Nyarlathotep
Y al fin llegó desde el interior de Egipto
El extraño Oscuro ante el que se inclinaban los fellás;
Silencioso y delgado y crípticamente orgulloso,
Y envuelto en telas rojas como las llamas del ocaso.
Las masas se apretujaban alrededor, ansiosas de órdenes,
Pero al partir no podían repetir lo que habían oído;
Mientras, a través de las naciones iba la temible noticia
De que las bestias salvajes lo seguían y lamían sus manos.
Pronto en el mar comenzó un nacimiento nocivo;
Tierras olvidadas con agujas de oro llenas de hierbas;
El suelo se abrió, y rodaron auroras enloquecidas
Que caían sobre las ciudadelas graznantes del hombre.
Después, aplastando lo que había moldeado jugando,
El Caos idiota barrió el polvo de la Tierra.
Hongos de Yuggoth
1929-1930
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