Unos setenta kilómetros es la distancia que separa la ciudad de Murcia de, la siempre rica en vinos, Jumilla. Como advertencia preliminar, para aquellos no conocedores del fenómeno ovni y todo lo que este conlleva, les aclararé qué es una abducción. Quizá la definición más acertada para este caso concreto sea aquella que la llamada ufología (estudio del fenómeno ovni) otorga, diciendo que se trata de un supuesto secuestro de seres humanos, llevado a cabo por criaturas extraterrestres. No obstante, no entraremos en la madeja de araña que supone el fenómeno ovni en si, nos ceñiremos a los hechos de este curioso caso que vivió Prospera Muñoz en el año 1947, constituyendo el primer caso de abducción registrado en España.
Prospera, de tan sólo ocho años, y su hermana, Anita, se encontraban en la casa de campo que su tío tenía en la huerta Jumillana. El buen hombre estaba trabajando en la viña y junto a la puerta de la casa estaba el perro que se encargaba de dar la “voz” de alarma en caso de que alguien se acercara por el camino lindante a la casa. Aquel día Prospera y su hermana esperaban con impaciencia la llegada de su padre ya que este siempre les traía golosinas. Prospera no paraba de asomarse por las ventanas, en una de esas ocasiones a través de esta vio acercarse a la casa un extraño objeto. Algo que dejo tremendamente extrañada a Prospera fue que aquel objeto no venía por el camino sino a través de los viñedos. Luego pasó junto a la ventana donde estaba ella. La niña pensó que se trataba de su padre que venía con los cazadores. El objeto se detuvo y de él descendieron dos hombres. Anita se apresuró en cerrar las ventanas y las puertas ya que tenía orden de hacerlo en caso de ver algún extraño, pero no le dio tiempo. En ese preciso instante los dos hombres entraron por la puerta. Su aspecto era completamente normal, salvo los ojos, “eran negros y muy penetrantes”. Uno de ellos pidió un vaso de agua. Anita se lo dio pero este hombre ni lo toco. Ellos comenzaron a hacer preguntas a las niñas. Prospera no pudo matizar si se trataba de una conversación telepática o verbal, tan sólo que los entendían perfectamente. Él mas alto de ellos se interesó por un calendario que colgaba de la pared y que tenía representadas las fases lunares, después preguntó a su compañero: “¿Vivirán todavía cuándo...?” (Prospera no recuerda el resto de la frase). El visitante respondió negativamente a su compañero.
Fue entonces cuando ambos comenzaron un dialogo que Prospera recuerda perfectamente:
- Visitante 1: ¿A cual de las dos se lo vas a hacer?
- Visitante 2: A ésta (señalando a Prospera).
- Visitante 1: ¿Por qué?
- Visitante 2: Porque tiene la mente más...
- Visitante 1: ¿Y se acordarán de todo esto?
- Visitante 2: Cuando pasen treinta o más años.
- Visitante 1: ¿Y ella se acordara de lo otro?
- Visitante 2: Sólo si ella quiere.
- Visitante 1: ¿Y como podrá hacerlo, si quiere?
- Visitante 2: Sometiéndose a hipnosis.
- Visitante 1: ¿Querrá?
- Visitante 2: Si, porque su curiosidad será muy grande.
Tras esta conversación los dos hombres salieron precipitadamente de la casa, unos segundos después se produjo una intensa luz. Minutos más tarde el tío aparecía por la puerta pálido y jadeante. Este les contó que se había asustado al ver despegar un “avión” por encima de la casa. El perro, que se llamaba Liborio, permaneció tendido en el suelo, como aletargado. En circunstancias normales, el perro hubiese ladrado pero “algo” se lo impidió.
Llegada la noche todos fueron a dormir, el tío tuvo que improvisar una cama en el cuarto de las niñas para que durmieran más tranquilas. Sin saber cómo, Prospera se despertó de madrugada y vio como un hombre la observaba a través de la ventana. Junto a este había otros tres de los cuales uno había estado allí por la mañana. Aquel hombre la invita a seguirlos y Prospera, con suma tranquilidad, salió de la casa. La pequeña se fue con los dos hombres hacia una gran luz. Según recuerda en el campo había unos “hombres” trabajando (Prospera señaló haber visto a uno de ellos arrastrando un olivo). También pudo ver a una mujer de apariencia totalmente humana que la cogió en brazos y la llevó a través de un haz de luz hasta el interior de una nave.
Al día siguiente Prospera se despertó junto a su hermana Anita, con los pies llenos de tierra, pero sin recordar nada de lo sucedido.
Habrían de pasar 30 años para que esta cándida mujer, con estudios de magisterio, recordara este suceso. Cuyo relato, en la mayor medida, le fue extraído bajo hipnosis regresiva.
Hoy día Prospera vive una apacible vida, como cualquier persona a su edad, rodeada de los suyos, viendo crecer a sus nietos. Pero inevitablemente su mente viaja más de medio siglo en el tiempo, y se vuelve a ver levantándose por la mañana junto a su hermana, sus pies están llenos de tierra y se pregunta... ¿qué me ha ocurrido?
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