miércoles, 20 de febrero de 2019

Dánae

Dánae era una bella joven hija de Eurídice (no la Eurídice que se desposó con Orfeo) y del rey de Argos llamado Acrisio. Éste había sido advertido en un oráculo que el bebé que concibiera su hija le causaría la muerte. Para evitarlo, Acrisio encerró a su hija en una gran torre con grandes puertas y candados de bronce. Sin embargo, el gran dios Zeus se encaprichó de ella y, para poder acceder a la torre se transformó en fina lluvia de oro, atravesando con esta forma líquida los ladrillos de la construcción y tomándola carnalmente, lo que tuvo como resultado el embarazo de la joven. Otra versión de menor rango afirma que Zeus accedió al calabozo sobornando a los guardas con oro.

Cuando Acrisio se enteró, no creyó la versión narrada por su hija, y sabiendo que Preto, hermano gemelo de Acrisio y con el que venía luchando desde el seno materno, había sido pretendiente suyo, creyó que él se las había arreglado para entrar a la morada de su hija y allí la había poseido.

En todo caso, Acrisio tomó a su hija y al bebé una vez que hubo nacido -el propio Perseo- y los encerró en un arca arrojándolos después al mar, con la esperanza de que murieran. Sin embargo, ambos llegaron sanos y salvos a la isla de Sérifos, donde fueron recogidos por un pescador llamado Dictis. Tal suerte se obtuvo gracias a la ayuda de Zeus que mostró así su agradecimiento hacia la joven Dánae.

El pescador los llevó a presencia del rey Polidectes o Polidecto, que, desde entonces, trató a ambos con cortesía y respeto en un principio, pero que posteriormente, trató de seducir a Dánae, siendo ésta defendida por su hijo Perseo.

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