las infracciones contra los “derechos del hombre”. Cuando se trata de los primeros, el juez debe ser clemente, suponiendo que Dios puede haber perdonado al acusado. De manera general, no se incita mucho a los testigos a que declaren contra el acusado, y éste es invitado a negar su crimen, si con ello no se ofende el derecho de otros; si pese a ello el crimen es probado, el juicio se ejecuta con rigor. Esta práctica tiene por modelo la manera de actuar del Profeta. <<
  
     [76] El primer y más universal constreñimiento que sufre la creatura es la imposibilidad, para ésta, de acercarse a la Esencia en Su unidad (Ahadiyah) transcendente y absoluta. En efecto, la esencia sólo puede ser contenida por la Esencia; en cuanto estado espiritual, este conocimiento implica el aniquilamiento (mahw) de la creatura. Según este sentido, el aspecto divino de domador (Qahhâr) dimana directamente de la Unidad, que todo lo engloba, de modo que nada se sitúa “fuera” de Ella, y, por ello mismo, es inaccesible “desde fuera”; dicho de otro modo, Dios no puede ser “captado”,* porque es Él quien “capta” todo.

    * [El verbo empleado en el original es saisir, que puede significar, además de captar: asir, comprender, recoger, apoderarse de, oír, ver …(N. del trad.).] <<

     [77] Es decir, el alma pasional que se identifica con la “carne”. <<
  
     [78] El más perfecto dominio del alma es conocer su naturaleza. En tal caso, el hombre, por su naturaleza intelectual, “engloba” su alma como Dios “engloba” al mundo. <<

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