miércoles, 27 de febrero de 2019

Saturno

Una de las más antiguas divinidades itálicas. Su nombre figuraba ya en los cantos de la primitiva congregación de los Salios y las fiestas en su honor, las famosas Saturnalias se remontaban a épocas remotísimas. Era el dios de la siembra y de la agricultura en general. La leyenda relataba que había llegado a Italia procedente de Grecia en los albores de la humanidad de los tiempos, cuando Júpiter le destronó por haberse hecho tan odioso como su padre Urano, ya que como rey del universo, casado con Rea, los hijos que iba teniendo los iba devorando para impedir que se sublevaran contra él (cosa que Saturno había hecho con su padre, previa mutilación de las partes engendradoras para que no tuviera descendencia). Júpiter, hijo suyo, se pudo salvar y lo echó del cielo.

  Saturno encontró excelente acogida en el Lacio italiano, en donde su rey Jano, también divinizado, le atendió cumplidamente en el Janículo. Establecido después en la otra orilla del Tíber, al pie de la colina del Capitolio, fundó una ciudad que denominó Saturnia. Arrepentido de tiempos pasados y como premio a los habitantes que lo había resguardado de las iras de Júpiter (la religión del Lacio deriva su nombre de latuerat = ocultarse), su reinado en sus nuevas posesiones fue extraordinariamente próspero y conocido como La Edad de Oro, época feliz que recuerda la del paraíso terrenal bíblico y al que en tiempos de Octavio Augusto se creyó haber vuelto.

  Saturno prosiguió la obra civilizadora de Jano y enseñó a los hombres, en especial, los secretos de la agricultura. Según la leyenda, la población italiana de aquella remotísima época eran los aborígenes, que recibieron del dios sus primeras leyes. Según Varrón, el lugar que ocupó Saturnia sería después el recinto de la propia Roma. En el Foro se le erigió un templo que fue reconstruido en época de Augusto y del emperador Diocleciano. En su interior se guardó el tesoro del estado. De este templo se conservan todavía en pie en Roma ocho columnas.

  Las Saturnalias

  Antiquísimas fiestas en honor de Saturno, con ellas terminaba el mes de diciembre y el año. Por aquel entonces Roma era invadida de una alegría desenfrenada, recuerdo de la perdida Edad de Oro vivida bajo el reinado de Saturno. Durante las Saturnalia se suprimían las diferencias sociales, todos eran iguales y hermanos. Se cerraban los tribunales, las escuelas, las tiendas. La gente se abandonaba a toda clase de bromas, incluso las más licenciosas; todo era permitido a todos en aquel período. El primer día después de celebrar un sacrificio en honor del dios, las fiestas se consideraban inauguradas. Durante los seis días restantes se organizaban diversiones populares de todo tipo, entre las que destacaban las loterías y juegos de azar, que gozaban de gran aceptación.

  El día más sobresaliente de las fiestas era el diecinueve, porque se dedicaba de manera especial a Opis (Rea), diosa de la abundancia y esposa de Saturno. En aquel día incluso los esclavos participaban de la fiesta y, gozando de completa libertad, se vestían con los trajes de sus amos que debían servirles incluso en la mesa. Podían comer y beber cuando desearan. Los romanos ricos, durante estos días, acostumbraban a tener la mesa completamente llena para cualquiera que se presentara en su casa. Tenían además lugar los mejores juegos en el Circo, a los que asistía gratuitamente todo el pueblo. Las Saturnalia constituían pues una fiesta de alegría para los romanos y en especial para las clases más necesitadas. Con el tiempo degeneraron en las orgías más desenfrenadas. Dada la época del año en que se celebraban el cristianismo, con el fin de santificarlas, colocó las fiestas de Navidad durante esa época como recuerdo del nacimiento de Cristo.

  En la época imperial, con el desarrollo de la romanización en África, Saturno no sólo encarnó al Crono helénico, sino también en los países de origen fenicio y cartaginés al gran dios semítico Baal.

  Iconología

  Se representa a Saturno como un hombre viejo, desnudo, a veces con una pequeña hoz en una mano y un reloj de arena en la otra, a la manera del Crono griego. También se le representa devorando a sus hijos: pinturas por Rubens y Goya en el museo del Prado. En la iconografía de las estaciones personifica el invierno.

  La edad de Oro

  En Roma la anhelada «Edad de Oro» de todos los pueblos se identificó con la época del reinado de Saturno en Italia, que por entonces se conocía como Ausonia. Los dioses convivían con los mortales. Las puertas no existían, puesto que nadie tenía nada que ocultar y el robo no existía. Los hombres se alimentaban solamente de legumbres y fruta, porque nadie se había planteado el matar. Entonces Saturno enseñó los rudimentos de la civilización y a manejar la hoz, así como a servirse mejor de la fertilidad espontánea del suelo. Era una época en que la lana tomaba por sí misma vivos colores en el lomo de corderos y carneros, las zarzas ofrecían deliciosos frutos y la tierra gozaba de una eterna primavera. Los hombres no conocían las penalidades ni la miseria ni la vejez, siendo siempre jóvenes. Cuando les llegaba la hora de la muerte se sumían en un dulce sueño eterno. Desgraciadamente este paraíso se perdió y los romanos gustaban rememorarlo con la veneración al viejo Saturno, al que habían transformado en un dios civilizador y bienhechor, a semejanza de la versión del Crono griego cantada en Los trabajos y los días por el poeta Hesíodo, hacia el siglo VII a. C.

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