Rhan-Tegoth
«¡Iä! ¡Iä! —aullaba—. Ya llego, oh, Rhan-Tegoth, ya llego con alimentos». Has esperado largo tiempo y has comido mal, pero ahora tendrás lo prometido. Eso y más, porque en vez de Orabona será alguien de alto grado que dudó de ti. Lo aplastarás y lo dejarás seco, con todas sus dudas, y te pondrás fuerte. Y a partir de entonces él será mostrado entre los hombres como un monumento a tu gloria. Rhan-Tegoth, infinito e invencible, soy tu esclavo y tu sumo sacerdote. Tienes hambre, y yo proveeré. Leí el signo y te lo he llevado de inmediato. Te alimentaré con sangre, y me alimentarás con poder.
El horror en el museo
1932
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